Memorias de Dmitri Shostakóvich. (1ª entrega)
“Uno puede decir la verdad sobre el pasado o no. Es muy duro recordar el pasado y aún más, hacerlo en nombre de la verdad. Si miro atrás no veo más que ruinas, sólo montañas de cuerpos. Y no deseo construir nuevos Potemkin sobre esas ruinas”.
La vida y la obra de Dmitri Shostakóvich (Petrogrado, 25 de septiembre de 1906- Moscú, 9 de agosto de 1975) reflejan que muy pocos artistas han estado tan enraizados como él en las circunstancias sociales, políticas y culturales de su tiempo. Sinfonías, cuartetos de cuerda, óperas, música de cámara, piano, música para cine y teatro… Escribió las bandas sonoras de 35 películas, aunque son incontables las partituras de cine que le deben más que simple inspiración.
“Intentaré decir la verdad. No es fácil. He sido testigo de muchas cosas. De cosas muy importantes. He conocido a gente muy destacada. Intentaré contar lo que sé sobre esa gente sin maquillar ni falsificar nada. Podría ser el testimonio de un testigo ocular…”
Shostakóvich, un hijo de la Revolución, demostró en su conflicto con Stalin que la teoría política no es aplicable a la creación musical, y que el choque entre ambas puede estimular aún más el talento de un músico genial…
Memorias de Dmitri Shostakóvich. (2ª entrega)
“Lady Macbeth” puede definirse como una ópera trágico-satírica. Aunque Katerina Lvovna acaba asesinando a su esposo y a su suegro, yo siento una gran simpatía por ella.
La lectura de Lady Macbeth del distrito de Mtsensk (Mesensk) de Nikolái Leskov, publicada por primera vez en 1865, le proporcionó a Dimitri Shostakóvich nuevos y muchos motivos de inspiración. La novela se había reeditado a finales de los años 20 con ilustraciones de Borís Kustódiev. La obra narra el drama de Katerina Lvovna (Lovovna), una mujer joven que ha sido vendida como esposa a un marido del que se ve despreciada. Pronto se siente atraída por Serguéi, un simple obrero. Durante un viaje de negocios de su marido, su suegro se enfrenta a ella por su adulterio y le mata. Matará después al marido, cuyo cadáver aparecerá el día de su boda con Serguéí…
Me he esforzado en dar un carácter siniestro satírico a todas las circunstancias que la rodean. Por supuesto, no entiendo la palabra “satírico” en el sentido de “ridículo burlesco”. Todo lo contrario, lo que he intentado en “Lady Macbeth” es crear una ópera que sea una sátira desenmascaradora, que obligue a odiar todo ese horrible egoísmo del insultante mundo de los comerciantes…
Memorias de Dmitri Shostakóvich. (3ª entrega)
Después de la gira en Turquía, que tuvo gran repercusión en los periódicos, inicie una gira por el país ya que había sido invitado a dar conciertos a lo largo y ancho del territorio. En uno de estos viajes, estuve varios días en Moscú donde asistí a una representación de Lady Macbeth en el Bolshoi. A esa representación asistió el camarada Stalin. A la mañana siguiente dejé Moscú y emprendí viaje a Arcángel, donde tenía que ir a interpretar la Sonata para chelo y piano con el dedicatario de la obra, Viktor Kubatsky. Al llegar a la estación para iniciar el viaje compré el periódico. Era el 28 de enero de 1936. En la tercera página había un artículo titulado “Caos en lugar de música”. Nunca olvidaré ese día.
La ópera desapareció de los teatros. Se organizaron actos para repetir machaconamente la palabra “caos”. La gente se fue apartando de mí. Había una frase en el artículo que decía que “esto podía terminar mal”. Todo el mundo pensó en que el mal estaba por llegar. Desde ese momento yo era considerado “un enemigo del pueblo”, y no creo que sea necesario agregar lo que significaba algo así en aquellos días…
Memorias de Dmitri Shostakóvich. (4ª entrega)
El 18 de abril de 1937, Shostakóvich empezó a escribir en Crimea una nueva sinfonía, la quinta.
Gaspra era un lugar maravilloso. Me traía recuerdos… los días felices que en mi juventud pasé allí con Kustódiev; mi primer amor, Tatiana. Allí, en primavera, a orillas del mar, mientras en Leningrado llueve sin parar, brilla el sol y hace una temperatura muy agradable. En aquella casa trabajé bien. El tercer movimiento lo escribí en sólo tres días… Algunos temas surgieron del sueño; por la mañana sólo tenía que transcribirlos.
Cuando el 2 de junio partió rumbo a Leningrado ya tenía escritos los tres primeros movimientos de su nueva obra.
Cuando llegué a Leningrado me encontré con que mi cuñado acababa de ser detenido, y mi hermana deportada a Siberia.
Los ensayos duraron cinco días. El 21 de noviembre de 1937 se estrenó la Quinta Sinfonía en re menor de Shostakóvich…
Memorias de Dimitri Shostakóvic. (5ª entrega)
Al amanecer del día 22 de junio de 1941 las tropas alemanas comenzaban la invasión de la Unión Soviética.
La noticia le llegó a Shostakóvich durante los exámenes de piano del Conservatorio de Leningrado. No se interrumpieron las pruebas a los alumnos, aunque junto a otros profesores, el compositor participó en la construcción de las defensas de la ciudad. El 8 de agosto sufrieron los primeros bombardeos de la aviación. Durante 900 días, con sus noches, la ciudad sufriría el asedio del enemigo.
Al comenzar la guerra, el 22 o 23 de junio, me apunté como voluntario en el Ejército. Me contestaron: le admitiremos, pero ahora vuelva, por favor a su puesto y continúe su trabajo. Volví a solicitar el ingreso en el ejército. Habló un comisario conmigo. Me dijo que lo que tenía que hacer era escribir música.
Shostakóvich siguió insistiendo hasta que fue incorporado a la sección de incendios del grupo de defensa aérea. Su misión consistía en la lucha contra los incendios provocados por los bombardeos y en colaborar en la defensa de la ciudad.
El 19 de julio, Dimitri Shostakovich empezó a trabajar en una nueva sinfonía, la Séptima.
Me propuse escribir una obra sobre nuestras gentes, que durante la lucha contra el enemigo se convirtieron en héroes. Mientras trabajaba en la nueva sinfonía pensaba en la grandeza de nuestro pueblo, en su heroísmo, en las maravillosas ideas humanistas, en los valores humanos, en nuestra espléndida naturaleza, en la humanidad, en la belleza.
Memorias de Dimitri Shostakóvich. (6ª entrega)
En julio de 1943, Dimitri Shostakóvich comienza a componer su Sinfonía nº8 que terminaría en septiembre. Es una obra escrita en Moscú e Ivánovo, en los meses que siguieron a la batalla de Stalingrado.
Esta obra refleja las ideas y los sentimientos que me inspiran las buenas noticias relativas a las primeras victorias del Ejército Rojo. Intento en ella anticipar el futuro inmediato, la época de posguerra. La concepción filosófica de esta sinfonía se resume en pocas palabras: desaparecerá lo oscuro y lo indigno; triunfará lo bello.
La Sinfonía nº8 se estrenó en Moscú el 8 de noviembre de 1943 y tuvo y no tuvo el éxito de la “Leningrado”. Era una obra difícil para el público general. Los dirigentes culturales no mostraron oficialmente ningún interés por la partitura. De hecho, no se imprimiría hasta 1946. En occidente se escuchó por primera vez el 2 de abril de 1944. Fue en Nueva York por la Orquesta Filarmónica de la CBS bajo la dirección de Artur Rodzinski en un concierto transmitido por la radio y con una audiencia de 25 millones de personas. La Sinfonía nº8 molestó a los burócratas de la cultura, pero la fama mundial del compositor, y, sobre todo, las ramificaciones políticas de la Séptima, evitaron los ataques frontales. Aunque en 1948, casi toda la obra de Shostakóvich sería censurada oficialmente hasta la muerte de Stalin.
Memorias de Dmitri Shostakóvich. (7ª entrega)
En los primeros años de la posguerra comenzó de nuevo la ofensiva por parte de los dirigentes del partido contra la vida artística y cultural soviética. Al frente de esta ofensiva estaba Andrei Shdanov, Secretario del Comité Central del PCUS hasta su muerte en 1948. En enero de ese año, Shdanov ordenó la convocatoria de una sesión de la sección de Moscú con el fin de confeccionar una lista de los compositores representantes de la orientación formalista. La lista negra.
Ninguna de las obras con influencia musical judía de esa época, la que comprende el final de la II GM y la muerte de Stalin, el Concierto para violín, los Cantos judíos y el cuarteto nº4, pudieron ser interpretados entonces, sólo se pudieron escuchar tras la muerte de Stalin.
El 5 de marzo de 1953 murió Stalin.
“Tras la muerte del líder y maestro, compuse mi Décima Sinfonía. Yo no podía escribir una despedida apoteósica de Stalin. Imposible. La sinfonía es sobre Stalin y sus años en el poder. El segundo movimiento es un retrato del difunto “líder y maestro”.
El 5 de diciembre de 1954, Nina Vasilievna, que acababa de cumplir 45 años, murió repentinamente. Fue enterrada en el cementerio moscovita de Novodévichi…
“En Komárovo todo recuerda a Nina Vasilievna. Le gustaba este lugar e hizo muchos esfuerzos para que nos instaláramos aquí. En definitiva, el verano transcurre entre la esterilidad y la tristeza”.
Memorias de Dimitri Shostakóvich (8ª entrega)
Los tiempos en la Unión Soviética parecían estar cambiando. En 1957 tuvo lugar el II Congreso de la Unión de Compositores Soviéticos. “En muchos casos el juicio emitido en el anterior congreso sobre las obras de determinados compositores era, con frecuencia, infundado y erróneo… Expresaban la opinión subjetiva del camarada Stalin acerca de determinadas obras de arte y de la actividad creadora de algunos artistas…”
El llamado “deshielo” era un hecho. Pero, en 1958, a raíz de la concesión del Premio Nobel a Boris Pasternak, la política cultural soviética volvió a enfriarse. “En mi caso el “deshielo” fue una realidad…hasta la Sinfonía nº13, Babi Yar, en 1962. A partir de ese momento, y más con la llegada de Brézhnev, mi música volvió a estar bajo sospecha”.
En el verano de 1960, Shostakovich viajó a Dresde para finalizar la música de la película "Cinco días, cinco noches".
“¿Realmente se ha aprendido la lección para que no vuelva a repetirse jamás otra guerra, tras esta tan cruenta y absurda?”
En sólo tres días, entre el 12 y el 14 de Julio, escribió su octavo cuarteto. Este cuarteto es puramente autobiográfico, una obra de increíble fuerza expresiva. Aunque en la partitura pueda leerse: “Dedicado a las víctimas del fascismo y de la guerra”, según Galina, la hija del compositor, su padre dijo al terminarlo: “Me lo dedico a mí mismo”.
“Pensé que, una vez muerto, nadie dedicaría una obra a mi memoria. Así que decidí escribir yo mismo esa obra”.
Dimitri Shostakóvich murió de insuficiencia respiratoria, consecuencia de un cáncer de pulmón, el 9 de agosto de 1975.