RODCHENKO: MIRANDO A MUNDO DESDE OTRO ÁNGULO
Una exposición reúne algunas de las fotografías más emblemáticas del polifacético artista agrupadas dentro del Archivo Lafuente
En 1934, la también fotógrafa Eugenia Lemberg posaba para Aleksandr Rodchenko (San Petersburgo, 1891-Moscú, 1956). Bañada por la luz que atravesaba lo que podría ser un enrejado en una estación de tren, su figura se desdibujaba como parte de un entramado abstracto compuesto por sombras. Así, las facciones de su rostro desaparecían dentro de un juego de cruces geométricas, el mismo que atravesaba las formas de su cuerpo modelado por el blanco del vestido e impedía al observador discernir si detrás de sus manos se escondía la cámara que da título a la obra, Chica con Leica. La luz esculpía la realidad, y los horizontes se ensanchaban mientras el fotógrafo torcía la cámara.
Se trata de una de las últimas fotografías que el artista tomó de su musa, poco antes de que esta falleciese en un accidente. Es también una de sus obras más emblemáticas. En ella se observan las aspiraciones visuales y temáticas compartidas por muchos de los fotógrafos modernistas. Aquellos que como Alfred Stieglitz, László Moholy-Nagy, Man Ray, Albert Renger-Patzsch, y Edward Weston, incentivaron la imaginación apuntando nuevas formas de ver que desentrañaban las cualidades formales de la imagen fotográfica y reivindicaban su valor como medio de expresión artístico independiente. La fotografía era el nuevo medio que se ajustaba a las necesidades del versátil artista ruso, donde confluía su búsqueda de la pureza de las formas, su atracción por la mecánica y la abstracción.
“La fotografía tiene todos los derechos, y todos los méritos necesarios para atraernos como el arte de nuestro tiempo”, diría Rodchenko, quien en 1924 (y hasta 1954) comenzó a explorar las posibilidades del medio como expresión artística. Hacía ya tres años que el autor, destacado representante del constructivismo y de la vanguardia rusa, había declarado la muerte de la pintura. “Abajo el arte. Larga vida a la ciencia tecnológica”, escribió junto a su compañera Varvara Stepanova, en el Manifiesto Productivista, donde definía el quehacer artístico como un tipo de pericia profesional alejada de cualquier connotación espiritual. El ego del artista no tenía cabida en la obra de arte. Pintor, escultor y diseñador utilizó por primera vez la fotografía en la creación de carteles o fotomontajes. Buscaba un nuevo medio de expresión alejado del lenguaje del pasado. Así, su ansia experimental se vio reforzada por el deseo de documentar la nueva realidad social impulsada por la revolución soviética. En un país donde más de la mitad de la población era analfabeta, la fotografía se vislumbraba como un medio muy adecuado para la propaganda. Así lo entendieron los líderes de la revolución, y así mismo un grupo de fotógrafos, entre los que se encontraba Rodchenko, que con sus Leicas sirvieron al Estado, publicando sus imágenes en libros y revistas.
Comenzó trabajando con una cámara Lochim con placas de vidrio de 9x 12cm, que intercalaba con una de medio formato. En 1928 compraría una Leica, con la que trabajó durante la década de los años treinta. Con ellas captaría las distintas facetas de esa nueva sociedad soviética a través de atrevidas composiciones que desafiaban la perspectiva convencional. Fue a raíz de su viaje a París, en 1925, cuando comenzaría a utilizar estos puntos de vista inusuales e inesperadas que darían pie a un estilo caracterizado por planos muy cercanos, escorzos, tomas diagonales y perspectivas extremas tomadas de arriba abajo, o de abajo a arriba: “cuando vi por vez primera la torre Eiffel en París, desde lejos no me gustó nada. Pero cuando pasé a su lado en autobús y vi por las ventanas las fajas de hierro que iban hacia arriba, hacia la izquierda y hacia la derecha, este ángulo de visión me ofreció una impresión de su masa y su construcción; desde el ombligo se consigue sólo un bello cuadrito, como los de las postales, ya bastante conocidas”, escribía años más tarde el artista.
Sus fotografías fueron causa en su día de distintas polémicas. Su obra Pine Trees, Pushkino (Pinos en Pushkino) llamó la atención por su parecido con una chimenea de Renger- Patzch, y desde la revista SovetskoeFOTO se le acusó sin demasiados argumentos de plagiar a fotógrafos extranjeros
En 1931 fue expulsado de grupo Octubre, del que había sido fundador. “Comenzó a ser criticado por cada imagen que publicaba”, señala la comisaria. “Acusado de intentar colocar al mismo nivel el arte proletario del arte publicitario. Fue criticado por formalista y de haber abandonado las directrices del realismo socialista. Utilizaron argumentos absurdos como por ejemplo el hecho de que la niña Pionera mirase hacia arriba, cuando las niñas Komsomol deben mirar hacia adelante”. Relegado al ostracismo estalinista, su obra se limitó prácticamente a encargos propagandísticos, un alto precio para alguien que siempre supo que la fotografía podía forzar a la gente a mirar el mundo desde otro ángulo. En 1942 retomó la pintura. Su primera exposición de fotografías en Rusia no tuvo lugar hasta 1957, un año después de su muerte.
El pensador óptico. Rodchenko. Museum Series Portfolios. Centro de Documentación de la Imagen. Santander. Hasta el 31 de julio
Fuente: El País
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