Louis Aragon y España
Pere Solà Solé.
Prólogo de Àngels Santa
Editions de la Universitat de Lleida
Un editorial de l’Humanité de diciembre de 2012 recordaba la
trayectoria del escritor y militante Louis Aragón, actor y testigo de
una época, en la que dejó constancia de sus acentos épicos e íntimos
inscritos en su escritura que supo y pudo desarrollarla por encima de
sus propias contradicciones sociales, personales y políticas. Vivió en
un tiempo en el que el compromiso de los intelectuales no encontró, a
veces, caminos de entendimiento, pero sí de polémicas y debates con
rasgos trágicos de ruptura y de incomprensiones, pero también de
comportamientos personales, aunque la mayoría de los escritores supieron
estar a la altura de las circunstancias históricas cuando éstas
demandaron estar unidos frente a la barbarie fascista o nazi.
Sobre su relación con España, Pere Sòla, autor de este libro, profesor
en la Universidad de Lleida, ha investigado sobre la vinculación de
Louis Aragón con España en los años veinte y treinta del pasado siglo.
Una aventura de grandes dificultades por la prometeica obra y vida de
Aragon de las que Pere Solà su autor las solventa alejándose del
academicismo, a pesar de la exhaustiva investigación que sostiene su
estudio y la cortesía de ofrecernos siempre los textos en francés,
traducidos al español, cuando son pertinentes para la compresión del
relato.
La exposición se articula en varios apartados en torno a criterios
cronológicos: 1º. Los años 20. Una década prodigiosa. 2º. Los años 30 y
época de compromiso y de lucha de 1940 a 1982. 3º Años de guerra y de
solidaridad en la que se incluyen los de la Segunda Guerra mundial, y
cuarto apartado en la que se explican las relaciones que Louis Aragon
tuvo con Rafael Alberti y María Teresa León, y los recuerdos y homenajes
a Antonio Machado, Federico García Lorca y a su “sueño de Granada.”
Sobre un fondo histórico el autor teje su evolución poética desde su
paso por el movimiento Dadá y su compromiso político que se inicia en
1919 cuando fue testigo de una huelga de mineros alemanes. Este hecho
se concretó en lo literario, primero, con adscripción a la corriente
iconoclasta de Dadá, para inscribirse más tarde en el Movimiento
Surrealista que en un periodo de gran interacción y complejidad política
y artística se va distanciando hasta llegar a la ruptura total. Es en
esta época, concretamente en 1925, cuando viene por vez primera a España
con una obra ya reconocida de la que habían dado cuenta las revistas de
literatura de las vanguardias españolas. Pere Solà señala que Aragon en
su manifiesto Declaración del 27 de enero de 1925, por primera
vez une las Palabras Surrealismo con Revolución para mejor comprender
así el significado de la conferencia que pronunció en la Residencia de
estudiantes: Acabaremos con todo. Y en primer lugar destruiremos
esta civilización que os es tan querida en la que sois modelados como
fósiles en el mineral, fragmento cuyo tono explica el malestar del
surrealista ante la sociedad burguesa y ante la guerra colonialista que
estaba a punto de empezar Francia en el Rif y que fue contestada por el
grupo de poetas surrealistas y en la que también intervino España.
En 1926 Louis Aragon vuelve a Madrid en compañía de Nancy Cunard con la
que viviría una turbulenta historia de amor y en donde percibe el
ambiente clerical español, negativa impresión que supera con el viaje a
Granada donde permanecerán durante tres días. Ya en Madrid, tras una
disputa amorosa, decide quemar el manuscrito de 1500 páginas de Defense de l’infini.
Un recuerdo de este viaje, que rememora en el poema “Chant de la Puerta
del Sol”, es cuando escuchó a un chico cantar quedándose sobrecogido
ante el quejido del canto del niño: “Es el grito del pueblo mártir / que os hunde en la espada / el puñal del jondo”.
En 1928 se produce el encuentro con Elsa Triolet, un encuentro decisivo
por el cambio que experimenta en su trayectoria política y poética y que
se irá consolidando con las sucesivas visitas que ambos hicieron a la
URSS. En su primer viaje asisten al II congreso Internacional de
Escritores Proletarios y Revolucionarios (Járkov, 6 al 15 de noviembre
de 1930) en el que pronuncia dos discursos polémicos que fueron
rechazados por los poetas del grupo surrealista por sus evidentes
contradicciones que resolvió con su artículo “El surrealismo al servicio
de la Revolución” y que significó la ruptura con el grupo, acción
antisurrealista que subrayaba con el libro Pérsecuté Persecuteur (1931).
Años más tarde, en 1974, realiza una autocrítica de este viaje a la
URSS: “He pagado muy caro el vértigo soviético en poder, en tener, que decirlo”, aunque años antes había confesado a P. Eluard: “No, Paul, no tuve razón contra ti ni contra André (Breton)”.
Después de la vuelta de la pareja, Louis y Elsa, de Moscú en 1933 donde
habían permanecido un año y donde habían descubierto el poema “Granada”
del poeta Svetlov, posteriormente traducido por Alberti, en agosto de
1934 vuelve para asistir al I Congreso de Unión de Escritores, junto a
una delegación de escritores franceses en un momento en el que el
estalinismo imponía su ley, y donde se establecieron los principios del
realismo socialista. Louis Aragon fue uno de sus principales impulsores
de esta tendencia o doctrina. En 1935 escribió Le realisme socialiste,
aunque al cabo de los años, como señala Pere Sòla muy bien documentado,
se produce un cambio sustancial. Una etapa en que no solo hace apología
del mismo, sino que además construye con varias novelas el ciclo Le Monde reél.
Louis Aragon y Elsa aún estaban en la URSS cuando se produjo el Golpe de
Estado contra la República española del que tomará conciencia de su
trascendencia cuando llegan a Francia para inmediatamente comenzar a
organizar las primeras medidas desde la Asociación Internacional de
Escritores para la Defensa de la Cultura: representaciones teatrales,
artículos, la llegada de la Cobla de Barcelona, orquesta a la que
acompaña en su gira por toda Francia, actos que pretendían dar a conocer
la cultura española. Al margen de estas actividades, una comisión
formada por Aragon, Elsa, Gustav Regler, Kurt Stern y Maurica Theullir y
el chófer deciden viajar a España donde estuvieron diez días, que
fueron descritos más tarde en el artículo Dix jours en Espagne de Elsa
Triolet. Barcelona, Valencia, Madrid… fueron un capítulo pleno de
conocimiento y compromiso: “Yo me comprometo en tanto que haya sobre
la tierra d’Espagne un fascista armado, un enemigo del pueblo español, a
dar nuestros días y nuestras noches, todos nuestros pensamientos, todos
nuestros sueños, toda nuestra fuerza, toda nuestra acción, para
sostener vuestra lucha… Nos convertiremos en portavoz de vuestra
gloria…” palabras dirigidas por Aragon en un mitin organizado por la Alianza de Intelectuales (25/10/1936).
Cuando regresa a París, su actividad no cesa desde diversas plataformas
como la revista Commune en la que se publicaron poemas de poetas
españoles y en la que ratificó la convocatoria del II Congreso
Internacional de Escritores Antifascistas en defensa de la cultura y la
“Déclaration des intélectuels republicans au sujet des évenements
d’Espagne”. Nunca le faltaron críticas a Aragón por su defensa del
estalinismo, pero también la publicación en estos momentos de su
artículo “Vérités élementaire” contra los trotskistas españoles, como
otras actitudes y escritos, aunque de algunos escribió años más tarde
las autocríticas correspondientes, fenómeno que pone al descubierto la
complejidad de una época en la que nadie pudo decir que estaba au dessus
de la melée.
Aragon y España, además de lo escrito, no se puede olvidar que a lo
largo de su vida España está presente en sus libros de poemas,
fundamental Les yeux d’Elsa, donde encontramos su sueño de la capital
andaluza y también en sus homenajes a poetas y pintores como Joan Miro y
Picasso. No falta en este libro un capítulo dedicado a la Resistencia
en Francia durante la ocupación nazi, donde sus poetas, como aquí
durante la Guerra civil lucharon contra el invasor con poemas que han
quedado en la memorabilidad de la historia.
Este estudio de Pere Sòla Solé se merece la atención historiográfica por
su rigor, profundización en las fuentes, narración de los
acontecimientos y porque se aleja de la hagiografía al no esconder ni
silenciar aquellos errores que Louis Aragon incurrió en su vida.
Antonio José Domínguez
Fuente: Mundo Obrero
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