jueves, 31 de julio de 2025

"EL LENINISMO Y LA CRÍTICA ARTÍSTICA", TEXTO DE MIJAIL LIFSCHITZ, EN EL 120 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL FILÓSOFO SOVIÉTICO

El artículo de Mijail Lifschitz "El leninismo y la crítica artística" fue publicado en 1936 en la Gaceta Literaria, órgano de expresión de la Unión de Escritores Soviéticos 

Desde hace cierto tiempo es admisible escribir de forma copiosa sobre las insuficiencias de nuestra crítica literaria. Insuficiencias que en verdad son grandes. Para ayudar a nuestra crítica se prescriben no pocos medios. Se escribe, por ejemplo, que se necesita solo de artículos inteligentes, que todo crítico debe poseer gusto artístico, que está obligado a ser honrado y valiente al fustigar los vicios, pero a más de todo, debe ser talentoso.

Todo esto es, por supuesto, verdad. Si la persona es boba y deshonesta no se le puede permitir pasar ni del umbral de la literatura. Sí, es fundamental pensar que siendo inepta o cobarde se la debe mantener lejos del trato con el lector. Pero esto ni de lejos lo es todo. ¿Acaso faltan personas honestas y talentosas? Sería extraño dudar de ello. ¿Por qué se escribe tanto sobre las insuficiencias de nuestra crítica literaria? Al parecer, aquí se manifiesta la influencia de otras causas.

Escuchar interminables discusiones sobre la inteligencia y el talento, sin querer nos recuerda a una de los personajes de la comedia de Shakespeare «Mucho ruido y pocas nueces». El chistoso viejo Dogberry sermonea al guardián nocturno Seacoal: «Ser guapo es un don de la fortuna, pero saber leer y escribir depende de la naturaleza». Así razonan muchos de nuestros literatos. Ellos están convencidos de que inteligencia y talento son cosas recuperables, pero suponen silenciosamente que el arte de leer y escribir lo otorga la naturaleza. En realidad ocurre de otra forma. Predicar cuán importante es el gusto y el talento, si este no existe, toda vuestra prédica es moral vacía, y de estar presente, esta prédica es tanto inútil como innecesaria. En los hechos, los raciocinios de este tipo conducen a que la crítica empiece a «ser guapa» con ayuda de adornos artificiosos.

Pero existe otro aspecto, el del arte de leer y escribir. Y pese a lo sentenciado por el viejo Dogberry, este arte no es dado por la naturaleza sino solo por un trabajo largo y perseverante. Es aquí que dirigen justamente su celo nuestros moralistas. Con todo, la gente es más gustosamente consciente de su ineptitud que de la ausencia del conocimiento, aunque esto último se corrige fácilmente.

Hablando sucintamente y sin preámbulos, nuestra crítica no capta al arte de leer y escribir en el espíritu del leninismo. He allí la razón verdadera de sus insuficiencias. Por supuesto, después de Octubre muchas ideas de Lenin están muy difundidas entre nosotros, son ampliamente conocidas en el medio literario. Pero el viejo adagio es verdad, el conocer todavía no es comprender. Y el leninismo es ciencia, y no se diga, nos exige una comprensión precisa.

Generalmente se piensa que el conocimiento o, más bien, cierto sentimiento del leninismo, es dado a nosotros naturalmente, y solo es necesario adquirir la guapura literaria con ayuda de los esfuerzos propios. Pero, como ya dijimos arriba, esto es un prejuicio. Si algo nos es dado naturalmente o, más precisamente, es lo viejo y reviejo que desciende de la costumbre tradicional, y todo ello no es más que la reminiscencia del marxismo dogmático, del marxismo de la vieja escuela socialdemócrata que debemos superar por medio del trabajo consciente. El problema trata sobre los remanentes de esa redacción del materialismo histórico contenida en los folletos y libros de Kautsky, Plejánov, Gorter, parcialmente en Lafargue, parcialmente en Mehring. La generación de mayor edad de entre nuestros críticos aprendió a interpretar los fenómenos ideológicos en estos folletos y libros. Y con frecuencia extrajeron de allí, junto con los granos de verdad, muchos dogmas corrientes e incorrectos. La generación más joven asimiló esta herencia con el suplemento de la esquemática ultraizquierdista en el espíritu de Bogdánov y de las abstracciones sociológicas de Bujarin o Friche. El marxismo vivo aún debe abrirse camino a través del nubarrón de estas deformaciones.

En los últimos tiempos nuestros escritos conceden mucha atención a la crítica de todos los esquemas sociológicos inoportunos. Es necesario señalar que las cabezas de muchos activistas literarios todavía están completamente indigestas de todo tipo de tonterías posibles. Entonces se sentencia que la esencia de la obra de Pushkin es el servilismo, entonces se hace de Gogol el representante de los terratenientes de angaria, y leímos recientemente en los periódicos que un redactor en exceso celoso prohibió la palabra «joven» por ser burguesa. Se admite que todo esto cae a cuenta de los absurdos humanos cotidianos. Y en verdad, aquí no son pocos los absurdos, pero este absurdo tiene su sistema.

Ahora ya no basta con simplemente mofarse de las caricaturas aisladas del tipo sociológico vulgar. Es perfectamente evidente que ellas emanan de una comprensión unilateral e incorrecta del marxismo. El coso sociológico baladí no se vuelve mejor allí donde se expresa en forma más intelectual, más precavida y más evasiva. A fin de cuentas, lo que en la inteligencia es sobrio resulta ebrio en lenguaje.

¿Pero qué es sobrio en la inteligencia? ¿Ese sistema de puntos de vista que descansa sobre todos los esquemas sociológicos inoportunos? Para responder a estas preguntas es necesario volver al fundamento fáctico de la escuela sociológica en la crítica marxista: G.V. Plejánov. A los escritos del propio Plejánov se les puede llamar de todo menos vulgares, y con todo eso, los esquemas de la sociología vulgar provienen justamente de este origen.

Para persuadirnos de la corrección de nuestras conjeturas tomamos el siguiente ejemplo. No hace mucho en las páginas de Literaturnaya Gazeta se dio publicidad al ridículo maestro de la escuela modelo en Ulan-Ude. Este sociólogo dio a sus estudiantes la siguiente caracterización de Tolstoi: «L. N. Tolstoi es el representante de la nobleza aristocrática, patriarcal, hacendaria que no fue absorbida en el aparato burocrático de la autocracia y estaba condenada a un gradual empobrecimiento económico». Bien podemos reírnos de esta descripción, pero el hecho es que el maestro de Ulan-Ude simplemente estaba repitiendo en una forma más chabacana los dogmas comunes de la crítica literaria capitalina.

Lo que es interesante es el origen de este dogma. Ya el fallecido V.M. Friche definió la creación de Tolstoi como «el realismo de la nobleza mundana». Los numerosos discípulos de Friche se embarcaron en la búsqueda de las más diminutas subdivisiones de esta nobleza, y allí se armó la de San Quintín. No hay duda, pese a todo, que el propio Friche tomo su definición de Plejánov. Para Plejánov, Tolstoi era «el escritor costumbrista de los estamentos superiores». La personalidad creadora del gran escritor se redujo por entero a la psicología del artista-aristócrata. Lo único, que en el parecer de Plejánov, perturbaba esta regularidad social eran las búsquedas sociales de Tolstoi, y él acometió contra ellas como un capricho del desgarbado gran señor idealista. Si el gran señor nació y obtuvo educación en el medio nobiliario, entonces que escriba de cómo se vive en las haciendas de la nobleza, he aquí un gran artista. Pero, ¡por Dios!, no os plantéis con vuestra crítica de la civilización burguesa, pues de socialismo no entendéis nada. Tales son, a fin de cuentas, las ideas fundamentales del artículo de Plejánov sobre Tolstoi y, además, de toda su sociología de la literatura: «Cada oveja con su pareja».

Lenin aborda de otro modo la cuestión de la creación de Tolstoi. Para Plejánov las obras del gran escritor eran una ilustración más de la regla general: el ambiente social del que provino el artista, influencia su psicología y dirige sus intereses. Para Lenin la fórmula materialista «el ser determina la consciencia» tiene un significado más profundo. Él no busca en Tolstoi los rasgos psicológicos de la existencia cotidiana de cierto estrato social, él, en general, no arranca en su análisis del ser económico de la nobleza, sino del ser social en el amplio sentido histórico, arranca de la interrelación y lucha de todas las clases de la sociedad.

¿Cuál es el significado de Tolstoi? «Su significación mundial como artista, escribió Lenin, y su fama universal como pensador y predicador reflejan, cada una a su modo, la importancia mundial de la revolución rusa». Tolstoi no era solo un maestro de la palabra artística que siempre será amado por millones de personas: la propia grandeza artística de sus obras yace en que él «supo también transmitir con notable vigor el estado de ánimo de las grandes masas oprimidas por el sistema actual, describir su situación y expresar sus espontáneos sentimientos de protesta e indignación». Así escribía Lenin en 1910. ¡Cuánta diferencia en comparación con la evaluación general de Tolstoi en los artículos de Plejánov! Allí tenemos al escritor costumbrista del nido nobiliario, aquí al artista en cuyas obras se escucha la voz de la historia mundial. Las obras de Tolstoi llevan escritas en sí el drama objetivo de la revolución rusa. En ellas se refleja la regularidad, tal si fuere un proceso natural, de la fortaleza y flaqueza del movimiento campesino de masas y además del país, descubriendo la perspectiva de romper el secular modo de vida injusto en Asia, cuna de la humanidad. «¿Qué punto de vista, entonces, reflejó la predica de León Tolstoi?», pregunta Lenin en el artículo «Tolstoi y la lucha proletaria». «Por boca suya habló toda esa ingente masa del pueblo ruso, que ya odia a los dueños y señores de la vida moderna, pero que aún no ha llegado hasta la lucha consciente, firme, consecuente e inconciliable contra ellos».

¿Puede el «artista-aristócrata» reflejar el movimiento popular en su país? Desde el punto de vista de Plejánov tal idea es equivalente a renunciar al marxismo. Y en efecto, este criterio sobre las obras de Tolstoi choca resueltamente con el marxismo dogmático de la época de la Segunda Internacional. Plejánov concebía la dependencia de la literatura respecto de la vida social como dependencia psicológica del artista del ambiente que le rodea. Este aspecto de la concepción materialista de la historia se desarrolló en él de manera tan unilateral que oscureció el hecho histórico básico acorde al cual el arte y la literatura son el reflejo de la realidad externa, espejo de la práctica humana objetiva multilateral. Para Lenin, en su análisis de la creación de Tolstoi, se parte precisamente de esta totalidad.

La unilateralidad de la «sociología del arte» de Plejánov ejerció y continúa ejerciendo la más triste influencia en la crítica e historia de la literatura de nuestra época. Este es el esquema perfectamente sobrio con el que el lenguaje se emborracha de sus éxitos en la sociología vulgar. Reza la tesis de arranque de esta sociología que todo artista solo pone en orden las vivencias psicológicas ancestrales impuestas a él por su propio ambiente, su crianza o los intereses de su grupo social. Estas vivencias surgen de modo enteramente involuntario, son automáticas, como la sensación de dolor al cortarse un dedo. Toda clase lleva una vida espiritual autónoma, ella se aflige, alegra, preocupa respecto a su salud (recuerden la crítica a los médicos en Moliére), y sucumbe, en general, a los más diversos estados de ánimo. El arte únicamente recopila los ánimos de su clase en reservorios especiales llamados obras de arte. En este sentido, todo artista está en su locura. No podéis convencerle ni disuadirle y, hablando de forma rigurosa, incluso resulta absurdo alabarle o despreciarle. Él es por ley un producto psicológico de su medio. Al fin y al cabo, todo artista solo puede expresar su propio yo, su ser, el ser de su clase, de su grupo, de su capa intermedia. Nuestro análisis será más exacto y más científico mientras más fuerte atemos al artista a su propia mediocridad. Así, o casi, razonan los numerosos representantes de la moderna sociología del arte y la literatura, de forma mucho más consecuente que Plejánov, naturalmente, en su aceptación de la orientación.

¿Qué es la literatura? ¿Un reflejo de la realidad, un cuadro del mundo objetivo que rodea al artista, a su clase, a su capa social intermedia? En modo alguno. La literatura es una forma particular «de la ideología de clase que se expresa en forma del conocimiento clasista de la realidad y sirve a la tarea de la autoafirmación clasista […]». Tal explicación la da nuestra Enciclopedia Literaria. De esta forma, los contenidos de la literatura no son tomados del mundo externo, sino de las profundidades de la psicología de una clase determinada. Algunos historiadores de la literatura fueron incluso más allá a través de esta senda y sacaron la conclusión de que el artista, en general, no puede retratar nada excepto a su propia clase. Si Gogol escribió sobre los cosacos, entonces para la mirada sagaz estos no son cosacos ni en lo más mínimo, sino pequeños nobles, como el propio Gogol, disfrazados con pergaminos y zupanes.

Toda obra literaria se convierte de ese modo en un telegrama cifrado, y toda la historia del arte mundial es la compilación de jeroglíficos y señales simbólicas que esconden un sentido de clase determinado. Es necesario resolver estos jeroglíficos y determinar su equivalente sociológico. De allí ese rasgo de la sociología vulgar que tan a menudo salta a la vista, su manía de desenmascarar. El sociólogo se afana en coger al escritor con las manos en la masa en ese momento cuando se le va la lengua sin querer, dejando ver las viejas tendencias de su conciencia de clase. Si, por ejemplo, la Julieta de Shakespeare exclama: «¡Quiebra, oh corazón mío!», el perspicaz maestro de una cosa parecida al psicoanálisis se aprovechará sin falta de ello para ligar al gran dramaturgo con los intereses de los mercaderes de Londres, los nobles comerciantes o los terratenientes aburguesados.

El leninismo en la historia y crítica de la literatura no tiene nada en común con semejante análisis o, mejor dicho, cartomancia sociológica. La gente es cuerda, su consciencia no es solo un rasgo psicológico de algún punto de vista subjetivo. Esta da un retrato del mundo objetivo a nuestro alrededor, refleja la realidad externa a nosotros. Los escritores y artistas la representan en una forma más o menos veraz, más o menos artística. La principal insuficiencia de esta forma sociológica, tan difundida entre nosotros, consiste en que sustituye la teoría del reflejo de Lenin por el simbolismo de clase y rompe, en este punto importantísimo, con el marxismo.

¿Pero cómo se puede combinar la teoría del reflejo con un punto de vista clasista? Dice perplejo el sociólogo vulgar. Si la literatura refleja la realidad externa ¿Qué resta en el campo del análisis de clase? Estos miedos reiteran por entero lo que decían en sus tiempos los así llamados economistas, y luego el propio Plejánov en la Iskra menchevique, a propósito del libro de Lenin ¿Qué hacer?. Vale recordar al lector que ellos acusaron a Lenin de idealismo y de olvidar la naturaleza clasista de la conciencia.

El marxismo dogmático entiende por análisis de clase el establecimiento de tipos sociopsicológicos y estilos de pensamiento ancestrales, unívocamente verdaderos desde el punto de vista de sus propias clases y unívocamente falsos desde el punto de vista de las clases contrarias. El sociólogo solo explica estos tipos y sus explicaciones se reducen, por último, a la filosofía del Doctor Pangloss: «Todo es como es y no puede ser de otra forma que como es».

El concepto de Lenin sobre la ideología de las distintas clases en las obras de arte es totalmente diferente. La naturaleza de clase de los fenómenos espirituales se determina, en su base, no por el matiz subjetivo, sino por la profunda y veraz comprensión de la realidad que en ellas se incluye. De ello, del mundo objetivo, es que se recoge el mismísimo matiz subjetivo de la ideología de clase. Ella es la conclusión, la conclusión en el grado más alto de deducción y no el punto de partida. El hombre capaz de elevarse al odio hacia la opresión y falsedad en todas las manifestaciones de la vida social de su época, se convierte en ideólogo de la clase revolucionaria. El hombre sumergido por entero en su propio ser particular, en su cortedad tradicional, siempre quedará bajo el poder de las ideas, creencias, prejuicios que resultan de los intereses de las clases reaccionarias.

Lenin supo demostrar, en contraste al marxismo dogmático, que la conciencia de clase no aparece automáticamente. No se nace siendo ideólogo de una clase determinada, se llega a ser uno. Así, la ideología proletaria, es decir, el marxismo, no es la sencilla profundización en la psicología del trabajador, y a ella no es posible considerarla una consecuencia inmediata del ser de la planta fabril. La verdadera conciencia de clase se elabora solo a partir de la observación de todas las clases de la sociedad en la totalidad de las manifestaciones de vida de estas clases, sean intelectuales, morales y políticas. La ideología proletaria surge precisamente en esa esfera de relación mutua de las diversas clases de la sociedad, ella es la conclusión sujeta a leyes de toda la práctica histórica de la humanidad, el resumen del desarrollo de la filosofía, la economía política y el socialismo.

A la inversa, desde el punto de vista de la sociología burguesa, la cual toma algunas de sus tesis de la literatura marxista, la ideología de clase tiene un carácter más puro si ella es ciega y aislada dentro de sí, en tanto y cuanto es de lo más limitada e ignorante del mundo circundante. Sí, es indudable, toda limitación lleva, en el análisis final, a la defensa de determinados intereses de clase, y con mayor precisión, los intereses de la reacción. Pero las propias masas trabajadoras permanecerán bajo el poder de la ideología reaccionaria de las clases dominantes, mientras ellas no comprendan la realidad social que les rodea y por intermedio del mundo externo no lleguen a la comprensión de su propio rol histórico, esto es, a su autoconciencia de clase. Lenin dice: «El conocimiento no es (o no sigue) una línea recta, sino una curva que se aproxima infinitamente a una serie de círculos, a una espiral. Todo fragmento, segmento, sección de esta curva puede ser transformado (transformado unilateralmente) en una recta independiente, completa, que entonces (si los árboles impiden ver el bosque) conduce al lodazal, al oscurantismo clerical (donde queda SUJETA por los intereses de clase de las clases dominantes)».

El espíritu revolucionario consciente y la defensa consciente o inconsciente del oscurantismo y la falsedad son antítesis muy importantes de por sí, pero insuficientes. Pese a la contradicción clasista franca y diáfana, siempre han existido muchos millones de la masa de gente que habiéndose erguido ya hasta la revuelta en contra de sus opresores, aún no llegan a la lucha consciente y consecuente. Esta confusión de clases objetiva, esta carencia de un deslinde de las clases (como en Rusia entre 1861 y 1905, y en Francia y Alemania entre 1789 y 1848), y las vacilaciones en las propias masas populares que de allí emanan, nos explican de mejor modo las contradicciones de los grandes escritores, artistas y humanistas del pasado. La mixtura de rasgos revolucionarios y reaccionarios en la consciencia de los mejores representantes de la vieja cultura es un hecho histórico fijo. Los ideales revolucionarios rara vez se reflejaron en la literatura de modo franco y directo. Habiéndose apartado de la secular crema y nata de la vieja sociedad, las mentes más nobles no pudieron, todavía, hallar en el mundo exterior que les rodeaba la solución a las complejas contradicciones de la historia humana. De allí la capitulación interna de estas personas ante la religión y la moral tradicional, de allí la consolidación de esta capitulación en interés de las clases dominantes.

Si Tolstói solo expresó la psicología de la aristocracia en decadencia, si Pushkin solo celebró los goces y dificultades de los terratenientes aburguesados, entonces la historia de la literatura guardaría silencio sobre ellos, como guarda silencio sobre los miles de Mitrofanov literarios y los escritores de la tendencia ojrankista. Se dan, no obstante, otros casos. «Y si nos encontramos en presencia de una artista de verdadera grandeza, dice Lenin, ese artista ha tenido que reflejar en sus obras al menos, algún aspecto esencial de la revolución». Y vemos en la interpretación de Lenin, como el gran artista vence las limitaciones psicológicas de su ambiente y se convierte en portavoz de los sufrimientos e ira de millones en la masa popular. Tolstói trasladó a sus obras el sentir primordial de la psicología primitiva del democratismo campesino. En esto residía el genuino equivalente social de su creación artística, el manantial del auge espiritual del gran escritor. De otra parte, la psicología patriarcal dejó su huella de rudeza en todo el movimiento campesino (1861-1905). Cuando el campesino ruso deseaba expresar en su propio lenguaje la idea de la socialización de la tierra, este dijo: «La tierra no le pertenece a nadie, la tierra es de Dios». Ese campesinado patriarcal no pudo encontrar un mejor vocero de sus vacilaciones que Tolstoi.

Con similar criterio de la lucha de clases es que Lenin conceptuó a Herzen. «La quiebra moral de Herzen, su profundo escepticismo y pesimismo tras 1848, señalan la quiebra de las ilusiones burguesas sobre el socialismo. El drama moral de Herzen fue resultado y reflejo de esa gran época histórica en la que el espíritu revolucionario de la democracia burguesa estaba muriendo ya (en Europa), y en la que el espíritu revolucionario del proletariado socialista todavía no había llegado a su madurez».

Y en el mundo capitalista moderno existen muchas personas que ya están desencantadas de la democracia burguesa, pero no han llegado todavía a la democracia proletaria. Las vacilaciones de millones de personas se reflejan en las búsquedas artísticas de los más diversos escritores occidentales, cuya posición de clase la determina, en el análisis final, su actitud para con las fuerzas combativas de nuestra era, para con el problema central de la época, para con la cuestión de la propiedad y el poder.

De ello es evidente que esa manera tan ampliamente difundida entre nosotros de describir las aspiraciones de estas personas a partir de la psicología de tal o cual pequeña capa intermedia de la clase burguesa no responde a las exigencias del leninismo. En nuestros libros de texto, Anatole France todavía es presentado como un ideólogo de la burguesía media, Romain Rolland como un pequeño burgués humanista y así por el estilo. La clasificación de estos tipos psicológicos oculta por entero, ante muchos críticos, la cuestión básica sobre la relación del escritor con la revolución. Aquí la sociología vulgar confluye de forma inmediata con el «sectarismo jactancioso» en la Internacional Comunista.

Volvamos, no obstante, a la cuestión de los clásicos de la literatura mundial, pues los autores de los libros de textos y de otras obras les tienen predestinada, como representantes del viejo mundo, cierta lectura que los trata del modo más despiadado. Según esta literatura, las obras de Pushkin, Gogol y Tolstói deben ser comprendidas partiendo de los quehaceres domésticos de la nobleza rusa, del empobrecimiento o regeneración burguesa de esta clase. Así mismo procede la historia de la literatura occidental en relación a Shakespeare, Moliere, Goethe. Pero todo esto denigra la historia artística de la humanidad, y el verdadero análisis de clase se diferencia de modo resoluto al oponerse a todo este enfoque sociológico, al brindar la posibilidad de poner por delante todo lo que es verdaderamente grande en la historia del arte y dejar ver sus vínculos con los elementos democráticos y socialistas de la vieja cultura. El leninismo nos enseña a descifrar inteligentemente el contenido histórico de la herencia artística para separar en ella lo vivo de lo muerto, lo que pertenece al futuro de eso que es impronta de un pasado servil.

Aquí abordamos la principal insuficiencia de nuestra escuela sociológica. La gente que habla y escribe tanto de análisis de clase no comprende en realidad nada de la lucha de clases. En esencia, ellos aíslan al socialismo de la lucha de clases. En la base de todos los despropósitos de la sociología vulgar no yace no la figuración leninista de las clases, sino la burgués-menchevique.

¿En qué se ocupan, de hecho, los historiadores de la literatura excitados por esta manía sociológica? En buscar los irrelevantes grupos élite de la burguesía y la nobleza a los que atribuir luego las creaciones de Shakespeare o Balzac. Si les creemos a nuestros sociólogos, toda la historia del arte universal expresa la pequeña pelea por un pedazo de la presa entre los distintos tipos de parásitos. ¿Y en esto consiste el contenido principal de la lucha de clases? ¿Y dónde se hallan las contradicciones de clase básicas de cada período histórico? ¿Dónde está la lucha secular entre los arriba y los de abajo? ¿Dónde se ha metido el pueblo? Hacerse estas preguntas es en vano. En los esquemas históricos de nuestros sociólogos no hallaréis nada por el estilo. Lo más a que llega su capacidad es a hacer loas en honor de la burguesía «progresista», «joven», «en ascenso», «fortaleciéndose» y «madurando». De tal modo, se puede ver que la sociología vulgar y la no vulgar (por sus maneras) trabajan para apartar al arte del pueblo. La poesía de Pushkin viene a ser patrimonio de los terratenientes aburguesados, la obra de Gogol surge de la pequeña nobleza, y los escritores antiguos no pueden pretender ser algo mejor.

Nosotros podemos decir que el pueblo no tuvo o prácticamente no tuvo sus propios voceros directos en el arte del pasado. Esto es verdadero hasta un cierto grado, pero no significa que el arte y la literatura se desarrollaron sin influencia de las masas de base de la humanidad. Saltykov-Shchedrín está aquí más cercano a Lenin que decenas de nuestros marxistas. Él escribe: «Además de las fuerzas activas del bien y el mal, en la sociedad también existe un consabido medio pasivo que sirve principalmente de arena para toda clase de influencia. No es posible dejar de tener en cuenta a este medio, incluso si el escritor no tiene otras pretensiones salvo las de recopilar materiales. Muy frecuentemente, de ello no se menciona una palabra, y por lo tanto pareciere como si se lo tachare, pero esta tacha es imaginaria, en realidad las representaciones de este medio pasivo nunca abandonan el pensamiento del escritor. Es justo este medio en el cual se oculta “el hombre que come quínoa”. ¿Vive o solo se oculta? Es mi opinión que aunque de preferencia se oculta, empero él todavía vive un poco».

El hombre que come quínoa es el campesino, es ese ser extraño que La Bruyere observó desde la ventana de su carruaje, ese ser incomprensible, pasivo que, con todo, en palabras de Montaigne, se diferencia del Rey solo en la hechura de los pantalones. ¿Cómo es posible pretender que la literatura se desarrolló sin la influencia del campesino, del obrero, del soldado que regresaba de los campos de la guerra imperialista? Recordad con cuanta perseverancia Lenin repudio a los sociólogos del Veji que se afanaban por aislar a la literatura y crítica del siglo XIX de los ánimos del campesinado en servidumbre. Conocemos del ejemplo de Tolstói que las búsquedas espirituales del gran escritor, surgido del medio nobiliario, lograron reflejar las contradicciones de vida de las masas populares. Ya los autores demócratas del siglo XVIII como Vico, Winckelman, Fergusson y Herder dieron justo testimonio de las verdaderas raíces populares del arte, de la degeneración de la creación artística en todas partes donde las personas de talento pierden contacto con la base democrática de la cultura y se transforman en componentes ideológicos de la clase dominante (según la expresión de Marx en las Teorías de la plusvalía). Esta convicción fue propia a todos los pensadores revolucionarios del pasado, ella inspiró a Belinski cuando escribió su carta a Gogol. Y es este mismo pensamiento en su desarrollo ulterior el que subyace en la base de los artículos de Lenin sobre Tolstoi. «El arte pertenece al pueblo», le dijo Lenin a Clara Zetkin. «Deben echar sus raíces más profundas en las grandes masas trabajadoras. Debe ser entendido también por estas masas, y apreciado por  Reflejo veraz de la vida y carácter popular, he aquí los dos criterios principales de la crítica leninista, las dos aristas de una y la misma totalidad.

La lucha de clases en la literatura es la lucha de las tendencias populares en contra de la ideología de la dominación y la esclavitud, en contra de la inexpresividad religiosa, la brutalidad primitiva, la villanía refinada y el empalagoso servilismo. E inscribir este punto de vista de clase a través de toda la historia mundial del arte no significa en lo absoluto clasificar las obras de arte en estantes según los distintos grupos sociales. No, significa someter a la herencia artística del pasado a un análisis genuino, concreto y valorar por sus méritos todo lo grande en ella, entendiendo tanto las contradicciones de la historia del arte como sus graves repliegues, para juzgarla con el punto de vista más consecuente, el del más claro deslinde entre las clases, con el punto de vista de lucha proletaria contemporánea.

La así llamada sociología, esa explicación desalmada que se nos ofrece con la apariencia de ser análisis de clases marxista, es mucho más cercana a los novísimos productos del pensamiento burgués moderno (por ejemplo, la «sociología del conocimiento» alemana) que al leninismo. Ella rompe incluso con las mejores tradiciones de la crítica democrática rusa, la tradición de Belinski, Chernichevski y Dobrolyubov. Existe una discrepancia determinada entre el marxismo creador, que cimenta las conquistas de la revolución de Octubre y esa tediosa escolástica aparentemente marxista que aún ensucia nuestra prensa. Se puede llamar a esto de retraso en la crítica o cualquier otra cosa, los hechos son los hechos. Hay un marxismo dogmático y un marxismo creador, vivo, multilateral, libre de todas las limitaciones profesorales y sectarias, un marxismo impregnado de parte a parte del espíritu de la dialéctica revolucionaria. Nosotros nos paramos en el terreno de este último, es decir, en el terreno del leninismo. Pero en nuestra crítica literaria, en artículos de revistas y libros de historia de la literatura, a menudo esto queda como una simple declaración.

Debemos trabajar en ello para dominar el arte de leer y escribir en el espíritu del leninismo.

Fuente: Para la Voz 

miércoles, 30 de julio de 2025

EL GARAJE PUBLICA "POR QUÉ CHINA ESTÁ GANANDO", DE PEDRO BARRAGÁN

Por qué China está ganando
Pedro Barragán
Editorial El Garaje 
27,00€
Año: 2025 
ISBN: 978-84-129036-8-3
528 páginas

En esta obra, Pedro Barragán ofrece una visión clara y accesible sobre cómo China ha pasado, en muy pocos años, de ser una economía pobre a convertirse en la segunda economía más grande del mundo. Muestra cómo ha desarrollado un socialismo de mercado moderno y centrado en las personas, acabando con la pobreza y doblando la renta per cápita de todos los ciudadanos cada muy pocos años; cómo ha creado la más numerosa clase media mundial, las ciudades más avanzadas y convertido el país en un centro internacional de manufactura e innovación tecnológica.

En este contexto de crecimiento y transformación, analiza cómo ha evolucionado la relación entre China y Estados Unidos y el sorpasso producido, donde Estados Unidos ha pasado de representar el 19,8 % del PIB mundial en el año 2000 a tan solo el 14,7 % en el año 2024; mientras que, por su parte, China ha pasado de ser el 6,4 % del PIB mundial en el año 2000, a representar el 19,1 % en 2024.

Descubriremos como todas las alarmas han saltado en Estados Unidos, que no está dispuesto a ser destronado de la cima mundial. Y tras analizar cómo este país conserva su poderío militar, su mucha mayor renta per cápita y, sobre todo, su poder financiero y el control de la cultura, de la información y del entretenimiento en el mundo, Pedro Barragán nos mostrará cómo, con estas armas, Estados Unidos se ha lanzado a la nueva guerra comercial y tecnológica contra China.

EL  AUTOR

Pedro Barragán es economista y experto en relaciones internacionales, especializado en el análisis de la economía china y su impacto global. Su trayectoria profesional ha estado marcada por el estudio de las dinámicas del comercio internacional como operador directo en los mercados de futuros financieros.

Asesor de la Fundación Cátedra China, escribe con regularidad en diversos medios de comunicación sobre temas como la transformación del modelo económico chino, la expansión tecnológica, o las tensiones comerciales con Occidente. Autor de numerosos trabajos sobre la guerra comercial entre Estados Unidos y China, cabe citar entre los más recientes: Trump se atasca en su guerra arancelaria global, sobre esta segunda guerra arancelaria; China añade multilateralismo a la locomotora mundial frente al proteccionismo de Estados Unidos, anticipándose al «Día de la liberación» de Trump, y La globalización, Estados Unidos y China.

martes, 29 de julio de 2025

"SINFONIETTA" DE MIKIS THEODORAKIS, COMPUESTA TRAS SU ARRESTO Y EXILIO EN LA GUERRA CIVIL GRIEGA, EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

 Mikis Theodorakis nació en la isla de Quios en el mar Egeo el 29 de julio de 1925. Influenciado por el folclore griego y la liturgia ortodoxa empezó a componer desde su infancia antes de recibir lecciones de música. Vivió en diversas ciudades griegas especialmente en Tripolis donde actúa en un coro y también con 17 años empieza a participar en política.

Durante la Segunda Guerra Mundial se une a la resistencia luchando primero contra la Italia fascista y luego contra la Alemania nazi. En 1942 fue detenido por los italianos por ayudar a familias judías. En 1944 toma parte en la batalla de Atenas al lado del Frente Nacional de Liberación (EAM) contra las tropas británicas y sus aliados griegos.

El Tratado de Varkiza en griego Συμφωνία της Βάρκιζας, también conocido como el Pacto de Varkiza  fue firmado en Varkiza, cerca de Atenas, el 12 de febrero de 1945 entre el Ministro de Relaciones Exteriores griego y el Secretario del Partido Comunista de Grecia (KKE) por EAM - ELAS, tras la derrota de este último durante los enfrentamientos de Dekemvriana.

Los comunistas no quisieron participar en las elecciones propuestas por los conservadores y patrocinadas por los británicos en septiembre de 1946 y se negó al desarme, lo cual condujo al estallido de un conflicto armado.

La guerra civil griega transcurrió entre marzo de 1946 y octubre de 1949, enfrentando a la población conservadora y las fuerzas armadas del gobierno monárquico, apoyadas por los Estados Unidos y el Reino Unido, contra los comunistas griegos y los miembros de la organización más grande de la resistencia antifascista, que había combatido contra la ocupación de Grecia por las fuerzas del EJE, el ELAS, en griego ΕΛΑΣ, Ejército Popular de Liberación Nacional controlado por el Partido Comunista Griego.

Después del Tratado de Varkiza en febrero de 1945 continua sus estudios de composición que serán interrumpidos por la guerra civil y su arresto el 5 de julio de 1947, siendo deportado a la isla de Icaria. Después de una amnistía es liberado en octubre, entrando en la clandestinidad.

El primero de mayo de 1948 es de nuevo detenido y deportado a Icaria hasta que a finales de año es trasladado al campo de concentración de la isla de Macronisos. En el mes de marzo de 1949 sufre terribles torturas que lo dejan medio muerto, siendo transportado al hospital militar de Atenas. Después de su curación es devuelto a Macronisos hasta que el 16 de mayo es liberado instalándose en la isla de Creta donde vive su familia.

El 15 de octubre de 1949 termina la guerra civil con la derrota total del Frente de Liberación ELAS al que pertenecía el compositor. En 1950 acaba sus estudios empezados en 1945 interrumpidos diversas veces, en el Conservatorio Nacional de Atenas, el Odheion, obteniendo su título, habiendo estudiado especialmente fuga, armonía y contrapunto con Philoktitis Economidis. Durante sus estudios había tratado extensivamente con diversas formas de música, especialmente la sonata.

Después de la guerra es llamado a filas, permaneciendo en el ejército desde 1950 hasta noviembre de 1951. En enero de 1952 regresa a Atenas donde trabaja como compositor y crítico musical.

La “Sinfoníetta" fue compuesta en 1947 en una primera versión para cuarteto de cuerda, flauta y piano. De esta forma se estrenó en Atenas en 1952. En 1995 realizó una nueva versión para orquesta de cuerda, flauta y piano. Se estrenó en Adelaide, Australia el 17 de noviembre de 1995.

Según dice el compositor la obra está influenciada por los estudios que había terminado en aquella época. Fue compuesta durante la guerra civil griega según nos cuenta. También es importante el hecho de que en 1947 fui arrestado y deportado por primera vez a la isla de Icaria. Fui liberado en 1948 gracias a la amnistía de Sophoulis. Pero dos meses después fui arrestado nuevamente y exilado a Icaria y luego a Makronissos. La Sinfonietta fue escrita a la sombra de estos acontecimientos y pienso que es aparente cuando se escucha la obra. Pienso que esta composición refleja el sentimiento de una gran tragedia.

El primer movimiento, Praeludium & Horikon, está escrito en un lenguaje neoclásico y en un estilo de música de cámara con intervención solista del piano y la flauta acompañados por la cuerda. El ambiente expresivo es tenso con temas influenciados por los acontecimientos de la época de su escritura.

El segundo movimiento, Scherzo, presenta un tema rítmico perteneciente a la música folclórica griega. El trío presenta un nuevo tema también de naturaleza folclórica.

El tercer movimiento, Finale, empieza con un tema de naturaleza trágica. La flauta y luego el piano introducen un tema de carácter bucólico eminentemente folclórico. que nos conduce a un clímax de carácter trágico. Termina con la recapitulación del tema inicial, que nos conduce al silencio.

La suite de ballet "Carnaval" fue empezada en 1947 en la isla de Icaria donde estaba desterrado, primero como una obra sinfónica y terminada en 1953 como música de ballet para la Ópera de Roma

Fuente: Historia de la Sinfonía

lunes, 28 de julio de 2025

POEMA DE BLAS DE OTERO "A JOSÉ MENESE", EN EL 9º ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL CANTAOR COMUNISTA SEVILLANO

José Menese, natural de localidad sevillana de La Puebla de Cazalla, además de un cantaor excepcional, cuyas cualidades y aportaciones han sido elogiadas por la crítica durante toda su carrera y reconocidas con numerosos galardones, fue un hombre comprometido con la libertad y la justicia social, hasta el punto de que, en 1968, se afilió al Partido Comunista de España, al perteneció hasta su muerte.

En 1971, el poeta Blas de Otero, le dedicaba este poema:

A JOSÉ MENESE

«La voz, la voz que cierra y abre las palabras,

el cante cortado de perfil, bruscamente.

Voz acendrada ensanchándose desde adentro. 

José Menese.

Hay un golpe y un temblor y una rabia 

que es a un tiempo poderosa vida y muerte.

Una vibración de mar junto a la costa.

José Menese.

Callad. El silencio se cierra y se abre, 

las palabras pasan, caen de bruces, ascienden.

Un hombre solo con la voz de todo el pueblo.

José Menese.»


domingo, 27 de julio de 2025

"VERANO", OBRA DEL ARTISTA DE LA RDA MAX LINGNER

 
Verano
Max Lingner
1945
Témpera sobre lienzo
158 x 205 cm
Nationalgalerie Berlin

En la década de 1930, Lingner comenzó a desarrollar imágenes formales en sus obras, derivadas en parte de su trabajo como ilustrador de prensa. Varió, adaptó y combinó estas imágenes. Lingner también utilizó repetidamente el grupo avanzando hacia el espectador en sus dibujos y pinturas. En el cuadro "Verano", de tonos ocres claros, por ejemplo, varias mujeres y hombres, armados con guadañas, rastrillos y una hoz, avanzan con seguridad hacia el espectador. Parecen haber regresado de trabajar en el campo. Las mujeres llevan vestidos blancos y pañuelos en la cabeza, mientras que los hombres llevan pantalones anchos, camisas y gorras. Lingner también empleó la tipografía del grupo en avance para las decoraciones de gran formato que creó para los festivales de prensa anuales del periódico comunista "L'Humanité", que se reanudaron en 1945. Ya había creado sus primeros diseños para festivales en 1937/1938, e incluso tras su regreso a Alemania Oriental en 1949, produjo obras de gran formato para espacios públicos, como la gran pancarta "Reconstrucción en Alemania", que se instaló en el Altes Museum de Berlín el 1 de mayo de 1950.

Esta obra fue donada por el artista al pueblo alemán. Donado a la Galería Nacional por la Comisión Estatal de Asuntos Artísticos en 1952. 

sábado, 26 de julio de 2025

DOCUMENTAL "CUBA, PUEBLO ARMADO", DE JORIS IVENS

Título:  Cuba, pueblo armado

País : Cuba, Francia

Año: 1961

Tiempo : 35’

Productora : ICAIC

Dirección : Joris Ivens

Fotografía: Jorge Herrera, Ramón F. Suárez, Gustavo Maynulet

Música: Harold Gramatges

Edición: Helen Arnal, Sophie Coussein

Autora de la narración : Ania Francos

Narrador: Julio Capote

Sinopsis:  Se describe la formación de las Milicias Revolucionarias en distintas zonas del país. Se muestra parte del enfrentamiento a los alzados de las zonas montañosas. Filmado por el reputado documentalista holandés, a raíz de sus primeros viajes a Cuba con el fin de asesorar a los jóvenes cineastas del ICAIC. 

Declaraciones del director Joris Ivens

“Para mí era muy conmovedor ver la actitud del campesinado cubano, del Ejército Rebelde y de las Milicias. Un gran coraje físico y una serena fuerza moral los hermana a todos. No vi un solo ejemplo en que se humillara o maltratara a los prisioneros. Y, sin embargo, la batalla contra estos últimos había sido implacable. Pero, entre todos los hombres y mujeres que representaban la Revolución Cubana se veía el deseo de mostrar claramente la dignidad y la significación de la idea que ellos estaban defendiendo. De ahí que consideraran inútil las crueldades propias a los ejércitos mercenarios. Ese ejemplo de dignidad lo observé –y me impresionó- no solo en la lucha defensiva, sino también en el trabajo. En las cooperativas, en los centros industriales, se nota la decisión que pone todo un pueblo en construirse un destino propio. Si yo me permitiera dar un consejo a los jóvenes cineastas cubanos, diría que eso representa la mejor lección fílmica para ellos. Que se olviden de los problemas de técnica o estilo. Tales cosas se adquieren con el tiempo. Lo importante es dejar ahora que la vida entre en los “Estudios”, que no se conviertan en los burócratas de la cámara. Filmar rápido y lo más directamente posible todo lo que suceda. Acumular material directo, candente, puede considerarse como el mejor medio para lograr una cinematografía con características nacionales”

Fuente: endac

VER DOCUMENTAL:

viernes, 25 de julio de 2025

OBRAS Y POEMAS ORIGINALES EN HOMENAJE A ANTONIO MACHADO DEL MUSEO DE LOS POETAS DE SORIA, EN EL 150 ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO

 

Los siguientes cuadros con poemas, textos en prosa y en verso, e ilustraciones originales, propiedad de la Fundación Española Antonio Machado (FEAM), figuran expuestos en el  MUSEO DE LOS POETAS de Soria

  

Frente al Paraná de las Palmas

Rafael Alberti

Madrid, Febrero 1979

Con cuánta melancolía

pienso en ti. Tú hubieras visto

Lo que yo miro esta tarde.

Cosas naturales, cosas

tan buenas, puras y santas,

que pueden mirarse

con lágrimas en los ojos.

Un río que no se mueve,

pero que nos da la mano,

susurrando nuestro nombre.

Un caballo que levanta,

al vernos pasar, la frente,

queriéndonos decir algo.

Un perro fiel que nos prueba

su amor y su mansedumbre,

durmiéndose a nuestras plantas.

Un árbol que nos ofrece

su sombra como el amigo

que nos entrega su casa.

Y una pradera encendida

que llega hasta el horizonte,

tendiendo pastos tranquilos

en el cielo.


Frente al Paraná de las Palmas. Rafael Alberti. 


Unas palabras que vuelven a la imprenta

Camilo José Cela (1916-2002)

En el número XXXV, febrero de 1959, de mi revista Papeles de Son Armadans, publiqué el breve artículo que copio a renglón seguido.

 

HACE POR ESTAS FECHAS VEINTE AÑOS

(RECUERDO DE ANTONIO MACHADO)

Hace por estas fechas treinta años que don Antonio el Bueno,

                              medio desnudo casi, como los hijos de la mar

se nos murió. Su clara voz, su noble y delicada y honda voz profética enmudeció de golpe, hace por estas fechas veinte años e igual que el canto de un pájaro sabio y entristecido, en un rincón del mundo y escoltado por la desgracia y el dolor.

          Al cabo de su último camino

                              (He andado muchos caminos,

                              he abierto muchas veredas;

                              he navegado cien mares,

                              y he atracado en cien riberas.)

hace por estas fechas veinte años que don Antonio, el Bueno, peón de la desordenada y atónita carava de tristeza, se nos murió –dicen que de gastroenteritis- de amargura.

                              Españolito que vienes

                              Al mundo, te guarde Dios.

                              Una de las dos Españas

                              Ha de helarte el corazón.

En Collioure

                              Por donde acaba España y sigue el mar,

a orillas de la mar de Ulises, ¡qué ironía!, y arropado del pavor de España, a don Antonio, el Bueno, hace por estas fechas veinte años que se paró el inmenso, el generoso corazón.

          ¡Qué lejos, el padrecito Duero: terso y mudo, los campos

                              (ya habrá cigüeñas al sol

                              mirando la tarde roja)

entre el Moncayo y Urbión: ¡Qué atrás, la varonil Castilla: bravía, adusta tierra gentil, visionaria y soñolienta; el viejo amigo Guadarrama; la árida, fría Soria, guerrera y mística, con sus montes azules, sus yermos de violeta! ¡Qué pérdida Granada, con sus montes de sol y piedra; Úbeda, en su agria melancolía; los campos de Córdoba la llana, que dieron su caballo al romancero; la Mancha –prados, viñedos y molinos-, donde tuvo su cuna Dulcinea! ¡Qué olvido sobre los cerros de Baeza, los montes de Cazorla, los olivarfes grises, los borriquillos de ramón cargados! ¡Qué inútil la florida vega

                              por donde se va,

                              entre naranjos de oro.

                              Guadalquivir a la mar!

          Sobre las conciencias cayó, plúmbeo y aparatoso, un silencio de muerte. Don Antonio, el Bueno, nos había contado que

                              un golpe de ataúd en tierra es algo

                              perfectamente serio.

          La mojada tierra de Collioure rompiéndose, clemente, sobre el ataúd de don Antonio, el Bueno, hace por estas fechas veinte años, retumbó con un fragor horrisono dentro de las cabezas españolas. Los símbolos, al quebrarse, crujen como los montes que se derrumban, con un clamor que tan sólo apaga el paso de los siglos.

Han pasado veinte años breves y veloces, veinte lentos y anchos años sobre el revuelo calendario del mundo. Don Antonio, el Bueno, hace por estas fechas veinte años que

                              definitivamente

                              duerme un sueño tranquilo y verdadero.

          Su alma y su poesía, su voz y el eco de su voz, su ejemplo, aún vive entre nosotros: alto y airoso, limpio y bien dibujado, claro espejo en el que cada mañana nos miramos. Porque fueron muchos los aprendizajes que nos legó y uno, el de su franciscana humildad, el qu nos empecinamos en no querer entender.

Poeta el más español de nuestros poetas, don Antonio, el Bueno, no pudo quedarse en la tierra que lo vio nacer. A los españoles, que no supimos guardarlo, sólo nos resta llorar.

          Ahora no han pasado veinte años, sino cuarenta, desde la muerte de don Antonio, el Bueno. No cambio ni una sola tilde de lo que entonces pensaba.

 

****

Homenaje a Machado

Enrique Tierno Galván

La persona se expresa, quiéralo o no, en lo que dice, particularmente si lo dice en esa forma ineludible de la sinceridad que es la poesía. Machado definía la poesía como la voz de lo esencial, y siendo lo esencial también lo verdadero, hay que preguntarse de cada poeta de qué modo trasmite a los demás la verdad esencial que busca y a veces, pocas veces, halla.

El modo de transmitir la verdad que nace del fundamento es en Machado la bondad. De toda la poesía de Don Antonio fluye la verdad de su bondad personal que le llevó al hallazgo inmediato, como un don de la conciencia, de la que él decía la voz esencial.

No hay lector que no se percate de ello y que no se sienta cogido por el flujo de la bondad, que nace de los árboles, de las llanuras de Soria, de las aulas, de las propias tribulaciones del poeta. El pueblo, particularmente el pueblo, reconoce sin esfuerzo la bondad de la poesía, lee a Machado y se educa, también sin esfuerzo, leyéndole.

Los niños repiten la poesía de Machado, incluso la que convencionalmente llamamos lírica, sin captar mucho más que el hálito de bondad y universal respeto que se desprende de la imagen y la palabra.

Estas razones, más que la formalidad del cuarentenario de su muerte, han llevado al grupo de amigos que concurre con su esfuerzo a estos actos de admiración y recuerdo, a intentar hacer algo que reconduzca la poesía bondad de D. Antonio a la fuente de donde salió, el pueblo. El pueblo es el cauce natural de lo esencial y de lo bueno. Así lo entendió D. Antonio y justo es que el pueblo, quien mejor lo entienda lo pueda tener cerca sin sacrificarse. De este homenaje saldrán la flor y el fruto de un libro que todo el mundo pueda adquirir. Que no quede en palabras la cultura para el pueblo, que la bondad y el pueblo no deben separarse, pues su destino es la unión y su vehículo la poesía.

 

****

El error

(Homenaje a Machado)

Carlos Bousoño

Tiene que haber un error en la cuenta,

un roto en el calcetín, una trampa en el juego;

a nuestras espaldas Alguien se bebe todo el alcohol

de la dicha, y se emborracha hasta caerse.

Alguien se hace a escondidas con el trigo de la

cosecha y la dulzura de las significaciones.

 

Buscad en el sótano o en el cuarto de los muñecos

la razón de la encrucijada pues ha de ocultarse un acontecer poderoso tras el hecho de

merendar ahora en el cenador, bajo el

emparrado, o a la sombra de los cerezos.

Forzosamente habrá un significado detrás de cada

vil instrumento, una matemática del parecer en

que cada latigazo es un número.

He aquí la felicidad del encuadre de los sistemas

excluyentes, la coexistencia de las dos verdades,

la cuadratura de la imposibilidad.

Ante nosotros se ofrece el encaje soberbio del

horror y la música, el engendro de la cifra

entusiasta, la melodía del nacer y el morir.

Se vislumbra por algún sitio la hermosura del agua

derramada en el suelo, en encanto incesante de

la gotera que nos hace reír.

Ved cómo todos danzamos alrededor del fuego,

pones los pies sobre los tizones con

naturalidad, nos aproximamos a la llama con

alegría, nos familiarizamos con la payesa.

Henos danzantes, gozos, en torno de la

ceremonia y del rito, en el ritmo que nos

congrega en el instante de la cremación.

 

Henos aquí sin miedo, como si alguien tal vez,

distraídamente tal vez, o jugando de nuevo; nos

fuese hacer mágicamente surgir, palomas

sorprendentes en el sombrero o el bolsillo del

hábil prestidigitador, por el otro lado incipiente

del caduco horizonte.

 

                                                 ****

A Antonio Machado

Segovia, Febrero 1959

(prohibido por la Censura)

Gabriel Celaya

En Segovia, y en Febrero

y en tu cara simple y rara,

Don Antonio, me avergüenzo.

No sé bien lo que me pasa.

Hoy he abierto tu ventana,

y son los campos, tus campos,

que ahí están como si nada.

Don Antonio, yo me aguanto

mas mil llantos me traspasan.

Fui estudiante de la FUE

y español con esperanza,

muchacho con una antorcha

que las lágrimas no apagan.

Machado y Ruiz, tú, ¡qué santo!

y yo a lo vasco, Celaya,

que así vine, que así duro

en todo lo que tú salvas.

He penado ante tu cama

vacía, y negra, y dorada,

donde el muerto presupuesto

estaba pero no estaba.

Me he mirado en el espejo

donde a veces te afeitabas.

Me he lavado en tu jofaina

bien plantada en sus tres patas

mas no he logrado limpiarme

de mi antigua pena amarga.

Porque pasó… ¿Qué pasó?

Don Antonio, luz en salvas

di tus poemas, di aquello

en que a todos anonadas,

pues piensen lo que ellos piensen

en tu luz grande se salvan

 


                                                                               **** 

Homero en Soria

Gerardo Diego

Soria sucedida, 1921-1976. En Poemas menores, Alianza Editorial, 1980.

La estufa de la sala

de profesores con su tubería

de obtusa oblicuidad

y su puchero de agua casi hirviendo.

Alma mater, materno claustro cálido

-sí, tiempos benignos,

no como los de Antonio

cuando disolvía los claustros a escobazos

la hembra del Director-

 

No; nosotros el asueto, el rumor, el cigarrillo.

Y el coro de libros absorbiéndolo todo.

 

Buenos compañeros; nombrarlos uno a uno

sería prosaizar

desigualar homérico catálogo.

Una excepción fugaz:

veinticuatro horas de traslado a permuta.

Fui un solo día colega sorianísimo

de Ayuso, el candidato,

el federal y helénico

amigo de Machado.

Me oyó tocar Beethoven y “cómo se conoce

que este chico sabe griego.”

 

                                     ****

Don Antonio va al destierro

Leopoldo de Luis

Febrero 1979

 

Don Antonio Machado va en un camión de guerra

por campos bombardeados y trágicos paisajes.

Lleva sobre sus hombres ceniza de otros viajes,

polvo de otros caminos y barro de otra tierra.

 

La caravana en manos del dolor se destierra

entre soldados lívidos de derrota y vendajes.

Don Antonio camina con otros equipajes,

otros muertos oscuros en su alma desentierra.

 

El invierno deshiela los pies bajo febrero.

la vida es como un pájaro cansado en el alero

de la memoria, un ave perdida en la distancia.

 

Don Antonio se palpa en el pecho una espina,

ve el paisaje de España en la última colina

y va a morir de pena a la costa de Francia.

 


Obra de Félix Vallejo para la exposición "Los Machado y su tiempo" (1987) para ilustrar el poema anterior


                                       ****


Homenaje a Machado

Soria, 1.975

Angelina Gatell


                                          …Una de las dos Españas

                                           ha de helarte el corazón

                                             A.  Machado

 

Al pie del olmo seco te convoco

fría de Soria y fría de tristeza.

Tocan mis dedos fríos la corteza

y es tu voz, fría y pura, lo que toco.

 

Suenas bajo mi piel… Escalofrío

de tu sentencia antigua y recobrada

aquí donde la brisa es una espada

buscándome la herida con su frío.

 

Desde tu ausencia el hielo ha edificado

su cadena de furias y montañas

porque no se desmande tu canción…

 

Al pie del olmo seco, acorralado,

por la más fría de las dos Españas,

se me muere de frío el corazón.

 

****



Elegía y Homenaje a un poeta (1951)

Elegía y Homenaje a un poeta

Rafael Montesinos

Elegía

Con su melancolía,

a la sombra nativa del olivo,

poñó el poeta, un día,

los álamos que el triste Duero baña

¡Buen don Antonio, solo y pensativo!

En la muerte, al final, se dormiría

sin la tierra y los árboles de España.

 

Homenaje

Cuando ya no tengo nada

que decir, diré tu nombre.

Se hará la tarde más clara.

 

****


Aplicación personal y otras glosas de un soneto de Don Antonio Machado

Jorge Urrutia

Esta luz de Sevilla la bebí de su mano cuando el

agua era fría.

Vuelvo a encontrarla ahora en esta hermosa plaza,

rectángulo infinito en sus cuatro fachadas.

De su mano tomé los dedos del poeta y emprendí

los viajes hasta el rumor de fuente.

En el rumor de gentes, junto al arroyo cálido,

junto al río tranquilo y la palmera amable había

querido estar.

 

Mi padre en su despacho, el comedor, la finca, el

Cortijo enlosado la propiedad inmensa por su

interior fecundo, plaza abierta a la casa,

trenzaba los poemas.

Yo jugaba a sus pies.

Mi madre en su costura compartía la lámpara.

De luz un solo plato.

 

Las aguas de la tierra eran tan frías que ni podían

beber los animales.

 

Mi padre, aún joven. Lee, escribe, hojea sus libros

y medita.

Se levanta, suspira, va hacia la puerta del pasillo.

Desea.

A veces llora solo, a veces…

 

Esta luz de Sevilla…

Su voz en el teléfono me mira y en su mano los

versos calentaron el agua hasta mi boca.


****


A Don Antonio Machado

Febrero 1979

Carmen Conde


Hasta el día que me llame como a ti

la buena voz querida desde un sueño,

vengo y voy esperándola serena.


Recuerdo de Valencia una mañana

última del tiempo que vivíamos

en acoso de metralla y de cascotes.

Hablábamos los dos con un amigo,

zumbaban aviones extranjeros…


****

Soneto para Antonio y Manuel

Antonio y Carlos Murciano


Antonio el bueno, el serio, el castellano,

y Manuel, el cantor de Andalucía.

Dos vidas, una pena, una alegría

y una infancia de patio sevillano.

 

Dos hermanos, mejor, un solo hermano,

un solo corazón hecho poesía

y dos guitarras de melancolía

pulsadas por la misma sola mano.

 

De negro por Antonio los alberos.

Por Manuel, las flamencas, los toreros.

Azahares de luto y clavellinas.

 

¡Caballeros de olivo y caracola!

Juan de Mañara y Julianillo y Lola

os lloran a los dos por las esquinas.


                                       ****

Mágico abuelo

Félix Grande

 Alta y misericordiosa,

dolorosa y pensativa,

por entre los lentos años

su cara vieja y magnífica

es como una lenta yedra

amparando a mi ruina.

 

Cuántas veces me ha vendado

mis más secretas heridas,

en cuánta amargura ha puesto

pomada de compañía,

cuánto ha refrescado el

infierno de mi desdicha.

 

Como un viento de silencio,

lleno de amor y de enigma,

se acerca a mi puerta oscura

y universalmente silba

un rumor universal

que me calma y me reanima.

 

Es como un milagro. Entra

paciente por las rendijas

del dolor, y distribuye

su cordial sabiduría

allí donde el corazón

está perdiendo la vista.

 

Y empiezo a ver. Y veo cosas

que sirven para la vida:

veo compasión y paciencia,

memoria, bondad, sonrisa,

profundidad y honradez:

sus estandartes de artista.

 

Qué provisión de coraje

en su humildad me aproxima,

qué provisión de humildad

me entrega desde las cimas

de su saber. Qué de grano

lleva su callada espiga.

 

Hato de fuerza, él me sacia

el hambre de esta fatiga;

tartera de ser, mi angustia

y mi soledad mitiga;

voz de buen fuego, él calienta

la conciencia que se enfría.

 

Don Antonio, don Antonio,

el que naciera en Sevilla,

el que sufriera en España,

el que muriera a su orilla,

junto a una madre que era

las vez su madre y su hija.

 

Misterioso y silencioso

cruzó la frontera. Iba

enfermo de muerte y pena

y derrota y despedida.

Tal vez llevaba en la ropa

su legendaria ceniza.

 

Desde entonces - yo era un niño

de dos años aquel día - fuiste llegando a mi casa,

mágico abuelo. Una silla

hay en ella para ti.

La mejor.

            La más vacía.

 

Fuente: Fundación Española Antonio Machado