Mural de Leger en la Universidad de Caracas
El cuadro de caballete continúa su carrera. Su creación pertenece estrictamente a lo individual; pierde su valor público y se absorbe en un apartamento privado.
Nació en el Renacimiento italiano, paralelamente al advenimiento del individualismo y del capitalismo.
Ha desplazado momentáneamente las épocas primitivas en las que dominaba la pintura mural y colectiva.
El cuadro de caballete es, hasta la fecha, el testigo plástico de todas las épocas anteriores.
Pero se está produciendo un acontecimiento que cada vez va tomando mayor importancia, y es la demanda de "Pintura Mural". Va a manifestarse bajo una forma colectiva; pierde su marco, su reducido tamaño, su calidad móvil e individual para adaptarse a la pared, en colaboración con un arquitecto.
El arquitecto se pondrá de acuerdo con el pintor para situarla en el sitio más adecuado. La pintura puede ser tanto el acompañamiento de la pared como su destrucción.
Se realizan maquetas, se resuelve una elección colectiva y la ejecución se hace artesanal, con forma de mosaico, frescos, vidrieras o pintura de adaptación.
La historia de esta colaboración arquitectónica se remonta a 1924-1925. En esta época, los arquitectos modernos hablan librado a las paredes de los agobiantes decorados estilo 1900. Aparecieron las paredes desnudas, blancas. Satisfacción general y realizadores entusiastas.
Pero en seguida se comprobará que las paredes blancas eran difícilmente aceptables por la mayoría de los que iban a vivir en ellas.
Fue entonces cuando el contacto entre arquitectos y pintores se hizo efectivo.
Es curioso reseñar cómo Robert Dalaunay y yo fuimos quienes, en 1909-1912, dimos la "batalla del color libre".
Esta batalla consistía en obtener, tras múltiples ensayos, que se aceptara un valor-color: un azul, un rojo, un amarillo, como valor en sí, como valor-objeto.
Me acuerdo que. con ocasión de la exposición de 1925, el arquitecto Mallet-Stevens nos pidió dos telas representativas de esta tendencia. Yo tenía un cuadro abstracto a base de colores puros inscritos en una serie de rectángulos.
Cuando los arquitectos se decidieron a buscar una fórmula para vestir las paredes blancas, adoptaron los muros de color y mis rectángulos coloreados estaban pensados en su conexión con la arquitectura (esta tela jamás había sido concebida como un "cuadro de caballete"). En un principio, constituyó una adaptación arquitectónica coloreada. El nuevo rectángulo habitable creado por las paredes de color se fue convirtiendo para mí en un "rectángulo elástico", porque era indudable que, visualmente, la sensación de las dimensiones fijas de estos rectángulos se destruía por el color, se había creado "un nuevo espacio".
Si en este nuevo espacio organizáis una colocación de muebles u objetos con un criterio antisimétrico obtendréis una verdadera revolución interior, revolución que no será tan sólo de orden plástico, sino también de orden psicológico.
Esta libertad, este espacio nuevo puede ayudar, en conexión con otros medios de carácter social, a la transformación de los individuos, a la modificación de su tipo de vida.
Abandonemos las paredes de colores, observemos decorados a base de colores libres para evitar el término "abstracto", que es falso. El color es verdadero, realista, con una carga emocional en sí mismo, sin que tenga ninguna obligación de relacionarse íntimamente con un cielo, un árbol o una flor; vale en sí, como una sinfonía musical; es una sinfonía visual; a través de su armonía o de su violencia debe ser aceptada en cualquier caso.
Las multitudes modernas comienzan ya a despertar, acostumbradas por los carteles y los escaparates a la presentación de objetos aislados en el espacio.
Creo perfectamente posible una aceptación, masiva y rápida, de las grandes decorados murales en colores libres, cuyo empleo puede destruir la lóbrega sobriedad de ciertos edificios: estaciones, grandes espacios públicos, fábricas, ¿por qué no?
Esta cuestión se integra en una problemática diversa a la evolución del cuadro de caballete. En la actualidad, una animosa tendencia, porque el camino está lleno de trabas y dificultades, se orienta claramente hacia la vuelta de "los grandes temas". Aquí radica, en mi opinión, la vía normal, lógica, de la evolución contemporánea de la pintura de caballete tras toda la gama de experimentos que van del impresionismo a nuestros días.
Por el contrario, no debe establecerse ninguna comparación entre la pintura mural tal y como yo la concibo y esta pintura de caballete.
Son dos tendencias que los pintores contemporáneos tienen especial interés en realizar de modo completamente distinto una de otra. Por mi parte, me parece muy bien un gran cuadro de caballete valorizado por acompañamientos coloreados que contrasten cor. la nota cromática dominante del tema desarrollado.
La tapicería ha adquirido un considerable impulso en estos últimos tiempos, lo que prueba que el camino va a abrirse de par en par.
Derrière le miroir (1952)
Autor: Léger, Fernand
Título: Sin Título (Bimural)
Año: 1954
Clasificación Uso Tipo: Artes Visuales / Escultura-Mosaico
Clasificación Específica: Estructura Tridimensional / Mural
Técnica: Ensamblaje
Material: Teselas vítreas artesanales e industriales
Dimensiones: Tridimensional Cara A: 303,5 x 1239,5 x 21,8 cm / Cara B: 305,5 x 1212 x 21,8 cm
Soporte: Muro portante, elevado del piso hmax 31 cm, sobre cuatro elementos de concreto
Ubicación: Plaza Cubierta Universidad de Caracas
Zona: 1. Centro Directivo-Cultural
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