Y es que, resucitar a Kapuściński no es tarea fácil. Máxime cuando se hace en un formato transversal que versa entre la animación y el documental. Pues, aunque la narrativa de dibujos es la pieza central de la película, entre escena y escena, entre disparo y explosión, se cuelan los testimonios en carne y hueso de algunos de los supervivientes que compartieron sufrimientos bélicos en Angola con el periodista de la Agencia de Prensa Polaca.

"Nos dimos cuenta que hacia falta crear una película que crease leyenda en torno a Kapuściński para que, además, mucha gente le leyera", explica a Público Raúl de la Fuente, director de la película. Junto a Amaia Remirez, productora del proyecto, entendió desde el primero momento que los dibujos de animación permitirían acoplar el lenguaje visual y el surrealismo existencialista de una figura poliédrica como la del periodista polaco. "La animación nos pareció la mejor manera para entrar en la psique del escritor y periodista", comenta Remirez

Pero ¿por que alternar la animación con entrevistas de supervivientes de la guerra de Angola?, se preguntarán. La respuesta se encuentra en un breve vistazo al epílogo que Kapuściński redacto mucho después de publicar el libro. En él, miraba de frente al pasado y se preguntaba por el devenir que tuvieron los amigos que hizo en Angola. De la Fuente reconoce que esta fue una forma de seguir sus pasos: "Kapuściński se preguntó por las vidas de los supervivientes y quisimos encontrarlos y aportar su testimonio".

Esta técnica que de una forma curiosa difumina las barreras del documental y la película de entretenimiento, permite dar parcialidad al lenguaje subjetivo del reportero de guerra polaco. Con una línea estética cercana al cómic, el film es capaz de involucrar los sentimientos del espectador al máximo, sumergiéndolo en un ambiente narrativo que intercala acción, drama y suspense con cortes de imágenes reales. 

No obstante, pese al éxito que la película está teniendo entre el público, su formato se presenta como una "barrera" a tener en cuenta, opina Amaia Remirez. Tanto es así que "todavía hay una percepción social de que ir al cine para ver una producción de animación es cosa de niños".

El entramado animado se presenta como el ingrediente principal de proyecto, sin embargo, detrás de estos 86 minutos de película hay todo un trabajo de cerca de diez años que ha tenido el libro de Kapuściński "como una especie de biblia y guía", espeta el director. Para llenar de certeza al contenido de la película, directores y productores viajaron al país africano siguiendo los pasos del periodista, recorriendo los mismos paisajes, hoy vacíos de sangre y muerte.

Aunque no pudieron reencontrarse con personajes imprescindibles del libro como Dona Cartagena, el comandante Ndozi —que murió tras pisar una mina— o Carlota, la joven guerrillera de pelo afro cuya muerte llenó de culpabilidad a Kapuściński, si que lograron recoger otros testimonios estremecedores que ponen voz a una guerra que se extendió hasta el 2002.

Fotograma de la película 'Un día más con vida'

Este acercamiento al mundo real, entremezclado con brochazos animados, permite comprender la importancia que hay tras los actos y publicaciones de un reportero de guerra. Kapuściński tuvo la primicia de la entrada del ejercito cubano en el conflicto, pero obvió publicarla tras comprender que ello haría peligrar miles de vidas al convertir una guerra civil en un conflicto armado internacional, tal y como más tarde sucedió.

La moralidad del periodista es un pilar fundamental de Kapuściński y no podía ser obviado en una película que mitifica su figura. Más aún, cuando a día de hoy miles de informadores siguen deliberando sus decisiones. "Conflictos deontológicos como este siguen vigentes en muchas partes de mundo. Periodistas que se encuentran en la tesitura de decidir si acogerse a las normas rígidas del periodismo o si actuar de una manera en la que se puedan salvar valiosas y numerosas vidas", sentencia Remirez.

Fuente: Público

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