EN FAVOR DE ACCIONES EXTRAPARLAMENTARIAS DEL
PROLETARIADO
Discurso pronunciado en el Congreso del Partido socialdemócrata
alemán celebrado en Múnich el 18 de setiembre de 1902
Quisiera
aconsejaros calurosamente que aceptarais la propuesta de nuestros amigos berlineses,
con respecto a la petición de que se consigan las ocho horas de trabajo, y esto
no lo digo absolutamente en el sentido de quien quiere dar a esta postura y a
su aceptación el indeterminado valor de un voto de desconfianza, o de un aunque
sea levísimo reproche en relación a la pasada actividad de nuestros
representantes parlamentarios. Percibo en las propuestas, relativamente
numerosas, acerca de la consecución de la jornada de trabajo de ocho horas, un vigoroso
impulso hacia el perfeccionamiento de la defensa jurídica de los trabajadores
y, sobre todo, una expresión de la impelente necesidad y de la firme voluntad
de lucha de la clase obrera. Si en el curso de los últimos años se ha insistido
menos en materia de protección del trabajo que en otro tiempo, ello se debe en
gran parte a la circunstancia de que la época de coyuntura favorable ha
provocado que la necesidad de reformas estuviera menos presente en la consciencia
de las masas proletarias. Esta consciencia se ha visto modificada por el
espectro de la crisis que se ha situado como un gigante delante del
proletariado. De hecho, la crisis con sus consecuencias, impone también una
nueva tarea en los sindicatos al proletariado combativo. Sin lugar a dudas,
todos nosotros sentimos muchísima simpatía ante el movimiento sindical, y la
expresión de esta simpatía no se limita a palabras vacías. Demasiado bien
sabemos que el movimiento político y el movimiento sindical se complementan
entre sí, que uno penetra en el otro, y viceversa; pero la crisis hace mucho
más difícil la vida de las luchas sindicales, y por tanto es de desear que la
actividad del sindicato se aligere con la actuación de la ley sobre la protección
del trabajo. Pero también existen otros motivos que nos inducen a poner en
primer plano la mejora legal de la relación de trabajo. Recuerdo la tarifa
aduanera y la vergonzosa traición que el Centro perpetró contra los
trabajadores con su actitud al respecto. Hoy como nunca el Centro se encuentra
en la necesidad de hacer por lo menos alguna cosa para promover una actividad
de reformas sociales auténticas, lo cual es en realidad la única alternativa que
le queda si quiere seguir manteniendo su aureola de amigo de los trabajadores
de la que se ha circundado y que ahora, más que nunca, corre el riesgo de
comprometer por todas las omisiones cometidas en este sector de su actividad.
De una forma o de otra, el proletariado en lucha debe recoger los frutos de la
situación bajo la forma de una enérgica actitud del Centro en favor de las
reformas, ya que de lo contrario se descalificará irreversiblemente.
Y,
por otra parte, la usura de los aranceles de aduana (Zollwucher) llevará sin
lugar a dudas a una victoria tan rotunda de la socialdemocracia en las próximas
elecciones, que suscitará en el campo burgués aquel sagrado terror, que es lo
único que puede colocar ocasionalmente a la burguesía en una actitud
reformista. Sabemos perfectamente que es necesario utilizar la política del
bastón con los partidos burgueses, y que sólo el miedo al proletariado les
puede conducir hacia una política reformista. Así como antiguamente los
verdugos solían decir: «Queridos señores, ¡nosotros sólo trabajamos para
vosotros!», también después de las elecciones, la socialdemocracia podrá decir
a los verdugos: «¡Solamente habéis trabajado para nosotros»! Esta situación nos
permitirá ejercer desde el exterior una enérgica presión sobre el parlamento.
El
corresponsal de la Neue
Zeit en Berlín, el compañero
Mehring, por cuyos artículos de fondo ya merece ser leído el periódico, ha
llamado acertadamente la atención sobre el hecho de que el Zollwucher creará una
situación altamente favorable para la acción extraparlamentaria de las masas, situación
que debería ser aprovechada para conseguir avances importantes en el plano
político y social.
Pero
esto no es lo más importante. La situación también será favorable para que
nuestro partido se desarrolle. En el seno del mismo se afirmará de nuevo una
valoración más correcta de la actividad parlamentaria y de la actividad
extraparlamentaria del proletariado. Esta resituación de valores a favor de la
acción extraparlamentaria representa, a mi parecer, una extraordinaria ventaja
para el desarrollo político de la lucha de clases. Se tiene prácticamente la
impresión de que todas las propuestas hechas en esta sede padezcan de un
excesivo optimismo en lo que respecta a los frutos del trabajo parlamentario y subvaloren
por el contrario lo que puede obtener la acción política extraparlamentaria del
proletariado.
Un
planteamiento de este tipo emerge sobre todo de los notables artículos de
Parvus. Por muy apreciables e insustituibles que sean las acciones de nuestros representantes
en el parlamento, sea cual fuese su modo de expresarse y sean cuales fueran sus
argumentos de persuasión, no podrían conseguir nada de las clases dominantes si
no les sostuviera desde el exterior la presión de un proletariado organizado, adiestrado
y rico en experiencias.
Por
todo ello comprendo el comportamiento de la fracción, que debe dar impulso a
una enérgica movilización, a la promoción de la actividad fuera del parlamento.
Como el gigante Anteo que volvía a conseguir el perdido vigor cada vez que sus
hombros tocaban la tierra patria, así las fuerzas de la socialdemocracia crecen
y se extienden en la medida en que se pone en íntimo contacto con las masas.
Fuente: Bolchetvo
A causa de la prohibición de las actividades socialistas en Alemania dictada por Otto von Bismarck, Zetkin se refugió en Zúrich en 1882, pasando luego a París, donde jugó un importante papel en la fundación de la II Internacional. Tomó el nombre de su marido, el revolucionario ruso Ossip Zetkin, con quien tuvo dos hijos. Posteriormente, Clara Zetkin estaría casada con el artista George Friedrich Zundel desde 1899 hasta 1928.
Entre 1891 y 1917 editó el periódico Igualdad y en 1907 se convirtió en líder de la nueva Oficina de la Mujer del SPD. Fue ella la que decidió que a partir del 8 de marzo de 1911, dicha fecha se considerara el Día Internacional de la Mujer. Junto con Rosa Luxemburgo fue una de las principales figuras del ala más izquierdista del SPD, oponiéndose a las tesis revisionistas de Eduard Bernstein en el debate que tuvo lugar al inicio del siglo XX.
Cuando los Nazis tomaron el poder, el Partido Comunista fue ilegalizado y Zetkin se exilió de nuevo, esta vez en la Unión Soviética, donde murió el 20 de junio de 1933 en Moscú, a la edad de 76 años.
Fuente: www.marxists.org
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