El arte feminista ha sido uno de los pilares sobre
los que se han asentado las nuevas teorías del postmodernismo y del arte
actual, siendo un elemento imprescindible en el análisis de las
corrientes de la segunda mitad del siglo XX. Durante la década de 1970,
en un contexto de fuertes cambios sociales motivados por conflictos
como la Guerra de Vietnam o Mayo del 68, gran parte de la población
joven adquirió una fuerte conciencia social, que tuvo como resultado el desarrollo de numerosas prácticas de contrainformación,
donde también se introdujeron las artistas feministas. Una de las
figuras más interesantes y tempranas en usar este tipo de imágenes
subversivas en el ámbito feminista sería Martha Rosler, protagonista de este artículo.
Si uno de los modelos comunicativos que más había ayudado a asentar los estereotipos femeninos clásicos era la publicidad, el paso lógico dentro del arte crítico feminista sería usar esos mismos estereotipos para subvertirlos y crear imágenes con un sentido contrario al original. Este tipo de imágenes, herederas de los fotomontajes políticos dadaístas, serían incluidas dentro de las prácticas de contrainformación y del movimiento de la contrapublicidad.
Martha
Rosler sería una de las primeras artistas feministas que ampliaría la
temática del fotomontaje hacia nuevos horizontes, no ya tratando el tema
de la mujer y el sexo femenino en el arte, sino también el papel de la
mujer en la mujer en la sociedad moderna. Uno de los mejores ejemplos es
su serie Bringing the War home (1967-1972) (Trayendo la Guerra a casa), en la que tomaría las imágenes de revistas con mujeres
vestidas con fantásticos vestidos, posando en casas de diseño
completamente equipadas con electrodomésticos y muebles modernos, para mezclarlas con otros elementos análogos como soldados, escenas de guerra y muerte.
En este caso, Rosler destaca cómo la publicidad comercial y su visión
de la mujer viven en un mundo paralelo a la realidad, en la que
conflictos como la Guerra de Vietnam estaban dividiendo la opinión
pública en Estados Unidos.
Son fotomontajes que contienen una fuerza visual única, presentando
el contraste de la vida perfecta que vende la publicidad a las mujeres
con la lucha y las muertes producidas por la guerra. A lo largo
de la serie podemos observar mujeres que limpian las cortinas mientras
por la ventana un batallón de soldados prepara un ataque, o una casa
impecable en la que los soldados se esconden o mueren rodeados de
muebles de diseño. La serie tuvo un éxito sin igual, y por ello Rosler
mantuvo la idea de mezclar la vida cotidiana con la guerra para una
nueva serie realizada entre 2004 y 2008. En este caso, podemos observar a
mujeres haciéndose fotos con un teléfono móvil mientras a sus espaldas
se abre un escenario dantesco de muerte, bombas y destrucción.
Bringing the War home
es una nueva forma de fotomontaje en la que se plantean varias vías de
confluencia, por un lado la imagen de la mujer en el mundo de la
publicidad, por otro la cotidianeidad de la vida postmoderna en paralelo
a la destrucción del mundo, y sobre todo, el papel que la mujer acepta
en ese juego de evasión de la realidad. Es un gran ejemplo de las nuevas
prácticas de contrainformación feminista que después desarrollarían en
otros formatos y técnicas grandes artistas como Barbara Kruger, Jenny
Holzer o Lorena Wolffer.
Fuente: queaprendemoshoy.com
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