El cordobés Horacio Ferrer de Morgado fue un pintor caracterizado inicialmente por su impronta simbolista y naturalista que, hacia finales de la década de 1930 y coincidiendo con la Guerra Civil, se alineó con el realismo social para evidenciar la trágica situación del país y la necesidad de unión y lucha.
Ejemplo de ello es la obra Madre Tierra (Campesinos), realizada en 1936 y con la que concurre a la Exposición Nacional de Bellas Artes de ese año, pintura que fue propuesta para segunda Medalla aunque el premio se frustró al suspenderse la Exposición al inicio de la Guerra Civil. En la escena, varias figuras de cuerpo entero y en diversas posturas ocupan el primer plano de la composición, rozando casi los límites del lienzo, con un realismo intenso que parece fotográfico o escultórico. Hay además un esquema espacial paralelo, construido con las miradas de los personajes. Y todo ello con un excelente resultado pictórico. La fuerte iluminación que reciben los personajes, teatralizada y llevada a la exageración en un afán de aumentar el drama del mensaje implícito, no tiene nada que ver con el espacio exterior en el que están.
Es innegable la interpretación de esta pintura desde un punto de vista social, de crítica hacia las duras condiciones laborales y vitales de los campesinos, anticipando además las coordenadas del arte de Ferrer de Morgado durante la inminente guerra civil.
Madre Tierra es un precedente directo de los dos grandes lienzos de Horacio Ferrer: Madrid 1937 (Aviones negros), conservado en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, que fue seleccionado para ser expuesto en el Pabellón de la República Española en la Exposición Internacional de París de 1937 con un rotundo éxito de público, y Éxodo, del Deutsches Historisches Museum de Berlín, realizado también en 1937, algunos meses después del anterior, que participó en sendas exposiciones celebradas en Barcelona durante la primavera de 1938.
No hay comentarios:
Publicar un comentario