jueves, 10 de octubre de 2024

SINFONÍA Nº 4 ("SINFONÍA DE LA PAZ"), DEL COMPOSITOR COMUNISTA BRASILEÑO CLAUDIO SANTORO

En 1944, Claudio Santoro decidió unirse al Partido Comunista Brasileño. Según una entrevista exclusiva concedida a la Revista O Ipê por Gisele Santoro, viuda de Claudio y una de las referencias del ballet brasileño, “toda la vinculación de Claudio con el partido fue algo completamente humanitario. Él [Claudio] pensó que esto cambiaría la situación de la gente, los pobres, los que no tenían un lugar en la vida”.

Según el propio compositor, su ingreso al partido comunista y la consiguiente exposición a discusiones dentro del campo de la estética marxista colocaron la relación trabajo/proletariado como algo central en su obra: “expresar las ideas proletarias, expresar las ideas del pueblo brasileño, decir algo que él siente y le ayuda a progresar, en fin, eran problemas que estaban en mi cabeza”. Para él, es necesario que el pueblo reaccione “en defensa de nuestra cultura popular, para que no sea destrozada por el nuevo enemigo de la humanidad: el fascismo disfrazado, el imperialismo estadounidense”.

En 1947 consigue una beca para estudiar en los Estados Unidos, pero su visado es rechazado por su militancia en el Partido Comunista Brasileiro. Finalmente consigue viajar a París en 1947, para seguir estudios de composición y dirección de orquesta en el Conservatorio de París con Nádia Boulanger.

Durante su estancia en Europa, en 1948 participa como delegado del Brasil en el II Congreso Mundial de Compositores Progresistas en Praga, entonces capital de Checoeslovaquia. En este congreso se presentó la doctrina soviética del Realismo Socialista aplicada a la música, de la cual Santoro fue un defensor, practicante y divulgador en Brasil.

Las obras más importantes de esta etapa no se basan directamente en el folclore, ni en los recursos empleados normalmente por los nacionalista brasileños. Influenciado por la música soviética el compositor adopta recursos próximos a los empleados por Prokofiev. Mezcla el Realismo Socialista con la coloración brasileña.

La “Sinfonía Nº 4” (Da Paz) fue compuesta entre 1953 y 1954. Se estrenó en 1954 en Rio de Janeiro, interpretada por la Orquestra do Teatro Municipal bajo la dirección de Pablo Komlos. Utiliza un coro mixto en su último movimiento.

El primer movimiento, allegro, muestra su carácter brasileño en los temas de la exposición. El tema principal es de carácter rítmico inspirado en el folclore local.  El tema lírico es presentado por la flauta acompañada rítmicamente por la cuerda.

El segundo movimiento, lento, allegro, lento, nos presenta el tema principal mediante el corno inglés y el oboe. Un tema lírico de clara inspiración brasileña, que se intensifica progresivamente. La sección central es de carácter rítmico recordándonos la obra de Villa-Lobos. Finalmente se repite el tema inicial

El tercer movimiento, allegro moderato e deciso, empieza con un tema de carácter rítmico, que es seguido por un fugato de carácter contemplativo. Termina con la intervención del coro mixto interpretando la coral La humanidad tiene en sus manos la defensa de la paz.

Una sinfonía escrita siguiendo el modelo del Realismo Socialista, con el empleo de motivos inspirados en el folclore de su país natal. Una composición escrita inmediatamente después de haber recibido el World Peace Council's International Peace Price por su obra para orquesta de cuerdas "Canción de Amor y Paz", en Viena en 1952.

En 1962 Santoro había llegado a Brasilia para dirigir la Facultad de Música fundada por el Profesor Darcy Ribeiro. Un golpe militar el 31 de marzo de 1964 depone al presidente de la República empezando un largo período de dictadura militar que durará oficialmente hasta 1985.

Después de la crisis de noviembre de 1965, cuando después de una huelga los generales dimitieron a casi 300 maestros de la Universidad de Brasilia, fue imposible para Santoro continuar en Brasil. Se trasladó a Alemania, como artista residente en Baden-Baden y en Berlín Occidental, empezando un período de composición basado en la electro-acústica y en medios experimentales.

Cuando empezó una apertura política en su país natal, Santoro retornó a Brasilia en 1978 para fundar la Orquesta Sinfónica del Teatro Nacional de Brasilia y continuar su trabajo en la Universidad. El compositor deja los métodos experimentales retornando al clasicismo.

En 1979 fundó la Orquestra do Teatro Nacional Claudio Santoro, de la cual fue director hasta su muerte acaecida en Brasilia el 27 de marzo de 1989.

Fuente: Historia de la Sinfonía y otros

miércoles, 9 de octubre de 2024

HALLAN UN MURAL ANTIFASCISTA DE LA GUERRA CIVIL EN UNA ANTIGUA FÁBRICA DE COCENTAINA (ALICANTE)

  

El Centre d’Estudis Contestans descubre varias proclamas políticas escritas en las paredes y una pintura antifascista de 6x3 metros 

El Centre d’Estudis Contestans (CEC), referente en la divulgación del patrimonio arqueológico y etnológico de la provincia, ha descubierto un gran mural y varias proclamas políticas de la Guerra Civil española pintadas en las paredes de una antigua fábrica del término municipal de Cocentaina. Tanto las frases como la pintura hallada, de 6 por 3 metros, podrían haber sido realizadas por soldados republicanos durante la contienda española (1936-1939) del Batallón de Retaguardia número 6 de Alicante, que estuvo acuartelado en este espacio, «algo que hemos podido determinar gracias a las firmas de los soldados que dejaron escritos sus nombres y apellidos con lápiz en las paredes, así como el nombre del batallón republicano», según explica Pere Ferrer, presidente del CEC. Ferrer lo ha puesto en conocimiento del Ayuntamiento de Cocentaina, que a su vez ha contactado con la propiedad del inmueble y con el Ministerio de Memoria Democrática para colaborar en su estudio y posterior protección.

El hallazgo se produjo el pasado mes de abril al acudir miembros del CEC a este edificio semi-abandonado, de propiedad privada, a recoger una pieza de arqueología industrial y ver sus paredes parcialmente cubiertas de cal con un gran número de frases pintadas en color rojo y morado a modo de proclamas políticas, realizadas en grandes letras mayúsculas, entre las que podían leerse frases como «Para ganar la guerra, cultura y disciplina», «Ánimo, hijos de España, que el ánimo nos dará el triunfo», «Un hombre aseado es un hombre culto», «Soldado: el comisario es tu jefe y tu igual» o «De nuestra victoria depende el porvenir y el bienestar de nuestros hijos». Todas ellas, acompañadas en la parte inferior de pasquines impresos de los que solo quedan restos en sus márgenes.

Una de las proclamas políticas pintadas en una de las paredes

Una de las proclamas políticas pintadas en una de las paredes / Centre d'Estudis Contestans

Pero el mayor descubrimiento es el gran mural pintado en la parte alta de la fábrica, que el presidente del CEC califica de «extraordinario y excepcional, que nos deja ante un escenario de los tiempos de la Guerra Civil único». 

En él se representa un hombre joven con el torso desnudo con un pantalón caqui y calzado con alpargatas que, con una rodilla en el suelo, sostiene en sus brazos un mazo dispuesto a asestar un golpe a un dragón de tres cabezas, representadas por los tres líderes de ideología fascista en Europa de la época: Hitler, Franco y Mussolini.

Dada la «trascendencia» de este conjunto de escritos e imágenes alusivos a la Guerra Civil española, a juicio del CEC «único en España y de enorme interés para la historia de Europa», la entidad informó al Ayuntamiento de Cocentaina para que analice y estudie el futuro de «este importante documento de nuestra historia reciente» con el fin de que emprenda gestiones dirigidas a restaurar, conservar y dar a conocer dicho descubrimiento.

Otras frases halladas en el interior del edificio semi-abandonado

Otras frases halladas en el interior del edificio semi-abandonado / Centre d'Estudis Contestans

El alcalde de Cocentaina, Jordi Pla (Compromís), señala que al tratarse de una propiedad privada, «las acciones que podemos hacer son pocas salvo la colaboración con los propietarios y con instituciones supramunicipales, como el Ministerio de Memoria Democrática, con el que ya estamos en conversaciones y seguramente pronto haya una visita», ya que, añade, «con este Gobierno de la Generalitat la capacidad de entendimiento en memoria democrática es nula».

La intención del ayuntamiento es que esta manifestación artística, que complementa otros vestigios de la época como el refugio bajo el Palau Comtal, «se pueda salvaguardar, recuperar y dar a conocer. Es un mural que puede ser único y debería estudiarse más» a partir del hallazgo del Centre d’Estudis, «entidad prestigiosa en temas de protección y promoción del patrimonio».

Fuente: Información

martes, 8 de octubre de 2024

EDITORIAL COMARES PUBLICA "UN PUEBLO REVOLUCIONADO", EN EL 90 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN DE ASTURIAS

UN PUEBLO REVOLUCIONADO
El octubre de 1934 y la Segunda República en Asturias
Autor Matthew Kerry
Editorial Comares
 ISBN 978-84-1369-839-7
Páginas 228
Fecha publicación 19-09-2024 

En octubre de 1934 miles de milicianos se lanzaron a una insurrección revolucionaria en Asturias que duró dos semanas y costó la vida a cerca de 1.500 personas. ¿Qué les convenció para movilizarse? ¿A qué aspiraban? ¿Cuáles fueron las repercusiones sociales y políticas de sus acciones?

Con la mirada puesta en el significado y en la práctica de la política por los ciudadanos y militantes a nivel cotidiano, Un pueblo revolucionado se adentra en el estudio de los conflictos en torno al "pueblo", en el análisis de la hegemonía política y del poder estatal como ejes centrales de la movilización. Por las páginas de este libro desfila desde el activismo de los inquilinos a las difamaciones anticlericales, a los boicots o a las acciones policiales. Sin embargo, estas luchas cotidianas de Asturias interactuaron en todo momento con la esfera nacional e internacional, lo que nos permite reevaluar el fenómeno conocido como la "radicalización" -un término tan empleado como malinterpretado-, arrojando nueva luz sobre los orígenes, el desarrollo y las consecuencias de la insurrección revolucionaria. 

El "octubre asturiano" es fundamental para explicar la polarización y la fragmentación política y social en España antes de la Guerra Civil, pero también su historia brinda claves esenciales para entender la movilización, la protesta, y el conflicto en la Europa de entreguerras.  

VER CONTENIDO: https://www.comares.com/media/comares/files/toc-158265.pdf

lunes, 7 de octubre de 2024

REPORTAJE "20 ANIVERSARIO DE LA RDA" (1969), EN EL 75 ANIVERSARIO DE SU FUNDACIÓN

Filme realizado en la República Democrática Alemana con motivo de su vigésimo aniversario. En él, se busca retratar la grandeza arquitectónica y tecnológica de sus ciudades, empresas y Ejército para la Paz en Europa. Reflejo de ello son las fábricas automatizadas y el nivel de sus trabajadores que han cumplido las fechas de la presente economía planificada. Aquellos logros son celebrados en el Congreso de la República, junto a representantes de 84 países, así como también de partidos comunistas y organizaciones sociales internacionales. Finaliza con una gran marcha por la unidad del pueblo.

domingo, 6 de octubre de 2024

"MONUMENTO A LA AMISTAD BÚLGARA-SOVIÉTICA" EN VARNA, DEL ARQUITECTO KAMEN GORANOV, CON ESCULTURAS DE ALYOSHA KAFEDZHIVSKI Y EVGENI BARUMOV

 

En lo alto de las colinas de la Varna nocturna, suena la Séptima Sinfonía de Shostakovich mientras 180 focos bailan sobre las estoicas caras de hormigón del monumento de la amistad entre dos regímenes a menudo devastados por la guerra.

Los focos iluminaron el enorme monumento de 11.000 personas para que su majestuosidad pudiera verse desde el mar. En el típico estilo grandilocuente de la Bulgaria de la era comunista el Monumento de la Amistad Búlgaro-Soviética fue construido en honor al Ejército Soviético, como símbolo de la amistad entre los dos pueblos. El monumento fue construido en la colina de Turna, un lugar que había sido testigo de su cuota de derramamiento de sangre como campo de batalla donde muchos hombres habían muerto luchando contra el capitalismo y el fascismo. 

Al igual que muchas de las estructuras de la era comunista, el monumento a la amistad es glorioso y coloso a la vez. 305 escalones que se extienden a lo largo de 15 metros forman la “Escalera de los Vencedores” que conduce a la plataforma donde se encuentran 4 soldados de hormigón de 11 metros de altura con un cubo de bronce agrietado que alguna vez sostuvo una llama eterna ahora extinguida. Las letras de bronce a lo largo de las paredes del monumento cuentan la historia de los pueblos búlgaro y ruso, y cómo sus conexiones se han desarrollado a lo largo de los siglos. 

Las figuras que se encuentran en la parte delantera del monumento muestran a cuatro soldados rusos, a la derecha, que acuden al rescate de tres mujeres búlgaras, a la izquierda. Las mujeres llevan regalos de pan y sal, así como la flor nacional de Bulgaria, la rosa. Estas siete estatuas situadas en los laterales miden 11 m de altura. 

En la parte delantera del monumento a la amistad búlgaro-soviética, hoy muy deteriorado y parcialmente desaparecido, se leía en un principio: “Amistad de siglos a siglos”.

Se necesitaron siete meses para construir el símbolo de buena voluntad y más de 27.000 voluntarios. Se transportaron 10.000 toneladas de hormigón y 1.000 toneladas de hierro forjado hasta la ladera, a la que se le regalaron 20.000 árboles recién plantados para acentuar el homenaje. Funcionó y se cuidó hasta 1989 y, como tantos otros de su estilo, ha caído en el desuso, se le ha quitado el bronce, se ha apagado la llama y ahora la música se ha silenciado. 

El arquitecto fue Kamen Goranov y los escultores Alyosha Kafedzhiyski y Evgeni Barumov

sábado, 5 de octubre de 2024

"LOS OFENDIDOS", UN DOCUMENTAL SALVADOREÑO QUE EXPLORA LA RELACIÓN ENTRE MEMORIA E IMPUNIDAD

Título original Los ofendidos
Año 2016
Duración 82 min.
País El Salvador
Dirección Marcela Zamora
Guion Marcela Zamora
Fotografía Alvaro Rodriguez
Sinopsis Este documental pone el foco en la necesidad de reconstruir la memoria histórica a través de testimonios que dan cuenta de los crímenes perpetrados en la guerra civil de El Salvador durante los años 80.

El general David Munguía Payés, ministro de Defensa de El Salvador, entra en la sala.

Allí lo esperan Marcela Zamora y el equipo técnico del documental Los ofendidos, estrenado este jueves en México, en el Festival de documental iberoamericano de la memoria en Morelos.

Con su aire de despiste continuo y falsa tartamudez, el militar se sienta en el borde de un sillón de cuero. Parece tenso. Lleva puesto un uniforme verde de combate. Nadie se camufla una mañana de martes para una entrevista a menos que el disfraz sea el mensaje.

Zamora pone frente a él el “Libro amarillo”, un documento elaborado por el Estado mayor militar y la policía nacional en 1987, en plena guerra civil salvadoreña, y lo deja hablar.

Munguía Payés dice: “Ese libro se comienza a elaborar identificando a aquellas personas que eran consideradas comunistas y dañinas al régimen, las cuales deberían ser capturadas y en algunos casos hasta eliminadas. Yo ni me daba cuenta, andábamos en el terreno, entrábamos y salíamos(…). Lo que estaba sucediendo en la retaguardia no lo sabíamos. No sé cuál es el punto sobre ese libro”.

Zamora lo interrumpe: “¿Le digo cuál es?”.

Munguía Payés titubea. “Para mí no es tanto que haya listas de nombres”, dice, “sino si en realidad se cometieron errores, si algunas de esas personas se persiguieron para ser eliminadas”.

Zamora estalla con esa suavidad firme, sin agresión, que imprime su sello de narradora y, a la vez, de reportera a los documentales que dirige: “El tercer nombre de este libro es Rubén Ignacio Zamora Rivas, mi papá. Lo capturó la policía y lo torturaron durante 33 días”, le dice.

Munguía Payés tartamudea su respuesta después de un silencio incómodo: “Es un episodio muy triste en el marco de la guerra, seguro se dieron esas cosas y cosas peores”.

Es habitual que alguien filme un documental para dialogar con su padre.

Lo es, también, que esa conversación íntima, familiar, privada por definición, una vez proyectada sobre una pantalla, se eleve a la categoría de cuestionamiento generacional. Que sirva para que una hija entienda las decisiones que tomó su padre, especialmente si el padre es uno de los actores principales de la historia del país.

Lo que es menos habitual es que ese diálogo no se base en el conflicto padre-hija y muestre, en cambio, un acuerdo —rápido y del que no estamos acostumbrados a ser testigos— entre ambos, entre las mentes lúcidas de dos generaciones.

Zamora deja que su padre se explique. Llora escuchándolo leer un poema de Roque Dalton. Zamora admira a su padre y su documental trasluce ese amor. Como el que le tiene a cada una de las otras tres víctimas de la tortura, a las que muestra con una empatía tal que no se ahorra en la edición de audio los ruidos ahogados de la emoción que le provoca rememorar la barbarie, por ejemplo, con el médico torturado Juan Romagoza.

La guerra civil de El Salvador fue, como todas las guerras civiles, un espacio para la tortura y la represión. Un partido sangriento que además terminó en empate y amnistía, imposición de olvido e impunidad.

El padre de Marcela Zamora, Rubén, fue líder político de la insurgencia salvadoreña durante la guerra. Y regresó tras varios años de exilio obligado para ser uno de los gestores de los acuerdos de paz. Hizo política. Fue, también, el primer candidato a la presidencia por la izquierda en la posguerra. Aceptó una primera amnistía que no dejaba impunidad y no aceptó la segunda, la que dejó a las víctimas abandonadas, imposibilitadas de acceder a la justicia. Las dejó olvidadas, silenciadas, ofendidas.

Hay víctimas que son un país. Zamora las retrata y su padre las explica sin rabia, porque las entiende. Porque fue víctima. “Lo que tenemos es una amnistía que es inconstitucional, porque amnistías absolutas por delitos de lesa humanidad no existen. Lo que el país necesita es la verdad. Para poder reconciliarse es necesario saber cuál es la verdad, que se reconozcan los hechos para poder perdonarlos”, dice Rubén Zamora, enfrentado en la pantalla —a través del montaje que hace su hija— con la figura de Carlos Eugenio Vides Casanova, jefe máximo de la represión durante la guerra, deportado de los Estados Unidos a El Salvador en abril de 2015, y todavía impune por sus crímenes.

Marcela Zamora hace periodismo documental. Crónica visual de largo aliento. Indaga el pasado para hablar del presente.

Su cámara fue una de las primeras que siguió, en María en tierra de nadie, el viaje de las centroamericanas rumbo a Estados Unidos. Son las víctimas indirectas de la guerra civil y la represión que su nueva película detalla. Es el viaje de quienes dejan a sus hijos solos para buscar un futuro y los entregan, sin querer, a las pandillas que ahora asedian, extorsionan y asesinan a la población.

También denunció la esclavitud en Las muchachas, en el que contó la historia de la mujeres que llegan a la ciudad escapando de la guerra y la pobreza en sus pueblos y, por obligación y supervivencia, también dejan a sus hijos solos y sin oportunidades.

Mostró también que el país es un Cuarto de los huesos salpicado de fosas comunes que llevan abriéndose desde hace más de tres décadas, y en las que los pandilleros no dejan de arrojar cadáveres; o, remontándose al pasado, ha detallado masacres como Las Aradas, que el Estado ya cometía en los años ochenta del siglo pasado.

Su obra recorre la historia de su país desde que nació. Y además, marca una ruta.

Los ofendidos”, dice Zamora, “debe ser un documental para reflexionar sobre la verdad”.

“Para poder perdonar hay que saber a quién perdonar”, agrega. Los torturados y torturadas que entrevista Zamora, lejos de pedir venganza, piden la verdad. Apegada a ciertas reglas de la profesión periodística, Zamora no quiere decirlo en voz alta porque no dice nada en voz alta, pero Los ofendidos no es nada más ni menos que el aporte del género documental a la estocada final contra la impunidad que carcome su país.

Fuente: The New York Times en español

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viernes, 4 de octubre de 2024

"SILVESTRE REVUELTAS", DE OCTAVIO PAZ, EN EL 84 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL COMPOSITOR COMUNISTA MEXICANO

 

"SILVESTRE REVUELTAS", DE OCTAVIO PAZ

Silvestre Revueltas, todos lo recuerdan, era, físicamente, de la misma estirpe de Balzac y Dumas. (En lo espiritual era otra cosa; nada menos ciclópeo que su delicada, penetrante, aguda música, dardo o estilete). Se parecía mucho al segundo y tenía del primero la mirada tierna, el ademán poderoso, la generosa corpulencia y la íntima finura que dicen tuvo Balzac. Con ese cuerpo, con esa noble cabeza y ese rostro asombrado de dios, Neptuno de la Música, se erguía frente a la orquesta, frente al mar de los sonidos, como un humano monumento, prodigioso y terrible, devastado por todas las olas, padre de las olas y vencedor de ellas; luchando contra invisibles elementos, desataba las oscuras e infernales potencias de la música, que duermen en el silencio y las sometía a su poder, llevándolas a un silencio más alto y tenso del que salieron. Muchos, al dirigir la orquesta, parecen magos; otros, simples prestigitadores, más que convocar a los espíritus de la música se entretienen en escamotearnos su presencia. Silvestre no era un mago, pero tampoco un prestigitador; el espectáculo que involuntariamente ofrecía era mucho más patético que las maravillas de la magia y las sorpresas de la habilidad. Silvestre sacaba de mismo, de su entraña, cada nota, cada sonido, cada acorde; los extraía de su corazón, de su vientre, de su cabeza, de un bolsillo insondable de sus pantalones –como ese objeto mágico que siempre llevamos con nosotros, único confidente de nuestro tacto angustiado, oscuro resumen de las mil muertes y nacimientos de cada día. O brotaban de sus ojos, de sus manos, del aire eléctrico que creaba en torno suyo. Silvestre era, al mismo tiempo, la cantera, la estatua y el escultor.

A pesar de su corpulencia y de su espíritu vasto y generoso, no ha creado una música de grandes proporciones; había como una íntima contradicción en su ser. Su música, irónica, burlona, esbelta —flecha y corazón al mismo tiempo—, era un prodigioso y delgado instrumento para herir. Más que una arquitectura, su obra es un arma aguda y trágica. Un arma y una entraña, simultáneamente. Silvestre no se defendía de la música, como no se defendía de la  vida. Aguzaba la punta de su música como el sacerdote aguza la hoja del cuchillo, porque él era, siempre, el sacrificador y la víctima. En esta actitud podemos encontrar el secreto de su autenticidad y de su verdad; había encontrado el punto misterioso en que el arte y la vida se tocan y comunican, el nervio tenso de la creación. Su arte, por eso, era todo lo que puede ser el arte, ni más ni menos: legítimo, genuino. Ni sincero, ni mentiroso, categorías que no pertenecen al arte, sino verdadero. Esta legitimidad artística la tenían también su vida y su cuerpo; al tocar su mano se tocaba algo caliente, profundo: un hombre.

Era tierno en ocasiones; en otras, áspero y reconcentrado. Silvestre no amaba el desorden, ni la bohemia; era, por el contrario, un espíritu ordenado; a veces hasta exageradamente ordenado. Puntual, exacto, devorado casi por ese afán de exactitud, se presentaba siempre con anticipación a las citas y se apresuraba a cumplir con las comisiones o encargos que se le daban. Esta preocupación por el orden era un recurso de su timidez y una defensa de su soledad. Porque era tímido, silencioso y burlón. Amaba a la poesía y a los poetas y su gusto era siempre el mejor. No tenía placer en las compañías ruidosas; era un solitario y un hosco defensor de su soledad. Pero después de aquellas temporadas de orden absoluto y exasperante (el mismo rigor a que se sometía lo exigía a sus compañeros), de ensimismada concentración, se desbordaba en un ansia de comunión, de amor. Entonces su humor negro se convertía en blanco, como la negra ola al besar a la playa. Un humor blanco, como la espuma de la vida. Y el silencio reconcentrado se volvía un mágico, poético surtidor, lleno de imágenes. Y es que Silvestre, como casi todos los hombres verdaderos, era un campo de batalla. Jamás se hizo traición y jamás traicionó la verdad contradictoria, dramática, de su ser. En Silvestre vivían muchos interlocutores, muchas pasiones, muchas capacidades, debilidades y finuras. "Sólo una manera simple  de considerar a los sentimientos puede afirmar que hay sentimientos simples." Esta riqueza de posibilidades, de adivinaciones y de impulso es lo que da a su obra —la más importante de América-, ese aire de primer acorde, de centella escapada de un mundo en formación. No era fácil ordenar elementos tan ricos y dispares, de pronto; sin embargo, toda su obra está presidida por algo que no es la alegría, como creen algunos, ni la sátira o la ironía, como creen los demás. Este elemento, el mejor y más puro, es la piedad. La alegre piedad frente a los hombres, los animales y las cosas. Por la piedad la obra de este hombre, tan desnudo, tan indefenso, tan herido por el cielo y los hombres, sobrepasa, en significaciones, a gran parte de la música contemporánea. Y ocupa un lugar, en el corazón de nosotros, superior al de la grandiosa pintura mexicana, que lo conoce todo, menos la piedad. (Ni en Orozco, ni en Siqueiros, ni en Diego hay simpatía, alegría o piedad).

El nombre de Silvestre Revueltas resuena dentro de como un gran cohete de luz, como una aguda flecha que se dispersa en plumas y sonidos, en luces, en colores, en pájaros, en humo pálido, al chocar contra el desnudo corazón del cielo. Era como el sabor del pueblo, como el pueblo mismo, cuando el pueblo es pueblo y no multitud. Era como una feria de pueblo; la iglesia, asaetada por los fuegos de artificio, plateada por la cascada de aguas resplandecientes, fortaleza inocente y cándida, humeante ruina que gime en los sonidos, en los ayes de la cohetería agónica; el mágico jardín, con su fuente y su kiosko con la música heroica, desentonada y agria; y los cacahuates, en pirámides, junto a las naranjas, las jícamas terrestres y jugosas y las dulces cañas de azúcar, con sabor a estrella líquida y tierra inocente, plantadas militarmente, como fusiles o lanzas, en las orillas de las calles. Y era como el silencio de una oscura y desierta calle, en un barrio de la ciudad, poblada de pronto por gritos angustiosos. Y como el rumor de una vecindad y la gracia de la ropa puesta a secar, bajo el cielo altísimo y las nubes que giran, lentamente. Y era, también, como el silencio del cielo, que calla ante nuestras preguntas y nos vela su destino.

Fuente: PAZ Octavio, “Silvestre Revueltas”, en Taller, núm. XII, México, enero febrero de 1941. Reproducido en Pauta, núm. 9, México, enero de 1984. [Documento electrónico disponible en www.fororevueltas.unam.mx, sección Testimonios, Eduardo Contreras Soto (comp.)]