TÍTULO: El último
DIRECTOR: F.W. Murnau
GUIÓN: Carl Mayer
MÚSICA: Giuseppe Becce, Florian C. Reithner, Karl-Ernst Sasse, Werner Schmidt-Boelcke
FOTOGRAFÍA: Karl Freund (B&W)
REPARTO: Emil Jannings, Maly Delschaft, Max Hiller, Emilie Kurz, Hans Unterkircher, Olaf Storm
PAIS: Alemania
DURACIÓN: 108 minutos
AÑO: 1924
Un portero (Emil Jannings) de un prestigioso hotel de la ciudad de Berlín, orgulloso de su labor y su uniforme, es respetado y considerado por sus vecinos y amigos, a quien saludan incluso con gesto militar.
Un buen día, el portero descubre que ha sido sustituido en su puesto por otro empleado más joven, siendo destinado como encargado de los lavabos.
Desesperado en su nueva situación, intenta ocultar el hecho a su familia y amistades, robando el uniforme para asistir con él a la boda de su hija.
Obra maestra rotunda de F. W. Murnau y una de las mejores películas de la historia del cine, dotada de un irresistible lirismo y exaltada en su emotivo retrato del personaje central, desarrolla con delicadeza y mimo en una perspectiva que mixtura naturalismo y expresionismo, la descripción de un añoso hombre, vejado en su trabajo y humillado en su dignidad como ser humano por una sociedad implacable e impía, que no respeta el valor de la experiencia y la dedicación y sí la explotación en base al beneficio monetario.
Este drama psicológico, escrito por Carl Mayer, carece totalmente de rótulos, recayendo la narración en el magistral trabajo de cámara de Murnau y Karl Freund, con una impresionante puesta en escena y unos innovadores movimientos de "cámara desencadenada", destacando las distorsiones ópticas y el pasaje onírico/embriagador en el cual Emil Jannings se tambalea borracho, acentuando de manera absorbente y realista las emociones de su personaje, colocando Freund la cámara en su pecho mediante un arnés, mientras mimetizaba el proceso interno del caracter observado.
Estos movimientos no son fatuos artificios ni complacencias efectistas, sino que se establecen en pos de su función narrativa, hecho muy diferente a las (generalmente) petulantes boberías derivadas de universos al margen del verdadero lenguaje cinematográfico.
Destacan también el simbolismo y las metáforas empleadas con el uniforme, que presenta diáfanas vinculaciones históricas con la derrota germana de la Primera Guerra Mundial y la enorme actuación del genial Emil Jannings, uno de los grandes intérpretes que ha conocido el séptimo arte.
Murnau quería que "El último" culminará de manera trágica, pero la UFA le sugirió que el final fuese menos crudo que la última y sensacional escena del film, de un sufrimiento en su decadencia personal y aislamiento social sobrecogedor.
Para ello tuvo que añadir un epílogo final, mostrando una situación bastante exagerada que tanto parodiaba los "happy end" tradicionales como ironizaba sobre el valor prioritario en esta sociedad capitalista: el mero pecunio.
Fuente: El Criticón
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