![Imagen del artista en la exposición ‘Rafael Canogar. [I]Realidades [Obras 1949-2024]’ de CentroCentro, en Madrid](https://sp-ao.shortpixel.ai/client/to_webp,q_glossy,ret_img,w_750,h_473/https://diario.madrid.es/wp-content/uploads/2025/03/Rafael-Canogar-principal-750x473.jpg)
Rafael Canogar en CentroCentro: la muestra de una vida entregada al arte
Pocos artistas han dejado una huella tan profunda en el arte contemporáneo español como Rafael Canogar. Testigo y protagonista de su evolución, este artista, nacido en 1935 en Toledo, ha dedicado su trayectoria a reinventar la pintura, desafiando sus límites y explorando nuevas formas de expresión. Su obra es el reflejo de una búsqueda incesante por el cambio y la innovación, un testimonio de su constante exploración de nuevos lenguajes visuales.
El pintor toledano, con una gran vinculación a Madrid, ha recibido numerosos reconocimientos a lo largo de su carrera, entre los que se encuentran: el Premio Nacional de Bellas Artes, académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres. Sus obras forman parte de importantes colecciones y museos, tanto en España como en el extranjero, incluyendo el Museo de Arte Abstracto Español en Cuenca, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid, el MoMA de Nueva York, Pasadena Art Museum, Hamburg Kunsthalle o el Museo Rufino Tamayo de Ciudad de México. En 2024 se inauguró en Toledo, su ciudad natal, el Espacio Rafael Canogar.
Hoy, su legado cobra una nueva dimensión con la exposición ‘Rafael Canogar. [I]Realidades [Obras 1949-2024]’ en CentroCentro. Esta muestra cuenta con cerca de sesenta obras fechadas entre 1949 y 2024, procedentes en buena parte de su colección personal, que invitan a los visitantes a sumergirse en su universo creativo. “Creo que esta exposición en CentroCentro me permitirá mostrar parte de esa compleja y larga evolución de mi obra que ha sido desarrollada en Madrid”, ha confesado mientras mostraba su alegría por estar en este espacio. “Yo he nacido en Toledo, pero vine de muy niño y me siento muy madrileño, y que se exponga mi obra en CentroCentro me hace muy feliz”.
La retrospectiva imprescindible en CentroCentro
Esta exposición, que estará abierta hasta el 18 de mayo, no es solo un homenaje a su carrera, sino una oportunidad para recorrer los diferentes ciclos de su evolución artística. Está comisariada por Alfonso de la Torre, teórico y crítico de arte y especialista en el surgimiento del mundo abstracto en Europa durante la posguerra, y reúne cerca de 60 obras que abarcan desde los inicios de Canogar hasta sus creaciones más recientes, ya que el artista sigue en activo hoy día.
“Tengo muchos años y sigo pintando cada día, pero no pinto por tener más cuadros, es una especie de recorrido, de programa que tiene que terminarse”, contó Canogar con motivo de la inauguración de la muestra. “Estoy volviendo a recuperar ciertas raíces de la pintura expresionista, del informalismo, porque fue una forma de expresarse enormemente rica y se interrumpió por unos modelos muy de moda como el pop, como las instalaciones” relató el pintor al tiempo que confesaba que “en otros momentos me interesó dar un grito de rebeldía, ahora me gusta dar un grito en búsqueda de la belleza, terminando mi ciclo creativo ofreciendo el máximo de belleza, la suma de todo lo que me ha ocurrido en mi vida artística”.
CentroCentro es el escenario perfecto para este encuentro con la obra de Canogar. La muestra no solo ofrece una selección de sus cuadros más representativos, sino que también invita a la reflexión sobre el impacto de su legado en la pintura contemporánea.
Distribuida en cinco capítulos, nos da una visión panorámica de la evolución artística de Canogar:
- ‘Naturaleza, que me has conmovido’: Este apartado se inicia con un paisaje de 1949, representando el jardín de Vázquez Díaz, y se complementa con obras abstractas recientes que evocan la naturaleza, conectando el inicio y la madurez del artista.
- ‘Circa 1957. La materia y el signo: el arte otro’: Se centra en la etapa informalista y la participación de Canogar en el grupo El Paso, mostrando piezas que destacan por su riqueza matérica y gestualidad.
- ‘Abstracciones y construcciones: circa los ochenta’: Refleja la transición hacia una abstracción más geométrica y estructurada, evidenciando la evolución de su lenguaje plástico.
- ‘Circa 1968. Realeza secreta del dolor’: Reúne obras de contenido social y político, donde la persona es protagonista en escenas de denuncia y reflexión sobre la condición humana.
- ‘1954-1955. Klee y Miró, mágicos’: Cierra la exposición con piezas que evidencian la influencia de maestros como Paul Klee y Joan Miró en la obra de Canogar, destacando su interés por lo mágico y lo onírico
Los inicios de un artista de una trayectoria única
El despertar artístico Rafael Canogar comenzó en los años cuarenta, cuando aún era un adolescente con una gran facilidad para el dibujo, afición que compartía con su padre. Fue en esa década cuando Daniel Vázquez Díaz, maestro de creadores, marcó su primera etapa formativa tras aceptarlo como discípulo después de ver sus cuadros. Con él, aprendió no solo la disciplina del oficio, sino también la importancia del color y la síntesis formal.
Sin embargo, la inquietud de Canogar le llevó a explorar más allá de los cánones establecidos, buscando nuevas formas de expresión. Fue en el taller de Vázquez Díaz donde oyó hablar por primera vez de artistas contemporáneos como Braque o Picasso por los que empezó a interesarse. Además, su formación se vio enriquecida por sus viajes y el contacto con otros artistas contemporáneos, lo que le permitió desarrollar una voz única en el mundo del arte que ya se vio marcada desde 1955, cuando bajo la influencia de Miró pintó sus primeras obras abstractas.
El Paso y la revolución informalista
A finales de los años cincuenta, el arte español estaba a punto de estallar y un grupo de artistas jóvenes decidió unirse para sacudir el panorama. Así nació en 1957 El Paso, un colectivo que, más que un grupo, fue una declaración de intenciones ya que nació como «actividad que pretende crear un nuevo estado de espíritu dentro del mundo artístico español». Junto a otros miembros del grupo como Antonio Saura, Manolo Millares, Luis Feito o Pablo Serrano, Rafael Canogar se convirtió en una de las voces de esa generación que buscaba devolverle a la pintura su capacidad de conmover y sacudir conciencias.
El Informalismo, un movimiento artístico abstracto que surgió en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, especialmente en los años 50 y 60, se caracterizó por una pintura en la que prima la expresión del artista sobre cualquier forma predefinida. En España, el Informalismo se convirtió en una vía de escape ante la rigidez cultural de la época, y el El Paso fue fundamental para la consolidación de este movimiento, que abrió el camino a nuevas formas de expresión más libres y experimentales.
El Paso fue el grupo más relevante en la configuración de la vanguardia en la posguerra española, fundamental en la internacionalización de nuestro arte. El colectivo se disolvió en 1960, pero su influencia perduró en la evolución del arte contemporáneo en España.
Durante esta etapa, la obra de Rafael Canogar se caracterizó por una intensa exploración de la materia pictórica. Sus lienzos se poblaron de texturas densas, surcos y relieves que evocaban paisajes desolados y emociones contenidas. Obras como Toledo (1960) son emblemáticas de este periodo, donde la ciudad donde nació el artista es reinterpretada desde una óptica abstracta.
De la abstracción a la figura: el arte como crónica del presente
A partir de los años sesenta, Canogar comenzó a reintroducir la figura humana en sus composiciones. No se trataba de un retorno a la tradición académica, sino de un giro hacia una nueva manera de narrar. El artista entendía el arte como una herramienta para cuestionar el mundo, para poner en evidencia sus contradicciones.
Después de Los Novios (1967) o La mujer con sombrero (Después de Rubens) de 1966, Canogar oscurece sus obras y las carga de compromiso social, al reflejar sus preocupaciones sobre esa época en España. Piezas como La familia (1968) y La policía en acción (1969) son testimonios de esta etapa, donde las figuras emergen del fondo oscuro, casi fantasmagóricas, denunciando la violencia y la opresión imperantes. En Escena urbana (1970), una multitud anónima se desplaza en un espacio ambiguo, simbolizando la despersonalización y el anonimato de las masas urbanas.
Retorno a la abstracción y exploraciones contemporáneas
A partir de los años setenta, Rafael Canogar retomó la abstracción y bidimensionalidad, pero desde una óptica renovada. Sus obras se volvieron más geométricas y estructuradas, explorando las posibilidades del color y la forma. Este periodo se prolonga hasta principios de los noventa, momento en el que el artista se centra en el trabajo con texturas y relieves, aunque los negros y rojos, tan habituales de su práctica pictórica, siguen muy patentes.
Fuente: Ayuntamiento de Madrid
OBRAS DE DENUNCIA ANTIFRANQUISTA DE LA EXPOSICIÓN RETROSPECTIVA DE RAFAEL CANOGAR EN EL ESPACIO CENTRO CENTRO DE MADRID:
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