La huella de un escritor y activista
Andrés Sorel, segoviano de 1937, falleció la noche del lunes en Madrid a los 81 años tras una dilatada carrera literaria en la que se prodigó en el ensayo, en la novela y en textos inclasificables en los que se mezclaba la ficción, el reportaje y el compromiso político.
Su trayectoria, que se inició bajo la dictadura, estuvo profundamente vinculada a la evolución de la izquierda española, tanto en el ámbito cultural como en el ámbito político. Miembro durante muchos años del PCE, fue la expresión de una cultura de resistencia sometida, en aplicación de la vieja ley Fraga de Prensa e Imprenta, a una férrea censura: el propio ministro franquista artífice de la ley prohibió la publicación de sus libros.
En ese tiempo, vivió en el exilio (entre 1962 y el año de la muerte de Franco), militó en el PCE, organización que abandonó por diferencias políticas e ideológicas en 1963, y se identificó, como la mayor parte de la izquierda de aquella década, con la Revolución cubana y con la práctica totalidad de las causas de la izquierda y de los movimientos alternativos que se desarrollaron en Europa.
Su obra se comenzó a publicar en España de modo tardío —de 1972 data su primer ensayo, Introducción a Cuba, y de 1978 es su primera novela, Discurso de la política y el sexo—. Suma cerca del medio centenar de títulos: 11 novelas, 13 ensayos, nueve libros de diversa factura, mezcla de periodismo, ficción y política, y ediciones críticas y numerosos artículos sobre autores como José Martí, Antonio Machado, Luis Cernuda, León Felipe o José María Arguedas, entre otros.
Sus más recientes y destacadas novelas fueron Último tango en Auschwitz (2013) y …y todo lo que es misterio (2015), y sus dos últimos ensayos los dedicó a José Saramago y a Miguel Hernández.
Sorel desarrolló una labor reseñable en el campo del periodismo y no solo como colaborador o columnista, sino como impulsor de proyectos vinculados a una sensibilidad radical: promovió en 1980 Liberación, una suerte de réplica del diario francés del mismo nombre, participo en los sesenta como corresponsal en Radio España Independiente y dirigió, también en aquellos años, la revista Información Española, dirigida a la emigración.
Hijo de la Guerra Civil, creció y se formó bajo la dictadura, en España y en el exilio, formando parte de la amplia leva de escritores que hicieron del compromiso político una parte esencial de su labor. Eso le llevó a participar, en 1976 y 1977, en la creación, con Ángel María de Lera y otros autores del momento, de la Asociación Colegial de Escritores (ACE), de la que fue secretario general durante tres décadas. Dejó el cargo en 2015. Mientras ejerció su responsabilidad en la ACE dirigió y coordinó la revista literaria República de las Letras y participó en la junta directiva de la entidad de gestión de derechos Cedro, también hasta 2015. El festival Getafe Negro le otorgó en 2013 el premio José Luis Sampedro.
Manuel Rico es escritor y crítico literario y presidente de la ACE.
Fuente: El País
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