Manifestación (2007), por Pablo Montoya (*)
I
“El significado de una representación no puede ser otra cosa que una representación”
Peirce
Peirce
La imagen comienza
ofreciéndonos un primer plano de los rostros de un grupo de
manifestantes que se encuentra frente a la sede del S.O.I.P.
Un primer grupo –que
serían los delegados- se encuentra dispuesto en forma de un triángulo
que iría desde los extremos inferiores hasta el centro de la escena,
proyectada sobre un fondo compuesto por casas humildes y un cielo que
ofrece los indicios del atardecer. Desde el inferior los rostros se
ordenan como conformando pares de opuestos.
Vemos, en primer
lugar, una mirada que se eleva en contra picada desde el extremo
inferior izquierdo, probablemente hasta las ventanas del edificio de la
obra social del sindicato, en donde se encontrarían parapetados los
integrantes de la burocracia junto a un grupo de gendarmes fuertemente
armados. La expresión de esa mirada denota una profunda tristeza, que se
podría condecir con el contraste que ofrece una construcción tan
imponente como vaciada de contenido.
Partiendo desde el
otro extremo inferior, un hombre de camisa anaranjada proyecta una
mirada enfurecida que también se eleva, pero en sentido opuesto,
supuestamente hacia los techos del sindicato, en donde una banda de
matones armados estaría acechando a la multitud con sus armas en alto.
Apenas atrás de este
hombre, aparece el rostro de una persona mayor que lleva puesto un
gorro. Se encuentra profundamente compungido, quizás por formar parte
del último grupo de obreros dejados sin trabajo. A su derecha, una bella
mujer de pelo rubio, camisa azul, que se encontraría en la misma
situación de este último hombre, expresa una tremenda congoja. Recién
después, vemos un puño en alto, casi con seguridad del hombre de camisa
naranja. El triángulo culmina con el rostro desolado de un joven que
lleva puesta una boina verde.
Rodeando a este primer
grupo, otros dos se ordenan, de abajo hacia arriba uno, el que está
ubicado a nuestra izquierda; y de adelante para atrás el otro, ubicado
en el extremo superior derecho de la imagen.
Del primero, sobresale
la cara de una joven morena de ojos marrones, con sus pómulos y frente
ostensiblemente iluminados, con la mirada perdida en el grupo de
policías que protegen a los dos edificios en cuestión. Por detrás, un
hombre moreno, barba y bigotes canosos, observa con desconfianza los
movimientos de otro grupo de policías que se mueve por la esquina. Un
hombre de pelo rojizo y abundantes arrugas, y otro del que sólo
percibimos el ceño fruncido, su barba y bigotes blancos, y su boina
gris, ubican sus miradas fuera del recuadro, presuntamente también en
dirección a la esquina.
Del otro lado del
triángulo, aparece una primer fila de seguridad que nos separa de la
multitud. Lógicamente, sus miradas se concentran en lo que sucede en la
esquina con la policía que se prepara para reprimir. Un joven con una
enorme boina negra y la cara ennegrecida por el hollín de las gomas
quemadas da cuenta con su expresión de la adrenalina que poco a poco va
ganando el ambiente.
II
“La Historia es histérica: sólo se constituye si se la mira, y para mirarla es necesario estar excluido de ella.”
Roland Barthes.
Roland Barthes.
“La imagen debe salir del cuadro”
El viejo Pacheco.
El viejo Pacheco.
Existe un cuadro
anterior de Berni, “Desocupados”, de 1934, en el que se nos muestra una
panorámica de la zona del puerto en donde descansa un grupo de
trabajadores. Ocupando la totalidad del extremo izquierdo, un hombre
elegantemente vestido duerme apaciblemente sentado con las manos en sus
bolsillos. A su derecha, cuatro cuerpos dispuestos en direcciones
encontradas duermen también pero tirados en el piso. A la derecha, la
vemos a Nancy, joven, con uno de sus hijos en brazos, con su mirada
perdida fuera del recuadro de la imagen, involucrándonos al mismo tiempo
en su introspección. Al fondo, sentados en fila descansa otro grupo de
trabajadores. Y en el centro, pantalón verde, pulóver anaranjado con
mangas arremangadas, los codos apoyados en sus piernas y las manos
apenas atadas por los dedos, Berni, pensativo, como si estuviese
ofreciéndonos la génesis material de un sentido de la representación
que, desde ya, se encuentra suspendida, y a la vez en continuo
desplazamiento con relación a su soporte visual.
Tomando estas dos
instancias de la serie, desde lo más profundo de su introspección hasta
aquello que se encuentra fuera del recuadro de la manifestación, se
encuentra dibujada una línea imperiosa que no sería posible que evitemos
quienes contemplamos uno y otro cuadro: va más allá de la imagen
contenida en los recuadros y se articula, delante de la superficie, en
dos espacios análogos, e inaccesibles: por un lado, vemos al pintor que
realiza una doble articulación entre la imagen de su introspección y la
de los desocupados del puerto; y por otro, las dos únicas miradas del
cuerpo de delegados que no fueron abordadas, y sobre las que volveremos
un poco después.
En su lectura de Las
Meninas, Foucault plantea la irreductibilidad que caracteriza a la
relación entre la pintura y el lenguaje, y en ese sentido postula, como
decíamos antes, la existencia de un sentido que se corre una y otra vez,
constantemente, de su referente, tanto como del soporte material del
que disponemos para intentar dar cuenta de el. Accedemos entonces al
instante en el que empieza a funcionar un proceso de semiosis ilimitada a
través del cual los distintos componentes de la lectura de una imagen
exceden el espacio que Barthes denominaría studium, para alcanzar el punctum,
uno “que no está ya en la forma, sino que es de intensidad, es el
Tiempo”(1). Es esa intensidad-tiempo la que vincula los dos términos de
la serie: “Desocupados”(que casualmente son de la zona del puerto)-
“Manifestación” por un lado ; “2007”-“Soip”, por el otro. Unos y otros
términos pueden perfectamente alcanzar una reciprocidad que resultaría
pertinente: Berni defendía con vehemencia la potencia revolucionaria de
la pintura de caballete “si las telas eran suficientemente grandes y se
las colgaba a la entrada de las fábricas”(2). En el extremo superior
derecho del cuadro aparece una pancarta con una consigna: “Pan y
Trabajo”. Más atrás, otra, que no alcanzamos a ver, y que en
consecuencia estamos obligados a reponer. Las condiciones de explotación
de los trabajadores no han hecho más que sofisticarse en el tiempo
transcurrido entre la Década Infame y la actualidad. Berni no pintaba
para “representar” a nadie sino para intervenir en la realidad, y a la
vez contribuir en su transformación. Este aspecto, tomado no como mero
dato anecdótico sino en tanto unidad cultural (3), excede, una vez más,
los marcos de la “representación” y le permite fluir en el tiempo:
parafraseando a Foucault, será necesario pretender que no sabemos ni
importa qué es lo que contemplan los manifestantes, y volver a
interrogar esas miradas al nivel mismo de su existencia.
III
“No hago más que poner en evidencia lo que por pudor, prejuicio o miedo, no se menciona”.
Antonio Berni
Antonio Berni
Finalmente, alcanzamos
en el centro de la imagen al último par: por un lado, el viejo de la
boina rojiza que nos mira, y por el otro al niño vestido de amarillo
supuestamente sostenido por la mujer rubia.
Son las dos únicas
miradas que se dirigen a nosotros, y con ellas culmina esa línea que nos
alcanza inexorablemente para ligarnos, a la vez, a la
“re-presentación”. La diferencia de edad que existe entre los dos
conlleva una característica sustancial: la intensidad de las miradas: la
del niño, por naturaleza, no se ejerce sino que al contrario, es
ejercida por una situación que se le manifiesta; en cambio, la del
hombre claramente se dirige hacia nosotros como si nos estuviese
interpelando. Dentro de la tensión generada por estas dos intensidades
es que se va configurando este doble juego en el que somos involucrados,
sobre todo si tenemos en cuenta al otro cuadro de la serie: en este
punto es que se resiente, por decir, la impenetrabilidad del espacio
representado, tanto como la “exterioridad” de la idea misma de
representación, poniéndonos en contacto con lo que por naturaleza es
prácticamente inaccesible: quizás Berni, quizás nosotros, quizás el
Soip…
(*) Nota:
El apartado I, denominado “2007”, intenta configurar una estrategia de
lectura que ubica nuestra mirada frente a la actual sede del SOIP
(Sindicato de los Obreros de la Industria del Pescado), sita en la calle
12 de octubre 4445 de la ciudad de Mar del Plata. La configuración
espacial del mencionado lugar se puede corresponder con la perspectiva
establecida por la pintura de Berni en cuestión; desde nuestro punto de
vista, a partir del conocimiento de las condiciones laborales y
salariales de miles de obreros del pescado que hoy día trabajan en
negro, y son una y otra vez traicionados por la burocracia que
actualmente usurpa la conducción del sindicato (situación que ha
planteado –y lo sigue haciendo- innumerables manifestaciones de los
trabajadores del sector hacia el edificio mencionado, con tomas del
mismo incluidas), podemos encontrar los elementos que permiten
justificar la ruptura cronológica que estamos proponiendo.
Los fundamentos de este método de lectura son desarrollados durante el transcurso del presente trabajo.
Citas:
(1)- Barthes, Roland. La cámara lúcida. Ed Paidós, Buenos Aires, 1989, p.164.-
(2)- Forn, Juan. Pintura Argentina: Antonio Berni. Ediciones Banco Velox.
Buenos Aires, 2001, p.11.
(3)- Eco, Humberto. Tratado de semiótica general. Ed. Lumen, Buenos Aires,
1977, p. 134:
Las unidades culturales son abstracciones metodológicas, pero son
abstracciones ‘materializadas’ por el hecho de que la cultura
continuamente traduce unos signos en otros(…) nos propone una cadena
ininterrumpida de unidades culturales que componen otras unidades
culturales.APARTE. En ese sentido, podemos decir que las unidades
culturales están físicamente a nuestro alcance. Son los signos que la
vida social pone a nuestra disposición.
5 comentarios:
Cómo se sentía la gente en la manifestación?
Claramente no como nosotros, hoy 20/03/20, encerrados en nuestras casas sin poder manifestarnos en contra de nuestros enemigos que son "invisibles"
La pintura desocupado refleja la desocupacion que avia en ese tiempo... O cada una de esas personas representa algo distinto.... Eso no entiendo
Porq lo que quiero saber que hacen esas persona y porq parecen dormidas .... Me ayudan por favor
Pues en la villas se sufría mucho por la falta de comida y la necesidad de un trabajo yo creo que sus rostros muestran cansancio por esas circunstancias
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