CCCP : Cosmic communist constructions photographed / photographs and essay by Fréderic Chaubin.
Köln [etc.] : Taschen, 2011.
312 p. : principalmente il.
Texto en español, italiano y portugués
ISBN 9783836525206
PVP: 40 €
Sueños ideológicos
La cuarta edad y la final de la arquitectura soviética
El fotógrafo Frédéric Chaubin revela 90 edificios situados en catorce ex repúblicas soviéticas que expresan lo que podría ser considerada la cuarta edad de la arquitectura soviética. Las construcciones descubren un inesperado renacimiento de la imaginación, un florecimiento desconocido que tuvo lugar desde 1970 hasta 1990. Al contrario que en los años 1920 y 1930, aquí no emergieron una "escuela" ni una tendencia principal. Estos edificios representan un impulso caótico provocado por un sistema en decadencia. Su diversidad anuncia el final de la Unión Soviética.
Aprovechando el colapso de la estructura monolítica, los agujeros de la red en expansión, los arquitectos fueron mucho más allá de la modernidad, regresando a las raíces o innovando con libertad. Algunos audaces completaron proyectos que hubieran soñado los constructivistas (Sanatorio Druzhba, Yalta); otros expresaron su imaginación de una manera expresionista (Palacio nupcial, Tiflis). Un campamento de verano, inspirado por bocetos de un prototipo de base lunar, reclama su influencia suprematista (Campo de rehabilitación juvenil Promethee, Bogatyr). Después llega el despliegue de la arquitectura parlante en los últimos años de la URSS: un crematorio adornado con llamas de concreto (Crematorio, Kiev), un instituto tecnológico con un platillo volador estrellado en su techo (Instituto de investigación científica, Kiev), un centro político que te mira como un Gran Hermano (Casa de los Sóviets, Kaliningrado). Este mosaico de estilos testimonia todos los sueños ideológicos del período, desde la obsesión con el cosmos hasta el renacimiento de la identidad y también resume la geografía de la URSS al mostrar cómo las influencias locales dieron sus giros exóticos antes de llevar el país a su final.
Cosmic Communist Constructions Photographed de Frédéric Chaubin ha sido elegido el mejor libro del año sobre arquitectura en el Festival Internacional del Libro de Arte y del Cine de Perpiñán, Francia (Festival International du Livre d'Art & du Film Perpignan).
Sobre el fotógrafo:
Frédéric Chaubin nació en Phnom Penh en 1959. Durante los últimos quince años ha sido redactor en jefe de la revista francesa de estilo de vida "Citizen K". Desde 2000 ha expuesto con regularidad sus trabajos fotográficos, que combinan arquitectura y viajes. La investigación de la colección sobre la URSS fue llevada a cabo de 2003 a 2010 con un proceso intuitivo.
Fuente: Arkitektura.dok
Exuberancia soviética en riesgo de
abandono
Frederic Chaubin paseaba por un mercado en
Tbilisi, la capital de Georgia, en 2003, cuando un antiguo libro atrapó su
mirada. Aunque no podía leer las palabras, Chaubin, el fotógrafo francés, quedó
hipnotizado por las imágenes que contenía. El libro, que describía 70 años de
arquitectura post-revolución, presentaba una extraordinaria colección de
edificios que se inspiraban en una extraordinaria colección de estilos : así
como las escuelas soviéticas del Suprematismo (una explosión controlada de
formas geométricas) y el Constructivismo, había un trasfondo fuertemente
occidental, que evocaba todo: desde Alvar Aalto y Antoni Gaudí hasta Oscar
Niemeyer. Y recorriendo todo aquello, había un elemento estremecedor de ese ir
demasiado lejos, un atisbo de sputniks, cohetes espaciales y platos
voladores.
Chaubin quedó atrapado. Y así fue que comenzó una odisea de
siete años para buscar y fotografiar algunas de las creaciones arquitectónicas
más inusuales, muchas ya en situación de riesgo. Tomemos el edificio del
altamente improbable Ministerio georgiano de Carreteras. Es una especie de torre
del juego llamado “jenga”: un conglomerado de pisos rectangulares construido a
mediados de los años 70. Basado en un concepto llamado el “Space City Method”,
muestra una conciencia ecológica avanzada para su época (especialmente para un
ministerio de carreteras). El edificio toma poco terreno y permite que la
naturaleza se expanda allá abajo. O el departamento de arquitectura del
Instituto Politécnico de Minsk : en la fotografía tomada por Chaubin –que
aparece en la culminación de su odisea, el libro Cosmic Communist Constructions
Photographed, editado por Taschen– es algo así como un enorme ferry de pasajeros
sobre un río helado en Bielorrusia.
Y también está el maravilloso
sanatorio Druzbha (foto), situado junto al mar en Yalta. Un manojo de pabellones
circulares que emergen de un bosquecillo. Cada uno señala un espacio de
viviendas. “El Pentágono y los servicios de inteligencia turcos los confundieron
con una base de misiles”, dice Chaubin.
En parte debido a la barrera
idiomática y en parte a que los creadores de aquellas maravillas casi no han
sido admirados y celebrados, esta capacidad soviética para hacer una
arquitectura exuberante no fue detectada en Occidente. Es una sorpresa, hasta un
shock. Sus inauguraciones fueron registradas, pero por lo general sólo en
Arquitecture SSSR, una revista estatal, o en libros como las series publicadas
en 1987 para celebrar el 70ª aniversario de la Revolución de Octubre. En esas
series se celebró la arquitectura de las 15 repúblicas soviéticas en aquellos
años.
Lo que más sorprendió a Chaubin fue el hecho de que los edificios
más asombrosos que encontró habían sido construidos en los últimos 15 años de la
URSS. Al comienzo le pareció raro que estuvieran realizados en tantas formas
diferentes, sobre todo porque la mayor parte de la arquitectura soviética era
aún del estilo prefabricado de mediados de los años 50, impuesto por Nikita
Khruschev: hormigón barato, estrictas líneas modernistas, y poco espacio para la
imaginación artística. Esto, comenta Chaubin, se debió a que en los años 70 y 80
se dio en Rusia un surgimiento de talentos locales. Así mirado, estos edificios
hasta podrían ser leídos como “el canto del cisne” de una superpotencia, creado
por gente ya liberada de la centralización, gente que miraba hacia Occidente y
en él se inspiraba. En Rusia las universidades están empezando a realizar
trabajos de investigación con los edificios de esa época, muchos de los cuales
han quedado abandonados y están derrumbándose por falta de mantenimiento. En
general, el problema es uno solo: eran edificios públicos, construidos en gran
escala para incentivar a las poblaciones locales, y tenían usos que se han
tornado anticuados ahora que el Estado ya no es todopoderoso y magnánimo. Pero
entre todas las academias de ciencias y los centros deportivos, los sanatorios,
las piscinas y los campamentos, hay también algunas rarezas, como los “palacios
para bodas”. Aquellas construcciones fascinantes se asemejaban a catedrales, y
según Chaubin estaban construidas a escala enorme para incentivar a las personas
a no casarse en iglesias.
Pero Chaubin tiene también un propósito serio:
quiere saber cómo se proyectó la construcción de estos edificios y quién los
diseñó, pero ubicar a los arquitectos fue difícil, si no imposible. Después de
todo, eran empleados públicos. Si ellos hubieran creado semejantes edificios en
Occidente, hubieran llegado a ser famosos y ricos, y vivirían en lujosas
residencias; pero muchos vivían en estrechos e incómodos departamentos de un
dormitorio construidos en complejos habitacionales de hormigón, al estilo
soviético.
Algunos de los arquitectos más jóvenes que han trabajado en
estos proyectos tardíos de la época soviética tienen ahora 60 años. Oleg Romanov
–quien en 1985 diseñó un alojamiento para jóvenes delincuentes en Bogaty, Rusia,
en un estilo zig-zag que en Occidente se conoció con el nombre de
Deconstrutivismo– es ahora vicepresidente de la Unión de Arquitectos de San
Petersburgo. Uno de los socios de Romanov en esta obra fue Mark Khidekel, quien
1994 emigró a Nueva York para trabajar con Philip Johnson, la personificación
del diseño decadente, burgués y capitalista. Y George Chakhava, según se sabe,
no sólo fue el arquitecto en jefe del magnífico Ministerio georgiano de
Carreteras, sino que fue también ministro de Construcción de Torres. Así, se
permitió elaborar un diseño libre, inspirado en la obra de El Lissitzky, uno de
los líderes del movimiento Suprematista. El resultado fue una ciudad que es casi
una metrópolis por derecho propio: elevó al ministerio por un encima de un
bosque, permitiendo así la convivencia entre la arquitectura de avanzada y la
naturaleza.
¿Sobrevivirán estas joyas más allá de las páginas del libro
de Chaubin? Tal vez el agresivo desarrollo de la construcción privada vea
perecer a la mayoría, ahora que sus los valiosos terrenos se transforman en
sitios para mediocres hoteles, casinos y casas para los ricos. Hubo también una
buena noticia: el Ministerio de Torres de Chakhava fue declarado monumento
nacional en 2007, el año en que el arquitecto murió. Desde entonces debe haber
planes para convertirlo en una oficina del Banco de Georgia. Pero no todos los
habitantes están de acuerdo: muchos lo ven como un deslumbrante y chillón
símbolo de los malos tiempos del pasado. Así sucedió con muchos de los edificios
fotografiados por Chaubin, pese a su creencia en que ellos representan el final
de la USSR y no su continuación.
Fuente:
Clarín