El 27 de febrero de 1961 se retransmitió el programa Premier Plan (‘Primer Plano’) de la televisión canadiense (Radio-Canada) dedicado a André Breton (1896-1966), principal representante del surrealismo. La entrevista, efectuada en el taller de Breton (en la calle Fontaine, número 42, de París), fue realizada por Judith Jasmin, célebre reportera quebequense, cuyo nombre se usaría, posteriormente, para denominar un importante premio periodístico. Gérard Chapdelaine estuvo a cargo de la cámara. El programa Premier Plan fue todo un referente por su afán de narrar la historia cultural a través de entrevistas y reportajes. Estuvo en antena entre 1959 y 1963.
Este documento –producido a cinco años de su muerte– tiene un gran valor histórico por ser una de las pocas imágenes en movimiento que se poseen del teórico y artista francés, un hombre de carácter y con las ideas muy claras. Breton describe en la entrevista la evolución del surrealismo en sus casi cuarenta años de existencia y desglosa la aportación de figuras destacadas como Philippe Soupault, Louis Aragon, Max Ernst o Joan Miró.
En la primera pregunta formulada por Jasmin, «¿Qué es el surrealismo?», se advierte el tono y el hilo conductor de toda la entrevista: ir desgranando las claves de esta corriente literaria, artística e incluso social, tan importante del siglo XX. “El papa del surrealismo”, tal y como lo nombraban sus detractores, define al movimiento como una reacción contra el racionalismo y el positivismo. Un movimiento que se alimenta del inconsciente, de la libertad y del amor, sin tener, en principio, un interés estético o moral en sus producciones.
El mismo año de la entrevista, Breton publicó su última obra, El La, un libro de anotaciones oníricas, fiel a los preceptos surrealistas que otorgan especial relevancia al mundo de los sueños y de la imaginación, presentes, desde el primer Manifiesto surrealista (1924).
¡Trabajadores, uníos! La Internacional 150 años después
Marcello Musto (ed.)
Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana
2024
428 pag
Saint
Martin’s Hall (Londres) sería testigo, en 1864, del nacimiento de la
Asociación Internacional de Trabajadores. Conocida como la Primera
Internacional, la organización sigue siendo al día de hoy, un símbolo de
la lucha social contra la explotación del sistema capitalista.
Publicado por primera vez en el año 2014, esta edición recoge ochenta
documentos (minutas y resoluciones) tanto del Consejo General como de
los respectivos congresos, algunos de ellos inéditos en español, que dan
testimonio –a pesar de la fugacidad de su etapa primigenia (1864-1876)-
del valor histórico y político de la Internacional.
Cuando se habla de Vittorio De Sica, la conversación suele detenerse –casi automáticamente– en El ladrón de bicicletas
(1948), pero el verdadero corazón, la obra cumbre, el punto de
inflexión emocional y estético del cineasta, personalmente pienso que es
El techo (1956). Es allí donde se conjugan el humanismo, la sencillez narrativa, y una ternura que golpea más que cualquier drama.
Esta película, escrita junto a Cesare Zavattini –compañero de
batallas neorrealistas–, sigue a una joven pareja que, al casarse, no
tiene más remedio que construir su propio hogar en una Roma hostil, en
un barrio donde la ley es clara: si el techo está terminado antes del
amanecer, no pueden echarlos. Esta historia retrata la dignidad humana
cuando se encuentra en su forma más vulnerable.
La pasión de De Sica por esta película fue tal que durante la
filmación insistió en que todo fuera auténtico: desde los ladrillos
hasta el polvo de las calles. El director quería que el sudor fuera
real, que el cansancio no fuera actuación. Y se nota. Cada plano huele a
cemento fresco y desesperación.
El techo en comparación con El ladrón de bicicletas
ofrece una mirada más matizada, más madura, sin renunciar al dolor. Es
un retrato de la esperanza que no se grita, se susurra. Y en ese
susurro, hay más verdad que en muchos discursos sociales.
Vittorio De Sica fue actor antes que director, y quizás por eso
comprendía tan bien la expresión humana. Nació en 1901 en Sora, y aunque
gozó de la fama gracias a filmes como Milagro en Milán o Umberto D.,
jamás se olvidó de los que vivían en los márgenes. Él mismo decía: “He
sido un privilegiado, pero siempre filmé como si no lo fuera”.
De Sica murió en 1974, pero su legado se niega a marcharse. En tiempos donde las historias parecen hechas en serie, El techo nos recuerda que el cine puede ser pequeño en presupuesto y gigante en emoción.
FUSILADOS ESTA MAÑANA (Recuperación de una noticia)
CONCHA JEREZ
Rotulador sobre fotocopias de papel de periódico
1975
30 x 21 cm c/u
Archivo Lafuente
Fusilados esta mañana (recuperación de una noticia), de Concha Jerez (Las Palmas, 1941), se incluye dentro de la serie de trabajos conceptuales sobre papel, centrados en las diferentes formas de represión presentes en nuestra sociedad, que la artista canaria comenzó a realizar en 1973, de forma autodidacta.
En palabras de la artista, sobre esas obras iniciales: «(…) En un principio me interesé por la información de los periódicos. Te hablo de la época franquista, en la que todo el lenguaje estaba perturbado. Empecé a usar sus textos para hacer una contrarreflexión de lo que leía. Pero eso podía llevarme a la cárcel, por lo que mi solución fue la autocensura. Es el origen de mis "escritos ilegibles autocensurados": extractaba las noticias y, lo que no quería que se leyera, lo ocultaba con mis propios escritos, ilegibles y autocensurados» (ABC Cultural, 21-07-2014).
Esta pieza se centra en el tratamiento de una noticia por parte de la prensa del fusilamiento de los últimos presos políticos de la dictadura franquista, acaecido en Madrid en septiembre de 1975 antes de la muerte del dictador.
La pieza quedaba integrada por 4 fotocopias en papel blanco de las correspondientes hojas de periódico intervenidas con escritos ilegibles autocensurados con tinta Rotring y metidas en sendas fundas de plástico transparente. Dichas fotocopias están sujetas dentro de una carpeta azul estándar de la época
En 2020-2021 se presenta en la exposición individual de Concha Jerez QUE NOS ROBAN LA MEMORIA, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS).
El
ritmo acelerado del reconocimiento del Estado de Palestina por parte de
varios países occidentales es fruto de la constancia y los enormes
sacrificios de nuestro pueblo, y el resultado de haber desenmascarado la
imagen de la ocupación y sus crímenes de guerra genocidas ante el mundo
entero.
Este paso simbólico debe traducirse
en medidas prácticas que le den verdadero sentido, especialmente en un
momento en que la ocupación sigue desplegando sus planes coloniales,
incluyendo la expansión de los asentamientos, la judaización y el
socavamiento sistemático de todos los componentes de un Estado
palestino. Incumple las resoluciones de la legalidad internacional, e
intensifica y expande su guerra de exterminio destinada a eliminar a
nuestro pueblo de su tierra.
Estos pasos deben traducirse en un
cambio real de política, mediante un esfuerzo integral para detener de
forma inmediata la guerra de exterminio que se libra contra nuestro
pueblo en Gaza y Cisjordania, afrontar la complicidad de EE. UU. en los
crímenes sionistas, boicotear y castigar a la ocupación, y obligarla a
retirarse, hechos imprescindibles para el establecimiento de un Estado
palestino y el retorno de los refugiados a sus hogares.
Estos reconocimientos no eximen a
ninguno de los gobiernos coloniales de su responsabilidad por su
continua complicidad con la ocupación sionista, su vergonzosa
implicación en el apoyo militar a la ocupación —aún más con la actual
guerra de exterminio—, y su suministro de armas y encubrimiento político
de sus crímenes continuados.
El Reino Unido, en particular,
tiene un largo camino por recorrer, con medidas y pasos concretos para
expiar su grave crimen de implantar la entidad sionista en nuestra
tierra palestina ocupada.
Saludamos la firmeza de nuestro
pueblo, que está imponiendo estas transformaciones, y celebramos el
amplio movimiento internacional de solidaridad con Palestina. El
reconocimiento integral del Estado de Palestina requiere traducirse en
transformaciones serias en las políticas de esos estados. Esto exige
apoyar la lucha de nuestro pueblo contra el genocidio y la ocupación,
abriendo el camino para la expulsión de esta entidad colonial de nuestra
patria ocupada, desmantelando el sistema genocida y haciendo
responsables a sus líderes y partidarios.
Vadmir Salmanov (1912-1978) fue nombrado como Artista del Pueblo de la Federación
Rusa en 1972. Profesor del Conservatorio de Leningrado desde 1965 ocupando la
cátedra de composición hasta el final de su vida. También fue secretario
de la Unión de Compositores Soviéticos.
La “Sinfonía Nº 2 en sol mayor" compuesta
en 1959 estando dedicada a Dimitri Shostakovich. La estreno la Orquesta
Filarmónica de Leningrado dirigida por Evgeny Mravinsky, en la Gran
Sala de la Filarmónica de Leningrado el 30 de septiembre de 1960.
El primer movimiento, allegro moderato, quasi allegretto, lleva el título Canción del bosque.
Sirve como introducción, presentándonos el paisaje sombrío del bosque,
el cuadro donde se desarrollará el trágico relato de los movimientos
centrales. La música muestra inquietud con un grupo temático agitado y
un segundo con el carácter misterioso.
El segundo movimiento, andante con estro poetico, lleva el título Llamada de la Naturaleza.
La música adquiere un sentido dramático. Reflexivos solos de la madera
quieren mostrarnos el drama de la vida humana. La expresión aumenta en
la parte final del movimiento, terminando con la recapitulación del solo
de la madera inicial, que nos conduce a la coda.
El tercer movimiento, allegro molto e feroce, lleva el título Al atardecer.
Turbulentos movimientos de la cuerda resaltadas por la percusión nos
presentan una dramática situación. Un segundo motivo más tranquilo pero
denotando cierta angustia ocupa la parte central. Solos del violín
acompañados por los sonidos del arpa nos conducen a la sección final más
agitada recapitulando la parte inicial.
El último movimiento, moderato con moto se titula ...y el bosque canta.
Las imágenes de la naturaleza que ocultan el drama de la existencia
humana cierran la sinfonía. Este movimiento puede compararse
estilísticamente con el primero. En la parte central se encuentra un
motivo lírico interpretado por el viento, que contrasta con las líneas
más duras expresadas por la cuerda.
Recientemente se ha publicado el número 19 de la
revista Nuestra Historia. En esta ocasión acoge un dossier
titulado "Dimensiones transnacionales del comunismo italiano durante la
Guerra Fría", que ha sido coordinado por los compañeros Xavier M. Ramos
Diez-Astrain, Emanuele Treglia y Eduardo Abad y que cuenta con
aportaciones de Fabio Calè, Mauro B. Milano, Alexander Höbel, Andrea
Della Polla y Daniel Sierra Suárez, quienes nos acercan a distintas
realidades del comunismo italiano y de sus relaciones transnacionales.
Le siguen la sección de Estudios, con el texto "Lenin y Kairós", de
Roland Anrup y la Entrevista, en esta ocasión David Ginard conversa Pere
Gabriel, pionero en la investigación sobre el movimiento obrero en
España. En la sección Nuestros clásicos, Joan Tafalla presenta el texto
"Aspectos políticos de la democracia popular en el año II", de Albert
Soboul. Completan el número las secciones de Lecturas y de Memoria, esta
última incorpora la habitual biografía, dedicada en esta ocasión
a Casto García Roza.
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, la Agencia de Naciones Unidas para
la población refugiada de Palestina (UNRWA) y el Departamento de
Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO)
presentan Gaza a través de sus ojos, una exposición que reúne
veintisiete fotografías tomadas por fotoperiodistas que, desde octubre
de 2023, documentan la vida en la franja bajo el asedio.
Durante
casi dos años, la franja de Gaza, un área de solo 365 kilómetros
cuadrados, ha sido devastada. Hogar de más de 2,1 millones de personas,
este enclave sitiado ha soportado bombardeos casi constantes,
desplazamientos forzados, destrucción y el colapso de los servicios
básicos. Las familias se enfrentan al miedo, el hambre, la
deshidratación y la pérdida, sin apenas acceso a alimentos, agua
potable, medicinas y refugio.
La destrucción de Gaza es
apocalíptica. Barrios y ciudades enteras han sido arrasados. Las
operaciones militares israelíes han golpeado de manera generalizada
edificios civiles, incluidos hogares, hospitales, escuelas e
instalaciones de Naciones Unidas. Todos ellos están protegidos por el
derecho internacional humanitario. También lo están los trabajadores
humanitarios, cuya labor es fundamental para proporcionar ayuda vital a
la población civil durante las crisis. Más de 360 miembros del equipo de
UNRWA han sido asesinados en Gaza, algunos de ellos mientras
desempeñaban su trabajo. Muchos fueron asesinados junto con sus
familiares: familias enteras han sido aniquiladas.
La Agencia de
Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina (UNRWA) ha
estado al servicio del pueblo de Gaza durante décadas, proporcionando
educación, atención médica, protección, formación profesional, apoyo
psicosocial y ayuda humanitaria. Desde octubre de 2023, UNRWA ha
centrado su labor en responder a la emergencia: las escuelas se han
convertido en refugios y más de 12.000 trabajadores y trabajadoras
—muchos de ellos también desplazados— continúan ofreciendo asistencia
vital. El apoyo de la Unión Europea y de su ciudadanía ha sido
fundamental: facilitando agua, saneamiento e higiene; ayuda psicológica y
actividades educativas para la infancia; logística, almacenamiento de
suministros humanitarios o artículos esenciales de refugio para familias
desplazadas; y colaborando con fotoperiodistas para documentar la
situación.
Mientras tanto, las autoridades israelíes siguen
prohibiendo la entrada de medios internacionales en Gaza, y más de 200
periodistas palestinos han sido asesinados. A pesar de ello, y a menudo
asumiendo un gran riesgo personal, los fotoperiodistas de UNRWA
documentan la vida bajo el asedio. Son personas que arriesgan sus vidas
para dar testimonio de lo que ocurre en Gaza. Sin embargo, no verán sus
nombres en estas fotografías, ya que supondría un riesgo para su
seguridad.
Esta exposición es su mirada. Es la voz de Gaza. Es un llamamiento a no mirar hacia otro lado.
Durante el alto el fuego de finales de enero de 2025, decenas
de miles de palestinos regresaron al norte de Gaza por primera vez en
casi año y medio.
Personas esperan para recibir pan en el centro de Gaza,
octubre de 2024. El bloqueo israelí afecta a todos los suministros,
incluidos los alimentos.
UNRWA gestiona la recogida de residuos para frenar la
propagación de enfermedades en medio del hacinamiento, el calor y la
escasez de suministros médicos.
Con el inicio de la incursión militar israelí en Rafah,
alrededor de 1,4 millones de personas fueron desplazadas de la noche a
la mañana, obligadas a huir de nuevo con lo poco que podían llevar
consigo, mayo de 2024.
Colas del hambre en Gaza, febrero de 2024. La hambruna ha sido
confirmada en la ciudad de Gaza, una crisis provocada deliberadamente
por decisiones del Gobierno israelí.
Un trabajador humanitario de UNRWA carga a un niño herido en
el patio de una escuela convertida en refugio en el centro de Gaza, uno
de los hasta 150 refugios de emergencia gestionados por UNRWA, enero de
2024.
En octubre de 2023, la franja de Gaza y su población comenzaron una cruel lucha por la supervivencia. Gaza es un
La edición de ValenciaPhoto, bajo el lema "Expandir los Límites", propone la fotografía como una herramienta de cuestionamiento, en donde la fotografia problematiza la noción de sujeto, no solo en su identidad individual, sino en su relación con el entorno. Se interroga el lugar del individuo en la sociedad y su papel en los espacios urbanos.
En este contexto, la obra de Jürgen Schadeberg, (Berlín, 1931-La Drova, Valencia, España, 2020) es un ejemplo de cómo sus fotografías ayudaron a romper los límites que separaban el mundo de blancos y de negros en Sudáfrica.
Descubrió la fotografía a los 15 años, como aprendiz del fotógrafo Eric Kruger, y se formó en la Escuela de Óptica y Fotografía de Berlín. Tras una breve experiencia como fotógrafo voluntario para una agencia de prensa en Hamburgo, decidió, con apenas 19 años, abandonar la Alemania de posguerra y trasladarse a Sudáfrica, donde residía su madre.
"Cuando llegué a Sudáfrica en 1950 encontré dos sociedades que evolucionaba en paralelo sin comunicación entre ellas. Había un muro invisible entre sus dos mundos. El mundo negro o mundo no europeo como lo describía la sociedad blanca".
En 1951 se incorpora a la joven revista Drum Magazine, revista cultural destinada a la comunidad negra y también trabaja como freelance para Time, Life, Black Star y Stern.
Durante esos años, Schadeberg fotografió a figuras clave de la lucha contra el apartheid, como Nelson Mandela, a quien siguió con su cámara durante casi medio siglo. Fue testigo directo de los acontecimientos que marcaron la historia del país, como la destrucción de Sophiatown en 1955 -un barrio cosmopolita con intensa vida cultural, donde coexistían cabarets, clubes de jazz, músicos y escritores-. La presión policial fue en aumento, hasta sofocar cualquier expresión cultural de la comunidad negra. En 1964, Mandela fue condenado a cadena perpetua y Drum Magazine fue prohibida.
Obligado a exiliarse, Schadeberg pasó las dos décadas siguientes entre Europa y Estados Unidos, manteniendo su labor como fotoperiodista independiente. En 1985 regresó a Sudáfrica, ya en un contexto de mayor libertad de expresión y con signos de distensión racial. En ese marco, realizó un reportaje por encargo de la Unesco.
Conocido como "el padre de la fotografía sudafricana", Schadeberg es considerado una figura clave tanto en la historia de la fotografía de su pais como en el ámbito internacional. Algunas de sus imágenes, como el retrato de Miriam Makeba o sus célebres retratos de Nelson Mandela, forman parte hoy del patrimonio nacional sudafricano.
Su legado abarca más de 65 años de trabajo, más de 100.000 negativos y una dimensión histórica, social y política incontestable.
La retrospectiva que ValenciaPhoto presenta reúne más de un centenar de fotografías seleccionadas por su esposa, Claudia Schadeberg, y constituye una oportunidad única para descubrir la trayectoria de este gran fotógrafo, a través de originales que, en algunos casos, fueron positivados por él mismo.
Comisarios: Claudia Schadeberg, Vilma Dobilaitė y Nicolás Llorens
La nena obrera (La
niña obrera) de Joan Planella Rodríguez es una obra que se ha
convertido en emblemática dentro de la corriente artística del realismo
social del siglo XIX. La pintura presenta con todo detalle a una niña
que trabaja en un telar; es la «imagen» del trabajo infantil femenino en
la industria textil, sector predominante en la primera
industrialización catalana.
En 1840 Cataluña inició el tránsito
hacia una sociedad plenamente industrial y moderna. El país conoce, poco
a poco, los progresos, los problemas y los conflictos derivados de una
incipiente sociedad capitalista e industrial. La aparición de una nueva
burguesía y la extensión de nuevas industrias tienen su contrapunto en
la formación y expansión de una nueva clase obrera industrial, cada vez
más numerosa.
Deficiencias de higiene y seguridad de las empresas,
salarios insuficientes e inestabilidad en la ocupación constituyen el
panorama del mundo obrero de mediados del siglo XIX. Las jornadas son
largas y duras; la entrada en el ámbito laboral se produce durante la
infancia, a los diez años o incluso antes; los chicos y las chicas ya
trabajan en el taller o en la fábrica, y los obreros infantiles son
educados profesionalmente en la propia fábrica y hacen los trabajos más
ingratos o las tareas que no requieren ningún tipo de cualificación
profesional.
Esta obra es una segunda versión que, sobre el mismo tema, hizo Joan Planella. La niña obrera fue premiada
con la tercera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de
1884 y se exhibió en la Exposición Universal de Barcelona de 1888 con
gran éxito. En diciembre de 2012 fue subastada por la casa barcelonesa
Balclis y el Museu d'Historia de Catalunya la adquirió para su
colección.
Reparto
Aimee-Ffion Edwards, Poppy Lee Friar, Craig Parkinson, Aled ap Steffan, Sion Daniel Young, Alexandria Riley, Kimberley Nixon, Natalia Kostrzewa, Maja Laskowska
‘Vida y muerte en un almacén’: Un grito contra la explotación laboral en la era del comercio electrónico
En un mundo donde la comodidad de las compras en línea se ha convertido en un pilar de la vida moderna, la película Vida y muerte en un almacén
(2022), codirigida por Aysha Rafaele y Joseph Bullman, nos invita a
mirar detrás del telón de las entregas rápidas y los clics instantáneos.
Este impactante drama televisivo británico, producido por la BBC,
expone con crudeza las condiciones laborales extremas que enfrentan los
trabajadores en los macro almacenes de distribución de grandes
corporaciones, con claros guiños a empresas como Amazon, aunque sin
mencionarla directamente.
Con un guion basado en testimonios
reales de trabajadores, la cinta combina un estilo casi documental con
una narrativa emocionalmente desgarradora, logrando un retrato
devastador de la deshumanización en el entorno laboral.
Una historia basada en hechos reales
Vida y muerte en un almacén
nos sumerge en un centro de distribución en Gales, donde la
protagonista, Megan (interpretada por Aimee-Ffion Edwards), una joven de
29 años, asume un puesto como gerente en un intento desesperado por
mantener su empleo. Su amiga de la infancia, Alys (Poppy Lee Friar), una
trabajadora embarazada, se convierte en el eje de un conflicto moral
cuando Megan, presionada por las demandas de productividad de la
empresa, la empuja a aumentar su «tasa de recogida», poniendo en riesgo
su salud y la de su futuro hijo.
A través de esta narrativa, la
película expone un sistema laboral opresivo donde los empleados son
reducidos a números, vigilados constantemente por sistemas tecnológicos
que cronometran hasta el tiempo que pasan en el baño. El guion, escrito
por Helen Black y Joseph Bullman, se inspira en cientos de historias
reales recopiladas tras cuatro años de investigación.
La génesis
de la película surge de conversaciones con trabajadores en un pueblo
galés donde el cierre de minas dejó pocas opciones laborales, obligando a
muchos a aceptar empleos precarios en almacenes. La cinta refleja esta
realidad con una atmósfera claustrofóbica: pasillos interminables, luz
artificial y un sistema informático que presiona a los trabajadores con
recordatorios constantes de su «ineficiencia». Este escenario, descrito
como un «campo de concentración moderno» por algunos críticos, pone en
evidencia la vigilancia extrema y la falta de derechos laborales bajo el
capitalismo.
Una denuncia de la explotación laboral
La
película no solo narra una historia personal, sino que actúa como una
crítica estructural al capitalismo y al modelo de negocio de las grandes
corporaciones de comercio electrónico. Aunque no nombra explícitamente a
Amazon, las alusiones son claras: desde los chalecos naranjas de los
trabajadores temporales hasta las prácticas de control exhaustivo de la
productividad, la cinta refleja denuncias reales sobre las condiciones
en los almacenes de la compañía, como los despidos de trabajadores
sindicados o la represión de huelgas, como ocurrió en el centro de San
Fernando de Henares en Madrid.
En Vida y muerte en un almacén,
los trabajadores enfrentan inseguridad laboral, contratos temporales y
una presión constante por cumplir metas inalcanzables. Personajes como
Nadia (Natalia Kostrzewa), una inmigrante que toma pastillas para rendir
más y trabaja incluso enferma, encarnan la lucha desesperada por un
empleo estable en un sistema que explota sin piedad a la clase
trabajadora. La película también critica la «neolengua» empresarial, con
frases como “vamos a ayudarte a ser el mejor colaborador” que esconden
un control absoluto sobre cada segundo del día laboral.
Con una
duración de apenas 60 minutos, el filme logra condensar su mensaje sin
caer en la redundancia. Su estilo cercano al falso documental, combinado
con actuaciones sólidas y una banda sonora inquietante de Roger Goula
Sarda, crea una experiencia inmersiva que obliga al espectador a
reflexionar. Un gancho directo hacia empresas tiránicas que tratan a sus
trabajadores como auténticos esclavos.
Vida y muerte en un almacén
ha sido aclamada por su valentía y realismo, obteniendo una nominación
al BAFTA a Mejor Película para Televisión y ganando un Emmy
Internacional en la misma categoría. La película no solo denuncia la
explotación laboral, sino que plantea preguntas incómodas. La cinta deja
un pequeño resquicio de esperanza al mostrar que la acción colectiva
puede ser una vía para la transformación social, pero también subraya la
urgencia de movimientos políticos que desafíen el statu quo capitalista.
Agosto
de 1792. Las fuerzas armadas austriacas y prusianas, reunidas bajo el
mando del duque de Brunswick, desembarcaron en Francia con el objetivo
de contrarrestar la Revolución y restaurar el orden monárquico. Ante la
amenaza de una invasión extranjera en París, las tropas francesas,
lideradas por Dumouriez y Kellermann, se reunieron en Valmy, donde
obtuvieron una victoria decisiva el 20 de septiembre de 1792. Aunque
esta batalla parece haber sido poco más que un gran cañoneo sin
enfrentamiento directo entre tropas, fortaleció el ardor de los
revolucionarios, ya que representó la primera victoria de la Francia
republicana. Al ver así reforzada su legitimidad, la Convención Nacional
proclamó la abolición de la realeza en favor de la República al día
siguiente. Se dice que Goethe, presente en el momento de la batalla,
notó la importancia del evento, declarando: Desde hoy y desde este lugar data una nueva era en la historia del mundo
Fue tras la victoria en Valmy que Gossec compuso su divertimento lírico Le Triomphe de la République ou le Camp de Grand Pré. El libreto, como señala Marie-Joseph Chénier en una advertencia en el
prefacio de la obra, incluye varios textos antiguos. El autor ha insertado en este folleto varios fragmentos de sus himnos compuestos para diversas festividades nacionales desde 1789. De manera similar, la partitura de Gossec compila varias piezas compuestas para ocasiones anteriores: el Chant du 14 juillet en la escena 1 es un coro a cuatro partes escrito para el 14 de julio de 1792, y el Chœur de la Liberté
en la escena 5 es una repetición, con un texto diferente, del coro
compuesto para la Fête des Suisses de Châteauvieux (15 de abril de
1792).
Inauguración del Triunfo de la República , manuscrito autógrafo de Gossec. Gallica-BnF
El argumento
Una obertura al son de timbales y cañonazos
introduce la obra, que se presenta como una sucesión de escenas.
Mientras los ciudadanos de Grand Pré cantan himnos dedicados al Eterno y
festejan al son de las danzas del pueblo, se da la llamada a las armas.
Ansiosos por combatir al enemigo, los jóvenes van a la guerra mientras
los ancianos, que se han mantenido al margen, recuerdan sus hazañas
pasadas. A lo lejos, el fuego de cañones y mosquetes representa la
batalla que se libra entre bastidores. El ejército francés regresa
triunfante y todos celebran la victoria, honrando a la diosa de la
Libertad, descendida del cielo. Un ballet final involucra a diferentes
naciones (inglesa, suiza, etc.) a través de una serie de danzas que
evocan los diversos países.
Centrarse en la apertura
Como suele ocurrir en las obras líricas de la época, la Obertura
ofrece una idea del contenido de la obra: en dos partes contrastantes,
sumerge al oyente a veces en el tumulto de la batalla, a veces en el
regocijo de las festividades del pueblo.
La primera parte, allegro molto, comienza con una majestuosa introducción. Las cuerdas, al unísono,
enuncian un tema solemne tocado con fuerza, cuyo ritmo con puntillo
evoca el estilo francés de las oberturas barrocas. Las trompas lanzan
entonces un llamado, como llamadas militares en el campo de batalla. La
música parece querer atraer la atención del público y advertirles de la
inminencia del conflicto. Entonces comienza el enfrentamiento: al
principio suavemente, en un matiz de pianissimo, el estruendo crece cada vez más en un gran crescendo hasta el fortissimo
que representa el choque de ejércitos. La agitación y la fiebre de la
batalla son representadas por las rápidas corcheas de las cuerdas,
mientras que el ritmo con puntillo, tocado repetidamente en un tempo
enérgico, evoca la carga de la caballería al galope. Los grandes
acordes, reforzados por los golpes de los timbales y el cañón,
representan los ataques de artillería. Esta primera parte termina
"muriendo" ( smorzando ), el sonido disminuye gradualmente a medida que la música se apaga mientras la lucha termina.
Tras una breve transición liderada por los redobles de timbales, comienza la segunda parte, el allegretto moderato, en una atmósfera completamente diferente. Con un ritmo ternario, la
música crea una melodía de baile alegre y animada. En la forma ABA',
característica de las danzas de la época, su ritmo punteado evoca la siciliana. El dúo formado por la flauta pequeña y el oboe refuerza el carácter
pastoral y nos sumerge en la fiesta del pueblo de Grand Pré.
El 31 de mayo, el Museo del Neorrealismo inauguró una exposición sobre la obra de Rogério Ribeiro durante el período en que el movimiento neorrealista marcó las tendencias artísticas en Portugal.La exposición "Haciendo Crecer la Vida – Rogério Ribeiro y el Neorrealismo", comisariada por David Santos, evoca la diversidad técnica y estética del artista a través de una vasta colección de obras creadas durante este período. Esto fue posible gracias a la colaboración de prácticamente todas las entidades y particulares que poseen obras de Rogério Ribeiro, mediante el préstamo de obras.
Rogério Ribeiro fue uno de los dos principales protagonistas de la experiencia lírica identificada como neorrealismo.El despertar de los sentidos y una profunda conciencia de la condición humana constituyen el propósito de su obra artística, ya que se centra en la fuerza social y la poesía que el pueblo también puede significar.Muchos años después, el artista recordaría el neorrealismo como «un momento excepcional en nuestra historia contemporánea, un momento en el que una invasión de esperanza surgió de nuestros hogares, no de nuestros corazones».
Rogério Ribeiro nos legó una práctica artística inseparable de las formas narrativas y simbólicas del neorrealismo, reinterpretando en sus últimas etapas muchos de los elementos temáticos, ideológicos y contemplativos del realismo original.Lo que lo guió a lo largo de este recorrido fue, en esencia, un compromiso con la vida, no con su valor supremo ni con el humanismo, revelando su expresión social y política en una interacción sensible con la manifestación de la creatividad que siempre asociamos con la práctica del diseño y la pintura.
Rogério Ribeiro (Estremoz, 31 de marzo de 1930-Lisboa, 10 de marzo de 2008) hizo su formación académica en pintura, en la Escuela Superior de Bellas-Artes de Lisboa, actual Facultad de Bellos-Artes de la Universidad de Lisboa.
Fue socio-fundador de la Gravura – Sociedad Cooperativa de Gravadores Portugueses (1956), donde desarrolló intensa actividad como grabador. Trabajó en cerámica y en tapicería
por encomienda de particulares, empresas y organismos oficiales. En
1961 inició su actividad de profesor de Pintura y Tecnología en la Escuela de Artes Decorativas António Arroyo(Lisboa). Primeros trabajos en el ámbito del Design
de Equipamiento y Gráfico (1964) y colaboración con varios arquitectos
en los estudios de memoria e integración de materiales y trabajos
artísticos.
Fue profesor de la ESBAL desde 1970, institución donde, en 1974, coordinó el grupo de trabajo de reestructuración del currículo escolar en el área del Design.
En 1983 fue coautor del proyecto de la Galería de Dibujo del Museo Municipal de Estremoz, con Joaquim Rojo, Armando Alves y José Aurélio, entre otros.
Militó en el Partido Comunista Portugués
desde 1975 y de su Comité Céntrico entre 1983 y 1992, fue fundador de
la primera Galería Municipal de Arte en Almada y también responsable por
el proyecto Casa de la Cerca – Centro de Arte Contemporáneo, uno de los principales polos culturales del municipio de Almada.
Legnica siempre se ha llamado la "Pequeña Moscú". La región de Legnica fue el cuartel general del Grupo Norte de Fuerzas Soviéticas. Para muchos rusos, Legnica era su verdadero hogar. La
despedida oficial de los últimos soldados rusos tuvo lugar en el
Palacio Belweder el 17 de septiembre de 1993. Los rusos quedaron
profundamente afectados por su partida de Polonia. Varios se suicidaron.
No tenían adónde regresar y no entendían por qué la actitud hacia ellos
había cambiado de la noche a la mañana. Creían que era injusto.
Presentamos varias fotografías de lo que queda de la "Pequeña Moscú", que tenía su sede en Legnica.
Cementerio municipal de Legnica, historia de los soldados soviéticos…
En
el Cementerio Municipal se pueden admirar los restos de la época en que
los soldados soviéticos estuvieron estacionados, y se ha reservado una
gran hectárea. Se puede afirmar que sirve como lugar de enterramiento
para los rusos enterrados aquí.
La puerta principal del cementerio es de arquitectura estrictamente soviética.
Monumento de gratitud al ejército soviético…
El
monumento representa a un soldado soviético estrechando la mano de un
soldado polaco, entregándole la independencia del Estado polaco. El
soldado polaco, que luchó codo con codo con el soldado soviético desde
Lenin hasta Berlín, le ofrece su gratitud y amistad. El autor del
monumento, Józef Gazy, también incluyó a una niña entre los soldados de
primera línea.
El
Monumento de Gratitud al Ejército Soviético se erigió en el centro de
Legnica el 11 de febrero de 1951. El molde del monumento se elaboró en
la Escuela de Cantería de Jawor. Este magnífico monumento desapareció el
24 de marzo de 2018, desapareciendo así todo rastro de la "Pequeña
Moscú".
"El
niño que el soldado polaco sostiene en su brazo y que apoya su mano en
el brazo firme del soldado soviético es un símbolo de la joven
generación que se salvó del exterminio."
En memoria y para gloria eterna…
Bajorrelieves
realistas socialistas y una piedra en honor a los soldados soviéticos
que, entrando en Legnica, devolvieron la ciudad a su patria.
"Gloria eterna a los soldados". Aquí sobran las ideologías políticas...
No podemos olvidarnos de la ciudad de Jawor…
El
monumento, o mejor dicho, la tumba, de un soldado del 2.º Ejército
Polaco que murió en 1945 durante la liberación de Jawor. Cabe recordar
que el molde del Monumento de Gratitud al Ejército Soviético de Legnica
se fabricó en Jawor.