viernes, 15 de marzo de 2019

SE INAUGURA LA EXPOSICIÓN "PICASSO Y EL EXILIO" EN TOULOUSE

UNA MONUMENTAL MIRADA AL EXILIO A TRAVÉS DE LOS OJOS DE PICASSO

Una exposición en el museo Les Abattoirs de Toulouse cuenta la historia de los perdedores de la Guerra Civil y coloca al genio en su contexto político


Arte para entender la Historia e Historia para comprender el arte. Y Picasso, en el centro, para explicarlo todo. Así podría describirse, si hubiera que embutirla en un tuit, la monumental exposición Picasso y el exilio. Una historia del arte español de la resistencia, que se inaugura este jueves en el museo Les Abattoirs de Toulouse. La muestra relata uno de los peores desgarros de la historia de España —la retirada de los perdedores de la Guerra Civil, de la que se conmemora este año el 80 aniversario, y su posterior exilio— a través de Picasso. Pero también ofrece una perspectiva distinta de la obra inagotable del artista, contextualizándola en aquel tiempo de resistencia y compromiso político.

Lo hace por medio una treintena de obras del propio Picasso (pinturas, dibujos, grabados, esculturas y libros) y varias decenas más de artistas españoles del exilio que estuvieron relacionados con él: Óscar Domínguez, Remedios Varo, Julio González Joan Miró... También hay un enorme número de fotografías —algunas espectaculares y muy poco conocidas— y documentos, como la correspondencia con su familia durante la guerra o algunas cartas inéditas que intercambió con Paul Éluard y Antoni Clavé.

La muestra recorre un tiempo que va desde la guerra en España —con el Guernica y el inicio de su gira mundial de captación de fondos para la República—; la derrota y los terribles de campos de refugiados —se pueden ver cartas de pintores a los que Picasso ayudó a salir de allí y obras hechas por los prisioneros— en medio de la Segunda Guerra Mundial; y el desarraigo posterior de toda una generación; hasta el regreso de la democracia a España y, con ella, del Guernica. Con el patrocinio del Museo Picasso de París y el apoyo de Acción Cultural Española, hay piezas del fondo de Les Abattoirs y las procedentes, entre otros, del Reina Sofía de Madrid, los museos Picasso de París y Barcelona o la Tate Modern de Londres.

Todo arranca con una obra gigantesca de Picasso, literalmente, pues La dépouille du Minotaure en costume d’Arlequin es un telón de teatro de casi nueve metros de alto por 13,25 de ancho, alrededor del cual se reconstruyó hace 19 años el antiguo matadero de Toulouse para convertirlo en el Les Abattoirs y que ahora es el punto de partida y motor de la exposición que se podrá ver hasta el 25 de agosto (la entrada estándar cuesta 8 euros).

El telón El telón es una delicadísima obra que no se expone de manera constante (tras estos seis meses, se esconderá en la especie de caja gigante donde reposa sobre una cama acolchada inclinada para descansar al menos durante un año) y que fue confeccionado por Picasso a petición del Frente Popular francés para la representación de una obra de Romain Rolland en la festividad del 14 de Julio de 1936, solo cuatro días antes del golpe militar en España. La obra fue donada por el propio artista tras una muestra celebrada en Toulouse en 1965 sobre Picasso y el teatro, “la primera exposición temática sobre él”, asegura Valentín Rodríguez, director de colecciones de Les Abattoirs y comisario de la exposición junto a Annabelle Ténèze.


Campo de concentración de Rivesaltes, en 1942.
Campo de concentración de Rivesaltes, en 1942.

El nombre del comisario —francés descendiente de andaluces emigrados en los años sesenta— da cuenta de la oportunidad de hablar del exilio español en una ciudad (Toulouse) y una región (Occitania) con formidables raíces españolas, que recibió a buena parte de los más de 400.000 españoles que dejaron su país en la retirada —las autoridades regionales occitanas impulsan todo el año actos de conmemoración— y donde llegó a haber ocho campos de refugiados o, como prefiere Rodríguez, de concentración.

Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 1881- Mougins, 1973) quizá no encaja en la etiqueta de artista del exilio (llevaba décadas viviendo en Francia cuando estalló la guerra) y, salvo algunas excepciones, la política no se solía colar nítidamente en su obra. Pero Rodríguez destaca que, tras la Guerra Civil, se convirtió en un artista sin patria, que mostró “una oposición muy clara al franquismo” y se autodefinió como “exiliado” en 1944, cuando anunció su adhesión al Partido Comunista.

Así, aparte de los reflejos más puros de los tiempos de resistencia —con la Exposición de 1937, los dibujos de Sueño y mentira de Franco, y el Guernica—, la muestra ofrece desde esa óptica las posteriores obras de mayor calado antibelicista —como La paloma de la paz— y otras más sutiles como Gato comiendo pájaro, que lleva grabada en la parte superior la fecha de 22 de mayo de 1939, el día que la Alemania nazi y la Italia fascista firmaron la alianza conocida como el Pacto de Acero. También hace una lectura vinculada al desarraigo y la nostalgia de trabajos que hizo más tarde en torno a los clásicos del Prado (como su revisión de Las meninas en 1957), a la tauromaquia y las figuras de Carmen, el Quijote o la Celestina.


Fuente: El País


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