"CARTA A UN FRANCÉS", DE FRANTZ FANON
Cuando me has manifestado tu deseo de abandonar Argelia, mi amistad se ha hecho súbitamente silenciosa. Ciertas imágenes surgidas,
tenaces y decisivas estaban en el umbral de mi memoria.
Te miraba y tu mujer estaba a tu lado.
Te vas a Francia ya... Nuevos rostros rondarán en torno a ti, muy
lejos de este país donde desde hace algunos días las cosas decididamente no van bien.
Tú me has dicho: La atmósfera se deteriora, es necesario que me
vaya. Tu decisión, sin ser irrevocable por haberla ya expresado, tomaba forma progresivamente.
¡Este país inexplicablemente erizado! Los caminos han dejado de
ser seguros. Los campos de trigo se han transformado en braseros.
Los árabes se hacen perversos.
Se habla. Se habla.
Las mujeres serán violadas Los testículos serán cortados y clavados entre los dientes
¡Acuérdense de Sétif! ¿Queréis otro Sétif?
Ellos lo tendrán, pero no nosotros.
Tú me has dicho todo esto riendo.
Pero tu mujer no reía.
Y he mirado tras de tu risa.
He visto tu esencial ignorancia de las cosas de este país.
Cosas que yo te explicaré.
Quizá partirás, pero dime, cuando se te pregunte:
“¿Qué pasa en Argelia?” ¿Qué responderás?
Cuando tus hermanos te pregunten: “¿Qué ha sucedido en Argelia?” ¿Qué les responderás?
Más concretamente, cuando se quiera comprender por qué has
dejado este país, ¿cómo harás para apagar esta vergüenza que ya
arrastras?
Esta vergüenza de no haber comprendido, de no haber querido
comprender lo que pasaba a tu alrededor todos los días.
Durante ocho años estuviste en este país.
¡Y ni un pedazo de esta enorme herida que te había estorbado!
¡Y ni un pedazo de esta enorme herida que te había obligado!
De descubrirte semejante al fin.
Inquieto por el hombre, pero singularmente no por el árabe.
Preocupado, angustiado, atenazado.
Pero en pleno campo, tu inmersión en el mismo cieno, en la misma lepra.
Porque no hay un europeo que no se revuelva, que no se indigne,
que no se alarme de todo, salvo de lo que se le hace al árabe.
Árabes desapercibidos.
Árabes ignorados.
Árabes sometidos al silencio.
Árabes sutilizados, disimulados.
Árabes negados cotidianamente, transformados en decoración
sahariana. Y tú te has mezclado con aquéllos:
Que jamás han estrechado la mano de un árabe.
Jamás han bebido café.
Jamás han hablado del tiempo pasado junto a un árabe.
A ambos lados de ti los árabes.
Alejados los árabes.
Arrojados sin esfuerzo los árabes.
Confinados los árabes.
Ciudad indígena destruida.
Ciudad dc indígenas dormidos.
Nunca les ocurre nada a los árabes.
Toda esta lepra sobre tu cuerpo.
Tú partirás. Pero todas estas preguntas, estas preguntas sin respuesta... El conjugado silencio de 800 mil franceses, este silencio ignorante, este silencio inocente.
Y 9 millones de hombres bajo este sudario de silencio.
Yo te ofrezco este expediente, a fin de que ninguno muera, ni los
muertos de ayer, ni los resucitados de hoy.
Quiero que mi voz sea brutal, no la quiero bella, ni la quiero pura,
no la quiero de todas dimensiones.
La quiero desgarrada de parte a parte, no quiero que se divierta,
ya que, en fin, hablo del hombre y de su repulsa, de la pudrición cotidiana del hombre, de su espantosa renuncia.
Quiero que tú expliques.
Que, por ejemplo, yo digo: existe una crisis de escolarización en
Argelia, para que tú pienses: es una falla que se debe remediar.
Que yo digo: de cada trescientos árabes solo existe uno que puede
firmar con su nombre, para que tú pienses: es triste, es necesario que esto termine.
Escucha más, todavía:
Una directora de escuela se quejaba ante mí, se quejaba de estar
obligada cada año a admitir en su escuela a nuevos pequeños árabes.
Una directora de escuela que se quejaba de que, una vez todos los
europeos inscritos, se veía obligada a escolarizar a algunos pequeños
árabes.
El analfabetismo de estos pequeños mocosos que aumenta en la
misma medida de nuestro silencio.
Instruir a los árabes, pero vosotros no pensáis en ello.
Queréis pues complicarnos la vida.
Ellos están bien como están.
Mientras menos comprendan, mejor les va.
Y dónde adquirir créditos.
Esto les va a costar los dos ojos de la cara.
Por otra parte, ellos no piden tanto.
Una encuesta hecha a los caídos muestra que el árabe no reclama
escuelas.
Millones de pequeños limpiabotas. Millones de “un mozo señora”.
Millones de dame un pedazo de pan. Millones de analfabetos. “Ya
que no sabes firmar, no firmes. Nosotros firmamos”.
Millones de impresiones digitales en los procesos verbales que
llevan a prisión.
En las actas del señor Cadí.
En los enrolamientos de los regimientos de fusileros argelinos.
Millones de fellah explotados, engañados, robados.
Fellah atrapados a las cuatro de la madrugada.
Abandonados a las ocho de la noche
De sol a luna.
Fellah ahitos de agua, ahitos de hojas, ahitos de viejas galletas que
deben durar todo el mes.
Fellah inmóvil y tus brazos se agitan y tu espalda esta encorvada
pero tu vida detenida.
Los coches pasan y no os movéis. Os pasarían sobre el vientre y
no os moveríais.
Árabes en los caminos.
Bastones pasados por el asa de la canasta.
Canasta vacía, esperanza vacía, toda esta muerte del fellah.
Doscientos cincuenta francos por día.
Fellah sin tierra.
Fellah sin razón.
Si no estáis contentos no tenéis más que partir. Los muchachos
llenan la choza. Las mujeres llenas en las chozas.
Fellah secado.
Sin sueño.
Seis veces doscientos cincuenta francos por día.
Y nada aquí os pertenece.
Son gentiles con vosotros, ¿de qué os quejáis?
Sin nosotros, ¿qué haríais? ¡Ah! ¿Sería lindo este país si nosotros
nos fuéramos?
Transformado en pantano después de poco tiempo, ¡sí!
Veinticuatro veces doscientos cincuenta francos diariamente.
Trabaja, fellah. En tu sangre el cansancio prosternado de toda una
vida.
Seis mil francos por mes.
En tu rostro la desesperación.
En tu vientre la resignación...
Qué importa, fellah, si este país es bello.
Fuente: Leer a Fanon, medio siglo después / Aimé Césaire ... [et al.]. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : CLACSO, 2017. Libro digital, PDF
Lettre à un Français, fue una carta escrita por Frantz Fanon a finales de 1956 que testimonia el período de guerra de liberación nacional en Argelia. Fue inédita hasta su publicación en Por la revolución africana. Escritos políticos (1965: 53-57).
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