miércoles, 31 de octubre de 2018

EL "MANIFIESTO COMUNISTA", 170 AÑOS DESPUÉS


EL "MANIFIESTO COMUNISTA", 170 AÑOS DESPUÉS

Samir Amín

No hay otro texto escrito en la mitad del siglo XIX que se haya mantenido tan bien como el Manifiesto Comunista de 1848 de Karl Marx y Friedrich Engels. Incluso hoy, parágrafos enteros del texto corresponden a la realidad contemporánea mejor que lo hacían en 1848. Empezando con las premisas de que eran difícilmente visibles en su era, Marx y Engels dibujaron las conclusiones que de desarrollos de ciento setenta años de historia verifican completamente.

¿Fueron Marx y Engels inspirados profetas, magos capaces de contemplar dentro de una bola de cristal, seres excepcionales con respecto a su intuición? No. Ellos simplemente entendieron mejor que nadie, de su tiempo y del nuestro, la esencia de eso que se define y caracteriza capitalismo. Marx dedicó su vida entera a profundizar este análisis a través del doble examen de la nueva economía, empezando con Inglaterra como ejemplo, y de la nueva política, empezando con Francia como ejemplo [1].

El capital de Marx presenta un riguroso análisis científico del modo de producción capitalista y de la sociedad capitalista, y de cómo difieren de las formas precedentes. El Volumen I escarba en el corazón del problema. Clarifica directamente el significado de la generalización del intercambio de mercancías entre propietarios privados (un fenómeno cuya centralidad es exclusiva del moderno mundo del capitalismo, a pesar de que el intercambio de mercancías existía anteriormente), específicamente la emergencia y predominio del valor y el trabajo social abstracto. Desde este fundamento, Marx nos lleva a comprender cómo la venta del proletario de su fuerza de trabajo al «hombre adinerado» asegura la producción de plusvalor que el capitalista le expropia, y que, a su vez, es la condición para la acumulación de capital. El predominio del valor gobierna no solo la reproducción del sistema económico del capitalismo, sino también cada uno de los aspectos de la moderna vida social y política. El concepto de alienación de la mercancía señala el mecanismo ideológico a través del cual se expresa toda la unidad conjunta de la reproducción social.
Estos instrumentos intelectuales y políticos, validados por el desarrollo del marxismo, demostraron su valor para predecir correctamente la evolución histórica general de la realidad capitalista. Ningún intento de pensar esta realidad fuera del marxismo –o a menudo contra él– ha llevado a resultados equiparables. La crítica de Marx de las limitaciones del pensamiento burgués, y en particular de la ciencia económica, la cual describió acertadamente como «vulgar», es magistral. Dado que es incapaz de entender qué es el capitalismo en su realidad esencial, este pensamiento alienado es también incapaz de imaginar adónde van las sociedades capitalistas. ¿Será el futuro forjado por revoluciones sociales que pongan fin al dominio del capital? ¿O conseguirá prolongar sus días el capitalismo, abriendo así el camino a la decadencia de la sociedad? El pensamiento burgués ignora esta cuestión, planteada por el Manifiesto.

De hecho, leemos en el Manifiesto se da «[una] lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna.»[2]
Esta sentencia atrajo mi atención durante mucho tiempo. Partiendo de ella, he llegado progresivamente a formular una lectura del movimiento de la historia enfocada en el concepto de desarrollo desigual y los diferentes posibles procesos para su transformación, originados muy probablemente desde las periferias que desde los centros. También hice algunos intentos de clarificar cada uno de los dos modelos de respuesta al desafío: la vía revolucionaria y la vía de la decadencia.[3]

Escogiendo derivar de la experiencia universal las leyes del materialismo histórico, he propuesto una formulación alternativa al modo único pre-capitalista, esto es, el modo tributario, hacia el cual toda clase social tiende. La historia de Occidente –la construcción de la Antigua Roma, su desintegración, el establecimiento de la Europa feudal, y, finalmente, la cristalización de los estados absolutistas de la era mercantilista– expresa así, en una forma particular, la misma tendencia básica presentada en otros lugares hacia la menos discontinua construcción estados tributarios completos, de la cual China es el ejemplo más fuerte. El modo esclavista no es universal en nuestra lectura de la historia, como lo son los modos tributario y capitalista; es particular y aparece en estricta conexión con la extensión de las relaciones mercantiles. Asimismo, el modo feudal es la primitiva e incompleta forma del modo tributario.

Esta hipótesis ve del establecimiento y la subsecuente desintegración de Roma como un intento prematuro de construcción tributaria. El nivel de desarrollo de las fuerzas productivas no requiso la centralización tributaria a la escala del Imperio Romano. Este primer intento inútil fue así seguido por una transición forzada a través de la fragmentación feudal, sobre cuya base fue restaurada otra vez la centralización dentro del marco de las monarquías absolutistas de Occidente. Solo entonces se aproximó el modo de producción en Occidente a completar el modelo tributario. Este, además, estaba apenas comenzando esta etapa cuando el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en Occidente alcanzó el del modo tributario completo de la China imperial; esto no es, sin duda, una coincidencia.
El atraso de Occidente, expresando en el aborto de Roma y la fragmentación feudal, ciertamente le dio una ventaja histórica. De hecho, la combinación de elementos específicos del antiguo modo tributario y del modo bárbaro comunal caracterizó el feudalismo y dio flexibilidad a Occidente. Esto explica la velocidad con la que Europa experimentó la fase tributaria completa, sobrepasando rápidamente el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas de Oriente, al que superó, y pasó al capitalismo. Esta flexibilidad y velocidad contrastó con la relativa rígida y lenta evolución del modo tributario completo de Oriente.

Sin duda, el caso Romano-Occidental no es el único ejemplo de una construcción tributaria abortada. Podemos identificar al menos otros tres caso de este tipo, cada uno con sus propias condiciones específicas: el caso Bizantino-Árabe-Otomano, el caso Indio, y el caso Mongol. En cada uno de ellos, intentos de instalar sistemas tributarios de centralización fueron demasiado adelantados a los requisitos del desarrollo de las fuerzas productivas para ser establecidos de manera firme. En cada caso, las formas de centralización fueron probablemente combinaciones específicas de medios estatales, para-feudales y mercantiles. En el Estado Islámico, por ejemplo, la centralización mercantil jugó un rol decisivo. Sucesivos fracasos indios debieron estar relacionados con los contenidos de la ideología hindú, la cual he contrastado con el confucianismo. Al igual que la centralización del imperio de Genghis Khan, fue, como es conocido, extremadamente efímera.

El sistema imperialista contemporáneo es también un sistema de centralización del plusvalor a escala mundial. Esta centralización operó sobre las bases de las leyes fundamentales del modo capitalista y sobre las condiciones de su predominio frente al modo pre-capitalista de sujeto periferia. He formulado la ley de la acumulación de capital a escala mundial como una expresión de la ley del valor operando a esa escala. El sistema imperialista por la centralización del valor se caracteriza por la aceleración de la acumulación y por el desarrollo de las fuerzas productivas en el centro del sistema, mientras en la periferia están atrasadas y deformes. Desarrollo y subdesarrollo son dos caras de una misma moneda.

Solo el pueblo hace su propia historia. Ni los animales ni los objetos inanimados controlan su propia evolución; están sujetos a ella. El concepto de praxis es propio de la sociedad, como una expresión de la síntesis de determinismo e intervención humana. La relación dialéctica de infraestructura y superestructura es también propia de la sociedad y no tiene equivalente en la naturaleza. Esta relación no es unilateral. La superestructura no es el reflejo de las necesidades de la infraestructura. Si fuera así, la sociedad estaría siempre aliendada y no sería posible ver cómo se podría conseguir liberarse.
Esta es la razón por la que proponemos diferenciar dos tipos cualitativamente diferentes de transición de un modo de producción a otro. Si esta transición se desarrolla en el inconsciente o con una conciencia alienada, esto es, si la ideología que influye en las clases no les permite controlar el proceso de cambio, este proceso aparece como si operara análogamente al cambio natural, y la ideología se convierte en parte de esta naturaleza. Para este tipo de transición reservamos la expresión «modelo de decadencia». En contraste, si la ideología captura la dimensión real de los cambios deseados en su totalidad, solo entonces podemos hablar de revolución.

El pensamiento burgués ignoró esta cuestión en aras de ser capaz de pensar el capitalismo como un sistema racional para la eternidad, en aras de pensar «el fin de la historia».

2

Marx y Engels, por el contrario, advierten con contundencia, del tiempo del Manifiesto, que el capitalismo constituye solo un breve paréntesis en la historia de la humanidad. Sin embargo, el modo de producción capitalista de su tiempo no se extendió más allá de Inglaterra, Bélgica, una parte pequeña de la región norteña de Francia, o de la parte occidental de la Westphalia prusiana. No existió nada comparable en otras regiones de Europa. A pesar de esto, Marx ya imaginó que las revoluciones socialistas ocurrirían en Europa «pronto». Esta expectativa es evidente en cada línea del Manifiesto.

Marx no subía, por supuesto, en qué país comenzaría la revolución. ¿Sería Inglaterra, el único país ya avanzado en el capitalismo? No. Marx no pensó que fuera posible excepto si el proletariado inglés se auto-emancipa de su apoyo a la colonización de Irlanda. ¿Sería Francia, menos avanzada en términos de desarrollo capitalista, pero más avanzada en términos de madurez política del pueblo, inherente desde su gran revolución? Quizás, y en la Comuna de París de 1871 confirmó esta intuición. Por la misma razón, Engels tuvo grandes expectativas de la «atrasada» Alemania: la revolución proletaria y la revolución burguesa podrían chocar aquí. En el Manifiesto, apuntan esta conexión:

«Los comunistas fijan su principal atención en Alemania porque Alemania se halla en vísperas de una revolución burguesa y porque llevará a cabo esta revolución bajo las condiciones más progresivas de la civilización europea en general, y con un proletariado mucho más desarrollado que el de Inglaterra en el siglo XVII y el de Francia en el XVIII, y, por lo tanto, la revolución burguesa alemana no podrá ser sino el preludio inmediato de una revolución proletaria.»[4]

Esto no ocurrió: la unificación bajo el pérfido mundo histórico (Bismarck) de la Prusia reaccionaria, y la cobarde mediocridad política de la burguesía alemana, permitió al nacionalismo triunfar y marginó la revuelta popular. Hacia el final de su vida, Marx dirigió su mirada hacia Rusia, la cual esperaba que tomara un camino revolucionario, tal y como testifica su correspondencia con Vera Zasulich.

Marx tuvo así la intuición de que la transformación revolucionaria podría comenzar por la periferia del sistema –los «débiles vínculos», en palabras posteriores de Lenin. Marx, no obstante, no extrajo en su momento todas las conclusiones que se imponen a este respecto. Fue necesario esperar el avance de la historia en el siglo XX para ver, con V. I. Lenin y Mao Zedong, los comunistas capaces de imaginar una nueva estrategia, calificada como «la construcción del socialismo en un solo país». Se trata de una expresión inadecuada, frente a la cual yo prefiero una larga paráfrasis: «los avances desiguales en el largo camino de la transición al socialismo, localizados en algunos países, contra el que la estrategia del imperialismo dominante es combatir continuamente y buscar su estricto aislamiento.»

El debate que en relación a la larga transición histórica al socialismo en dirección al comunismo, y la posibilidad universal de este movimiento, representa una serie de cuestiones concernientes a la transformación del proletariado de una clase en-sí a una clase para-sí, las condiciones y efectos de la globalización capitalista, el lugar del campesinado en la larga transición, y la diversidad de expresiones del pensamiento anticapitalista.

3

Marx entendió mejor que nadie que el capitalismo tiene la misión de conquistar el mundo. Escribió sobre esto en un momento en el que esta conquista estaba lejos de ser completada. Consideró esta misión desde sus orígenes, el descubrimiento de las Américas, el cual inauguró la transición de tres siglos de mercantilismo hacia la forma finalmente consumada de capitalismo.

Como escribió en el Manifiesto, «La gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. […] Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países.»[5]

Marx dio la bienvenida a la globalización, el nuevo fenómeno de la historia de la humanidad. Numerosos pasajes del Manifiesto dan prueba de ello. Por ejemplo: «Dondequiera que ha conquistado el poder, la burguesía ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas.» [6] O: «La burguesía ha sometido el campo al dominio de la ciudad […] sustrayendo una gran parte de la población al idiotismo de la vida rural. Del mismo modo que ha subordinado el campo a la ciudad, ha subordinado los países bárbaros o semibárbaros a los países civilizados, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente.»[7]

Las palabras son claras. Marx nunca estuvo mirando al pasado, lamentando los buenos viejos tiempo. Siempre expresó un punto de vista moderno, hasta el punto de parecer un eurocentrista. Fue lejos en esta dirección. Sin embargo, ¿no fue la barbarización del trabajo urbano embrutecedora para los proletarios? Marx no ignoró la pobreza urbana que acompañó a la expansión capitalista.

¿Se ajustó correctamente en su medición el Marx del Manifiesto a las consecuencias políticas de la destrucción del campesinado en Europa y, más allá, en los países colonizados? Vuelvo a esta cuestión en directa relación al carácter desigual del despliegue mundial del capitalismo.

Marx y Engels, en el Manifiesto, no saben todavía que el despliegue mundial del capitalismo no es aquel homogéneo que imaginan, esto es, el que da la oportunidad al Oriente conquistado de salir del punto muerto en el que su historia lo atrapa y convertirse, acorde a la imagen de los países occidentales, en naciones «civilizadas» o países industrializados. Varios textos de Marx presentan la colonización de India bajo una luz consoladora. Pero, más tarde, Marx cambió de opinión. Estas alusiones, en lugar de constituir una argumentación sistemáticamente elaborada, testimonian los efectos destructivos de la conquista colonial. Marx comienza a concienciarse gradualmente de lo que llamo desarrollo desigual, en otras palabras, la construcción sistemática del contraste entre los centros dominadores y las periferias dominadas, y, con ello, la imposibilidad de «ponerse al día» en el marco de la globalización capitalista (imperialista por naturaleza) con las herramientas del capitalismo. A este respecto, si fuera posible «ponerse al día» dentro de la globalización capitalista, ninguna fuerza ideológica, social o política sería capaz de oponerse satisfactoriamente a ello.

En cuanto a la cuestión de la «apertura» de China, en el Manifiesto Marx dice que «Los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China y hace capitular a los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros.» [8]

Sabemos que así no fue como esta apertura operó: fueron los cañones de la marina británica los que «abrieron» China. Los productos chinos solían ser más competitivos que los occidentales. Sabemos también que no fue el mayor avance de la industria inglesa la que permitió el éxito de la dominación de la India (de nuevo, los textiles indios eran de mejor calidad que los ingleses). Por el contrario, fue la dominación de la India (y la destrucción planificada de las industrias indias) la que dio a Gran Bretaña su posición hegemónica en el sistema capitalista del siglo XIX.

No obstante, un Marx mayor aprendió cómo abandonar el eurocentrismo de su juventud. Marx sabía cómo cambiar sus visiones, a la luz de la evolución del mundo.

En 1848, Marx y Engels imaginaron entonces la gran posibilidad de una de las revoluciones socialistas en la Europa de su tiempo, confirmando que el capitalismo representa solo un corto paréntesis en la historia. Los hechos pronto probaron que estaban en lo cierto. La Comuna de París de 1871 fue la primera revolución socialista. Sin embargo, fue también la última revolución llevada a cabo en un país capitalista desarrollado. Con el establecimiento de la Segunda Internacional, Engels no perdió la esperanza en nuevos avances revolucionarios, en particular en Alemania. La historia probó que se equivocaba. En cualquier caso, la traición de la Segunda Internacional en 1914 no debería sorprender a nadie. A pesar de su deriva reformista, la alineación de los partidos de los trabajadores por toda Europa al mismo tiempo con las políticas expansionistas, colonialistas e imperialistas de sus burguesías indicaron que no se puede esperar mucho de los partidos de la Segunda Internacional. La línea frontal de la transformación del mundo se movió hacia Oriente, a Rusia en 1917 y después a China. Obviamente Marx no lo predijo, pero sus últimos textos nos permiten suponer que probablemente no le habría sorprendido la Revolución Rusa.

En cuanto a China, Marx pensó que era una revolución burguesa lo que estaba en la agenda. En enero de 1850 Marx escribió: « Cuando nuestros reaccionarios europeos, […] lleguen finalmente a la Muralla China, […] quien sabe si no leerán: República China Libertad, Igualdad, Fraternidad [“République chinoise, Liberté, Egalité, Fraternité” en la versión inglesa citada por el autor].»[9] El Kuomintang, de Sun Yat-sen, de la revolución de 1911, también lo imaginó, como Marx, proclamando la (burguesa) República de China. No obstante, Sun no tuvo éxito ni en derrotar a las fuerzas del viejo régimen cuyos señores de la guerra recuperaron el territorio, ni en expulsar las fuerzas de dominación imperialistas, especialmente Japón. La deriva del Kuomintang de Chiang Kai-shek confirmó los argumentos de Lenin y Mao de que no hay ocasión de una auténtica revolución burguesa; nuestra era es la de la revolución socialista. Así como la Revolución Rusa de Febrero de 1917 no tuvo futuro hasta que no fue capaz de triunfar sobre el viejo régimen, urgiendo entonces a la Revolución de Octubre, la Revolución China de 1911 instó a la revolución de los comunistas maoístas, quienes fueron los únicos capaces de responder a las expectativas de liberación, simultáneamente nacionales y sociales.

Fue así como Rusia, el «débil vínculo» del sistema, inició la segunda revolución socialista, tras la Comuna de París. La Revolución Rusa de Octubre no fue apoyada sino combatida por los movimientos obreros europeos. Rosa Luxemburgo usó severos calificativos para esta deriva de los movimientos obreros. Habló de su fracaso, traición y « la inmadurez del proletariado alemán para la realización de sus tareas históricas.»[10]

Me he aproximado a esta retirada de la clase trabajadora en el Occidente desarrollado, que abandonaron sus tradiciones revolucionarias, enfatizando los efectos devastadores de la expansión imperialista del capitalismo y los beneficios que las sociedades imperiales como un todo (y no solo sus burguesías) cobraron de sus posiciones dominantes. Por lo tanto, he considerado necesario dedicar un capítulo entero en mi lectura de la importancia universal de la Revolución de Octubre al análisis del desarrollo que apuntaron las clases trabajadoras al renunciar sus tareas históricas, usando los términos de Rosa Luxemburgo. Emplazo al lector al capítulo cuarto de mi libro October 1917 Revolution.

4

Los avances revolucionarios en el largo camino de la transición del socialismo o comunismo, por consiguiente, se originarán, sin duda, en las sociedades de la periferia del sistema-mundo, precisamente en los países en los que una vanguardia entendería que es imposible «ponerse al día» integrándose en la globalización capitalista, y que por esta razón algo más debería hacerse, esto es, encabezar una transición de naturaleza socialista. Lenin y Mao expresaron esta convicción, proclamando que nuestro tiempo ya no es la época de las revoluciones burguesas sino, en su lugar, a partir de entonces, la época de las revoluciones socialistas.

Esta conclusión conduce a otra: las transiciones socialistas aparecerán necesariamente en un país, el cual además permanecerá fatalmente aislado mediante el contraataque del imperialismo mundial. No hay alternativa; no habrá revoluciones mundiales simultáneas. En consecuencia, las naciones y los estados insertos en este camino se encontrarán con un doble desafío: (1) resistir la guerra permanente (caliente o fría) encabezada por las fuerzas imperialistas; y (2) asociarse con éxito con la mayoría campesino para avanzar en la nueva ruta al socialismo. Ni el Manifiesto, ni Marx y Engels por ende, estaban en posición de decir algo sobre estas cuestiones; es responsabilidad del marxismo viviente hacerlo en su lugar.

Estas reflexiones me llevan a evaluar las visiones que Marx y Engels desarrollaron en el Manifiesto respecto de los campesinos. Marx se sitúa dentro de su tiempo, que siguió siendo el tiempo de revoluciones burguesas inconclusas en Europa. En este contexto, el Manifiesto dice: «Durante esta etapa, los proletarios no combaten, por tanto, contra sus propios enemigos, sino contra los enemigos de sus enemigos, es decir, contra los restos de la monarquía absoluta, los propietarios territoriales […] cada victoria alcanzada en estas condiciones es una victoria de la burguesía.»[11]

Pero la revolución burguesa dio la tierra a los campesinos, como se muestra particularmente en el caso ejemplar de Francia. Entonces, el campesinado en su gran mayoría se convierte en el aliado de la burguesía en el campo de los defensores de la sagrada propiedad privada y se convierte en el enemigo del proletariado.

Sin embargo, la transferencia del centro de gravedad de la transformación social del mundo, pasando de los centros imperialistas dominadores a las periferias dominadas, modifica radicalmente la cuestión campesina. Los avances revolucionarios se vuelven posibles en condiciones de sociedades que permanecen, en gran parte, campesinas, solo si las vanguardias socialistas son capaces de implementar estrategias que integren a la mayoría del campesinado en el bloque de lucha contra el capitalismo imperialista.

5

Marx y Engels nunca creyeron, ni al editar el Manifiesto ni después, en el espontáneo potencial revolucionario de las clases trabajadoras, puesto que «Las ideas dominantes en cualquier época siempre han sido las ideas de la clase dominante.»[12] A partir de este hecho, los trabajadores, entre otros, suscriben la ideología de la competencia, la piedra angular del funcionamiento de la sociedad capitalista, y, por ende, la «Esta organización del proletariado en clase y, por tanto, en partido político, vuelve sin cesar a ser socavada por la competencia entre los propios obreros.»[13]
Así pues, la transformación del proletariado de una clase en-sí a una clase para-sí requiere la intervención activa de una vanguardia comunista: «A la hora de la acción, los comunistas son, pues, el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás; en el aspecto teórico, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, la marcha y los resultados generales del movimiento proletario.»[14]
La afirmación del rol inevitable de las vanguardias no significa para Marx una defensa a favor del partido único. Como escribe en el Manifiesto, « Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos obreros. […] No proclaman principios especiales a los que quisieran amoldar el movimiento proletario.»[15]

Y después, en su concepción de qué debería ser una Internacional Proletaria, Marx consideró necesario integrar dentro de esta todos los partidos y corrientes de pensamiento y acción que beneficien de una audiencia popular y obrera real. La Primera Internacional incluyó entre sus miembros a blanquistas franceses, a lassallianos alemanes, a sindicalistas ingleses, a Proudhon, a anarquistas, a Bakunin. Marx, ciertamente, no escatimó en críticas, a menudo feroces, a sus compañeros. Y uno debe decir que probablemente la violencia de estos conflictivos debates es el origen de la corta vida de esta Internacional. Dejémoslo así. Esta organización, sin embargo, fue la primera escuela de la educación de los futuros cuadros involucrados en la lucha contra el capitalismo.
Dos observaciones llevan a la cuestión del rol del partido y los comunistas.

La primera versa sobre la relación entre el movimiento comunista y la nación. Tal y como podemos leer en el Manifiesto: «Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen. Pero, en la medida que el proletariado debe en primer lugar conquistar el poder político, elevarse a la condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía es nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués.»[16] Y, «Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra la burguesía es primeramente una lucha nacional.»[17]

En el mundo capitalista los proletarios no comparten el nacionalismo de su país; ellos no pertenecen a la nación. La razón está en que en el mundo burgués la única función del nacionalismo es dar legitimidad, por una parte, a la explotación de los trabajadores en el país dado y, por otra, a la lucha de la burguesía contra sus competidores extranjeros y la realización de sus ambiciones imperialistas. No obstante, con el triunfo de la eventual revolución socialista, todo podría cambiar.

Lo anterior se relaciona con las primeras grandes etapas de la transición socialista en las sociedades de las periferias. También expresa respeto por la necesaria diversidad de los caminos tomados. Adicionalmente, el concepto de objetivo final del comunismo fortalece la importancia de esta diversidad nacional de las naciones proletarias. El Manifiesto formuló ya la idea de que el comunismo está construido sobre la diversidad de los individuos, colectivos y naciones. La solidaridad no excluye sino que invita al desarrollo humano de todos. El comunismo es la antítesis del capitalismo, lo cual, a pesar de su elogio del «individualismo», produce, de hecho, gracias a la competencia, clones formateados por la dominación del capital.

En conexión con esto debo citar lo que recientemente escribí en October 1917 Revolution:
El apoyo o rechazo de la soberanía nacional conlleva el gran riesgo de malentender todo el contenido de clase de la estrategia en el marco en el que este opera no está identificado. El bloque socialmente dominante en las sociedades capitalistas siempre concibe la soberanía nacional como un instrumento para promover sus intereses de clase, i. e. la explotación capitalista del trabajo local y simultáneamente la consolidación de su posición en el sistema global. Hoy día, en el contexto del sistema liberal global dominado por los monopolios financieros de la Tríada (EE.UU., Europa, Japón), la soberanía nacional es el instrumento que permite a las clases dominantes para mantener sus posiciones competitivas dentro del sistema. El gobierno de los EE.UU. es el más claro ejemplo de esta práctica constante: la soberanía es concebida como el exclusivo coto del capital monopolista estadounidense y a tal efecto la legislación nacional estadounidense es prioritaria a la legislación internacional. Esta es también la práctica de los poderes imperialistas europeos en el pasado y continúa siendo la práctica de la mayoría de estados de la Unión Europea.[18]

Manteniendo esto en mente, uno entiende por qué el discurso nacional en apología de las virtudes de la soberanía, escondiendo los intereses de clase al servicio de quien lo opera, ha sido siempre inaceptable por todo el que defienda a las clases trabajadoras.

Sin embargo, no debemos reducir la defensa de la soberanía a la modalidad del nacionalismo burgués. La defensa de la soberanía es no solo decisiva para la protección de la alternativa popular a lo largo del camino al socialismo. Constituye también una inevitable condición para el avance en tal dirección. La razón es que el orden global (así como el orden europeo sub-global) no será nunca transformado desde arriba mediante decisiones colectivas de las clases dominantes. A este respecto el progreso es siempre el resultado de un avance desigual de las luchas desde un país a otro. La transformación del sistema global (o del subsistema de la Unión Europea) es el producto cuyos cambios operan dentro del marco de varios estados, que, en su momento, modifican el equilibrio internacional de las fuerzas. El estado-nación mantiene el único marco para el desarrollo de las luchas decisivas que en última instancia transforman el mundo.

Los pueblos de las periferias del sistema, el cual es polarizador por naturaleza, tienen una larga experiencia de nacionalismo progresista positivo, antiimperialista y que rechaza el orden global impuesto por los centros, y por lo tanto potencialmente anticapitalista. Digo que potencialmente porque ese nacionalismo puede también inspirar la ilusión de una posible construcción de un orden capitalista nacional que fuera capaz de ponerse al día con los capitalismos nacionales dominantes en los centros. En otras palabras, el nacionalismo en las periferias es progresista solo con la condición de que se mantenga antiimperialista, entrando en conflicto con el orden liberal global. Cualquier otro nacionalismo (que en este caso sería solo fachada) que acepte el orden global liberal es un instrumento de las clases dominantes locales en busca de participar en la explotación de sus pueblos y, en su momento, de sus compañeros más débiles, actuando así como poderes sub-imperialistas.
La confusión entre estos dos conceptos antónimos de soberanía nacional, y el consecuente rechazo de cualquier nacionalismo, aniquila la posibilidad de cambiar el orden global liberal.

Desafortunadamente, la izquierda –en Europa y en cualquier sitio– a menudo cae presa de dicha confusión.

El segundo punto tocante a la segmentación de las clases trabajadoras, a pesar de la simplificación de la sociedad conecta con el avance del capitalismo, evocado en el Manifiesto: «Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.»[19]

Este doble movimiento –el de la generalización de la posición proletaria y simultáneamente la segmentación del mundo de los trabajadores– es todavía considerablemente más visible de lo que lo fue en 1848, cuando apenas aparecía.

Tenemos documentado durante el largo siglo XX, hasta nuestros días, una generalización sin precedentes de la condición proletaria. Hoy en día, en los centros capitalistas, casi la totalidad de la población es reducida al estatus de empleados vendiendo su fuerza de trabajo. Y, en las periferias, los campesinos son integrados más que nunca en las redes comerciales que aniquilan sus estatus como productores independientes, haciéndose subcontratistas dominados, reducidos de hecho al estatus de vendedores de su fuerza de trabajo.

Este movimiento está asociado a los procesos de pauperización: el individuo «El trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que la población y la riqueza.»[20] La tesis de la pauperización, retomada y amplificada en El Capital, fue objeto de críticas sarcásticas por los economistas vulgares. Y todavía, al nivel del sistema-mundo capitalista –el único nivel que da plenas posibilidades al análisis de la realidad– esta pauperización es considerablemente más visible de lo que Marx imaginó. No obstante, paralelo a esto, las fuerzas capitalistas han conseguido debilitar el peligro que la proletarización generalizada representa implementando estrategias sistemáticas en orden de segmentar las clases trabajadoras a todos los niveles, nacionalmente e internacionalmente.

6

La tercera sección del Manifiesto, titulada «Literatura socialista y comunista», podría parecer al lector contemporáneo que pertenece verdaderamente al pasado. Marx y Engels nos ofrecen aquí comentarios en torno a sujetos históricos y sus producciones intelectuales de su tiempo. De largo olvidadas, estas cuestiones parecen hoy en día ser asunto exclusivamente de archivistas.
Sea como fuere, me acechan persistentes analogías con los más recientes, de hecho coetáneos, movimientos y discursos. Marx denuncia el reformismo en todas sus formas que no han entendido nada de la lógica del desarrollo capitalista. ¿Han desaparecido de la escena? Marx reveló las mentiras de todos quienes condenaban las fechorías del capitalismo, pero aun así, «en la práctica política, toman parte en todas las medidas de represión contra la clase obrera.»[21] ¿Son los fascistas del siglo XX y de hoy, o los movimientos presuntamente religiosos (los Hermanos Musulmanes, los fanáticos del hinduismo y del budismo), algo diferente?

Las críticas de Marx a los competidores del marxismo y de sus ideologías, así como sus esfuerzos de identificar los medios sociales de los que son portavoces, no implica que para Marx, y para nosotros, los movimientos anticapitalistas auténticos no deben ser necesariamente diversificados en sus corrientes de inspiración. Propongo la lectura de algunos de mis recientes escritos en esta materia, concebidos desde la perspectiva de la reconstrucción de una nueva Internacional como condición de la eficacia de las luchas populares y las visiones del futuro[22].

7
Concluyo con unas palabras que siguen mi lectura del Manifiesto.

El Manifiesto es el himno de la gloria de la modernidad capitalista, o el dinamismo que esta inspira, sin comparación durante la larga historia de la civilización. Pero es, al mismo tiempo, el canto del cisne del sistema, cuyo movimiento propio no es más que una generación de caos, como Marx siempre supo y nos lo recordó. La racionalidad histórica del capitalismo no es más que la producción, en poco tiempo, de todas las condiciones –materiales, políticas, ideológicas y morales– que llevarán a su superación.

Siempre he compartido este punto de vista, que creo que es el de Marx, desde el Manifiesto hasta la primera época de la Segunda Internacional vivida por Engels. El análisis que he propuesto tiene que ver con la larga composición del capitalismo –diez siglos– y las contribuciones en diferentes regiones del mundo para su maduración (China, el Oriente islámico, las ciudades italianas y finalmente la Europa atlántica), su corto cénit (el siglo XIX) y finalmente su prolongado declive, que se manifiesta a través de dos largas crisis sistémicas (la primera de 1890 a 1945, la segunda de 1975 a nuestros días). Este análisis tiene el objetivo de profundizar lo que fue en Marx solo una intuición[23]. Esta visión del lugar del capitalismo en la historia fue abandonada por las corrientes reformistas dentro del marxismo de la Segunda Internacional y desarrollada entonces fuera del marxismo. Fue reemplazada por una visión acorde con la cual el capitalismo habrá cumplido en homogeneizar el planeta según el modelo de estos centros desarrollados. Contra la persistente visión del desarrollo globalizado del capitalismo, la cual es simplemente no es realista ya que el capitalismo es por su propia naturaleza polarizador, proponemos la visión en la transformación del mundo mediante procesos revolucionarios –rompiendo con la sumisión a las mortíferas vicisitudes de la decadencia de la civilización.

Notas:
[1]Escribí sobre este asunto en el capítulo tres de mi libro (2017). October 1917 Revolution: A Century Later . Montreal: Daraja.
[2] Marx, K. y Engels, F. (1998). The Communist Manifesto. New York: Monthly Review Press., p. 2 [Traducción tomada de: Marx, K. y Engels, F. (2001). El Manifiesto del Partido Comunista [edición digital]. México: Centro de estudios socialistas Carlos Marx., p. 30].
[3] He escrito más sobre esta cuestión en la conclusión de mi libro: (1980). Class and Nation . New York: Monthly Review Press.
[4] Marx & Engels, Manifesto, op. cit., pp. 61-61. [p. 74.]
[5] Marx & Engels, ibid., pp. 4–8 [pp. 32-35].
[6] Marx & Engels, ibid., p. 5 [p. 33].
[7] Marx & Engels, Manifesto, op. cit., p. 9 [p. 36]. [Nota del editor: «Idiotismo» es una mala traducción, pues en griego clásico Idiotes refiere al aislamiento de la polis, un significado trasladado al alemán –un hecho reconocido en numerosas traducciones del Manifiesto. Ver: Drapel, H. (1998). The adventures of the Communist Manifesto. Berkeley: Center for Socialist History, p. 211.]
[8] Marx & Engels, Manifesto, op. cit., p. 9 [p. 36].
[9] Marx, K. y Engels, F. (1972). On Colonialism. New York: International Publichers, p. 18 [Traducción tomada de: Marx, K. (2015). Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850. Madrid: Fundación Federico Engels, p. 51] Nota del traductor: En el libro citado por el autor, en inglés, aparecen las palabras en francés, mientras que la edición en español que cito las traduce al español.
[10] Luxemburgo, R. (1918). The Russian Revolution, en http://marxists.org [Chapter 1: Fundamental significance of the Russian Revolution] [Traducción tomada de: Luxemburgo, R. (2008). Obras escogidas [edición digital]. Izquierda Revolucionaria., p. 377].
[11] Marx & Engels, Manifesto, op. cit., p. 17 [41].
[12] Marx & Engels, ibid., p. 37 [55].
[13] Marx & Engels, ibid., p. 18-19 [42-43].
[14] Marx & Engels, ibid., p. 25-26 [47].
[15] Marx & Engels, ibid., p. 25 [47].
[16] Marx & Engels, ibid., p. 35-36 [54].
[17] Marx & Engels, ibid., p. 22 [45].
[18] Amir, S. (2017). October 1917 Revolution. Montreal: Araja., pp. 83-85 [No hay traducción al español todavía]. Nota del autor: He discutido esta cuestión específica de Europa en el capítulo cuatro de mi libro (2013). The Implosion of Contemporary Capitalism . New York: Monthly Review Press.
[19] Marx & Engels, Manifesto, op. cit., p. 3 [31].
[20] Marx & Engels, ibid., p. 23 [46].
[21] Marx & Engels, ibid., p. 44 [61].
[22] Ver «Unité et Diversité des Mouvements Populaires au Socialisme» en el libro Egypte, Nassérisme et Communisme; y «L’Indispensable Reconstruction de l’Internationale des Travailleurs et des Peuples», en el blog Investig’Action, http://investigaction.net/fr.
[23] Ver Amin, The Implosion of Contemporary Capitalism.
Samir Amin (El Cairo 1931-Paris 2018) ha sido uno de los intelectuales marxistas más influyentes del siglo XX. Autor de una importante obra económica y política sobre el capitalismo contemporaneo, crítico de la nomenklatura soviética, e incansable militante socialista, defendió en los últimos años la necesidad de una nueva Internacional de los trabajadores y los pueblos.
Texto original en inglés: https://monthlyreview.org/2018/10/01/the-communist-manifesto-170-years-later/
Traducción: Roberto Álava
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/el-manifiesto-comunista-170-anos-despues

martes, 30 de octubre de 2018

SE ESTRENA "EL FOTÓGRAFO DE MAUTHAUSEN", BASADA EN LA VIDA DE FRANCESC BOIX

Título original: El fotógrafo de Mauthausen
Año: 2018
Duración: 110 min.
País: España
Dirección: Mar Targarona
Guión: Roger Danès, Alfred Pérez Fargas
Música: Diego Navarro
Fotografía: Aitor Mantxola
Reparto: Mario Casas, Richard van Weyden, Alain Hernández, Adrià Salazar, Stefan Weinert, Macarena Gómez, Frank Feys, Rubén Yuste, Eduard Buch, Efrain Anglès, Luka Peros, Igor Szpakowski, Marc Rodríguez, Joan Negrié, Roger Vilá

El cine español paga su deuda con los españoles de Mauthausen

En los últimos setenta años todas las generaciones de españoles hemos crecido contemplando multitud de películas, made in Hollywood, dedicadas a héroes estadounidenses, británicos o franceses de la II Guerra Mundial. Quienes combatían a los nazis o sufrían sus torturas en los campos de exterminio de Hitler siempre habían nacido en Massachusetts, Londres o Varsovia. La muerte de nuestro tirano particular abrió el camino a una amplia, aunque nunca suficiente, serie de buenos largometrajes sobre la sublevación militar liderada por Franco, la guerra y la represión perpetrada durante la dictadura.

Sin embargo, nuestro cine siguió dándole la espalda a los españoles y españolas que lucharon en la Resistencia antinazi en Europa, a quienes participaron en la liberación de París formando parte esencial de la División Lecrerc y a los que sufrieron los mismos tormentos que judíos, gitanos o soviéticos en los campos de concentración.

Teníamos nuestros héroes y les ignorábamos porque sus historias habían sido convenientemente silenciadas por el franquismo y por sus herederos. Silenciadas… hasta ahora. Este viernes, por fin, en las pantallas españolas vamos a poder admirar a algunos de esos héroes que plantaron cara al III Reich, que murieron bajo sus garras y que eran nuestros compatriotas.

El fotógrafo de Mauthausen relata la historia de Francesc Boix, uno de los 9.300 españoles que fue deportado por orden de Franco a los campos de concentración nazis. El personaje, al que da vida de forma muy notable el actor Mario Casas, pasó más de cuatro años encerrado en aquel infierno.

Boix era, no obstante, un prisionero afortunado porque había trabajado en España como reportero gráfico y eso le permitió convertirse en ayudante de los SS que dirigían el laboratorio fotográfico de Mauthausen. Allí fue, involuntariamente, testigo privilegiado del sufrimiento de sus compañeros, ya que una de sus tareas consistía en revelar las fotografías realizadas por su jefe, el SS Paul Ricken, en las que documentaba gráficamente la vida y la muerte en el campo. Por sus manos pasaron cientos de instantáneas de prisioneros esqueléticos, asesinados, electrocutados… y también imágenes en las que se veía a dirigentes alemanes como Himmler visitando Mauthausen.

Boix fue consciente de la importancia de esas fotografías y lideró una operación, realizada por la organización clandestina que formaban los prisioneros españoles, para robarlas y evitar que fueran destruidas por los nazis. Aquellas instantáneas acabarían siendo exhibidas en los históricos juicios de Núremberg contra la cúpula del III Reich, en los que Boix fue el único español que compareció como testigo.

Esta historia de película merecía una película como la que ha dirigido Mar Targarona: "Siempre me había interesado mucho la II Guerra Mundial. Me escandalizaba que hubiera una ideología tan nefasta y repugnante como la nazi, pero no encontraba la forma de hincarle el diente hasta que los guionistas me presentaron la historia de Boix", asegura la directora a eldiario.es.

El robo de las fotografías es el eje del largometraje. Sin embargo, Targarona utiliza al personaje de Boix para adentrar al espectador en aquel Mauthausen en el que perecieron, de las formas más horribles que podamos imaginar, cerca de 5.000 españoles: "El problema es que la mayor parte de nuestra sociedad sigue sin saber que hubo más de 9.000 españoles en los campos nazis. Se ha hablado mucho del Holocausto, pero nunca se ha hablado de los españoles. Es necesario que sepamos lo que pasó y esta película pretende ayudar a ello", afirma Targarona.

Para lograrlo, el equipo de El fotógrafo de Mauthausen ha recreado con enorme rigor el aspecto y la sanguinaria rutina de ese campo de concentración. Cualquier espectador que se enfrente por primera vez a esta historia se verá conmovido ante las escenas de los prisioneros españoles subiendo la llamada "escalera de la muerte", las secuencias en las que los cautivos son humillados o asesinados y las imágenes rodadas en el interior de los barracones o del crematorio.

Lo que no suele ser tan habitual en este tipo de producciones es que la misma o más emoción se despierte en aquellos que conocen muy a fondo el tema. A lo largo de la película no dejan de verse pinceladas de hechos que relataron en su día los supervivientes o que pudieron ser constatados por los historiadores: la macabra educación que recibía el hijo del comandante del campo, la curiosidad que despertaba entre los SS un español de raza negra, los trucos que usaban los deportados para comer un poco más, la maravillosa imagen de los prisioneros españoles derribando el águila que presidía una de las entradas del campo y colocando la histórica pancarta en castellano con que dieron la bienvenida a las tropas estadounidenses que les liberaron…

Targarona no ha eludido ni siquiera el espinoso asunto del prostíbulo abierto por los SS para uso, y no sé si disfrute, de sus prisioneros de mayor confianza. Un tema que requeriría decenas de páginas para contextualizarlo se resuelve magníficamente, gracias también a la breve pero conmovedora interpretación de Macarena Gómez.

No se pierdan todos esos pequeños detalles porque enriquecen enormemente el valor de esta obra. Se nota y mucho que detrás hay un gran trabajo de documentación reforzado por el asesoramiento del historiador Benito Bermejo, biógrafo de Boix y máximo experto en la deportación española. Quizás por ello, y es la mayor crítica negativa que se le puede hacer a la película, no se entiende muy bien que, especialmente en el último tercio de la misma, se incluyan tantos elementos de ficción, un tanto peliculeros, que terminan por distorsionar en parte la historia real del robo de las fotografías.

El otro "pero" tiene unos responsables más elevados y responde a lo ajustado del presupuesto destinado a recrear un lugar tan brutal y complejo como era Mauthausen. Quien más lo sufrió, la propia directora, reconoce este hecho, pero extrae aspectos positivos de todo ello: "Siempre vamos escasos de presupuesto, pero eso te obliga a comerte la cabeza y a exprimir lo que tienes al máximo. Me hubiera gustado tener más extras, la verdad, pero el que sea una película sobria… me gusta mucho". Se trata por tanto de un primer e importante paso, pero la historia de los españoles de Mauthausen aún tiene pendiente su gran superproducción, su propia Lista de Schindler.

En cualquier caso Mar Targarona ha logrado con creces su objetivo y ahora desearía que su obra sirviera también para que profesores y estudiantes la utilicen como herramienta didáctica destinada no solo a conocer esta capítulo olvidado de nuestra Historia: "Tenemos que recordar y tener memoria. Otra cosa es que nos pasemos la vida mirando hacia atrás, pero tenemos que tener memoria porque estas cosas han ocurrido y ahora están ocurriendo cosas inquietantes. Tener un ministro en Italia que habla de barcos llenos de carne humana me preocupa mucho. Me preocupa que estas ideologías o estas formas de pensar, que transmiten odio al próximo o al desconocido puedan crecer en Europa".

Si sirve para todo ello, la película también representará la culminación del trabajo que Boix comenzó en 1944 y que se refleja en una de sus mejores escenas. Acontece en el interior de las sucias letrinas de Mauthausen. Mario Casas/Boix, demacrado, con su traje rayado convence a sus compañeros de la necesidad de arriesgar sus vidas para robar las fotografías hechas por los SS. Lo hace con esta frase: "¿De verdad queréis que se olvide lo que está pasando? Nadie lo creerá si no lo ve". Si hoy siguiera con vida, Boix se sentiría feliz porque todos, también en su tierra, verán y creerán lo que pasó en Mauthausen.

Fuente: el diario

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lunes, 29 de octubre de 2018

LA EDITORIAL TEMPLANDO EL ACERO PUBLICA "LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, MITO Y REALIDAD", DE OLEG A. RZHESHEVSKI

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, MITO Y REALIDAD de Oleg A. Rzheshevski

Reseña del libro:
La historia de la Segunda Guerra Mundial es un frente de aguda lucha científica e ideológica entre el marxismo leninismo y los sistemas burgueses en cuanto a las ideas filosóficas, económicas y socio políticas.
Entre los historiadores occidentales existen no pocos científicos destacados que han hecho un notable aporte al estudio de la pasada guerra. Sus obras son de prestigio y se han editado en muchos países, incluida la Unión Soviética . Los autores de estas obras investigan las causas de la guerra, aspiran a ser objetivos en la interpretación de su desarrollo, sus resultados y lecciones, y coadyuvan, de esta manera, a solucionar los problemas actuales de la polémica histórica de dos sistemas contrarios, el socialismo y el capitalismo.
Otra línea es la de los historiadores que interpretan los fenómenos y los acontecimientos de la guerra desde las posiciones del anticomunismo. Su suspicacia tiene una tendencia bien determinada. Intentan, de cualquier manera, evadir la cuestión de la culpabilidad del imperialismo en la preparación y el desencadenamiento del conflicto, justificar al fascismo, cargar a la URSS y a otras fuerzas progresistas del mundo la responsabilidad por el surgimiento de la guerra; adjudican a los Estados Unidos y a Inglaterra el papel impropio de factor dominante en la contienda, con lo cual calculan reducir el aporte decisivo de la URSS en la derrota del bloque fascista militarista. Estos historiadores tergiversan de manera premeditada los resultados y las lecciones de la guerra, con el fin de resucitar y propalar, de una manera u otra, el mito acerca de la amenaza militar soviética y justificar la carrera armamentista desarrollada por los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN.
 Sobre el autor:
Oleg Rzheshevski, autor de este libro, es profesor, doctor en Ciencias Históricas y jefe de sector del Instituto de Historia Universal de la Academia de Ciencias de la URSS. Nació en 1924 en Leningrado. Fue piloto militar durante la guerra. De 1967 a 1979 colaboró en el Instituto de Historia Militar. Han salido de su pluma los libros La guerra y la historia (1976) y Las enseñanzas de la Segunda Guerra Mundial 1939-1945; es coautor de los libros La victoria histórica mundial del pueblo soviético 1941-1945 (1971), Guerra, historia, ideología (1974), La misión liberadora en el Oriente(1976) y otros. Bajo la redacción de Oleg Rzheshevski han sido traducidos y editados en ruso varios trabajos de autores extranjeros sobre la segunda guerra mundial. Se le deben también muchos artículos históricos militares, publicados en la URSS y otros países.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 3
CAPÍTULO PRIMERO
¿SE PODÍA HABER IMPEDIDO LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL? 9
Acerca de las causas de la guerra 9
La guerra: prolongación de la política 9
En el laberinto de las contradicciones 12
Las búsquedas de nuevas teorías 14
El fascismo es la guerra 19
Bajo la bandera del anticomunismo 25
Dos mundos, dos políticas 28
El Tratado de Versalles 28
La política de “pacificación”. Esquema y realidad 31
Alemania lanza un reto 37
La capitulación de Múnich abre el camino a la guerra 44
Aumento de la agresión en Asia 47
¿Se podía haber impedido la conflagración mundial? 54
La cadena de infundios y la verdad de la historia 55
Las Conversaciones de Moscú: objetivos y posiciones de los par¬ticipantes 56
Jugando a las negociaciones 59
La cuestión cardinal de las negociaciones militares 69
La decisión de la Unión Soviética 74
Los frutos de la política de “pacificación” 80
La traición de los aliados occidentales a Polonia 80
La guerra extraña 84
La derrota de la coalición anglo francesa 87
La atención principal: hacia el Este 92
Agudización de las contradicciones norteamericano japonesas 97
CAPÍTULO SEGUNDO
AGRESIÓN Y CATÁSTROFE 105
Moscú, Stalingrado, Kursk 105
El plan de la guerra contra la URSS y sus fines 106
La batalla de Moscú 111
La batalla de Stalingrado 121
La batalla de Kursk 132
La misión liberadora de las Fuerzas Armadas Soviéticas 140
En aras de la derrota total del enemigo y de la liberación de los pueblos 141
El mito del “expansionismo soviético” y de la “exportación de la revolución” 145
Los infundios acerca de las “crueldades” 150
Acerca del aporte de la URSS a la victoria sobre el Japón militarista 153
La falsificación de los acontecimientos en el Lejano Oriente 154
La URSS es fiel a su deber 157
¿Por qué es inconsistente la concepción burguesa de las “batallas decisivas”? 161
El sentido de una concepción y su desarrollo 161
Sin fundamento científico 164
Contradicciones inevitables 168
CAPÍTULO TERCERO
LAS FUENTES DE LA VICTORIA SOBRE EL AGRESOR 175
Acerca de la cuestión del método de las valoraciones 175
El factor económico 177
Las premisas económicas de la victoria 178
La oposición económico militar 179
La verdad acerca del lend-lease 185
El 3,5 por ciento 188
¿Fue desinteresado el lend-lease? 192
El factor político 198
Acerca de los secretos del “alma rusa” y las tradiciones de la “santa Rus” 198
Una versión más 202
Acerca del patriotismo y el heroísmo 205
Una familia de pueblos fraternos 207
La lucha en la retaguardia de los agresores 209
El arte militar 214
No por el número, sino por la habilidad 216
De la defensa a la ofensiva 221
La estrategia de la victoria 224
A la vanguardia del pueblo y el ejército 227
CAPÍTULO CUARTO
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y EL MOMENTO ACTUAL 236
La nueva correlación de fuerzas y el mito de la “amenaza soviética” 237
Los principales resultados de la guerra 238
¿A quiénes no convienen los resultados de la guerra? 241
¿Quiénes amenazan la paz? 245
Un curso peligroso 251
Los historiadores contra la historia 255
En contra de las lecciones de la historia 256
Los abogados de los crímenes del fascismo 258
Una tesis peligrosa 272
Las fronteras son sólidas 273
Un turbio torrente de intimidaciones 276
CONCLUSIONES

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domingo, 28 de octubre de 2018

"PAREDÓN 4", OBRA DE EQUIPO CRÓNICA



Paredón 4
Equipo Crónica
1975
Acrílico sobre lienzo
150 cm x 167 cm
Fundación Helga de Alvear (Cáceres)

La obra pertenece a la serie "Variaciones sobre un paredón" relacionada con la condena a muerte de cinco de los once condenados bajo el régimen franquista, ejecutada el 27 de septiembre de 1975, por su pertenencia al FRAP, ETA y PCE. Fue realizada para ser presentada en la Bienal de Venecia de 1976, en la que el Pabellón Español proponía centrarse en el análisis de las relaciones entre vanguardia artística y realidad social en el periodo de 1936 a 1976. Se compone de diez cuadros en los cuales el Equipo Crónica despliega una serie de elementos iconográficos que ellos denominan como fijos y variables, dentro de ese tratamiento estético de raigambre pop, en la que utilizan y transforman diversas referencias del mundo del arte. Como iconografía constante aparecen en las obras la franja negra en el ángulo superior izquierdo, como signo convencional de duelo, el calendario en forma de blog que indica la fecha del 27 de septiembre -día del fusilamiento de los condenados-; la paleta de pintor rota en varios pedazos, el rectángulo negro usado para ocultar los rasgos faciales en las fotografías de prensa y el propio marco de la obra de color negro igualmente en señal de luto. La iconografía variable corresponde a los elementos del paisaje, presidido por un muro que remite al paredón, y del personaje que se puede identificar con el condenado, tomados ambos de diversas obras de arte de artistas del siglo XX pertenecientes a la vanguardia. En el caso de "Paredón 4" el muro se ha tomado de la obra "El nacimiento del día" del pintor surrealista belga Paul Delvaux realizado en 1937. La figura ha sido tomada del cartel del artista valenciano Arturo Ballester "Un marino, un héroe", realizado para la oficina de información y propaganda de la C.N.T. el mismo año que la obra de Delvaux.

sábado, 27 de octubre de 2018

DOCUMENTAL "BATALLÓN GERNIKA. ESPERANZA DE LIBERTAD (1945-2015)"

Título original: Batallón Gernika. Esperanza de libertad (1945 – 2015)
Año: 2015
Duración: 70 min.
País: España
Dirección: Iban González
Guión: Iban González, Franck Dolosor
Fotografía: Kerman Goikouria
Reparto: Joseba Ortiz, Telmo Gómez, Javi Alaiza, Enrique Minchero, Luis Da Silva, Jon Pérez, Gilen Gabilondo, Gorka Merino, Ricardo Arrese, Lander Briones, Jon Usabiaga, Amets Roman, Juan David Arango, Mohamed El Haddad


Batallón Gernika. Esperanza de libertad (1945-2015) es una película documental que narra la historia de la unidad militar vasca que con la ikurriña por bandera luchó en la Segunda Guerra Mundial en contra del fascismo y a favor de los aliados. El film mezcla los testimonios vivenciales de gudaris y familiares, los análisis de historiadores, escenas de ficción que recrean la batalla, efectos especiales físicos y digitales, y material de archivo inédito.

La cinta cuenta con más de 20 entrevistados y entrevistadas, entre los que destacan los nonagenarios gudaris del batallón Francisco Pérez y José Ramón Aranberria, familiares de gudaris, combatientes de la brigada Carnot, colectivos de Memoria, historiadores como Iñaki Goiogana, Juan Carlos Jiménez de Aberasturi, Jean Claude Larronde, Jean Paul Lescorce, Iñaki Fernández e incluso responsables institucionales de ambos lados de la muga como el propio Lehendakari Iñigo Urkullu.

Iban González Pagaldai (Un viaje al horror, Goazen gudari danok!) es el director de esta historia escrita junto al periodista Franck Dolosor, corresponsal en Baiona de los servicios informativos de ETB. Es una coproducción vasco francesa realizada por la productora vasca Baleuko, la francesa Mara Films, Euskaltel y ETB.

Sinopsis

La narración de Batallón Gernika. Esperanza de libertad (1945-2015) comienza en abril de 2015, en el homenaje que 70 años después se realiza a aquellos hombres de la unidad militar vasca Batallón Gernika que ayudaron a liberar Francia de los nazis en el Medoc, en la batalla de Pointe Grave, lugar estratégico para la liberación de Burdeos.

Ese es el arranque, pero la historia comienza mucho antes, en casa, en el País Vasco, durante la Guerra Civil Española. Perdida la guerra, el Gobierno Vasco y miles de sus ciudadanos se vieron obligados a huir al exilio, donde se toparían con la misma guerra, la lucha contra el fascismo, pero con una dimensión mucho mayor: La Segunda Guerra Mundial. Los hombres que formaron el Batallón Gernika reconstruyen la trayectoria vital de Euskal-Herria desde la República, pasando por la Guerra Civil y el exilio, hasta las jornadas de gloría de la liberación de Burdeos.

La actuación del batallón Gernika que combatiría al fascismo en el aspecto militar, no era una acción aislada. El gobierno del exilio presidido por Agirre emprendería todo tipo de actuaciones: diplomacia, espionaje, rescate de personas… Se buscaba así el apoyo de los Aliados para el momento que se consideraba inminente: la caída de Franco y la vuelta a casa. Esa era la 'esperanza de la libertad', esa la verdadera lucha, contada de forma emotiva a través de la experiencia vital de uno de los dos supervivientes del batallón con los que cuenta el documental, el nonagenario Francisco Pérez.

VER DOCUMENTAL:

viernes, 26 de octubre de 2018

LA REALIZADORA CATALANA ALBA SOTORRA ESTRENA EN LA SEMINCI "COMANDANTE ARIAN", UN VALIENTE Y REIVINDICATIVO DOCUMENTAL SOBRE UNA UNIDAD DE MILICIANAS QUE LUCHAN CONTRA EL ISIS


Fotograma de 'Comandante Arian', de Alba Sotorra
Fotograma de 'Comandante Arian', de Alba Sotorra


"Si te atacan y te violan, te has de defender". Se puede decir más alto, pero no más claro. Quien pronuncia esta sentencia es la comandante Arian, una joven treinteañera y jefa de una unidad de milicianas que combate al Estado Islámico (ISIS) en el norte de Siria.

Quien graba y filma sus palabras en medio del campo de batalla es Alba Sotorra, una cineasta catalana de 38 años que ha convivido durante meses con estas guerrilleras que plantan cara al fanatismo de los integristas y que luchan por sus derechos como ciudadanas y como mujeres libres.


El resultado de esta colaboración entre la realizadora y las guerrilleras se ha plasmado en el documental Comandante Arian, una historia de mujeres, guerra y libertad que se presenta estos días en la Semana Internacional de Cine (Seminci) de Valladolid como estreno en España.

Narrada en dos etapas, entre 2015 y 2017, la película está construida como un flash back donde la comandante Arian se recupera de heridas recibidas en el frente mientras va recordando su actividad bélica para conquistar la ciudad de Kobane. Pero, sobre todo, el documental muestra el trabajo de esta unidad militar femenina de cara a la necesidad de liberación de las mujeres en un país como Siria.
Con una alternancia de secuencias entre el frente de guerra, filmadas en primera línea, y pasajes de cotidianidad y complicidad de las milicianas, el filme emociona y hace pensar y fruto de ello han sido las entusiastas ovaciones que ha recibido en la Seminci. "La misión que filmamos", cuenta Alba Sotorra, "existió y es absolutamente verídica. Acompañé a esa unidad militar durante meses y esa convivencia permite que ellas actúen de una forma muy natural frente a la cámara. Está claro que, cuando te está filmando constantemente alguien a quien conoces, se te olvida que tienes una cámara delante".

Directora y productora independiente, Alba Sotorra ha centrado su cine en la narración de historias comprometidas con conflictos políticos y sociales, en especial en la zona de Oriente Medio. Ha pasado largos periodos en Siria, Turquía, Irán y Qatar, y su anterior largometraje, Game over (2015), también una coproducción hispano-alemana como la de Arian, recibió el premio Gaudí al mejor documental.

"Fui sola a Kobane", explica Sotorra, "con mi cámara al hombro y logré entrar desde Turquía en esa zona del norte de Siria gracias a la ayuda de amigos y de contactos. En aquel primer viaje en 2015 conocí a Arian y, poco a poco, me di cuenta de que tenía un interesante documental entre las manos. Dos años después volví al norte de Siria a acompañar a la unidad de la comandante Arian. ¿Qué si pasé miedo? Claro que pasé miedo y en tres ocasiones estuve bajo las balas. Pero cuando vas con las milicianas, ellas te transmiten tranquilidad y te dan consejos sobre la seguridad".

Fotograma de 'Comandante Arian', de Alba Sotorra
Fotograma de 'Comandante Arian', de Alba Sotorra
Aunque en su origen la mayoría de las guerrilleras de la comandante Arian eran kurdas, con el paso del tiempo y de la evolución de la guerra en Siria, que se inició en 2011, esta unidad ha engrosado sus filas con mujeres árabes y de otras etnias. Por ello, la realizadora catalana rechaza que se trate de un conflicto identitario y subraya que el dilema se centra en la lucha por una Siria democrática y por la liberación de las mujeres frente a los totalitarismos, en este caso de los fanáticos fundamentalistas del ISIS.

De hecho, a comienzos del año 2014, el movimiento islámico se hizo fuerte en el norte de Siria y se encontró con la inesperada resistencia de estas mujeres. "La guerra de Siria", señala Alba Sotorra, "representa un maldito tablero de intereses donde las grandes potencias, con Estados Unidos y Rusia a la cabeza, juegan sus bazas. Por esa razón resultan muy importantes las alianzas y líderes como la comandante Arian han demostrado ser muy listas para tejer pactos. La clave radica en lo que has de sacrificar de tu proyecto político para alcanzar esos pactos".

En cualquier caso, la cineasta asegura que en esa zona del norte de Siria funciona un sistema democrático y paritario con una igualdad real entre hombres y mujeres. Comandante Arian, una historia de mujeres, guerra y libertad es, por tanto, una creación colectiva entre las milicianas y el equipo de la realizadora Alba Sotorra.

Fotograma de 'Comandante Arian', de Alba Sotorra
Fotograma de 'Comandante Arian', de Alba Sotorra
Con un final abierto, como la mismísima guerra de Siria que ha causado cientos de miles de víctimas y de refugiados en los siete años del conflicto, el montaje del documental fue discutido con sus protagonistas que, por supuesto, han visto el filme y dieron sus opiniones durante el montaje. "La historia no está ni mucho menos acabada", afirma la cineasta, "y desde luego pienso seguir volviendo al norte de Siria".

Fuente: eldiario


jueves, 25 de octubre de 2018

EL VIEJO TOPO PUBLICA "INESSA ARMAND: REVOLUCIONARIA Y FEMINISTA"

Inessa Armand: Revolucionaria y feminista
Ralph Carter Elwood
ISBN 9788416995646
Número de páginas 410
Precio: 28 €
Editorial El Viejo Topo


Inessa Armand: Revolucionaria y feminista es un ensayo biográfico sobre una de las bolcheviques más notorias del Partido Comunista ruso. Primera responsable de la sección femenina de dicho partido, fue una de las mujeres más importantes antes de la revolución y solo Aleksandra Kollontái ocupó un puesto más alto en el escalafón bolchevique.

Aun esta importante trayectoria, su proyección política ha quedado relativamente opacada para la posteridad por un hecho políticamente marginal: haber mantenido una relación agitada con Lenin a lo largo de los años. Así, si se menciona a Armand en la literatura occidental con frecuencia es tan solo para referirse a ella como la posible amante del líder soviético. Pero fue mucho más que eso: nacida en París e hija de la actriz Nathalie Wild y el cantante de ópera Théodore Pécheux d’Herbenville, llegó a Moscú tras la muerte de su padre y fue educada por su abuela y su tía. En 1904 ingresó de forma clandestina en el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, y después de la revolución de 1905 fue condenada al exilio en el norte de Rusia. En 1908 escapó volviendo a Francia y Suiza, país en el que vivían Lenin y algunos de los políticos que después llevarían a cabo la revolución. Ese encuentro sería crucial para el desarrollo de Armand como líder del futuro partido.

Ahora, la apertura de archivos hasta hace poco secretos permite aportar nuevos datos tanto a su labor como organizadora y feminista como a su relación con Lenin. Inessa Armand fue una gran amiga del dirigente bolchevique des de 1909 hasta su muerte por cólera en 1920, por lo que esta biografía ofrece mucha información sobre la vida privada del gran líder soviético –un hombre que a menudo era condescendiente, desconsiderado, maleducado y mojigato y de cuya tutela Armand pasó muchos años intentando escapar.

En esta biografía política de Inessa Armand, el profesor Ralph Carter Elwood trata de corregir este retrato describiéndola como una consumada propagandista revolucionaria y eficaz organizadora bolchevique antes de 1917, y también como una feminista que dedicó la mayor parte de su vida a defender los intereses de la mujer en el hogar, el lugar de trabajo y en la sociedad.

Basándose en informes policiales no publicados, memorias, autobiografías, las cartas de Armand a sus cinco hijos y sus dos maridos, y las 118 cartas publicadas que le escribió Lenin, este estudio proporciona un nuevo y revelador punto de vista sobre la bien posicionada familia Armand, el apoyo de algunos de sus miembros a la causa revolucionaria, su controvertida ayuda económica al partido bolchevique y sobre la trayectoria de Armand como seguidora de Tolstoy y feminista mucho antes de convertirse en revolucionaria.

El autor también examina las tempestuosas relaciones de Inessa Armand con Lenin y pone en cuestión la veracidad de las pruebas que apuntaban hacia una larga relación amorosa.

El autor: RALPH CARTER ELWOOD

El historiador canadiense R. C. Elwood ha impartido enseñanza en Dartmouth College, las Universidades de Edimburgo y Columbia, y como profesor visitante en la London School of Economics y Harvard. Su último libro es The Non-Geometric Lenin: Essays on the Development of the Bolshevik Party, 1910-1914 (Londres, 2011). Es autor también de Roman Malinovsky: A Life Without a Cause y de Russian Social Democracy in the Underground: A Study of the RSDRP in the Ukraine, 1907-1914. Es Presidente honorario de la Canadian Association of Slavists.

miércoles, 24 de octubre de 2018

LA TARUMBA, LA COMPAÑÍA DE TÍTERES ANTIFASCISTA QUE ANIMABA A LOS REPUBLICANOS EN LAS TRINCHERAS

Nina Mónova, investigadora del Teatro de Títeres Obraztsov de Moscú, encontró en la ciudad rusa material gráfico inédito de una compañía dirigida por Miguel Prieto que tenía como objetivo subir la moral a los soldados durante la Guerra Civil

Para ello, este teatro portátil representaba obras cómicas en las que convertían en marionetas a enemigos como Queipo de Llano, Franco, Mola, Mussolini o Hitler

Un campo donde hay pitas y olivos. Pudiera tratarse de algún lugar en las dehesas cercanas a Guadix (Granada)
Títeres en un campo donde hay pitas y olivos. Pudiera tratarse de algún lugar en las dehesas cercanas a Guadix (Granada) Miguel Prieto. Cortesía del Instituto Cervantes de Moscú



Parte de lo que ocurrió en la Guerra Civil española todavía se encuentra oculto, enterrado entre cunetas y trincheras. Pero también existen otros lugares recónditos que actúan como enemigos contra la memoria histórica: los archivos. Cualquier carpeta clasificada puede contener documentos inéditos de la contienda, y eso es justo lo que ocurrió a Nina Monova, una profesora e investigadora del Teatro de Títeres Obraztsov de Moscú que descubrió en la capital rusa un gran material gráfico hasta ahora desconocido en España.

Mónova halló casi cuarenta fotografías, tres libretos y varios recortes de prensa que fueron aportados a la institución Rusa en 1937 por Miguel Prieto, pintor y director de una compañía teatral que tenía como objetivo animar a los soldados republicanos durante la Guerra Civil española. Se trataba de La Tarumba, una iniciativa que, como demuestra el programa encontrado por la docente, fue apoyada por artistas de la talla de Miguel Hernández.



"Abrí varias carpetas relativas a la puesta en escena del gran (Federico) García Lorca de El retablillo de don Cristóbal, vi unas fotografías y decidí averiguar de qué se trataba, porque saltaba a la vista que eran distintas", explicó Mónova a la agencia EFE en referencia al momento de un hallazgo presentado en el  Instituto Cervantes de Moscú.

Prieto lleva en la mano al general Mola disfrazado con cabeza de toro
Prieto lleva en la mano al general Mola disfrazado con cabeza de toro Miguel Prieto. Cortesía del Instituto Cervantes de Moscú
Además de la obra del dramaturgo granadino - que décadas después llevaría a la cárcel a dos titiriteros madrileños-, la investigadora encontró otras dos también representadas por La Tarumba: Los salvadores de España, de Rafael Alberti, y Defensa de Madrid y lidia de Mola, escrita por el propio Miguel Prieto y su compañero, el poeta Luis Pérez Infante.

En esta última, hasta ahora inédita en España, se podía ver a Franco y al general Mola con un disfraz de toro mientras un miliciano le toreaba. Pero no eran los únicos personajes. También aparecían otros como Queipo de Llano, Mussolini o Hitler, quien era caracterizado como un cañón que terminaba cayendo sobre un orinal.

"El teatro de La Tarumba es sencillo y extremadamente portátil. A los quince minutos de la aparición de los actores en medio de las trincheras, o en un hospital de campaña, o entre las tierras de los campesinos de Granada, o en el patio de una escuela valenciana, el público puede asistir ya al comienzo de la representación", se puede leer en uno de los textos hallados por Mónova.

Foto en la que aparecen tanques alemanes y una torreta de cañón que simula a Hitler
Foto en la que aparecen tanques alemanes y una torreta de cañón que simula a Hitler Miguel Prieto. Cortesía del Instituto Cervantes de Moscú
Pero, ¿cómo llegaron estos documentos a Rusia? En septiembre de 1937 se celebró en Moscú el V Festival de Teatro soviético, un encuentro al que acudieron artistas y periodistas representantes de la cultura de cada país.

Entre los invitados españoles estaba Miguel Prieto, Francisco Martínez Allende, la actriz Gloria Santullano, profesora de la escuela de teatro para niños en Valencia, y el poeta Miguel Hernández. Fueron hasta allí para dejar constancia de cómo la juventud artística de España estaba uniendo fuerzas para combatir el fascismo, no con armas, sino con música, carteles, películas y panfletos.
Durante su visita a Moscú, Prieto visitó el Teatro Central de Títeres del que era director Andrei Yakovlevich Fedotov. Fue este quien creó la carpeta recientemente localizada por Nina Mónova en la que se encuentran todos los documentos donados por el artista además de recortes sobre el teatro español en prensa soviética. "Este pequeño teatro es un arma militar real, tan efectiva como un fusil", escribió el propio Fedotov durante 1938 en la revista rusa Juguete.

Tanto el director ruso como Prieto sacaron algo de aquel breve encuentro. El primero, como Monova describe en el folleto de la exposición alojada en el Instituto Cervantes de Moscú, "aprendió que el teatro de marionetas puede ser tan importante para las personas como las armas en el frente de guerra". En cambio, el segundo consiguió adentrarse "para siempre con los colegas de su teatro en la historia", ya que "después de todo, los títeres nunca le abandonarán".


Doña Rosita, don Cristóbal y la madre de doña Rosita
Doña Rosita, don Cristóbal y la madre de doña Rosita Miguel Prieto. Cortesía del Instituto Cervantes de Moscú
La misma casualidad que llevó a descubrir la carpeta también quiso que sobreviviera a los infortunios de las batallas. "Fue un verdadero milagro que se conservaran esos documentos, porque durante la Segunda Guerra Mundial una bomba impactó en el teatro y se perdió parte del archivo", dijo la investigadora en declaraciones a EFE. Porque, a veces, independientemente del país y del cajón en el que se encuentre, es el azar quien obliga a sacar a flote parte de un pasado que a pesar de todo se encuentra presente.
Esta foto pueden pertenecer a 'Radio Sevilla', escrita por Rafael Alberti. Sin duda, aparece el general Queipo de Llano, famoso por sus arengas diarias desde Radio Sevilla, reconocible por el micrófono de radio y la botella de vino que primero está a sus pies

Esta foto pueden pertenecer a 'Radio Sevilla', escrita por Rafael Alberti. Sin duda, aparece el general Queipo de Llano, famoso por sus arengas diarias desde Radio Sevilla, reconocible por el micrófono de radio y la botella de vino que primero está a sus pies Miguel Prieto. Cortesía del Instituto Cervantes de Moscú


La Tarumba en un hospital improvisado en lo que parece un convento
La Tarumba en un hospital improvisado en lo que parece un convento Miguel Prieto. Cortesía del Instituto Cervantes de Moscú


Los cuatro componentes de La Tarumba: Camarero, Prieto y los hermanos Pérez Infante. Los títeres, al menos algunos de ellos, parecen pertenecer a 'El retablillo de don Cristóbal'
Los cuatro componentes de La Tarumba: Camarero, Prieto y los hermanos Pérez Infante. Los títeres, al menos algunos de ellos, parecen pertenecer a 'El retablillo de don Cristóbal' Miguel Prieto. Cortesía del Instituto Cervantes de Moscú


 Fotos en el frente, en algún lugar poblado, donde se puede ver cómo la función era realizada para los soldados
Fotos en el frente, en algún lugar poblado, donde se puede ver cómo la función era realizada para los soldados Miguel Prieto. Cortesía del Instituto Cervantes de Moscú


 Foto perteneciente a la portada de la obra Defensa de Madrid y Lidia de Mola, original de Luis Pérez Infante y Miguel Prieto, cuyo texto se desconocía hasta la fecha y del que ahora podemos disponer. Se trata de un libreto editado en 1937, en Valencia, por el Subcomisariado de Propaganda del Comisariado General de Guerra. En la portada podemos ver al general Franco, con sus prismáticos de campaña, al general Mola con su disfraz de toro y a un miliciano toreándolo.
Foto perteneciente a la portada de la obra Defensa de Madrid y Lidia de Mola, original de Luis Pérez Infante y Miguel Prieto, cuyo texto se desconocía hasta la fecha y del que ahora podemos disponer. Se trata de un libreto editado en 1937, en Valencia, por el Subcomisariado de Propaganda del Comisariado General de Guerra. En la portada podemos ver al general Franco, con sus prismáticos de campaña, al general Mola con su disfraz de toro y a un miliciano toreándolo. Miguel Prieto. Cortesía del Instituto Cervantes de Moscú


 Prieto con el títere del héroe popular Antonio Coll, «cazador de tanques», marinero que, en arriesgada y solitaria acción, destruyó cuatro tanques con sus bombas de mano.
Prieto con el títere del héroe popular Antonio Coll, «cazador de tanques», marinero que, en arriesgada y solitaria acción, destruyó cuatro tanques con sus bombas de mano. Miguel Prieto. Cortesía del Instituto Cervantes de Moscú

Fuente: eldiario