viernes, 27 de febrero de 2009

"EL PROBLEMA DE LAS NACIONALIDADES EN ESPAÑA A LA LUZ DE LA GUERRA POPULAR DE LA INDEPENDENCIA DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA"

ARTÍCULO DEL DIRIGENTE COMUNISTA VICENTE URIBE PUBLICADO EN 1938

El problema de las nacionalidades en España no puede ser examinado separadamente de la cuestión nacional general de España, de la revolución democrática de toda España, de la guerra por la libertad y la democracia. La cuestión de las nacionalidades, en el período actual, tiene que ser tratada necesariamente dentro del conjunto de las circunstancias históricas del momento y las obligaciones que de ahí se derivan, cuyo desarrollo y ejecución asegurarán el triunfo sobre los invasores fascistas alemanes-italianos y sus agentes.
La solución acertada de las reivindicaciones democráticas y parciales de las distintas nacionalidades de España se encuentra únicamente tomando en consideración todas las particularidades y condiciones interiores y exteriores del desenvolvimiento de la lucha general de todos los pueblos españoles para restaurar y consolidar la independencia e integridad de la Patria. Asimismo la guerra por la independencia de la República española no se puede examinar sin tener en cuenta su contenido social político interior y las condiciones internacionales que la rodean. Solamente de esta forma encontraremos los motivos teóricos exactos de la posición político-práctica que en esta guerra tenemos los proletarios y los comunistas de España y de todo el mundo. Al mismo tiempo que los más consecuentes internacionalistas somos los más fieles luchadores y defensores de la República española; los más entusiastas defensores de la Patria española; los más fieles ardientes patriotas de la España democrática; los más decididos enemigos de toda tendencia separatista; los más convencidos partidarios de la Unidad Nacional, del Frente Popular, de la Unidad popular. El punto de partida para el esclarecimiento de todos los problemas planteados es, indudablemente, la cuestión de la substancia del carácter de la guerra actual de España. ¿Qué es lo que determina el carácter de la guerra? El carácter de la guerra actual de España está determinado por los grupos sociales, clases o fuerzas que la dirigen, en interés de qué grupos, clases o fuerzas se hace la guerra, qué intereses políticos se pretenden alcanzar a través de ésta.
La agresión del fascismo contra la República
¿Cómo se plantea la cuestión del carácter de la guerra por parte de los enemigos de la República? Como es sabido, la guerra contra la República española empezó el 18 de julio de 1936 con la rebelión militar de los generales reaccionarios fascistas. Junto a ellos, se sublevaron los elementos monárquicos fascistas de la oficialidad, la aristocracia terrateniente y los magnates financieros, el alto clero, los caciques y usureros, los grupos fascistas, la mayoría de la Guardia civil y los elementos corrompidos y putrefactos de la burguesía. La rebelión fue el resultado de la conspiración políticomilitar contra el Poder legítimo constitucional del país, contra el régimen democrático existente. Los planes estratégicos militares del complot, sus fines políticos y medios de ejecución fueron examinados y decididos mucho antes de julio del 36, junto con Berlín y Roma. Ahora todo el mundo sabe que HitIer y Mussolini fueron los principales instigadores y dirigentes del complot; fueron, y continúan siendo, los supremos iniciadores y dirigentes de la guerra contra la República española.
En los primeros días de la sublevación los conspiradores fueron estrangulados en la mayor parte del país y en las principales ciudades. A la rebelión de los traidores el pueblo contestó con la autodefensa armada. La sublevación militar fascista podía considerarse vencida, pero la República y el pueblo español tropezaron inmediatamente en territorio nacional con la fuerza armada de los invasores fascistas germanoitalianos.
A fines de julio del 36 nos encontramos ya con una verdadera guerra contra la República española, guerra en la que participan, a la cabeza de los generales traidores y fascistas españoles, los Estados Mayores de Berlín y Roma, la GESTAPO y la OVRA, Hitler y Mussolini. Muy pronto se manifestó, y se hizo evidente para todo el mundo, que los generales traidores Franco, Mola, Sanjurjo y compañía, no son sino agentes ejecutores de los planes políticomilitares del imperialismo fascista italoalemán. ¿Qué intereses defienden? ¿Qué fines políticos se persiguen en la guerra contra la República? Por parte de los generales traidores, terratenientes, caciques, magnates financieros, reaccionarios y fascistas españoles, en la guerra contra la libertad y la independencia de la República se persiguen los siguientes fines: restauración de la dominación económica y política de la aristocracia agraria y financiera, de la casta militar, de la nobleza y del alto clero, la liquidación completa de todas las reformas y transformaciones económicas y sociales hechas por la República, la liquidación de la constitución del régimen republicano democrático y de las libertades populares. El pueblo debe transformarse en un rebaño silencioso de esclavos.
En la guerra contra la República los generales traidores y sus amos buscan el exterminio de las conquistas nacionales de Cataluña, Vasconia y Galicia, la supresión de sus Estatutos, destruyendo todos los elementos de la cultura nacional propia de estos pueblos. Donde domina la facción se persigue implacablemente el uso del idioma, como en Euzkadi; habiendo introducido un régimen de asimilación bárbara y policiaca. Los elementos más representativos de las organizaciones obreras, y en general de todos los Partidos y organizaciones democráticas, incluidos los mejores representantes de las Regiones autónomas, son exterminados físicamente y en masa por los traidores entregados al fascismo extranjero.
La dominación fascista significa el arrasamiento de todo lo progresivo y democrático y la introducción de un régimen de terror combinado con los métodos más bárbaros de la Inquisición medieval y la esclavitud colonial. Además, no hay que olvidar que la guerra la dirigen Alemania e Italia fascistas y, por consiguiente, éstos, como dirigentes principales, tienen sus propios fines. Las características políticas y de clase del régimen fascista, en Alemania e Italia, son ya conocidas hace mucho tiempo por todo el mundo; es la dominación de la dictadura terrorista, de la fracción más reaccionaria, más chovinista, más militarista y agresiva del capital financiero, de la gran burguesía.
Bajo la dominación brutal de estos elementos gimen oprimidos los pueblos de Italia y Alemania. En beneficio de estos explotadores fue estrangulada Abisinia; ha sido aplastado el pueblo austríaco; preparan la invasión bandolera contra Checoslovaquia, Rumania, Hungría, los demás países balcánicos, contra los países bálticos, contra los pueblos escandinavos, contra Holanda, Dinamarca, Bélgica, la U.R.S.S. En provecho de esta misma burguesía financiera y reaccionaria, ha comenzado y continúa la guerra contra la República española. Esta guerra es una etapa transitoria hacia la guerra mundial, preparada abiertamente por los fascistas de Alemania e Italia. En el esquema general de la política internacional y de los planes mundiales de conquista de Hitler, Mussolini y el Japón, la guerra contra Manchuria, China, Abisinia, España, Austria, son etapas, eslabones de una misma cadena. En sus imaginaciones sangrientas los fascistas alemanes, italianos y japoneses, no sólo prevén la desaparición de China y España, sino también la desaparición y disgregación de Francia e Inglaterra, la ocupación de sus posiciones coloniales, la desaparición de la U.R.S.S., el aplastamiento de todos los demás países y Estados independientes. Sobre los escombros del actual mapa político de Europa y del mundo deben levantarse, según los planes «reales» de Hitler, Mussolini y el Japón, tres Imperios fascistas mundiales. De aquí se desprende claramente la suerte que preparan a España el fascismo alemán e italiano, en caso de victoria sobre la República.
La circunstancia de la solidaridad con Hitler y Mussolini, expresada por Deterding y los grupos reaccionarios fascistas de las oligarquías financieras de la Gran Bretaña, Francia y otros países, no aminora, sino que subraya con mayor fuerza el carácter bandolero de pillaje, reaccionario y destructor de la guerra contra la República española. El aniquilamiento de la democracia y de la independencia de España debe ser, según los cálculos de Mussolini y de Hitler, un factor de consolidación del régimen fascista de Italia y Alemania; un factor de destrucción de los derechos y libertades democráticas de los demás países. La guerra contra la República española es una guerra de bandidaje, de rapiña, reaccionaria, imperialista, colonial, conquistadora, de abolición de la cultura y dirigida, no sólo contra los intereses y libertades de los pueblos de España, sino contra los intereses, libertades, conquistas y reivindicaciones democráticas de los trabajadores de todo el mundo; es una guerra contra el progreso, la libertad y aspiraciones culturales de toda la humanidad.
¿Qué defiende la República española?
Examinemos ahora cómo se plantea la cuestión del carácter de la guerra por parte de la República española. En la guerra participan las grandes masas del pueblo, obreros, campesinos, intelectuales, funcionarios, empleados, pequeña burguesía de las ciudades, elementos republicanos y demócratas, y grupos de la burguesía. En la guerra participan todos los patriotas españoles honrados, las masas populares de Cataluña, Euzkadi y Galicia, una parte considerable de elementos nacionalistas de las organizaciones vascas. La enorme y aplastante mayoría del pueblo español se ha puesto desde los primeros días de la guerra al lado de la República. La guerra, así como toda la política de la República, la dirigen los Poderes legítimos del país, creados democráticamente sobre la base de la Constitución. Las tareas y los fines de guerra son: Defensa del país contra los conquistadores italogermanos; defensa de la independencia político-estatal y la integridad territorial de España; conservación del régimen republicano y democrático; defensa de los derechos y libertades de todos los pueblos de España; defensa de los intereses políticos, morales y culturales de los obreros, campesinos, de los trabajadores de toda la Nación. La República lucha por asegurar al país y a todo el pueblo las condiciones necesarias para el progreso económico, rápido y pacífico, para asegurar y consolidar aún más la colaboración y conjunción creadora de todos los pueblos de España; para asegurar y conservar el régimen de libre determinación política y cultural de todas las tendencias democráticas, de todos los partidos y organizaciones. La República lucha por una colaboración y solidaridad activa con todos los países y pueblos democráticos, por la causa general de la conservación de la paz mundial; contra los incendiarios de una guerra mundial. De manera que estando obligada a luchar en los campos de batalla, la República española hace una guerra popular nacional, libertadora, progresiva, revolucionaria, democrática en interés de toda la Nación española; en interés de todos los pueblos hispánicos; en interés de los derechos y libertades democráticas y las conquistas y reivindicaciones de los pueblos de todo el mundo; en interés de la paz mundial. Asegurar el triunfo de la República contra sus enemigos; en esto consiste el problema fundamental, la tarea central a la que deben ser sometidas todas las demás cuestiones, tareas, problemas, consideraciones y preocupaciones. Afortunadamente las masas populares de España han comprendido la cuestión precisamente de esta manera, y hace ya dos años que el pueblo español lucha heroicamente contra los conquistadores italogermanos y sus agentes. Desde hace dos años está realizada, prácticamente, con las armas en la mano, la unidad nacional en todo el país, unidad combativa e inseparable de todas las capas del pueblo, por la causa común y contra el enemigo común. A la suerte de la República española va unida la suerte y la libertad de todos los pueblos de España.
La unión de los pueblos de España
Las cuestiones particulares nacionales de los catalanes, vascos y gallegos están ligadas vitalmente con la cuestión nacional de toda España. Se han convertido en cuestión particular de la guerra democrática de toda España por la independencia. Los intereses nacionales específicos, la pequeña Patria de los catalanes, vascos y gallegos, se ha convertido en parte inseparable de los intereses generales de la gran Patria de todos los pueblos de España. Es indudable que los intereses nacionales, particulares, de las distintas nacionalidades de España no han desaparecido, no se han borrado. Existen y se han hecho aún más sensibles, puesto que han sido comprendidos por las masas, aun mejor que antes. Precisamente por esto, la democracia revolucionaria de toda España, la guerra popular de todo el país por la independencia ha adquirido enorme amplitud y extraordinaria fuerza. Las masas populares de Cataluña, Euzkadi y Galicia han comprendido que todos los derechos, libertades y reivindicaciones particulares, de carácter nacional demócrata, se han convertido en parte integrante, inseparable de la consigna general de todos los pueblos españoles: Conservar el régimen democrático; defender la independencia e integridad de la República española. Los sentimientos nacionales, el patriotismo y el amor a la libertad de los catalanes, vascos y gallegos, se han confundido en el círculo general, potente y combativo del gran patriotismo revolucionario de todos los luchadores en defensa de la independencia y la libertad de España republicana y democrática. Las grandes masas del pueblo sienten y comprenden que la defensa de la independencia, de la integridad y la democracia de España, que la defensa de la República española es la causa común de todos y un deber, un honor y un motivo de orgullo para todas las nacionalidades de España. Pero no es únicamente el deber de los pueblos españoles. El cerebro más genial de nuestra época, el camarada Stalin, con su gran perspicacia político-histórica, ha apreciado exactamente que «la liberación de España de la opresión de los reaccionarios fascistas no es un asunto privado de los españoles, sino la causa común de toda la humanidad avanzada y progresiva». La lucha de los pueblos españoles por la libertad y la independencia de la República, se ha convertido en la causa común de la democracia mundial.
La cuestión nacional en nuestros días
Por esta razón, la cuestión de las nacionalidades en España se plantea actualmente de distinta forma que antes. Anteriormente, durante la monarquía, catalanes, vascos y gallegos se encontraban en una situación de desigualdad y de opresión. Su lengua y cultura, aherrojadas por el poder monárquico; el movimiento de libertad nacional, perseguido a sangre y fuego; la política de opresión llevada a cabo por la monarquía contra los catalanes, vascos y gallegos, estaba determinada por la dominación de los terratenientes, de la aristocracia bancaria y financiera, del alto clero, de la casta militar y de la nobleza. Cuanto más fuerte era esta dominación, tanto más reaccionario era el régimen político en todo el país y tanto más fuerte la política de opresión nacional. Con este motivo, es de interés recordar las magníficas palabras del camarada Stalin en su informe sobre la cuestión nacional en la Conferencia de abril de 1917 del Partido Socialdemócrata Obrero Ruso (Bolchevique). El camarada Stalin planteó la cuestión del porqué en los diversos países existen distintas formas de opresión nacional; por qué en un país la opresión nacional es más fuerte y dura que en otros, y cómo se explica la política diferente hacia las nacionalidades en los distintos países. El camarada Stalin contestaba así: «Con la diferencia en el grado de democratización de estos Estados. Cuando a la cabeza del poder estatal de Rusia, en los años anteriores, estaba la aristocracia agraria, la opresión nacional podía tomar, y tomaba efectivamente, las formas escandalosas de pogroms y de fusilamientos en masa. En Inglaterra, donde existe hasta cierto grado una democratización y libertad política, la opresión nacional tiene unas características menos duras. Y en lo que se refiere a Suiza, ésta se acerca a la sociedad democrática; las pequeñas nacionalidades tienen más o menos completa libertad. En una palabra, cuanto más democrático es el país, tanto más débil es la opresión nacional y viceversa. Puesto que en la palabra democratización nosotros entendemos la existencia de determinadas clases que se encuentran en el poder, podemos decir desde este punto de vista que cuanto más cerca del poder se encuentra la antigua aristocracia agraria, como lo fue en la Rusia zarista, tanto más fuerte es la opresión y tanto más escandalosas sus formas.» {(1) El subrayado es mío. V.U.}
Con el derrumbamiento de la monarquía en España, fue derrumbada también la dominación de los terratenientes. El establecimiento de la República condujo a un mejoramiento considerable en la situación de las nacionalidades de España. En primer término, porque todo el país adquirió amplios derechos y libertades democráticas, y empezaron a realizarse ciertas transformaciones económicas, sociales y culturales. En segundo lugar, porque los catalanes, vascos y gallegos adquirieron el derecho a la autonomía regional. Está fuera de duda que la República ha satisfecho en una medida considerable las reivindicaciones fundamentales de las pequeñas nacionalidades. Pero, incluso en la República del 14 de abril, la desigualdad nacional seguía existiendo de hecho, aunque no formalmente. Es un fenómeno que se puede explicar con relativa facilidad. Quedaron algunos elementos de la opresión y desigualdad nacional, puesto que la República no mermó, más que muy débilmente, la potencia económica de los terratenientes, del Capital Financiero y de la Iglesia. La República no se atrevió a quebrantar en forma sensible la fuerza económica, la base material de la reacción y del fascismo del país. Tampoco fueron importantes las transformaciones realizadas por la República en el aparato estatal; el Ejército, la Policía, la Guardia civil, la Burocracia parasitaria, conservaron casi completamente, hasta julio del 36, su antigua composición, su vieja estructura, sus antiguas funciones; el espíritu de odio contra el pueblo y los métodos bárbaros de caciquismo. Está claro que todo esto obstaculizaba el desarrollo y consolidación de la República, favorecía la cohesión de las fuerzas reaccionarias y el crecimiento de su agresividad contra el régimen democrático de todo el país en general, y contra los derechos y libertades democráticas de los catalanes, vascos y gallegos en particular. Como es sabido, durante los cinco años de régimen republicano, la reacción, más de una vez, se lanzó ferozmente contra estas nacionalidades, como asimismo contra la democracia española. Semejante situación no podía por menos de provocar un aumento de temor, de descontento de las masas populares contra el aparato estatal de la República, cuyas palancas fundamentales, con mayor o menor rapidez, en grandes o pequeñas proporciones, pasaban a manos de la reacción. Tal estado de cosas no podía dejar de provocar también el descontento y la enemistad legítima de los catalanes, gallegos y vascos contra estos aspectos de la política de la República en aquel período.
Contenido de los cambios operados en la situación
Sin embargo, después del 18 de julio de 1936 se creó una situación completamente distinta. Los días de julio del 36 fueron la continuación histórica de abril del 31. Después de julio del 36 cambiaron radicalmente las relaciones políticosociales y de clase en el país; cambió la composición social y la estructura política del aparato del Estado; cambió radicalmente la situación de las nacionalidades. ¿En qué consiste el contenido de estos cambios?
Primero. En que (y esto es lo más principal, fundamental y decisivo) en el territorio de la República han desaparecido las clases, los elementos y las fuerzas que eran portadoras y conductoras de la política de opresión nacional. En el territorio de la República desaparecieron los terratenientes, los caciques, los usureros, los magnates financieros, el alto y rico clero, la oficialidad de casta, la Guardia civil.
Segundo. En que el aparato estatal sufrió una transformación y renovación muy seria. En lugar del antiguo ejército, instrumento en manos de los opresores de todos los pueblos de España, ha sido creado un potente Ejército regular popular de la República, cuyos mandos los componen los hijos del pueblo, obreros, campesinos, pequeños burgueses, intelectuales, trabajadores, como también oficiales profesionales leales al pueblo y a la República. En este Ejército, al lado de los mandos militares, los Comisarios, reclutados entre los más fieles luchadores del pueblo, por la libertad y la democracia, efectúan un trabajo político y de educación. En el Ejército republicano, compuesto de esta forma, todo el pueblo español, todas las nacionalidades encuentran un potente apoyo y una garantía decisiva para sus derechos y libertades democráticas. Este Ejército, que lucha con enorme heroísmo por la independencia nacional y por la libertad de España y de todos los pueblos españoles, el Ejército de la democracia revolucionaria, será la salvaguardia de los derechos y libertades democráticas, tanto del pueblo español como de las distintas nacionalidades. Transformaciones análogas a las del Ejército han sido realizadas en todas las ramas del aparato estatal.
Tercero. En que la clase obrera no sólo se encuentra a la vanguardia de la lucha de todo el pueblo por la libertad, la independencia y la democracia, sino que juega un papel decisivo en la determinación y ejecución en la política general del Estado. La clase obrera está interesada vitalmente en la conservación y perfección del régimen democrático; en que se realice la colaboración creadora y solidaridad fraternal de todos los pueblos españoles.
Cuarto. En la República han conseguido enorme peso específico de carácter político el Partido Comunista, el Partido Socialista, la U.G.T. y C.N.T. y la Alianza Nacional de la Juventud. Estas organizaciones, por sus características, son las más decididas partidarias de una amplísima democracia política para todo el país y, por consiguiente, para todas las nacionalidades de España.
Quinto. En que se ha consolidado una nueva forma de colaboración democrática en la vida de la República, el Frente Popular, en el cual participan, con los mismos derechos, representantes de todos los partidos democráticos y organizaciones de todas las nacionalidades.
Y sexto. En que el Gobierno de la República es un Gobierno de Unión Nacional, que expresa y ejecuta la voluntad del pueblo, que realiza una política correspondiente a los intereses generales, a la libertad y a los derechos democráticos de todo el pueblo, política que satisface las demandas nacionales democráticas de los catalanes, vascos y gallegos. La política del Gobierno de Unión Nacional, presidido por el camarada Negrín, está claramente manifestada en el punto 5º del programa aprobado por el Consejo de Ministros. Dice así: «Respeto a las libertades regionales, sin menoscabo de la unidad española. Protección y fomento al desarrollo de la personalidad y particularidades de los distintos pueblos que integran España, como lo imponen un derecho y un hecho históricos, lo que, lejos de significar una disgregación de la Nación, constituye la mejor soldadura entre los elementos que la integran.»
Así, pues, la situación general creada en la República, después de julio del 36, se caracteriza: de un lado, por la falta de cualquier motivo e interés material, económico, social o político, determinante de situación privilegiada de una nacionalidad y de situación de desigualdad para las demás nacionalidades; y, de otro lado, por la existencia de todas las condiciones y factores necesarios para una colaboración activa y fraternal, cada vez más estrecha, entre todos los pueblos españoles, sobre la base de una confianza mutua y de la unidad combativa, inseparable, por la causa general contra el enemigo común. En nuestro país, en la República española, se ha creado una situación que corresponde enteramente a la situación que se imaginaba Lenin al formular el primer párrafo del proyecto de resolución sobre la cuestión nacional en la Conferencia de abril de 1917 del Partido Socialdemócrata Obrero Ruso, cuando dice: «En la medida que se pueda realizar en la sociedad capitalista la liquidación de la opresión nacional, esto es posible únicamente en un régimen y en un sistema estatal republicano, consecuentemente democrático, que garantice la plena igualdad de todas las naciones y lenguas.» En nuestro país, después de julio del 36, existen efectivamente un régimen y un sistema de Estado consecuentemente democrático y republicano.
Desde luego puede hablarse de casos aislados, que indudablemente existen, encontrados en uno u otro eslabón del aparato del Estado, en ésta o en la otra capa del pueblo, en unos u otros partidos u organizaciones, donde se hallan individuos que manifiestan una conducta de desprecio y humillación hacia las nacionalidades no castellanas. Si observamos más de cerca a esa gente que mantiene tal actitud, veremos que también están en contra de los derechos y libertades democráticas de todo el pueblo español. Estos elementos tienen que ser desenmascarados despiadadamente, puesto que con su conducta no hacen más que ayudar a los enemigos de la República. Tales individuos no son menos peligrosos que los saboteadores, encubiertos agentes del enemigo. Por otro lado, es preciso que todos los partidos democráticos, y en primer término los partidos y organizaciones obreras, efectúen un gran trabajo sistemático de educación política entre las masas populares para librarlas completamente de los restos de influencias de ideas reaccionaras, de falta de suficiente respeto y sensibilidad en relación con las nacionalidades no castellanas del pueblo español. Subrayemos que en la zona ocupada por los fascistas italoalemanes han sido abolidas todas las libertades y derechos democráticos, inclusive las libertades y derechos de las pequeñas nacionalidades. La primera medida de las fuerzas fascistas ocupantes, en cuanto pusieron su garra sangrienta en territorio vasco o terreno catalán, fue la abolición de los Estatutos de Euzkadi y Cataluña. Los fascistas persiguen, encarnizadamente, el empleo de la lengua materna de los vascos, gallegos y catalanes. El odio rabioso del fascismo se ceba en los mejores hijos de Euzkadi, Galicia y Cataluña que han tenido la desgracia de caer en sus manos. La liberación nacional de catalanes, vascos y gallegos, así como la liberación nacional de todas las regiones españolas sometidas al yugo terrorista de los bandoleros fascistas alemanes e italianos es, precisamente, el deber sagrado e inmediato del Ejército republicano.
¿Ha sido comprendida por los dirigentes políticos y representantes verdaderos de los pueblos catalán, vasco y gallego la nueva situación de las nacionalidades de la España republicana después de julio del 36? Sin duda alguna, ha sido comprendida. La demostración evidente de esto consiste en que dichos dirigentes y representantes participan de manera voluntaria y entusiasta, junto con su pueblo, en todos los terrenos de la lucha general por la defensa de la República, de la libertad y de la independencia. Otra demostración de esto es que, con la colaboración activa y por propia iniciativa de estos dirigentes, todos los recursos económicos y financieros de las regiones autónomas han sido incluidos en el fondo general y único de la República.
Es verdad que, tanto entre los vascos como entre los catalanes, se encuentran algunos individuos que conservan antiguos conceptos formados en las viejas condiciones políticas. Estos elementos no han querido darse cuenta de la nueva situación; no han podido, o no han querido, examinar en forma crítica los conceptos heredados de períodos anteriores e intentan resucitar, entre ciertos núcleos del pueblo –afortunadamente sin resultado alguno– los antiguos sentimientos de desconfianza y enemistad hacia la República. Particularmente intentan desprestigiar la significación efectiva de estas u otras medidas de la República, absolutamente necesarias durante la guerra, y que coinciden plenamente con los intereses de las Regiones autónomas. Quienes de tal manera proceden son gentes que se equivocan de buena fe, o que reflejan inconscientemente la influencia del enemigo. No se dan cuenta de que, usando argumentos formalmente jurídicos y pretendiendo servirse de las letras de los estatutos, realizan, de hecho, una campaña reaccionaria y antirrepublicana contra la democracia española en general y contra el espíritu democrático de los estatutos en particular. En estos casos se trata, desde luego, de gente honrada y amante de su país. Sin embargo, encontramos con mayor frecuencia conductas que nada tienen que ver con la honradez y con el amor al país. En mayor grado nos encontramos, en este sentido, con provocadores encubiertos, con trotskistas, con agentes de Franco, Mussolini, Cambó y compañía. Por regla general, estos elementos son enemigos del pueblo y actúan bajo la máscara de un nacionalismo cerrado y egoísta, pero de hecho reaccionario, que convierte los distintos párrafos de los estatutos o de la Constitución en sofismas reaccionarios. Su tarea consiste en crear el mayor número de dificultades, introducir la disgregación, provocar discordias, debilitar la Unidad nacional de todos los pueblos de España. Es natural que contra dichos sujetos se impone una lucha despiadada y la obligación de descubrir, ante el pueblo, su verdadera faz de enemigos de la República. También es fácil encontrar gentes que, con el pretexto de una supuesta salvaguardia de la inviolabilidad de las normas jurídicas constitucionales de las regiones autónomas, con sus actos no defienden los intereses nacionales efectivos de estas regiones ni los derechos y libertades democráticas, sino los restos y residuos del aislamiento medieval del provincialismo.
He aquí, brevemente bosquejados, los nuevos aspectos fundamentales que hoy día hallamos en el planteamiento de la cuestión nacional en España. Podemos estar completamente seguros que, después del triunfo definitivo de la República sobre los conquistadores fascistas italoalemanes y sus agentes, los últimos restos del feudalismo y de la reacción serán rápida y fácilmente superados. Se ampliará y fortalecerá el régimen democrático. Una gran España, republicana, democrática; todos los pueblos unidos; todas las nacionalidades movidas por el mismo impulso, se lanzarán en una cordial emulación, sobre la base de la confianza mutua, conjugando fraternalmente todos los esfuerzos en una dirección: ayudar al máximo desarrollo y florecimiento de cada nacionalidad; ayudar en grado superlativo al ascenso general y al progreso de todo el país; fortalecer, por encima de todo, la Patria española. Pero todo esto dejémoslo a los pueblos mismos. Ellos lo harán mejor que las mejores de nuestras aspiraciones.

Transcripción íntegra del folleto de 24 páginas (160 × 115 mm), publicado en Barcelona, sin fecha (pero hacia 1938), en cuya cubierta, bajo el título, se lee «Ediciones del Partido Comunista de España», y en la página 2, como pie de imprenta: «Sociedad General de Publicaciones, (E. C.) – Borrell, 243-249. Barcelona.»


Vicente Uribe Galdeano 1897-1961 Político e ideólogo comunista español, nacido en Bilbao en 1897. Obrero metalúrgico, militante del Partido Comunista de España desde 1923, dirigente desde 1927. Representó al Partido en la elaboración del manifiesto electoral del Frente Popular para las elecciones de 16 de febrero de 1936. Fue Ministro de Agricultura, ya comenzada la guerra, en los gobiernos republicanos de Francisco Largo Caballero (5 de septiembre de 1936 al 18 de mayo de 1937) y de Juan Negrín (18 de mayo de 1937 al 1º de febrero de 1939). Principal impulsor de la reforma agraria, promovida por el Partido Comunista, que intentó llevar a cabo la Segunda República en plena Guerra Civil española.

Fuente: Proyecto Filosofía en español (http://www.filosofia.org/)

jueves, 26 de febrero de 2009

TARSILA DO AMARAL EN LA FUNDACIÓN MARCH (MADRID)

Obreros (Tarsila do Amaral, 1933)

SE TRATA DE LA PRIMERA EXPOSICIÓN DE LA ARTISTA BRASILEÑA EN ESPAÑA

Primera muestra individual en España y una de las más importantes dedicadas en Europa a la artista brasileña Tarsila do Amaral (Capivari, São Paulo, 1886 - São Paulo, 1973), figura emblemática de la pintura en Brasil e introductora de las vanguardias europeas en su país. Para Juan Manuel Bonet, comisario de la exposición, Tarsila do Amaral “es una de las figuras clave de una vanguardia todavía mal conocida entre nosotros, pero cuyas contribuciones más significativas son de lo más importante que ha dado el continente americano a la cultura moderna”. La muestra ha sido concebida y organizada por la Fundación Juan March.

La exposición se centra en la producción de su deslumbrante período central, los años veinte, vividos entre Sâo Paulo y París, con un final simbólico en Moscú (a donde viajó en 1931). Subraya sus conexiones vanguardistas en la capital francesa, su aprendizaje con pintores como André Lhote y Fernand Léger, su amistad con algunos poetas franceses de vanguardia (especialmente, con Blaise Cendrars).

La integran más de 100 obras, entre pinturas y dibujos, procedentes en su mayoría de museos y coleccionistas particulares brasileños, a excepción de tres obras pertenecientes al Musée de Grenoble, el Hermitage de San Petersburgo y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Además, la exposición presenta, en una sala de introducción, a la artista en su contexto, el panorama artístico brasileño de los años veinte, con trabajos de algunas de las figuras más sobresalientes del modernismo brasileño, además de otros materiales documentales.

Fecha: Hasta el 3 de mayo de 2009

Más información: http://www.march.es/

Tarsila do Amaral: VIDA Y OBRA

Tarsila do Amaral nace en 1886 en Capivarí (Estado de São Paulo). Su abuelo paterno, conocido como “O Milionário”, era un rico empresario y hacendado. En 1902, ella y su hermana viajan a Europa con sus padres, que las dejan internas en el Colegio del Sagrado Corazón, de Barcelona. Dos años más tarde Tarsila regresa a Brasil y se casa con un primo de su madre, André Teixeira Pinto, matrimonio que dura hasta 1913, en que se separan. Ese año se traslada a São Paulo. En 1916 empieza a trabajar en el taller del escultor sueco William Zadig y en los años siguientes estudia dibujo y pintura con el maestro académico Pedro Alexandrino y más tarde con el artista alemán George Elpons. La producción inicial de Tarsila se limita a estudios de animales o bodegones y a bocetos de retratos, que recopila en cuadernos de apuntes.

RUMBO A EUROPA: PARÍS Y EL ARTE MODERNO

En 1920 embarca hacia Europa con su hija Dulce. Se instala en París, donde estudia en la Académie Julien y luego en el taller de Émile Renard. En 1921 visita España, donde pinta Camponesa española y Rua de Segóvia. En 1922 ingresa en el Salon Officiel des Artistes Français con el lienzo Retrato de Mulher, que ella denomina Passaporte, por el sentido simbólico de su entrada en el medio artístico.

En junio regresa a São Paulo y contacta con intelectuales y artistas que habían participado en la Semana de Arte Moderna de ese mismo año. Oswald de Andrade se enamora de Tarsila. Forma el autodenominado Grupo de los Cinco con Anita Malfatti, Oswald de Andrade, Menotti Del Picchia y Mário de Andrade. La convivencia con el Grupo despierta en Tarsila el interés por los lenguajes del arte moderno y su pintura se vuelve más expresiva. En septiembre expone en el Salão de Belas Artes, en São Paulo.

Al final de ese mismo año 1922 Tarsila embarca rumbo a París, donde más tarde se reúne con ella Oswald. Viajan por Portugal y España y, a su vuelta a París, Tarsila empieza a trabajar en el taller de André Lhote durante tres meses. Conocen al poeta Blaise Cendrars, que les presenta a su círculo de amigos, entre los que están Fernand Léger, Albert Gleizes, Brancusi, Cocteau, Satie y otros. También encuentran en París a varios vanguardistas brasileños: Anita Malfatti, Vicente de Rego Monteiro, Di Cavalcanti, Sérgio Milliet, Paulo Prado… Empieza a estudiar con Gleizes y hace prácticas en el taller de Léger.

De esos años son una serie de estudios de composiciones cubistas, así como A Negra, obra clave en la producción de Tarsila –y del Modernismo brasileño- que se integraría, cinco años después, en su serie de pintura antropofágica. Al regresar a Brasil, en diciembre de 1923, en una entrevista en Río de Janeiro, Tarsila subraya su interés por desarrollarse como artista brasileña: “Soy profundamente brasileña y voy a estudiar el gusto y el arte de nuestros caipiras. Espero, en el campo, aprender con quienes aún no han sido corrompidos por las academias”.

En febrero de 1924 Blaise Cendrars llega a São Paulo, invitado por Paulo Prado por sugerencia de Oswald. Tarsila pasa el Carnaval en Río de Janeiro con Oswald, Cendrars y Olívia Guedes Penteado, la gran dama de la vanguardia paulista. Tarsila dibuja bocetos de gente en la calle, detalles de disfraces y decorados del Carnaval, de los que derivarán los cuadros Carnaval en Madureira, Morro da Favela y E.F.C.B.-Estrada de Ferro Central do Brasil. A partir de ese viaje, el paisaje brasileño se convierte en asunto central para la artista. La capital paulista, por ejemplo, es el tema de los cuadros São Paulo (Gazo) –diminutivo de “gasolina”- y São Paulo.

En Semana Santa, viajan por las ciudades históricas de Minas Gerais. Tarsila queda encantada ante el paisaje minero, la arquitectura colonial y la escultura del Aleijadinho, y realiza en torno a un centenar de dibujos, estudios y bocetos – será conocida como “pau-Brasil”. Este conjunto de lienzos se caracteriza por los colores calificados como caipiras y por influencias cubistas manifestadas en la planificación espacial y en la estilización geométrica de las figuras humanas, de los animales y de la vegetación tropical.

En julio estalla en São Paulo la revolución de Isidoro Dias Lopes. Tarsila y Oswald se refugian en la hacienda Sertão. En septiembre Tarsila regresa a París, y Oswald se reúne allí pronto con ella. En diciembre Cendrars publica Feuilles de route. I. Le Formose, libro de poemas sobre su viaje a Brasil, ilustrado por Tarsila.

Animada por Cendrars, Tarsila regresa a Brasil en febrero, para preparar más lienzos con vistas a una futura exposición en París. La artista crea una serie de cuadros basados en la “poesía popular”, como había denominado los colores y la simplicidad típicos de las pequeñas ciudades brasileñas. A partir de 1925 Tarsila y Oswald recibe a sus amigos vanguardistas en el salón de la casa de la familia de ella, en la Alameda Barão de Piracicaba, en el exquisito barrio de los Campos Elíseos. Ambos embarcan rumbo a Europa y Tarsila logra ese año la anulación de su primer matrimonio. Recorren, en un viaje que la artista denomina “prenupcial”, acompañados por Dulce y Nonê y otras parejas de amigos, diversas ciudades del Mediterráneo y llegan a El Cairo y a Jerusalén.

En junio de 1926, se celebra la primera muestra individual de Tarsila en París, con 17 lienzos, siendo A Negra la única obra de 1923, y todas las demás ya de su fase “pau Brasil”, de 1924 y 1925. En agosto la pareja regresa a Brasil y el 30 de octubre se casan. Viven entre la residencia de São Paulo y la hacienda Santa Teresa de Alto. En 1927 Tarsila pinta algunos lienzos como Religião brasileira I y Manacá, cuyo colorido remite a la “poesía popular” de la fase “pau Brasil”, mientras que en las formas de los tallos y las flores se anuncian ya la monumentalidad y la honda sensualidad que constituirán rasgos característicos de la serie antropofágica que habría de iniciarse “oficialmente” el año siguiente. Oswald publica O Primeiro caderno do alumno de poesía Oswald de Andrade, que reúne poemas de su etapa “pau Brasil”, con portada de Tarsila.

ABAPORU, PIEDRA SILLAR DE LA ANTROPOFAGIA

El 11 de enero de 1928, con motivo del cumpleaños de Oswald, Tarsila le regala el lienzo Abaporu. Oswald y el también escritor Raul Bopp deciden crear un movimiento en torno a Abaporu y lanzan la Revista de Antropofagia, que se inicia en mayo con la publicación del Manifiesto Antropófago, redactado por Oswald de Andrade. Aunque se considere Abaporu la obra inaugural del movimiento antropofágico y, por lo tanto, un hito en las artes plásticas y en la literatura del Modernismo brasileño, A Negra, pintada en 1923, año de ensayos modernistas, se concibe ya como una imagen esencialmente alegórica, que busca representar una “entidad” nacional, como diría Mário de Andrade. La antropofagia, como proceso de absorción, asimilación y replanteamiento de la cultura europea –transformada con temas y colores locales-, se da no solamente en la serie de cuadros que vienen a continuación de Abaporu, sino también en toda su producción desde mediados de 1922. La búsqueda de un lenguaje moderno –reelaborado a partir de las vanguardias europeas-, combinada con los temas brasileños, ya está presente en la producción “pau Brasil”, en la cual las enseñanzas constructivas se funden con la afectividad local.

No obstante, la búsqueda de asuntos brasileños, iniciada en 1923, cobra otro sesgo a partir de Abaporu, cuando Tarsila se sumerge en las visiones de su inconsciente, motivadas por los sueños, así como en el imaginario procedente de las historias de hechizos, leyendas y supersticiones escuchadas a lo largo de su infancia. Surgen entonces cuadros y dibujos de paisajes habitados por seres fantásticos y vegetación exuberante, con señalada tendencia surrealista, conocidos como “paisajes antropófagos”. Entre dichos cuadros se hallan A Lua, Distância, O Lago, O Sapo, O sono, O Touro y Urutu.

A fines de los años veinte, Tarsila realiza algunos lienzos que podrían indicar nuevas sendas para su pintura, pero que, hasta el momento, permanecen como algo singular en el conjunto de su obra. Entre ellos, Calmaria II, Cidade (A Rua) y Cartão-postal. En esta última, la artista funde elementos característicos de la fase antropofágica, en primer plano (los cactus viciosos, el árbol con hojas en forma de corazón y frutos agigantados), con colores y figuras de la pintura “pau Brasil”, como el Pão de Açúcar, las casitas y las palmeras al fondo.

En julio de 1929 Tarsila expone por primera vez en Brasil, en el Palace Hotel, en Río de Janeiro: 35 lienzos, además de algunos dibujos, realizados entre 1923 y 1929. En septiembre la exposición se presenta en São Paulo. Ese mismo año Oswald se enamora de la joven Patrícia Galvâo, la “Pagu”. Al enterarse de la aventura de su marido, Tarsila decide separarse.

LOS AÑOS DIFÍCILES

Ante las dificultades económicas (tras el “crack” del 29.se hunde el precio del café y la pareja pierde su hacienda Santa Teresa do Alto), Tarsila recurre a su amigo Júlio Prestes, que le proporciona un trabajo como conservadora de la Pinacoteca do Estado. Empieza a organizar el catálogo de la colección del primer museo de arte de la ciudad, que fue inaugurado en 1905. El único lienzo que pinta Tarsila en 1930 es Composição (Figura só), que destaca por la desolación de su paisaje, cercano a la pintura metafísica. Ante la Revolución de 1930, en la que el Estado de São Paulo se rebela contra Getúlio Vargas, recién electo Presidente de la República, cae el gobierno Prestes y Tarsila pierde su cargo en la Pinacoteca.

Tarsila vende algunos cuadros de su colección particular con objeto de reunir dinero para viajar a la Unión Soviética, en 1931, con su nuevo compañero, el psiquiatra e intelectual de izquierda Osório César. Expone una muestra individual en Moscú en junio en el Museo de Artes Occidentales, que le compra el lienzo Pescador. Con ese dinero viajan por Rusia, Estambul, Belgrado y Berlín, antes de volver a París. A finales de ese año participa en el Salon des Surindépendants y regresa a Brasil.

En la Revolución Constitucionalista que se produce en São Paulo de julio a septiembre de 1932, Tarsila es arrestada y retenida durante casi un mes en el Presidio de Paraíso, a consecuencia de su viaje a la URSS y de su presencia en reuniones de la izquierda. Al año siguiente, viaja a Montevideo con Osório César para la reunión del Comité contra la Guerra Imperialista, donde pronuncia la conferencia A Mulher na luta contra a guerra. Su proximidad con Osório César y las experiencias vividas en la Unión Soviérica estimularon una breve fase de pinturas de tema social realizadas en esos primeros años 30, entre las que se encuentran Operários (en la imagen) y Segunda clase. Viaja con frecuencia a Río de Janeiro y conoce al joven escritor Luís Martins, con quien se va a vivir. En 1934 participa en el I Salão Paulista de Belas-Artes. En 1937 recupera su hacienda Santa Teresa do Alto y en 1939 se establece en São Paulo con Lúis Martins. Participa en varios Salones de Arte.

A lo largo de los años 40, Tarsila retoma su gigantismo onírico –aunque de factura gestual y colores suaves- en lienzos raros, como Lenhador em repouso (1940), Terra (1943), Primavera (Duas figuras) (1946) y Praia. En 1944 participa, en Belo Horizonte, en la Exposição de arte moderna, momento clave de la vanguardia de las artes plásticas en Minas Gerais; en la colectiva de artistas brasileños presentada en Londres, en la Royal Academy of Arts; y en la Exposição de pintores norte-americanos e brasileiros, en el Museu Nacional de Belas-Artes, de Río de Janeiro.

Tarsila ilustra diversos libros, entre ellos Poesías Reunidas, de Oswald de Andrade (1945), Tres romances da cidade urbana, de Mário da Silva Brito (1946) y Cantigas da rua escura, de Luis Martins (1950). A finales de 1953, participa en la II Bienal del Museu de Arte Moderna de São Paulo. En 1954, con motivo de las conmemoraciones del IV Centenario de la ciudad de São Paulo, realiza el panel Procissâo, cuyo tema es la procesión del Santísimo en esta ciudad en el siglo XVIII. A finales de 1960, participa en la exposición Contribuição da mulher às artes plásticas no país, en el Museu de Arte Moderna de São Paulo. La XXXII Bienal de Venecia, de 1964, presenta una sala especial con obras de Tarsila.

En 1966 fallece su hija Dulce. Aracy Amaral comienza el registro de la obra y trayectoria de la artista. En 1969 se presenta la exposición retrospectiva Tarsila: 50 anos de pintura, organizada por Aracy Amaral en el Museu de Arte Moderna de Río de Janiero y después en São Paulo. En 1970 se realiza una gran retrospectiva de dibujos en el Museu de Arte da Prefeitura de Belo Horizonte, con el mismo conjunto de obra gráfica seleccionado para la exposición de 1969.

Tarsila fallece en São Paulo, el 17 de enero de 1973.

Extracto de “Tarsila do Amaral: Cronología”, de Regina Teixeira de Barros (en el catálogo de la exposición)

UN POEMA DE TARSILA DO AMARAL

Tedio

Línea recta, infinita, donde la vista errante
Busca en vano tocar un relieve que agrade,
Vago trazo de unión entre error y verdad,
Entre el dolor que apena y el placer embriagante…
Bostezo interminable que profana el sentido
del sentir del Artista… En tu contacto, es cierto,
Ha de quebrar la lira en quejas de saudade
y, tonta, el alma se anega en un hondo letardo…
Con tu aliento hostil una niebla se adensa,
que, despiadada, mengua la luz de mi Creencia
y al aire arroja su ceniza, de tanto en tanto…
Siento el horror de sufrir por no poder sufrir…
Y, consciente, veo la muerte y el lento pudrirse
de mis sueños que hacia la Nada van, rodando…

miércoles, 25 de febrero de 2009

GEORGES LABICA: IN MEMORIAM

COMUNICADO DE LA RED DE INTELECTUALES Y ARTISTAS EN DEFENSA DE LA HUMANIDAD TRAS EL FALLECIMIENTO DEL FILÓSOFO MARXISTA FRANCÉS

La Red de Intelectuales y Artistas en defensa de la Humanidad hace público su pesar por la inesperada partida de un gran amigo y de uno de los más lúcidos y comprometidos militantes de la causa de los pueblos: Georges Labica.

Militante anti-colonialista y anti-imperialista, como él mismo se definía, este brillante filósofo marxista francés mantuvo siempre la clarividencia sobre la naturaleza de los cambios que sacudieron al mundo en las últimas décadas del siglo XX, y mientras otros claudicaban y denostaban del marxismo, él fue luz orientadora en esos tiempos de confusión, mostrando con su reflexión y su palabra que el marxismo seguía siendo no sólo la única herramienta válida de análisis sobre la sociedad capitalista, sino también el que permitía entender el fracaso de algunas experiencias socialistas. De pensamiento inclaudicable, como lo fue siempre, redobló entonces sus esfuerzos impulsando la Revista Actuel Marx y los Congresos “Marx Internacional”.

Nacido en 1930, fue profesor de varias universidades francesas y Rector de la Universidad de París X, en Nanterre, donde enseñó también Filosofía Política. De palabra profunda y estilo de gran altura, Labica produjo numerosas obras, entre las cuales cabe mencionar Teoría de la violencia; La obra de Marx, un siglo después; El estatuto marxista de la filosofía; El paradigma del Grand-Hornu. Ensayo sobre la ideología; De Marx al Marxismo; Frederick Engels, sabio y revolucionario; Robespierre: una política de la filosofía; así como, en colaboración con Gérard Bensussan, el imprescindible Diccionario Crítico del Marxismo. Gran conocedor también del mundo y del pensamiento árabe, le dedicó igualmente varias de sus obras.

Esta labor reflexiva nunca estuvo alejada y no se lo hubiera permitido, de la vivencia personal de las luchas sociales, dondequiera que se levantara un grito contra la injusticia y la opresión. Militante como era, Georges Labica expresó ese compromiso a través de colaboraciones en revistas y otros medios de comunicación progresistas, así como a través de su participación en los Foros Sociales y otros congresos y seminarios internacionales promovidos por partidos y movimientos revolucionarios, tanto de Europa y África, como de América Latina o del Medio Oriente.

Gran conocedor de América Latina, se hizo solidario con los procesos revolucionarios que hoy se levantan por toda ella. Amigo de la revolución cubana desde sus inicios, Georges Labica comprendió también la profundidad y significación de la revolución bolivariana. Solidario y crítico como deben ser los amigos sinceros, contribuyó como el que más a ayudarnos a esclarecer multitud de problemas a través de los debates sostenidos durante los Foros Internacionales de Filosofía que en Venezuela viene realizando desde el año 2005 el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, así como en los diversos Encuentros convocados por la Red de Intelectuales y Artistas en defensa de la Humanidad; el último de los cuales tuvo lugar en Caracas en octubre del pasado año, y que fue ocasión de su última visita a Venezuela.

En nuestras manos confió también la publicación en castellano de una de sus obras más importantes: Democracia y Revolución. Traducido ya a otros idiomas, este libro constituye un aporte imprescindible para la fundamentación del pensamiento revolucionario de hoy día y para la efectividad de la lucha anticolonial y anti-imperialista. Su pronta publicación por la editorial Monte Ávila, que tanto ansiaba ver, se nos impone hoy como urgente compromiso y como modesto tributo a este gran humanista, combativo militante y uno de los pensadores marxistas más profundos de nuestro tiempo.

Sin duda ha partido un gran combatiente de esta batalla de las ideas que libramos día a día en defensa de la paz, de la justicia, de la revolución y de la vida misma, pero su vigor no dejará de fortalecer nuestra palabra y su ejemplo, de acendrar nuestros espíritus. En lo personal, seguiré cultivando en la memoria y en el corazón el privilegio de su amistad.

Caracas, 22 de febrero de 2009.

Carmen Bohórquez
Coordinadora de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad

martes, 24 de febrero de 2009

"VISTO PARA SENTENCIA", DE RAFAEL REIG

Título: VISTO PARA SENTENCIA
Autor: Rafael Reig
Editorial: Caballo de Troya
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788496594203
Año de edición:2008

SI SÓLO MUEVO LOS LABIOS, ¿QUIÉN HABLA?

Caballo de Troya ha reunido en Visto para Sentencia las polémicas y afiladas reseñas que publicó Rafael Reig en El Cultural. El libro, además, contiene algunas entradas del blog de este novelista, profesor de escritura y crítico. Con él Arturo Pérez Reverte, Javier Marías, Fernando Vallejo o Carlos Fuentes dejaron de ser tan incriticables como parecían. A continuación, el prólogo con que el autor saluda a sus lectores y explica desde dónde escribe sus críticas.

Hace tiempo me llamó Blanca Berasategui, directora de El Cultural (suplemento que se distribuye con el diario El Mundo) para proponerme que escribiera en sus páginas. Nos fuimos a tomar unos vinos, junto con Nuria Azancot, a ver qué se nos ocurría.
¿Podía hacer yo crítica literaria? Ésa fue la primera pregunta. Y hasta de lencería, si pagaban algo, le dije, envalentonado por el tercer vino y por la convicción de que, como decía Flaubert, “basta con poner la suficiente atención para encontrar cualquier cosa interesante”.
Me confesó Blanca que le resultaba difícil, si no imposible, encontrar escritores españoles que hicieran crítica de literatura española: todos preferían escribir sobre literatura extranjera.
La confesión de Blanca me hizo preguntarme, en primer lugar, por qué necesitaba novelistas para escribir crítica literaria. ¿No es más bien tarea de críticos?
Si la teología (según Borges) es una rama de la literatura fantástica, sin duda la crítica será otro género literario. Un problema de la crítica es que en general está mal escrita. Deliberada o inevitablemente mal escrita. Por eso resulta aburrida. Parece razonable pensar que un novelista quizá pueda al menos escribir algo más atractivo. Escribir una novela también es una forma de leer la tradición literaria y, por lo tanto, un escritor siempre es también un crítico.
¿Por qué es tan aburrida la crítica? ¿Escriben mal los críticos? Me consta que no: está mal escrita porque no tienen más remedio. Es premeditado. A mi modo de ver utilizan dos narcóticos infalibles: la previsibilidad y la pretensión de (digamos) objetividad.
La mayor parte de las críticas son previsibles, desde la elección del libro a comentar, hasta la argumentación y las conclusiones a las que llegan. Esto obedece en parte a que la mayoría de las novelas españolas contemporáneas son previsibles, es verdad. Los críticos, a su vez, también escriben lo que está previsto: lo que se espera de ellos. Cuando no lo hacen, pierden el empleo (véase el famoso “caso Echevarría”).
La mayor parte de las críticas pretender ser objetivas, es decir, se proponen ocultar desde dónde están escritas, borrar las huellas, ser escuchadas como esa voz en off de las películas, que no se sabe de dónde viene ni quién es el que nos está hablando.
En realidad, un crítico no es un interlocutor, sino que utiliza una voz en off, desde un lugar a salvo, bien protegido y situado muy por encima del lector.
Son objetivos, es decir: no tienen gustos personales, manías, caprichos, prejuicios, ideología, concepciones estéticas… en otras palabras, no opinan: dictaminan.
Con la severidad de inspectores de la Guía Michelin, visitan editoriales y se enfrentan por igual a unos macarrones con tomate que a una tortilla “desestructurada” por Ferrán Adrià: impertérritos, con la misma frialdad exenta de todo entusiasmo, sine ira et studio y sub specie aeternitatis.
La lectura de un crítico, frente a la de un novelista, sería como el veredicto de un catador de vinos frente al de un borrachín de barra de bar. El catador es campanudo, esotérico y condescendiente. El buen bebedor es atrabiliario y coloquial, pero apasionado. Es decir, no es que los críticos escriban mal: es que no tienen más remedio que hacerlo, si quieren ser previsibles y objetivos.
Y, sin embargo, al parecer, los suplementos literarios necesitan menos enólogos y más tipos capaces de beber por placer.
No me sorprende. Basta con comprobar la diferencia entre las noticias de la sección de Cultura en un periódico y su suplemento cultural. Provoca asombro, porque es todo lo contrario de lo que en principio debería ser. Es la sección “informativa” la que está llena de opiniones contundentes: “Fulanito describe en una novela genial y cautivadora la esencia de nuestro tiempo”. En cambio, el suplemento pretende ser aséptico, técnico, ecuánime, y sólo se permite expresar juicios razonables (es decir, previsibles).
Con respecto a la pretensión de objetividad, poco hay que decir. Cualquiera puede probar uno de esos experimentos del laboratorio de Ferrán Adrià y exclamar: ¡Menuda porquería! ¡Están mucho mejor los macarrones de mi abuela! Si el tipo de la Guía Michelin sólo pudiera responder: no fastidies, a mí me gustan mucho estos macarrones al aire de frambuesa sobre lecho de hojaldre sublimado, ¿adónde iría a parar su autoridad?
Como es obvio, una voz en off no habla en su propio nombre. Habla en nombre del criterio, del gusto literario, del conocimiento, etc.
Por eso mismo resulta tan previsible. La literatura también es un mercado y por tanto todas esas categorías (criterio, gusto, conocimiento) obedecen a intereses mercantiles.
Por eso es indispensable borrar las huellas. Si la voz en off fuera la del director de la editorial o del periódico, o la del propio crítico, perdería autoridad. Una auténtica voz en off que se respete tiene que hablar en nombre de algo incontestable, desde un lugar inaccesible y libre de impurezas. La voz en off anonada al que la escucha, le deja sin respuesta: en realidad procede (o quizá emana) de una instancia superior; su contenido son verdades reveladas, no materia de discusión. Por eso la crítica es una rama de la teología: literatura fantástica.
No es que a Fulano le guste más la tortilla que el huevo frito; es que a través de Fulano se nos ofrece la revelación de que la tortilla es mejor que el huevo frito. Y no podemos poner en duda a Fulano, porque no se trata de Fulano y su gusto personal: Fulano mueve los labios, pero la voz viene de un sitio al que no tenemos acceso.
Si se viera el micrófono, el encantamiento de la voz en off desaparecería de inmediato. Si dejaran claro desde qué prejuicios, presuposiciones, estética, ideología y hasta caprichos escriben, ¿cómo iban a pontificar los críticos? Y sobre todo, ¿servirían así a los intereses de quien les contrata? ¿Podrían ofrecer lo que está previsto, lo que se espera de ellos?
Lo objetivo y lo previsible son, pues, a mi modo de ver, dos caras de la misma moneda; y la causa de que los críticos escriban mal deliberadamente.
¿Qué se puede esperar, en cambio, de los novelistas?
Tampoco gran cosa, me parece a mí: más de lo mismo (o incluso dos tazas). Somos muñecos distintos en el cajón del mismo ventrílocuo. Escritura remunerada y, como tal, ni mala ni buena: eficaz, que sirve o no a su propósito.
La primera señal de alarma es sin duda la negativa a escribir sobre autores españoles contemporáneos, sobre los colegas. ¿Qué sucede? ¿Está mal visto opinar sobre colegas? ¿Y entonces por qué en cambio sobre colegas extranjero no? ¿Por qué no lo van a leer los interesados?¿O quizá porque eso pone al que opina a salvo de las posibles represalias? ¿Es que hay represalias? ¿No se puede decir lo que se piensa sin más?
Por supuesto que no, ya lo sabemos todos. O se puede, pero tiene un precio.
En esta misma editorial se debe consultar, por ejemplo, Los mercaderes en el templo de la literatura, de Germán Gullón, que analiza el mercado literario, los grupos de presión, los intereses, las camarillas, las sociedades secretas de socorros mutuos, los entramados editoriales y mediáticos, etc.
A mi modo de ver, el libro de Gullón es impecable, salvo por un pequeño inconveniente: no entra en demasiados detalles, no da demasiados nombres. Debe de estar muy mal visto señalar con el dedo.
Como ante la Comisión McCarthy, la consigna parece ser: ¡No daré nombres!
Es posible denunciar procedimientos mafiosos, malos libros ensalzados, novelas banales y comerciales, etc. Sí, pero a condición de no dar nombres. ¿Quién quiere convertirse en un delator?
Los escritores, a intervalos regulares, montan en cólera, se rasgan las vestiduras y denuncian el tinglado con más o menos gracia: desde las insufribles jeremiadas de Juan Goytisolo (que afirma que, bajo tierra, hay alhóndigas invisibles) hasta las elípticas y elegantes censuras abstractas de Enrique Vila-Matas. El lector se acalora con el autor, se indigna, se lleva las manos a la cabeza, afirma que hay que poner fin a todo esto… pero ¿logra acaso enterarse de qué, de quién, se está hablando?
Yo creo que no. Estas diatribas son como un sudoku o un jeroglífico, pueden tener cierta gracia para los iniciados, pero resultan por completo ineficaces. Uno afirma que detesta, pongamos por caso, esos novelones con una saga familiar y mensajes secretos en códigos indescifrables. Vale, pero ¿está hablando, por ejemplo, de Cien años de soledad, de García Márquez?
Se obedece la regla de los colegios de monjas: se dice el pecado, pero no el pecador.
¿Es esto sólo elegancia, savoir-faire, benevolencia y formación religiosa?
Sinceramente, creo que no. La prueba del nueve: sí que se pueden dar nombres extranjeros. De cualquier novelista norteamericano, Juan Manuel de Prada, Diego Doncel, Guelbenzu, Muñoz Molina, etc. dirán con desenfado y franqueza lo que les parezca: aquello que no consideran oportuno decir en voz alta y en público de sus colegas españoles.
Es decir, siempre que uno esté fuera del alcance del nombrado.
La vida del escritor no es fácil: necesita ayuda. Como Blanche DuBois, los novelistas, en su escena final, sollozarán con coquetería dramática: “I have always depended on the kindness of strangers”: he dependido siempre de la amabilidad de los desconocidos.
¿Cómo va a dar un nombre español un novelista y poner en peligro un premio, una reseña, un bolo, un artículo de promoción? ¿Y si resulta que ese nombre es mañana el desconocido del que depende que uno llegue a fin de mes?
Y sin embargo, así no vamos a ninguna parte.
En mayo de 2006 Ángel Zapata comenzaba una aportación en el blog de Vicente Luis Mora con una de esas acartonadas arengas tan repetidas:
En las circunstancias actuales no hay nada que esperar de la literatura. La literatura es una mercancía como cualquier otra, sujeta al modo de producción, distribución y consumo impuesto por la industria capitalista, y dotada —desde los dispositivos de la Institución literaria— con ese “aura” de excelencia que tiene la función de un valor añadido dentro de los circuitos de intercambio…
Y así durante renglones y renglones de lo que Girón de Velasco o Fraga llamarían soflama tabernaria.
Y, por supuesto, sin señalar a nadie con el dedo, sin dar ni un solo nombre. Entre las respuestas que recibió quiero citar (para adular a mi editor, ¿alguien lo duda?) la de Constantino Bértolo:
Entiendo que si en lugar de la queja utilizáramos la denuncia, es decir, obras con nombres y títulos concretos, quizá dejaríamos de avalar con nuestra queja, queriendo o sin querer, la impostura general. Por eso entiendo que suscribir tu texto no me compromete, o lo que es lo mismo, creo que tu texto no es un texto comprometido. Porque mi pregunta es ¿porque no se dicen en tu artículo los nombres de esos buenos chicos que escriben literatura insulsa? ¿Por qué no citar la nómina de los imbéciles y de los canallas? ¿Por qué no desenmascarar dando sus nombres a esos escritores “de éxito” que hablan contra la mercantilización de la literatura, o a esos escritores que se reclaman “de izquierdas” y "firman contratos —sin que se les mueva un músculo de la cara— con los más reputados “padrinos” del medio, o con las más voraces y destructoras multinacionales de la edición.? Hablabas antes del silencio y en efecto tú mismo puedes comprobar cómo funciona ese silencio, esa carencia de nombres concretos que es un rasgo llamativo en tu artículo.
Estoy de acuerdo: si la queja no denuncia, contribuye a mantener aquello mismo de lo que se queja: lo avala.
Nos quejamos de lo que no tiene arreglo: el tiempo, por lo general. Denunciamos cuando se pueden exigir responsabilidades, cuando tiene solución. Nos quejamos de la lluvia, pero denunciamos la falta de recogida de pluviales que provoca inundaciones. Si nos quejamos, en lugar de denunciar, estamos afirmando que no tiene arreglo. El mercado literario es así: es su naturaleza. Como la lluvia. Podemos quejarnos, pero ¿para qué denunciar? Basta con buscar resguardo, para no mojarnos, y seguir quejándonos con los pies secos.
El (muy paciente o resignado) lector que me haya seguido hasta aquí sentirá ya (o hace mucho rato) la tentación de tirarme una piedra a la cabeza. Se preguntará, imagino: pero este tío ¿qué se ha creído? ¿El guerrero del antifaz? ¿Un justiciero del Oeste? ¿Los Incorruptibles de Eliot Ness contra Al Capone y la mafia literaria? ¿Juan Sin Miedo? ¿Un héroe de la Resistencia con boina y las solapas de la gabardina subidas? ¿Ahora va a venir este individuo como un kamikaze de opereta a salvar la literatura, a despertarla del marasmo en el que se halla sumida y a abrirnos a todos los ojos? ¡Pues menuda pedrada tiene!
Si alguna vez me hubiera propuesto algo parecido, merecería que me descalabraran.
Contestaré primero a esta pregunta: ¿qué se ha creído este tío? ¿Es el único valiente entre tantos que callan por miedo o interés?
En primer lugar: no, no soy ni mucho menos el único. Y además, no hay ninguna valentía, porque escribo desde una posición muy protegida: la del bufón. Lo que diga uno como yo puede ser neutralizado en seguida: sólo busca darse a conocer, promocionarse, hacerse el enfant terrible (¡a su edad! ¡Qué patético!). Y, a fin de cuentas, la envidia y el resentimiento hablan por su boca. Asunto concluido.
En segundo lugar: estoy diciendo lo que me gustaría hacer, no afirmo que lo haya hecho. Como mucho, algún tímido intento. Cuando hablo de los novelistas, me incluyo. Entre mis buenos propósitos (y poco más que eso) incluyo también aquel que enunciaba Cervantes: hay que escribir como si uno fuera libre. Sabemos que no lo somos, pero hagamos como si lo fuéramos. ¿Para qué? Porque creo que, al que tiene el poder, hay que forzarle a que lo ejerza. Si tenemos que obedecer, que sea a la fuerza, no por nuestra propia voluntad. La servidumbre voluntaria (eso que llaman autocensura) es, a mi modo de ver, la esclavitud más profunda y la más sutil estrategia de dominación: acabamos haciendo lo que quieren (lo que está previsto) sin que nadie nos obligue.
En fin, simplemente me propuse ejercer mi derecho a opinar con mi propia voz.
Creo que, cuando uno utiliza la voz en off, tiene más autoridad (por supuesto), pero también corre el riesgo de no hacer otra cosa que mover los labios, como un muñeco de ventrílocuo. Así se acaba haciendo crítica en play-back. Ahora bien, si uno sólo mueve los labios, ¿quién pone las palabras?
Pues el que manda, como diría Humpty Dumpty. Las editoriales, las capillas, los archimandritas consagrados, los periódicos…
Mi única pretensión era actuar en vivo y en directo, sin play-back. Escribir desde mi posición específica, con mis prejuicios, mi ideología, mis ideas sobre estética y poética, mis gustos personales. Es decir: correr el riesgo de no tener razón.
Para mí, eso es opinar: aceptar la posibilidad de equivocarse.
Una opinión es, según el diccionario académico, el “dictamen, juicio o parecer que se forma de una cosa cuestionable”. No parece de recibo opinar que el agua moja, ya que no es cosa cuestionable. Siempre he pensado que decir algo con lo que no se puede estar en desacuerdo es un ademán totalitario. Los puñetazos duelen, las bombas matan, la libertad es buena… ¿para qué se dicen estas cosas, si no hay más remedio que asentir? Siempre me he preguntado si es posible opinar para provocar una discusión, en lugar de impedirla; para dar que pensar, en lugar de evitar el pensamiento y solicitar la aquiescencia; para buscar interlocutores, en lugar de reclutar acólitos.
Hablar para decir algo con lo que hay que estar de acuerdo equivale a evitar el pensamiento. Para pensar y dialogar hay que arriesgarse a no tener razón, a mear fuera de tiesto, a meter la pata y resultar inconveniente.
Hay que dejar de mover los labios en play-back y hablar en directo, aunque uno desafine: opinar con una voz reconocible, que se sepa de dónde viene, a la que se pueda contradecir.
La crítica no opina, porque su voz en off le exige ser objetiva y previsible: tener razón.
Así las cosas, con esa pretensión modesta, le propuse a Blanca iniciar una sección de sentencias judiciales.
El antecedente es obvio: la Cárcel de papel que escribía (con mucha más gracia, sí; ya me lo han dicho) Evaristo Acevedo en La Codorniz.
La forma de la sentencia me pareció adecuada para poner de manifiesto lo que la voz en off a menudo encubre: se trata de enjuiciar. Y el juicio siempre lo lleva a cabo una persona y desde una posición determinada, es una opinión razonada y una evaluación con criterios lo más explícitos posible y que pueden o no ser compartidos.
Para subrayar todo esto, la sección contaba con un espacio en internet abierto a la participación, una Segunda Instancia, y me comprometí a contestar a todas las alegaciones presentadas.
Encontré objeciones que me parecieron convincentes y también se desarrollaron debates que me resultaron interesantes. Junto a ello, hubo alegaciones que me parecieron más previsibles: te metes con (pongamos) Javier Marías porque le tienes envidia y eres un resentido, etc.
No puedo responder nada a esto. A mí no me gustan las novelas de Javier Marías e intento explicar por qué no me gustan. A otros (muchísimos más, jamás lo he puesto en duda) sí les gustan y espero que me expliquen por qué. Yo no (siempre) pienso que si alguien dice que le gusta una novela de Javier Marías lo dice en realidad para congraciarse con el autor, porque espera un favor o porque le debe dinero. Reclamo también para mí el beneficio de la duda: ¿y si de verdad no me gustan? Espero al menos que me dejen explicar por qué.
Como no soy una voz en off, no pretendo decir en ningún momento que tal novela es mala: sólo que a mí no me interesa y los motivos.
Sea como fuere, durante un año, más o menos, escribí cada semana sobre literatura en El Cultural.
Casi todos los conocidos me hacían las mismas preguntas: ¿te han partido ya las piernas? ¿Vas con escolta? ¿Necesitas padrinos para algún duelo?
Aunque me halagaba, sabía que era falso. Como ya he dicho: no hacía falta valor. Escribía (y escribo, me temo) desde una posición protegida: a mí, a cualquiera como yo (un novelista sin éxito y ya no joven) se le neutraliza en dos patadas; bien como bufón en busca de publicidad, bien como resentido que suelta bilis y, si se muerde la lengua, se envenena.
Debo decir que todos los aludidos se lo tomaron con excelente humor y sin ningún problema. Entendieron perfectamente que no pretendía ofender, sino opinar. Bueno, casi todos: uno de ellos respondió con fanfarronadas cuarteleras.
Exacto: Pérez-Reverte.
Dejé de escribir esta colaboración porque acepté otra oferta laboral incompatible.
Constantino Bértolo es amigo mío, así que siempre pensé que en realidad me propuso recopilar estas sentencias por generosidad amistosa. Para intentar convencerme a mí mismo de lo contrario, las he leído todas seguidas con el firme propósito de encontrar una “unidad profunda”, “una ampliación de sentido”, “una coherencia interna”, “una propuesta global”, etc.
Como cabía esperar, lo he conseguido. Faltaría más: todo es proponérselo, ¿no?
Creo que, en general, la materia de estas sentencias no son tanto obras literarias concretas o ni siquiera la literatura, cuanto el sistema literario en general. Lo que intentaba poner en tela de juicio, me doy cuenta ahora, no es a determinados autores u obras, sino al mercado literario como tal, la apreciación admirativa y banal de los consagrados, la promoción desvergonzada del chopped como jamón ibérico, la inanidad de la crítica, la sumisión a las consignas, etc.
Estos eran mis propósitos. Si lo he logrado o no, no me corresponde a mí juzgarlo. Mi trabajo está ya visto para sentencia.
He añadido aquí algunas sentencias que, por diversas razones, no llegué a publicar.
También me ha parecido oportuno añadir algunas muestras de crítica literaria que he ido publicando en mi blog y en otros sitios de internet. Creo que son un buen complemento práctico a la modestísima teoría (de andar por casa) con la que ya me he extendido demasiado.
Vale.

Rafael Reig

Fuente: Revista Teína nº 19 (Octubre 2008)

lunes, 23 de febrero de 2009

"ARTE Y POLÍTICA" EN VALENCIA

Construcciones (Giangiacomo Spadari, 1970).

UNA MUESTRA EN LA NAU REFLEXIONA SOBRE CAPITALISMO Y COMUNISMO A TRAVÉS DE LA OBRA DE 16 PINTORES EUROPEOS

El edificio histórico de La Nau de la Universitat de València (UV) acoge la exposición 'Arte y Política', que reúne más de una treintena de obras de 16 pintores europeos fechadas entre 1970 y 1995 en las que se reflexiona sobre la sociedad de consumo, el capitalismo, el comunismo bolchevique y el eurocomunismo.

El hilo conductor de la muestra -que pone de relieve el peso que los autores extranjeros adquieren en esta colección- es que todos los artistas seleccionados están comprometidos socialmente con partidos políticos de la izquierda europea y sus trabajos no son ajenos a las realidades de sus países "zarandeados en muchos casos por los regímenes fascistas en el periodo de preguerra", explicó Vicent Sanz, Director de Actividades del Patronato Martínez Guerricabeitia, organismo organizador de la muestra.

Entre los pintores que exponen obras en 'Arte y Política' destacan el islandés Erró, los italianos Giangiacomo Spadari, Paolo Baratella, Sergio Sarri y Bruno Rinaldi, y el alemán Wolf Vostell. Todos son artistas independientes que, "de manera absolutamente libre y sin tapujos", manifiestan sus intenciones en diferentes estilos, como el realismo, el expresionismo, la abstracción, la figuración, el collage, la fotografía, el pop-art, el diseño tecnológico y los carteles.

La mayoría de los pintores representados proceden de Italia, un país que sufrió el fascismo y que planteó a través del Partido Comunista Italiano un comunismo diferente del promovido a la extinta URSS. Todo esto queda reflejado en la obra de los artistas transalpinos.

Así, Giangiacomo Spadari, perteneciente al grupo neofigurativo milanés, plantea en su obra 'Construcciones' un brillante rompecabezas de imágenes inspirado en una fotografía soviética aparecida en la portada de la revista 'L'URSS en construction'. También alude al bloque soviético en su obra 'Escala de Odessa', una pintura inspirada en la famosa película de Eisenstein.

Su compatriota Bruno Rinaldi hace una relectura del 'Guernica' de Picasso, una obra que se ha convertido en un auténtico icono antibelicista para los ideólogos de izquierdas. En cambio, el alemán Wolf Vostell utiliza la mitología para evocar las cámaras de gas fascistas, mientras que el islandés Erró, en su obra 'Los regalos de Pekín', emplea varios carteles comunistas para recrear visualmente el mito de Mao Zedong, que emblemáticamente toma posesión de la plaza de San Marcos de Venecia como símbolo de Occidente.

Fuente: Europa Press.

Fechas: Del 19 de febrero al 21 de junio de 2009
Sala Martínez Guerricabeitia – La Nau
Horario: de martes a sábado de 10 a 13.30 horas y de 16 a 20 horas. Domingos de 10 a 14 horas. ENTRADA LIBRE

domingo, 22 de febrero de 2009

SE CUMPLEN 70 AÑOS DE LA MUERTE DE ANTONIO MACHADO

Entierro del poeta Antonio Machado en el cementerio de Collioure

EL CUADERNO DE SU HERMANO JOSÉ DESVELA SUS ANOTACIONES FINALES

Tal día como hoy, hace 70 años, murió en el destierro de Collioure (Francia) el poeta Antonio Machado. Salía desde Cataluña hacia Francia junto con miles de republicanos derrotados que formaban aquella inmensa columna, todavía hostigada por la aviación alemana al servicio de Franco. Iba con su anciana madre, con su hermano José y la compañera de este. En un cuaderno de notas poco conocido y apenas difundido, José, que era pintor, relata los últimos días del poeta.

Cuenta José las penalidades del camino hasta llegar a la localidad de Cerbére, donde se refugiaron en la cantina de la estación. "Allí el espectáculo que se ofrecía a los ojos era desolador. Los españoles caídos y deshechos, sin dinero, éramos tratados por los mozos de aquel establecimiento con tan innoble y repugnante desprecio, que lo primero que preguntaban era si teníamos dinero con que pagar. En caso negativo, no daban ni un vaso de agua. Esto sucedía en la cantina.

En los andenes de la estación, todavía peor, porque se sufría el acoso de los gendarmes, que no se ocupaban más que de formar las levas para los campos de concentración, separando a los hijos de los padres y a las mujeres de los maridos. Y todo esto de la manera más bárbara y brutal".

En el cuaderno de notas que escribió, ya en Chile, para sus hijas y su hermano Manuel, añade José que "fue un verdadero milagro que escapásemos a las garras de estos esbirros, verdadera vergüenza de la especie humana". Se refugiaron en un vagón arrumbado en vía muerta. "Así fue la entrada del poeta Antonio Machado y la madre, en Francia, gravemente enfermos y sin un solo franco en el bolsillo: casi desnudos, como los hijos de la mar".

Con el horizonte cerrado

Al atardecer del día siguiente, cambió su suerte. "Corpus Barga, uno de los mejores amigos que nos acompañaron en el éxodo, logró llegar a Perpigñan, y regresó (con posibles) para llevarnos al cercano pueblo de Collioure.

El comportamiento de este generoso amigo llegó hasta el punto de coger en brazos a nuestra madre y llevarla desde la estación al pueblo por la ancha calle que lo cruzaba y que terminaba en el mar. Por allí marchamos todos con ellos. Siguiendo este camino, llegamos a la plaza principal, donde, ante un pequeño arroyuelo, se levanta el pequeño hotel Bougnol-Quintana, en el que quedamos alojados".

Era la noche del 28 de enero y aquella sería la ultima morada del poeta. Recibió, del secretario de la embajada española en París, los medios para hacer frente a las necesidades más apremiantes. "Transcurrieron unos días añade José en los que el reposo material pareció aliviarle la afección del corazón. No obstante veía claramente que se aproximaba el final de su vida. Pensándolo decía: Cuando ya no hay porvenir, por estar cerrado el horizonte a toda esperanza, es ya la muerte lo que llega".

"No podía sobrevivir a la pérdida de España. Tampoco, sobreponerse a la angustia del destierro. Este fue el estado de su espíritu el tiempo que aún vivió en Collioure. Sin embargo, unos días antes de su muerte, me dijo ante el espejo, mientras trataba en vano de arreglar sus desordenados cabellos: Vamos a ver el mar.

Esta fue su primera y última salida. Nos encaminamos a la playa. Allí nos sentamos en una de las barcas que reposaban sobre la arena. El sol de mediodía no daba casi calor. Era en ese momento único en que se diría que el cuerpo entierra su sombrabajo los pies".

Al cabo de un largo rato, el poeta, señalando una de las humildes casitas de pescadores, le dijo a su hermano: "¿Quién pudiera vivir tras una de esas ventanas, libre ya de toda preocupación". Después se levantó trabajosamente y, en silencio, regresaron al hotel. Dos días antes de su muerte, escribió una carta a su querido amigo Luis Santullano. Ya inmóvil, en la cama, la muerte le sobrevino la tarde del 22 de febrero, miércoles de ceniza.

"La noticia se propagó rapidísimamente añade José, y en las primeras horas de la mañana siguiente recibí una emocionada carta del insigne escritor Jean Cassou, solicitando en su nombre y en el de los escritores franceses, que el entierro se verificase en París. Pero, agradeciendo infinito este homenaje de la Francia inmortal, decliné tan grande honor, pues, aunque en esos momentos estaba lejos de los demás hermanos, creí interpretar así los sentimientos de todos, mirando más que nada la sencilla y austera manera de ser del poeta. Y así preferimos que durmiese el último sueño en el sencillo pueblo de pescadores de Collioure".

Y añade José que al entierro se sumó todo el pueblo, con su alcalde a la cabeza. "Pero lo más emocionante fue que seis milicianos, envolviendo el féretro con la bandera de la República española, lo llevaron en hombros hasta el cementerio. Y téngase en cuenta que para realizarlo tuvieron que escapar de la implacable vigilancia del tristemente famoso castillo de Collioure, donde con tan injusto rigor se les trataba".

Madre y niña

Quedó el poeta en la tumba de la familia de una buena señora, amiga íntima de la dueña del hotel. La madre, muy enferma y agotada, yacía en la cama. "Volviendo por un momento a la realidad, me preguntó llena de angustia, mirando al lecho que había quedado vacío: ¿Qué ha sucedido? Traté de ocultárselo. Pero a una madre no se la engaña y rompió a llorar como una pobre niña. Dos días después, sus bellos dulces ojos se nublaron para siempre".

Algunos días después, José halló un papel arrugado en el gabán del poeta. En él había escrito a lápiz tres anotaciones. "La primera reproducía en inglés las palabras con las que comienza el famoso diálogo de Hamlet: "Ser o no ser". La segunda tenía sólo un renglón. Pero en este renglón se veía escrito el último verso que escribió en su vida. Dice así: "Estos días azules y estesol de la infancia".

Y en la tercera y última, Antonio Machado reproducía completos estos versos suyos, ya publicados, pero en los que introducía unacorrección:

"Y te daré mi canción:
Se canta lo que se pierde
con un papagayo verde
que la diga en tu balcón"


La corrección consistía en decir "te daré" en vez de "te enviaré o te mandaré mi canción".

Fuente: Luis Díez (Público)

viernes, 20 de febrero de 2009

"ACTIVISTAS CON OBJETIVOS... Y CÁMARAS"


COLECTIVOS DE FOTOGRAFÍAS // DOCUMENTALISTAS DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

En el Estado español existen, al menos, cinco colectivos fotográficos concebidos desde la perspectiva de los movimientos sociales. Su actividad se puede definir como fotomilitancia.

“Pensamos en la fotografía como un medio de acción, de protesta”, afirma el colectivo fotográfico madrileño Quieres Callarte. Este colectivo, junto a FotogrAcción (Madrid), Ekinklik (Iruñea, Pamplona), Arriba las que Luchan (Tenerife) y La Plataforma (Madrid) se han convertido, en los últimos años, en una referencia de la documentación gráfica de los movimientos sociales del Estado español.

Manifestaciones, acciones, protestas son fotografiadas por sus componentes para después publicar las imágenes en sus páginas web bajo licencia creative commons. Multitud de medios de información no comerciales publican sus imágenes, en internet y en papel. Sus objetivos coinciden. “Pretendemos tener una filosofía de denuncia y activismo político y creemos que la fotografía puede ser un altavoz de las movilizaciones sociales”, comentan desde Ekinklik. Mientras, los componentes de FotogrAcción afirman: “Nuestro objetivo se ‘limita’ a informar desde la implicación participativa y militante de aquellos movimientos sociales, redes, eventos culturales, activistas que sean afines a nuestros intereses y/o de los que formamos parte, realizando un activismo de denuncia para lograr el cambio social deseable, siempre usando la fotografía como herramienta”.

Y es que fotógrafo no es sólo el que recibe una retribución económica por su trabajo, sino que es todo aquel que hace fotografías habitualmente. Puede ser por una motivación personal, económica, política... o por varias motivaciones a la vez. Desde Quieres Callarte explican: “Uno puede ser activista sin ser fotógrafo, sin embargo, en nuestra practica de la fotografía, no concebimos ser fotógrafos sin ser activistas. Somos activistas con objetivos... y cámaras”. Algo que comparten estos cinco colectivos. Al igual que la licencia con la que difunden sus imágenes. Los miembros de Ekinklik resumen su postura: “Es un pilar fundamental desde el nacimiento del colectivo. Creemos que cuando más se distribuya libremente y utilice la imagen, más repercusión tiene lo que se quiere contar”. “En todo caso”, continúan, “de ser alguien dueño o dueña de las imágenes, éstas serían las personas que han realizado la acción o movilización que se retrata. Y teniendo en cuenta que uno de los objetivos de Ekinklik es que los colectivos utilicen las imágenes para seguir peleando en sus distintos campos, ha sido imprescindible que nuestras fotografías se publiquen con licencias creative commons. En este sentido, además, nuestra web está realizada íntegramente con herramientas de software libre, así que el uso de este tipo de licencia para las imágenes es nuestra forma de nutrir un espacio del que también nos hemos alimentado”.

Gracias a este tipo de iniciativas es posible crear una red de información gráfica paralela a las grandes agencias como EFE, AFP, Reuters, etc. y que los medios de información no comerciales puedan acceder a fotografías de actualidad y calidad con las que completar sus páginas web o periódicos impresos. De otra forma sería imposible. Según los integrantes de Quieres Callarte, las grandes agencias “son empresas al servicio del capital, lo que desde nuestro punto de vista es normal dentro del sistema en el que vivimos, pero está en las antípodas de nuestros planteamientos. Esto no quiere decir que valoremos o no el trabajo de algunos de sus reporteros, como trabajadores y como fotógrafos… pero la empresa es la empresa, y su beneficio el motor de su actividad”.

Algo muy peligroso que puede llevar a “ generar una uniformidad de la información que se ‘emite’ y, por lo tanto, que se ‘consume’, provocada no tanto por la demanda existente, sino por la unidireccionalidad de la oferta” convirtiendo “la información en una mercancía más”, concluyen desde FotogrAcción.

FOTOMILITANCIA EN LA RED

QUIERES CALLARTE

EKINKLIK

FOTOGRACCIÓN

ARRIBA LAS QUE LUCHAN

LA PLATAFORMA

jueves, 19 de febrero de 2009

"PARA QUE NUNCA HAYA OLVIDO"


ARTÍCULO DE LINA DE FERIA PUBLICADO EN CUBARTE EL 14 Y 15 DE FEBRERO DE 2009

El multánime quehacer literario de María Teresa León, hija de los celtíberos, abarca desde la novela, el testimonio, la traducción, el teatro, el guión de cine, y otras especificidades, hasta el ejercicio esencial de una historia personal que, siendo parte de la “escritura”, podemos los lectores, vivir su vida, y contaminarnos hasta crearnos una verdadera adicción por su existencia y su obra que cobra en nuestros espíritus lo más superior en cualquier altímetro interior por estable que sea.

Ya Monseñor Carlos Manuel de Céspedes se preguntaba con respecto a la identidad de una de las poetas más grandes cubanas, Fina García Marruz,: “¿Existe algún secreto que podría dar razón de su ser más entrañable?”. En el caso de María Teresa, quizás, Rafael Alberti, en una extraordinaria síntesis, dio pie para contestarnos, a partir de su ejecutoria, sobre la grandeza de la mílite y escritora española, cuando escribe: “(…) autora de “Memoria de la melancolía”, a la que unas noches de noviembre ayudó a salvar los cuadros del Museo del Prado, a la tenaz y entusiasta de las “Guerrillas del Teatro del Ejército del Centro” y del Teatro de Arte y Propaganda de Madrid, que sostuvo la Numancia de Cervantes, durante los días gloriosos de su defensa. Y luego, la Argentina, el exilio de veinticuatro años en aquellas orillas del Río de la Plata, y todo lo que allí trabajaste, creaste, hiciste.”

Pero lo enumerativo sería manco para alguien a quien la Historia, con Mayúscula, y la historia de la literatura mundial, reconoce hoy como no olvidada, como una persona que integra el conjunto de características necesarias e imprescindibles para que alguien sea lo que es: la esencia de una alta postura humana y una enorme escritora.

Es cierto que el tiempo puede ser un instrumento reductor, o algo que refracta la luz de la escritura, hasta dimensionarla por estadio congruentes con la universalidad. Y María Teresa ha sido parte constitutiva de los que andan por este segundo camino, difícil de lograr, fin objetivo que hoy celebramos en este especial evento, en el que todos coincidimos, en primer lugar, en la catalogación de su jerarquía, y en segundo lugar, en desentrañar lo que los “secretos” de su ser entrañable guiaron, con el halo intuitivo que siempre la caracterizó, a una prosa contemporánea y única, y para la que cabe igualar a lo que Beatriz Maggi señalara en relación a Emily Dickinson: “describimos la belleza del pensamiento en tanto que veloz, los años-luz que éste recorre en la millonésima fracción de un instante, fundiendo con ello las más lejanas y dispersas regiones de la experiencia, del saber, del cosmos, del corazón, mediante fulminantes asociaciones, inéditas, (identidades asombrosas que descubre) que reducen la inmensidad del éter (y del éter del alma) a una uña.”

Y es que cuando María Teresa León afirma “pero escribir es mi enfermedad incurable”, nos está advirtiendo que no ha habido juego floral en su escritura, sino que guiada por una pasión irrefrenable, vierte en sus libros la pujanza de lo sanguíneo, de lo inevitable, de lo justificador de vida, de la vocación bien arraigada. Alguien que conceptúa así su propia letra, ya nos acerca a la imposibilidad del retrato simple, de la frase halagadora, de la evanescencia.
Se trata de un reto, y ¿por qué no?, bastante inalcanzable porque todo ensayo sobre lo que es vida tiende a enfriar lo que se revive, más allá de lo matérico, en esos múltiples sentidos y fluencia continua, de María Teresa, en ideas y comparativas, de tamaño, de importancia, de calibre en sí, bien singulares, marcados por un sello, pero de aquel que grababa cifras, sin recurrencia fácil, sino el montaje testimonial y ficcional, de calidades ascendentes, que nos obligan , desde nuestra perspectiva crítica, a perder lo cualificador para expresar el disfrute de lo degustable.

Observando algunas fotos de la escritora, fotos de juventud, pensábamos que María Teresa estaba predeterminada, por su belleza física y su talento, a poseer un súper ego que la pondría a distancia kilométrica de lo que, para suerte de su familia y sus seguidores, sería la más intensa y llena de profundidad y de matices de ternura y de matices de humanidad, personalidad como realmente fuera.

Y es que alguien que describe en su pórtico a “Memoria de la melancolía”: “Todos son palabras y colores dentro de mí que ya no sé muy bien lo que representan. Me asusta pensar que invento y no fue así, y lo que descubro, el día de mi muerte lo veré de otro modo, justo en el instante de desvanecerme.”. Es alguien cuyo inconciente en el soporte, resulta ser consustancial a la propia existencia, y le va la vida o la muerte, en lo que es su obra escrita, resumen de un ejemplo que en los años actuales de los “skin head” , de las guerras bestiales del Medio Oriente, del desánimo ante lo que parece una eternidad horrible entre Israel y Palestina, emerge, como sanidad a la queja del hombre atormentado, como el puntito de luz de una posibilidad, ya no tan remota, cuando la vida ha dado a mujeres y hombres de su talla, que hicieron desbloquear los límites del comportamiento humano más profundo, como cuando, todavía viva, como lo está hoy, fue sepultada el 13 de diciembre de 1988, en medio de una huelga “que paralizó el corazón de España, como una última llamada de alerta de su espíritu revolucionario.”

María Teresa León es, entre otras cosas, la más brillante memoria de la intelectualidad republicana. Cuando ella insistía en que seguía escribiendo sobre los muertos (y también los vivos), inmediatamente sobrevive el personaje del que habla. Así en “Memoria de la melancolía” escribe: “Hoy, Luis Cernuda, de Sevilla”. Y acto seguido habla de un artículo de él en una revista, “Octubre”, en la que el poeta afirma: “Es necesario, es nuestro máximo deber enterrar la carroña. Es necesario destruir la sociedad caduca en que la vida actual se debate aprisionada. Esta sociedad chupa. Agosta, destruye las energías jóvenes que ahora surgen a la luz. Debe dársele muerte, debe destruírsela antes que ella destruya tales energías, y con ella, la vida misma. Confío para esto, en una revolución que el comunismo inspire. La vida se salvará así.”
Y ante estas palabras de Cernuda, la mílite comenta: “Al leer esta declaración muchos se rasgarán las vestiduras. Dirán “Esto es imposible” ¿Ha escrito esto Luis Cernuda, el poeta todo canto interior?”. Y de esta forma, deja como nadie, la arista poco conocida, poco comentada, pero real como la más intrínseca memoria del gran poeta: “Luis Cernuda valientemente, dejó un día la Alianza de Intelectuales de Madrid, para irse de soldado al Batallón Alpino. Ninguna de estas cosas veo nunca en sus biografías.”

Y así, María Teresa, nos dibuja panoramas que otros desdibujan, ocultan, incompletan, ya sea conciente o inconcientemente, pero resulta invaluable algo que nos da la verdadera esencia contra el olvido de lo que particularizaba a un gran escritor como Cernuda. O en otro momento, en el que comenta sobre Picasso, y escribe que “Otto Abtz, aquel embajador de Hitler que coleccionaba cuadros de la pintura contemporánea que Hitler desdeñaba, había un día ido a verlo en su taller. Silencio. Maestro, muéstreme usted sus mejores cosas”.

No sabemos qué murmuraría en su gracioso malagueño-catalán, pero dicen que enseñó algún diseño o reproducción del “Guernica”. El embajador murmuró diplomáticamente: ¡Oh, maestro, es lo mejor que ha hecho usted!”. Y el gran español le contestó: “Esto no lo he hecho yo, lo han hecho ustedes.” Y en fragmento literario de máximo apogeo, confirma María Teresa: “La luminosa onda gris de repente se revolvía como las astas de un toro magnífico, defendiendo la verdad, la belleza, los hombres, los árboles de España, la luz, la Esperanza.”

Descifrar la prosa de la escritora solo lo podemos hacer con ese concepto manejado por Jean Paul Sartre, cuando hablando de la poética del Tintoretto dice: “no es cielo de angustia, ni cielo angustiado, es una angustia hecha cosa, una angustia que se ha convertido en desgarramiento amarillo del cielo y que, por ello, está sumergida y empastada por las cualidades propias de las cosas, por su impermeabilidad, por su extensión, su permanencia ciega, su exterioridad y esas infinitas relaciones que con las otras cosas mantienen.”

Pero no solo es “Memoria de la Melancolía”, su Midas cervantino, sino que tantos otros libros hicieron de su obra, lo más ajeno a un Diálogo de besugos o a un diálogo de sordos. Así destacan “La bella del mal amor”, de 1929, o “Rosa fría, patinadora de la luna”, de 1934, o “Contra viento y marea”, de 1970, o “El soldado que nos enseñó a hablar” de 1978, entre otros.

La poetisa Fina García Marruz, a quien este año se le dedica la Feria del Libro de La Habana, en febrero próximo, tiende a la originalidad siempre de forma visceral, ya sea en poesía o en ensayo. Y valiéndonos de una definición clarividente de esta Maguister Ludi podemos también acercarnos, en alguna medida a lo que era propósito de María Teresa en su escritura: “La poesía -dice Fina- no estaba para mí en lo nuevo desconocido sino en una dimensión nueva de lo conocido, o acaso, en una dimensión desconocida de lo evidente. Entonces trataba de reconstruir, a partir de aquella oquedad, el trasluz entrevisto, anunciador. Relámpago del todo en lo fragmentario, aparecía y cerraba de pronto, como el relámpago,” Y en ese mismo sentido se vincula al “Ismaelillo” de José Martí.

El acto comunicador que une a estas tres grandes personalidades de la literatura de sus respectivos países, José Martí, Fina García Marruz, y María Teresa León, están ligadas por un untamiento de trascendencia que sobrepasa el “esquemático” nivel de género, (lo testimonial, lo periodístico, lo simplemente anecdótico), para ser carneamiento de la expresión escritural, algo trasuntado que imprime diferenciación al rigor oficioso, dejando plasmadas, lo que Maggi llamaría “las voces mentales de la escritura” en un arte totalmente nuevo, permanente, cuya contemporaneidad resulta tan innegable como el hecho astronómico ya precisado de que la luna se aleja, centímetro a centímetro, y muy poco a poco, pero se aleja, de la tierra. Si esto, en el hecho astronómico, es una cuestión ya tan novedosa que nos asusta, y tan irrefutable que nos anonada, de la misma manera, María Teresa León conversiona nuestro momento a través de sus canales comunicantes con una obra que, de imprescindible edición y lectura, posee todas las posibilidades de mostrar códigos necesarios para el existir del siglo veintiuno. La grandeza viene por ahí, porque su cognición de lo que todavía, cibernética y tecnología aparte, constituye fundamentación de la espiritualidad humana, su impostergable necesidad de crecimiento ético, su continuamente nutrida pero imprescindible permanencia de un código de valores que no de pie a aquella frase de: “Dios, barre con el experimento humano.”

Ella es, como la barrera coralina de los fondos del mar, lo que alimenta y protege con su “Memoria de la Melancolía”, lo que no debe ser olvidado nunca: lo bello, lo bueno, lo útil. Así quisiéramos que ese aserto de Marguerite Duras, cuando apunta: “pensamos que la gente está demasiado sola en la sociedad actual. Hay gente que no ve, que no oye, que llena la vida a cualquier precio. Gente espantada, espanto a su vez, que nos espanta”, así quisiéramos, repito, que estas reflexiones de la escritora francesa no sigan siendo realidad, y que sepamos que, con la obra dejada por María Teresa León, los niveles vitales del hombre crecen, porque, captadas la totalidad y las contradicciones del sujeto y paisaje descritos por la mílite, nos explica, desde el espejo desvencijado de la vida, la necesidad de existir y de no ser olvidados.

Fuente: CUBARTE (http://www.cubarte.cult.cu/)