domingo, 1 de septiembre de 2019

"ASAMBLEA GENERAL", DOCUMENTAL DE TOMÁS GUTIÉRREZ ALEA, EN EL 59 ANIVERSARIO DE LA DECLARACIÓN DE LA HABANA

Título original: Asamblea general
Año: 1960
Duración: 14 min.
País: Cuba
Dirección: Tomás Gutiérrez Alea
Guión: Tomás Gutiérrez Alea
Productora: Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC)
Sinopsis: Concentración del 2 de septiembre de 1960 en que se aprobó, unánimemente, la primera Declaración de La Habana.

La voz del genuino sentir de los pueblos de América se alzó como colosal grito de rebeldía y combate, cuando el 2 de septiembre de 1960 más de un millón de cubanos, reunidos en Asamblea General Nacional efectuada en la Plaza de la Revolución, José Martí, aprobaron, jubilosos, la Primera Declaración de La Habana, leída por Fidel Castro.


Tensando cada vez más su política hostil hacia la Revolución cubana, el Gobierno norteamericano tres meses antes, había cancelado la compra de azúcar a Cuba, con el pretendido fin de ahogarla en la miseria y el hambre. Frente a esa brutal agresión económica, la respuesta revolucionaria no se hizo esperar: la nacionalización de empresas estadounidenses radicadas aquí.

La Primera Declaración de La Habana fue la réplica viril a la Declaración de San José, acordada durante una reunión realizada en Costa Rica por la Organización de Estados Americanos (OEA), en la que el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, con lenguaje afilado y argumentación irrebatible, denunció los ataques, falacias y maniobras de Estados Unidos y sus acólitos, contra Cuba.

Pese a ello, allí se adoptó un acuerdo lesivo a Cuba, gracias al servilismo de la mayoría de los gobiernos representados en tal cónclave.

El documento

En nombre propio y recogiendo el sentir de los pueblos de América, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba:

Primero

Condena en todos sus términos la denominada Declaración de San José de Costa Rica, documento dictado por el imperialismo norteamericano y atentatorio a la autodeterminación nacional, la soberanía y la dignidad de los pueblos hermanos del Continente.
Segundo

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba condena enérgicamente la intervención abierta y criminal que durante más de un siglo ha ejercido el imperialismo norteamericano sobre todos los pueblos de la América Latina, pueblos que más de una vez han visto invadido su suelo en México, Nicaragua, Haití, Santo Domingo o Cuba; que han perdido ante la voracidad de los imperialistas yanquis extensas y ricas zonas, como Texas, centros estratégicos vitales como el Canal de Panamá, países enteros como Puerto Rico, convertido en territorio de ocupación; que han sufrido, además, el trato vejaminoso de los infantes de marina, lo mismo contra las mujeres e hijas que contra los símbolos más altos de la historia patria, como la efigie de José Martí.

Esa intervención, afianzada en la superioridad militar, en tratados desiguales y en la sumisión miserable de gobernantes traidores, ha convertido a lo largo de más de 100 años a América, la América que Bolívar, Hidalgo, Benito Juárez, San Martín, O Higgins, Sucre y Martí quisieron libre, en zona de explotación, en traspatio del imperio financiero y político yanqui, en reserva de votos para los organismos internacionales, en los cuales los países latinoamericanos hemos figurado como arrias del Norte revuelto y brutal que nos desprecia.

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba declara que la aceptación por parte de gobiernos que asumen oficialmente la representación de los países de América Latina de esa intervención continuada e históricamente irrebatible, traiciona los ideales independentistas de sus pueblos, borra su soberanía e impide la verdadera solidaridad entre los países americanos, lo que obliga a esta Asamblea a repudiarla a nombre del pueblo de Cuba, y con voz que recoge la esperanza y la decisión de los pueblos latinoamericanos y el acento liberador de los próceres inmortales de América.

Tercero

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba rechaza asimismo el intento de preservar la Doctrina de Monroe, utilizada hasta ahora, como lo previera José Martí, para extender el dominio en América de los imperialistas voraces, para inyectar mejor el veneno también denunciado a tiempo por José Martí, el veneno de los empréstitos, de los canales, de los ferrocarriles.

Por ello, frente al hipócrita panamericanismo que es sólo predominio de los monopolios yanquis sobre los intereses de los pueblos americamos y manejo yanqui de gobiernos prosternados ante Washington, la Asamblea del Pueblo de Cuba proclama el latinoamericanismo liberador que late en José Martí y en Benito Juárez. Y al extender la amistad hacia el pueblo norteamericano -el pueblo de los negros linchados, de los intelectuales perseguidos, de los obreros forzados a aceptar la dirección de gangsters- reafirma la voluntad de marchar con todo el mundo y no con una parte de él.

Cuarto

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba declara que la ayuda espontáneamente ofrecida por la Unión Soviética a Cuba, en caso de que Cuba fuera atacado por fuerzas militares imperialistas, no podrá ser considerada, jamás, como un acto de intromisión, sino que constituye un evidente acto de solidaridad, y que esa ayuda, brindada a Cuba ante un inminente ataque del Pentágono yanqui, honra tanto al gobierno de la Unión Soviética que la ofrece, como deshonra al gobierno de los Estados Unidos, sus cobardes y criminales agresiones contra Cuba.

Por tanto: La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba declara ante América y el mundo que acepta y agradece el apoyo de los cohetes de la Unión Soviética, si su territorio fuere invadido por fuerzas militares de los Estados Unidos.

Quinto

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba niega categóricamente que haya existido pretensión alguna por parte de la Unión Soviética y la República Popular China, de utilizar la posición económica, política y social de Cuba, para quebrantar la unidad continental y poner en peligro la unidad del hemisferio.

Desde el primero hasta el (último disparo, desde el primero hasta el último de los 20 000 mártires que costó la lucha para derrocar la tiranía y conquistar el poder revolucionario, desde la primera hasta la última ley revolucionaria, desde el primero hasta el último acto de la Revolución, el pueblo de Cuba ha actuado por libre y absoluta determinación propia, sin que, por tanto, se pueda culpar jamás a la Unión Soviética o a la República Popular China, de la existencia de una Revolución, que es la respuesta cabal de Cuba a los crímenes y las injusticias instaurados por el imperialismo en América.

Por el contrario, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba entiende que la política de aislamiento y hostilidad hacia la Unión Soviética y la República Popular China, preconizada por el gobierno de los Estados Unidos e impuesta por éste a los gobiernos de la América Latina, y la conducta guerrerista y agresiva del gobierno norteamericano, y su negativa sistemática al ingreso de la República Popular China en las Naciones Unidas, pese a representar aquélla la casi totalidad de un país de más de 600 millones de habitantes, si ponen en peligro la paz y la seguridad del hemisferio y del mundo.

Por tanto: La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba ratifica su política de amistad con todos los pueblos del mundo, reafirma su propósito de establecer relaciones diplomáticas también con todos los países socialistas, y desde este instante, en uso de su soberana y libre voluntad, expresa al gobierno de la República Popular China, que acuerda establecer relaciones diplomáticas entre ambos países y que, por tanto, quedan rescindidas las relaciones que hasta hoy Cuba había mantenido con el régimen títere que sostiene en Formosa los barcos de la Séptima Flota yanqui.

Sexto

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba reafirma que está segura de hacerlo como expresión de un criterio común a los pueblos de la América Latina- que la democracia no es compatible con la oligarquía financiera, con la existencia de la discriminación del negro y los desmanes del Ku-Klux-Klan, con la persecución que privó de sus cargos a científicos como Oppenheimer; que impidió durante años que el mundo escuchara la voz maravillosa de Paul Robeson, preso en su propio país, y que llevó a la muerte, ante la protesta y el espanto del mundo entero, y pese a la apelación de gobernantes de diversos países y del Papa Pío XII, a los esposos Rosenberg.

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba expresa la convicción cubana de que la democracia no puede consistir sólo en el ejercicio de un voto electoral, que casi siempre es ficticio y está manejado por latifundistas y políticos profesionales, sino en el derecho de los ciudadanos a decidir, como ahora lo hace esta Asamblea General del Pueblo de Cuba, sus propios destinos. La democracia, además, sólo existirá en América Latina cuando los pueblos sean realmente libres para escoger, cuando los humildes no están reducidos por el hambre, la desigualdad social, el analfabetismo y los sistemas jurídicos, a la más ominosa impotencia.

Por eso la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba: Condena el latifundio, fuente de miseria para el campesino y sistema de producción agrícola retrógrado e inhumano; condena los salarios de hambre y la explotación inicua del trabajo humano por bastardos y privilegiados intereses; condena el analfabetismo, la ausencia de maestros, de escuelas, de médicos y de hospitales; la falta de protección a la vejez que impera en los países de América; condena la discriminación del negro y del indio; condena la desigualdad y la explotación de la mujer; condena las oligarquías militares y políticas, que mantienen a los pueblos en la miseria, impiden su desarrollo democrático y el pleno ejercicio de su soberanía; condena las concesiones de los recursos naturales de los países a los monopolios extranjeros, como política entreguista y traidora al interés de los pueblos; condena a los gobiernos que desoyen el sentimiento de sus pueblos para acatar los mandatos de Washington; condena el engaño sistemático a los pueblos, por órganos de divulgación que responden al interés de las oligarquías y a la política del imperialismo opresor; condena el monopolio de las noticias por agencias yanquis, instrumentos de los trusts norteamericanos y agentes de Washington; condena las leyes represivas que impiden a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes y los intelectuales, a las grandes mayorías de cada país, organizarse y luchar por sus reivindicaciones sociales y patrióticas; condena a los monopolios y empresas imperialistas que saquean continuamente las riquezas, explotan a los obreros y campesinos, desangran y mantienen en retraso las economías y someten Ia política de la América Latina a sus designios e intereses.

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba condena, en fin, la explotación del hombre por el hombre, y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista.

En consecuencia, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba proclama ante América:

El derecho de los campesinos a la tierra;
El derecho del obrero al fruto de su trabajo;
El derecho de los niños a la educación;
El derecho de los enfermos a la asistencia médica y hospitalaria;
El derecho de los jóvenes al trabajo;
El derecho de los estudiantes a la enseñanza libre, experimental y científica;
El derecho de los negros y los indios a la dignidad plena del hombre;
El derecho de la mujer a la igualdad civil, social y política;
El derecho del anciano a una vejez segura;
El derecho de los intelectuales, artistas y científicos a luchar con sus obras por un mundo mejor;
El derecho de los estados a la nacionalización de los monopolios imperialistas, rescatando así las riquezas y recursos nacionales;
El derecho de los países al comercio libre con todos los pueblos del mundo;
El derecho de las naciones a su plena soberanía;
El derecho de los pueblos a convertir sus fortalezas militares en escuelas, y a armar a sus obreros, a sus campesinos, a sus estudiantes, a sus intelectuales, al negro, al indio, a la mujer, al joven, al anciano, a todos los oprimidos y explotados, para que defiendan, por si mismos, sus derechos y sus destinos.

Séptimo

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba postula:

El deber de los obreros, de los campesinos, de los estudiantes, de los intelectuales, de los negros, de los indios, de los jóvenes, de las mujeres, de los ancianos, a luchar par sus reivindicaciones económicas, políticas y sociales;
El deber de las naciones oprimidas y explotadas, a luchar par su liberación;
El deber de cada pueblo, a la solidaridad con todos los pueblos oprimidos, colonizados, explotados a agredidos, sea cual fuere el lugar del mundo en que éstos se encuentren y Ia distancia geográfica que los separe.

Todos los pueblos del mundo son hermanos.

Octavo

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba reafirma su fe en que la América Latina marchará pronto unida y vencedora, libre de las ataduras que convierten sus economías en riqueza enajenada al imperialismo norteamericano, y que le impiden hacer su verdadera voz en las reuniones donde Cancilleres domesticadas hacen de coro infamante al amo despótico.

Ratifica, por ella, su decisión de trabajar por ese comité destino latinoamericano, que permitirá a los países edificar una solidaridad verdadera, asentada en la libre voluntad de cada uno de ellos, y en las aspiraciones conjuntas de todos. En la lucha por esa América Latina liberada, frente a las voces obedientes de quienes usurpan su representación oficial, surge ahora, con potencia invencible, la voz genuina de los pueblos, voz que se abre paso desde las entrañas de sus minas de carbón y de estaño, desde sus fábricas y centrales azucareros, desde sus tierras enfeudadas, donde rotos, cholos, gauchos, jíbaros, herederos de Zapata y de Sandino, empuñan las armas de su libertad, voz que resuena en sus poetas y en sus novelistas, en sus estudiantes, en sus mujeres y en sus niños, en sus ancianos desvalidos.

A esa voz hermana, La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba le responde: ¡Presente! ¡Cuba no fallará! Aquí hay Cuba para ratificar, ante América Latina y ante el mundo, como un compromiso histórico, su lema irrenunciable:

¡Patria a Muerte!

Noveno

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba resuelve: que esta Declaración sea conocida con el nombre de Declaración de La Habana.

Consecuencias

Cuba desde ese instante, rompió relaciones diplomáticas con Formosa (Taiwán) y las instauró con la República Popular China. Igualmente, aceptaba y agradecía el apoyo de los cohetes de la Unión Soviética si su territorio fuese invadido por Estados Unidos.

Fuente: EcuRed

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