La “Sinfonía N° 6 en mi bemol mayor” Op.111, escrita como una elegía de las tragedias de la Segunda Guerra Mundial, ha sido considerada a menudo como la gemela oscura de la victoriosa Sinfonía n.º 5 en si bemol mayor. Prokófiev dijo sobre ella: «Ahora nos regocijamos por nuestra gran victoria, pero cada uno de nosotros tiene heridas incurables. Uno ha perdido a sus seres queridos, otro ha perdido la salud. Esto no debe olvidarse».
En 1945, Prokófiev sufrió un accidente: una caída causada por un infarto, que le provocó una conmoción cerebral. Posteriormente, sufrió un derrame cerebral y su salud se vio afectada durante los ocho años restantes de su vida. Prokófiev ya no podía dirigir, y componer se volvió cada vez más difícil. Sin embargo, logró continuar trabajando hasta su muerte y comenzó a trabajar en la Sinfonía n.º 6 poco después del accidente. La obra fue esbozada en el verano de 1945, pero otros proyectos exigieron el tiempo del compositor, y la sinfonía no fue orquestada hasta dos años después. Comparte número de opus con la última sonata para piano de Beethoven, y se dice que Prokófiev, profundamente influenciado por Beethoven, y en concreto por la sonata Op. 111, consideró dedicarle esta sinfonía. Sin embargo, la Sinfonía n.º 6 debe más a las sinfonías anteriores de Prokófiev que a Beethoven; es especialmente cercana a la Quinta Sinfonía del propio compositor. Ambas obras son casi idénticas en instrumentación y presentan una textura y un carácter similares.
La Sinfonía n.º 6 es una obra en tres movimientos, en lugar de los cuatro habituales. Su forma evoca la sinfonía preclásica, una obra con dos movimientos exteriores rápidos y uno central lento.
La sinfonía comienza con un movimiento Allegro moderato en forma sonata-allegro. Sin embargo, para ser un movimiento inicial, resulta un tanto sombrío, con temas nostálgicos y una procesión fúnebre recurrente. No obstante, el lirismo que se asocia con parte de la música de Prokófiev sigue presente.
El segundo movimiento es un Largo, y la atmósfera del movimiento inicial se mantiene mediante timbres oscuros, un material temático solemne y una dinámica contenida.
En el tercer movimiento, un vivace rápido, la obra se ilumina considerablemente, ya que Prokófiev utiliza ritmos de danza y una marcha para revitalizar los temas finales. Los temas del movimiento inicial regresan recontextualizados en una coda a medida que la obra se acerca a su conclusión. El propio compositor comentó sobre la austeridad del primer movimiento y sobre las similitudes entre el tercer movimiento de esta obra y el estilo de la Sinfonía n.º 5.
El motivo rítmico de los timbales del último movimiento representa según
Prokofiev a las fuerzas del mal. El final de la obra recuerda el enorme
precio pagado por la consecución de la victoria y por ello no nos
podemos alegrar.
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