lunes, 10 de abril de 2017

MUERE ARMAND GATTI, REVOLUCIONARIO DEL TEATRO, A LOS 93 AÑOS


El dramaturgo se enfrentó a la censura por su obra ‘La pasión del general Franco’, prohibida en la Francia de 1968 a petición de la dictadura española

El dramaturgo Armand Gatti falleció este jueves a los 93 años en Saint-Mandé, localidad adosada a París, tras una vida dedicada a un teatro de fuerte orientación política, que aspiraba a ofrecer un altavoz a quienes no tenían manera de expresarse. Nacido en Mónaco en 1924, descendía de inmigrantes italianos de extracción humilde. Su padre fue obrero anarquista y su madre, mujer de la limpieza. Esos orígenes influyeron en sus escritos, siempre marcados por la cuestión proletaria y la ambición libertaria.

A los 18 años, Gatti se alistó en la Resistencia francesa, hasta que fue detenido por una unidad paramilitar del gobierno colaboracionista de Clichy. Sería condenado a muerte tras su detención, pero finalmente perdonado a causa de su edad y deportado a un campo alemán, según su versión. Pero su testimonio fue contestado en 2011, cuando se demostró que nunca había estado en Neuen gamme, como él aseguraba. Gatti explicó entonces haber estado recluso en un campo de trabajo del norte de Alemania. Tras escapar del lugar en 1943, huyó a Londres y se alistó en el Special Air Service, una fuerza de operaciones especiales del ejército británico.

Tras el final de la guerra, Gatti se convirtió en un reputado periodista para varios medios. Entre ellos, fue reportero para la revista Paris Match. Cubrió la situación en los países de América central, como Guatemala, Costa Rica, Nicaragua y Cuba, donde conoció a Che Guevara y Fidel Castro. Después viajó a China, donde entrevistó a Mao Zedong. A finales de los cincuenta, tras una serie de vivencias traumáticas, abandonó el periodismo para consagrarse al teatro, considerándolo una disciplina más útil para transformar la sociedad.

Su encuentro con Jean Vilar, gran renovador de la escena francesa y fundador del Festival de Aviñón, le reportaría la fama como dramaturgo. Seducido por su espíritu antiburgués, Vilar decidió montar una de sus obras, Le crapaud bougle, en 1959. También probó suerte en el cine, con películas como L’enclos, que fue premiada en el Festival de Cannes de 1961.
El dramaturgo también se enfrentó a la censura a causa de La pasión del general Franco, obra protagonizada por emigrantes españoles subidos en distintos trenes que fue prohibida en 1968 a petición del Gobierno español. Gatti recibió el apoyo del ministro de Cultura francés, André Malraux, pero no del presidente, el general De Gaulle, que no quería irritar al caudillo. Cuando finalmente fue representada en Francia, después de la muerte de Franco, Gatti dio distintas instrucciones. La obra debía ser puesta en escena con tres colores: rojo, gualda y violeta, los colores de la bandera republicana. Además, los espectadores tenían que ver la obra obligatoriamente de pie. “Me parecía muy difícil hablar de España, de la España que combatía, sentado en una butaca”, diría años más tarde. Erguido, el espectador dejaba de ser “un consumidor” para convertirse en “alguien que actúa”.

Gatti abogó por un teatro revolucionario y opuesto a la noción de espectáculo comercial. Para el dramaturgo, lo importante no era el resultado, sino el proceso. Concebía una obra de teatro como un work in progress y nunca como una representación de cara al público. En 1986 fundó un grupo teatral en Montreuil, en la periferia comunista de París, donde trabajó con anónimos en proceso de reinserción social, como exconvictos, delincuentes y drogadictos. Para Gatti, el teatro debía ser “la universidad de los pobres” y una manera de que “los excluidos” encontraran un lenguaje propio. Esa retórica, muy potente durante los sesenta y setenta, había terminado provocando un relativo arrinconamiento de Gatti en las últimas décadas. Sin embargo, su influencia en la escena francesa resulta innegable. El Théâtre du Soleil de Ariane Mnouchkine o la gramática cinematográfica de los hermanos Dardenne, que fueron discípulos de Gatti durante sus inicios, comparten numerosos rasgos con el teatro de Gatti.

Fuente: El País

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