IMPRESIONES DE UN VIAJE A LA URSS, DE ALFONSO RODRÍGUEZ CASTELAO
En mayo de 1938, Alfonso Rodríguez Castelao, diputado en 1936 por el Frente Popular y símbolo del nacionalismo gallego, estuvo de visita durante 26 días en la Unión Soviética.
Aquí podemos leer una carta de Castelao enviada a su gran amigo Rodolfo Prada, el 27 de mayo de 1938, donde describe sus impresiones sobre el país en el que “se está engendrando una nueva vida que ha de ser el molde de los demás pueblos del mundo": https://culturaproletaria.wordpress.com/2014/05/04/castelao-en-la-urss/
El documento que vamos a transcribir a continuación, es una entrevista poco convencional (mejor dicho, un texto redactado por el entrevistado) que concedió Castelao al periódico “Nueva Galicia” el 12 de junio de 1938, días después de regresar de la URSS.
Impresiones de un viaje a la URSS
Nuestro paisano, Alfonso R. Castelao, genial dibujante antifascista y diputado del Frente Popular, habla para “Nueva Galicia” con motivo de su reciente viaje a la Unión Soviética.
En el número anterior de “Nueva Galicia” dimos cuenta sucinta del retorno a España de la Delegación que, con motivos de las Fiestas del Primero de Mayo, visitó el gran país soviético y convivió con los camaradas de la URSS durante veintiséis días.
Con esta delegación fue a la Unión Soviética nuestro distinguido paisano Alfonso R. Castelao, de quien recogimos una rápida impresión de su viaje en el mismo momento de su llegada a Barcelona -antes de salir del autobús que le transportó desde Port-Bou-, y que publicamos en nuestro número de la pasada semana.
Luego -con más calma- le hemos visitado en su domicilio, en donde nos habló largamente -para “Nueva Galicia“- de múltiples aspectos políticos, culturales y económicos del gran país amigo.
El problema de las nacionalidades -que sigue siendo un difícil problema en todos los países del mundo- ha sido resuelto definitiva y satisfactoriamente en la Rusia soviética. Castelao, autoridad indiscutible en esta materia, primordial para su preocupación política, llega a España maravillado de la vida feliz de los trabajadores soviéticos y del desenvolvimiento progresivo de las distintas nacionalidades que integran la URSS.
Castelao, dibujante, literato, profesional de la enseñanza, médico y diputado gallego del Frente Popular, encontró allí los motivos más interesantes para un estudio detenido y profundo y desea volver a visitar el gran país en donde se construye el socialismo.
Durante los días que han transcurrido desde su llegada a España, nuestro distinguido paisano ha intervenido en diversos actos organizados por los Amigos de la Unión Soviética; conferencias públicas, parlamentos por radio, recepciones, visitas a las autoridades, y tuvo que atender numerosas interviús de diarios y revistas; visitó cuarteles, periódicos, Ayuntamiento de Barcelona, Generalidad de Cataluña, etc., etc., habiendo sido obsequiada toda la delegación con una comida en la Embajada de la URSS, durante la cual hizo uso de la palabra -en gallego- nuestro paisano.
Sin embargo, sus manifestaciones más íntimas, más emotivas y más transcendetales las ha hecho para “Nueva Galicia“, con objeto de que todos nuestros paisanos de España y América tengan una información amplia de su viaje, al cual llevó la representación espiritual de todos los gallegos antifascistas.
Además de la valiosa información que hemos escuchado durante más de dos horas -y que publicamos resumida-, nos dijo el gran dibujante gallego que se le ha destinado una sala en el Museo de Arte Occidental Moderno de Moscú, el cual es uno de los mejores dle mundo.
Por otra parte, las atenciones recibidas del pueblo soviético han sido constantes y de un valor inestimable, las Ediciones de Arte “Iskowstvo” van a publicar próximamente más dibujos inéditos sobre nuestra guerra de independencia, y los Sindicatos soviéticos le hicieron reconocer por el gran sabio oculista Abervach.
He aquí -a continuación- la síntesis de lo que nos ha revelado el diputado gallego sonbre las impresiones recibidas en su reciente viaje.
Lo que nos dijo Castelao
El viaje
Al salir de España y llegar a Francia e Inglaterra sufrí la primera impresión desagradable. Me encontré con cuellos de pajarita y sombreros hongos, que no había visto hacía tiempo.
Al embarcarnos en el buque soviético que nos conducía a la URSS sentimos todos la sensación de agrado de estar en terreno amigo. Sin embargo, teníamos que atravesar el canal de Kiel y esto nos producía un pequeño malestar, pues había que atravesar Alemania. Al ver a los “teutones” del muelle de Kiel me parecieron verdosos, antipáticos, odiosos. Pronto salimos al Báltico, que nos dio la impresión de un mar amigo, aunque lejano y desconocido. El Golfo de Finlandia nos ofreció un magnífico espectáculo, pues estaba helado y por fin llegamos una tarde a Leningrado. Antes de desembarcar oímos una música lejana que provenía de una banda, cuyos músicos paraban de vez en cuando y de repente se ponían todos a cantar. Eran unas canciones georgianas muy hermosas. Se parecían a las canciones gallegas.
Leningrado
Al desembarcar se dio un mitin en el mismo muelle de Leningrado. Me pareció que estaba en Galicia, porque los tipos rusos son exactamente iguales. Los niños sobre todo: de pelo rubio, que se va oscureciendo a medida que. Se hacen mayores; ojos azules, pómulos abultados, cara de bondad. En general, me dio la sensación de que me hallaba en un mitin en una aldea gallega. Cuando llegamos a Leningrado, nos recibieron con una marcha; una parte de los músicos tocaba y la otra cantaba. Era una canción que le gusta a Stalin y que se canta en toda la URSS. Incluso la tocaron las cuarenta bandas en la Plaza Roja durante el desfile militar. Estas son mis primeras impresiones ligeras, sin mayor transcendencia.
La llegada a Moscú
Cuando llegamos a Moscú nos tenían preparado un hotel magnífico, sin lujo superfluo, pero de una verdadera riqueza por el material empleado. Me sorprendió una cosa en este hotel y es que sobre el lavabo había un paquete de cepillos de dientes y pasta, todo escrupulosamente esterilizado, pues es una preocupación de la Unión Soviética el que todo el mundo se limpie los dientes.
Las fábricas
Al día siguiente de llegar fuimos a visitar una fábrica que cuenta con unos 40.000 obreros y una población de 100.000 almas. Por la noche asistimos a una velada que nos ofrecieron en el club de la fábrica. Fue un espectáculo verdaderamente extraordinario. Los mismos obreros de la fábrica eran los artistas; formaban diez coros y cantaban canciones de los diversos países de la URSS. Muchas canciones, bailes. También cantaron coros de niños, grandes coros de masas, dirigidos por niños, y, por último, los estudiantes de ingenieros de la misma fábrica nos hicieron oir su «jazz-band», es decir, su música matemática.
1° de mayo
La víspera del 1° de mayo nos advirtieron que saldríamos temprano del hotel, que el desfile sería largo y, por tanto, debiéramos ir preparados para resisitr. La Delegación española durante el trayecto, fue ovacionada de una manera clamorosa. En la Plaza Roja nos habían designado una tribuna a la derecha del mausoleo de Lenin. El desfile fue algo verdaderamente pasmoso. Lo que más me impresionó fueron unos regimientos de Honor, cuyos soldados llevaban la bayoneta tocando la espalda del que iba delante, en forma de lanza. Vimos magníficas máquinas de guerra. Un tanque pasó por la Plaza Roja a la velocidad de un turismo y parecía un acorazado por sus cañones y su forma. Surcó el cielo, después, una estrella de aviones, unos setecientos o, tal vez, más. El desfile me produjo un entusiasmo delirante y, no lo puedo negar, un poco de tristeza, no porque no comprenda la necesidad de este enorme Ejército y me alegro y deseo se supere cada día; pero es indudable que tiene que producir un poco de tristeza que un Estado que está en construcción, que está realizando un esfuerzo verdaderamente gigantesco, tenga necesidad de emplear parte de sus energías en organizar la defensa de su país contra el egoísmo ajeno. Sería maravilloso que no tuviera que mantener esta defensa y que se dedicase con absoluta tranquilidad al desarrollo de creaciones culturales, económicas y sociales. El pueblo de la URSS se muestra seguro de que no corre riesgo alguno y me ha dado la sensación que es el único país de Europa que está tranquilo.
Al terminar el desfile militar comenzó el desfile del pueblo, que duró desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde. Se puede calcular que desfilaron por la Plaza Roja unos dos millones de personas. Todo el pueblo hizo a la Delegación española objeto de sus preferencias -más aun de su exclusiva atención- pues nos homenajeaban a tu nosotros y prescindía de las demás delegaciones. Si hubiese asistido una representación china nos hubiéramos repartido las ovaciones, pero al faltar ésta, España era el objeto exclusivo de esta apoteosis popular. El pueblo soviético pasaba frente a nuestra tribuna dando vivas al pueblo español y probando que todos los trabajadores soviéticos siguen con mucho interés y atención la lucha española, pues daban vivas a nuestros líderes y jefes militares: a Miaja, a «La Pasionaria», al doctor Negrin.
Yo me fijaba preferentemente en las caras que pasaban ante nosotros y he notado varias cosas: el aspecto de bienestar, físico y moral, de todos los ciudadanos y el cariño con que los padres llevaban a sus hijos a este magnifico desfile: los colocaban en sus hombros o en sus brazos con cariño extraordinario. Luego desfilaron grupos de hombres y mujeres que vestían trajes nacionales y bailaban danzas típicas. Pasaron otros llevando pancartas, retratos y hasta estatuas de Stalin y de Lenin. Yo miraba a la gente para ver si estaba bien nutrida y he comprobado que todos tienen cara de salud, caras de alegría, caras rellenas, que expresaban una satisfacción interior, y, especialmente, que estaban bien alimentados. Los trajes no eran elegantes, se notaba que eran confeccionados en serie, «de bazar», pero no he visto a nadie vestido miserablemente; todos iban a un solo nivel, cómodamente vestidos.
El proceso industrial
Visitamos varias fábricas, entre ellas la “Stalin” -de automóviles- y una de calzados. Desde luego, no se comprende el progreso de la URSS sin el antecedente de Norteamérica. El sistema de fabricación es en serie y por el método de cadena. Este trabajo se realiza con la velocidad que exigen las necesidades. Los obreros trabajan con mucha comodidad: siete horas al día y luego descansan en los clubs, que a mí me han dejado maravillado. Los magníficos clubs donde el obrero puede descansar y disfrutar de espectáculos de arte y en los cuales encuentra a su alcance medios para estudiar y, por consiguiente, mejorar sus condiciones y elevarse.
El trabajo en cadena, desde luego, asegura la producción, porque se sabe de antemano que han de producirse “tantos” automóviles y “tantos” pares de calzado y naturalmente se colocan los obreros que sean necesarios para ir a una velocidad determinada. A mí me parece que la cadena es un procedimiento necesario y no encuentro nada en contra del mismo, porque es el único que asegura una producción regular y ordenada. Confieso que me había impresionado la película de Chaplin “Tiempos Modernos”, y comprendo sólo la ridiculización de la cadena en un régimen capitalista que explota al trabajador.
Las Casas-cuna
Después de visitar diversas fábricas vimos las Casas-Cuna, en las cuales los niños están atendidos de un modo verdaderamente científico. En estas Casas-cuna nosotros no podíamos entrar con los trajes de calle, pues fue preciso ponernos blusas esterilizadas en el autoclave. Incluso me ha parecido que los niños estaban demasiado gordos, semejaban bolas de mantejca.
El personal sanitario que atiende a los niños está magníficamente preparado: tres o cuatro médicos prestan servicio constantemente.
Es así que el obrero ordinario, sin ambición, sin aspiración de mejora, de ese tipo que hay en todos los paises -en la URSS menos que en ninguno- este obrero ordinario, que se limita a su jornal, sin otras aspiraciones, puede vivir, a pesar de todo, con gran desahogo, dado el caso de que sus hijos están perfectamente atendidos. La madre puede salir de la fábrica para darle de mamar y por la noche recoge el niño para llevarlo a su casa.
El stajanovismo
Una familia con dos jornales puede vivir bastante bien; tiene un día de descanso cada seis y un mes cada año. Pero el obrero que tiene ambición noble, no se conforma con el jornal mínimo, quiere dirigir y ser útil a la sociedad y si llega a ser stajanovista gana hasta cinco veces más que el trabajador ordinario y puede permitirse una comodidad en su casa que no tiene, naturalmente, el obrero corriente.
Para dar idea de esto y ahorrar tiempo, puedo citar las palabras que nosotros oímos de un obrero stajanovista en una fábrica de tractores de Rostov. Decía este camarada de estatura hercúlea y manos fuertes, con una simpática cara de buena persona, satisfecho de la vida: “Cuando yo nací éramos siete hermanos. Mi padre sólo podía tener un par de zapatos para sus siete hijos. Más tarde, debido a la organización soviética -después de la Revolución- entré a trabajar en esta fábrica y elevándome por mi fortaleza física he llegado a ser obrero stajanovista. Tengo hoy nueve pares de zapatos para mí solo y ocho trajes. Mi mujer tiene treinta trajes y quince pares de zapatos. Tengo una hija aficionada a la música y le compré un piano. El comisario de la industria pesada me ha regalado un automóvil. Además, como tengo derecho a descansar en un balneario, incluso la última vez que fui a reposar coincidí en el Sanatorio con el camarada Stalin y yo que soy un simple obrero he tenido el honor de estrechar la mano del camarada Stalin y convivir con él”.
No hay por qué decir que en la URSS no basta la ambición de un obrero para llegar a stajanovista, porque nadie puede trabajar más de lo que sus fuerzas físicas e intelectuales le permiten, pues para realizar una tarea extraordinaria es preciso ser reconocido por los médicos especialistas para ver si se puede realizar sin perjuicio para el individuo.
La selección de valores
En la URSS se comienza a hacer la selección de niños desde que éste nace. En las mismas Casas-cuna se sabe si un niño es más fuerte que otro, si éste es más inteligente que aquél y se empieza a conocer el “valor” de cada niño desde los dos años. En las escuelas es ya más fácil la selección porque los niños están sometidos a pruebas intelectuales y físicas. Después en los Centros de Pioneros es donde se determina la vocación y aptitudes.
También hay selección de valores en los talleres, en la fábricas y en los clubs para adultos. Ahora bien, esta operación que se hace en un país de 170 millones de habitantes es indudable que van a dar por resultado la formación de una élite de hombres que segurará la hegemonía de la URSS en el mundo.
Los Palacios de Pioneros
Los palacios de pioneros están dirigidos por técnicos. En los mismos se fabrican automóviles -de tamaño pequeño- que no sólo enseñan los ingenieros a construirlos, sino que, además, dan clases teóricas. Se construyen aviones y ferrocarriles; se trabaja en talleres mecánicos con todos los elementos indispensables; se construyen aparatos de radio, naturalmente, estudiando siempre la teoría; se dan clases de pintura, de escultura, de canto, de baile, etc., etc., de tal modo que un niño que entre en un palacio de pioneros encuentra una facilidad extraordinaria para determinar inmediatamente cuál es su vocación y se sabe con exactitud si un niño puede servir para bailarín o para ingeniero.
La atención sanitaria
No puedo decir si lo sentimientos universales de tipo humanitario que todo el mundo tiene por salvar a los débiles físicos, a los afectados por enfermedades naturales o adquiridas, están más despiertos en la URSS que en los países capitalistas progresivos, porque hay que decir la verdad: no he visto enfermos en la URSS y, por tanto, no puedo decir si los sentimientos humanitarios están más desarrollados que en otros países; pero he comprobado la bondad extraordinaria del pueblo soviético y creo que ese sentimiento estará superado en ellos. Lo que me admiró mucho de la URSS es que se dedica gran cuidado a fortalecer a los fuertes, cosa que no se hace en ningún país capitalista y, además, en conservarles su fortaleza, de tal modo que cuando un hombre fuerte, física o intelectualmente, ve agotadas sus energías, este compañero descansa el tiempo necesario para reponerse.
Casas de Reposo
Hemos visto los grandes Sanatorios y Casas de Reposo de Crimea que son una obra admirable. No creo que ningún millonario norteamericano pueda descansar mejor que un obrero de la URSS. Los palacios que han levantado los Sindicatos soviéticos son un verdadero asombro. Me he alojado en uno verdaderamente magnifico: el de los empleados de Banca. No son lujosos porque no tienen cosas superfluas; pero, en cambio, riquísimos por los materiales empleados que son algo maravilloso y extraordinario. La vida en estos Sanatorios es algo encantador por su alegría sana. Antes de comer se baila un rato. El baile es un agradable ejercicio que se hace bajo la dirección de un atleta bailarín, el cual señala varias figuras de baile que han de repetir todos al mismo tiempo. El baile que se ejecuta es casi siempre algo cómico y la gente cuando marcha hacia el comedor va riendo con un gran optimismo por los pasillos, después de este pequeño ejercicio que le ha producido un sano regocijo. Nada de bailes agarrados, desde luego.
La conquista de la felicidad
La URSS es el país del mundo donde el hombre siente mayor estímulo para elevarse.
En un país capitalista, en los Estados Unidos, por ejemplo, es indudable que debido al liberalismo económico un hombre puede salir de la nada y llegar a millonario, pero yo no creo que un millonario pueda ser feliz. Para llegar a millonario hay que luchar con los hombres -contra los hombres- y esta lucha produce resquemores, rencores, desconfianzas. Hay que explotar a los demás compañeros. Una vez millonario vivirá en constante sobresalto porque tiene miedo a los hombres, porque tiene miedo a perder todo lo que ha adquirido.
Este contraste que ofrece un hombre de la URSS y de Ios Estados Unidos es muy interesante. En la URSS, en donde, no hay liberalismo económico, el hombre se puede elevar no a la categoría de millonario, sino a la categoría de hombre feliz, sin haber luchado contra sus compañeros y camaradas de trabajo, sin temor a nadie, satisfecho de haber producido bien; y cuando logra una ventaja está satisfecho y contento porque no puede tener ninguna preocupación de perder lo que ha logrado, ni de robárselo a nadie. Ni siquiera sufrirá por la vida de sus hijos que tienen el presente y el porvenir asegurado. En fin, la diferencia es esta: en un país capitalista organizado en régimen de liberalismo económico se puede llegar a ser millonario, en la URSS se puede llegar a ser, hombre feliz.
El estímulo del trabajo
En la URSS, desde luego, hay categorías. En los trenes hay primera, segunda y tercera. Se viaja según el dinero que se tenga, es decir, según el dinero que se ha ganado porque en la URSS se paga la cantidad y la calidad del trabajo que se hace.
El stajanovismo a mí me parece que fue un medio admirable para asegurar la producción, evitando de esta forma cualquier demora, sabotaje, o resistencia pasiva a las consignas y que hace que éstas se cumplan siempre antes del plazo señalado.
El Arte
Una de las cosas que debo señalar es ésta: la producción en serie, o bien, en todos los países capitalistas se extiende a toda clase de objetos, incluso a los de adorno, que es precisamente lo que hace antipática la fabricación en serie. Es indudable que nadie puede disentir del progreso que supone la fabricación de zapatos en serie. Ahora bien, en lo que un artista no puede estar conforme es en la fabricación en serie de objetos artísticos.
En la Unión Soviética la fabricación en serie se detiene en los objetos puramente utilitarios. Yo puedo señalar un hecho y una causa. La URSS ha pasado, también, su periodo infantil de arte. Los edificios se habían construido casi todos de “tipo moderno”, imitando la simplicidad de las construcciones puramente utilitarias de los Estados Unidos o de Alemania. En la actualidad todo este proceso está abandonado y domina en la URSS un sentido que podríamos llamar “clásico”.
En Rusia no se habían desarrollado plenamente ciertas artes, por ejemplo la arquitectura que vivió allí siempre de creaciones ajenas, pero los arquitectos de la URSS están haciendo construcciones llenas de belleza y sinceridad y, por lo pronto, tienen la preocupación esencial de utilizar materiales nobles en las construcciones que realizan. Así no es de extrañar que algunos hombres poco avisados dicen que en la URSS la albañilería está poco desarrollada. Lo mismo ocurre con la Catedral de León, en donde no hubo albañiles. En la URSS se utilizan piedras, mármoles, jaspe, granito.
El “Gran Metro” de Moscú
Ahora voy a hablar del “Gran Metro” de Moscú. El “Metro” es una obra de carácter puramente utilitario, al servicio del pueblo, y la URSS ha construido el mejor «Metro» del mundo. Yo no puedo saber si esta obra, como construcción de ingeniería, es extraordinaria, porque carezco de conocimientos técnicos para decirlo, pero debe ser extraordinaria, porque el “Metro” de Moscú no huele a “Metro”, ese olor característico que todos los “Metros” del mundo tienen, mezcla de humedad y de «perejil». En la URSS el “Metro” no tiene olor a nada, lo cual demuestra que hay un sistema de ventilación que no se habrá utilizado antes. Pero no es este “Metro” una obra puramente utilitaria. Cada estación es un verdadero palacio subterráneo y para escapar de la “standarización” de las construcciones utilitarias se encargó la construcción de estaciones a arquitectos diferentes. Cada estación está dirigida, está planeada por un arquitecto, en rivalidad con otros, para ver quien hace una obra artística de mayor valor y perduración -y creo que las estaciones de Moscú pueden resitir el examen de los siglos-. Si estas estaciones salieran del subsuelo a la superficie bastarían para acreditar la suntuosidad de una gran ciudad. En una de las estaciones hay, seguramente, cuarenta o cincuenta grupos escultóricos algunos de los cuales no están terminados, pues aún se ven las maquetas de yeso. Por otra parte, el sistema de alumbrado es magnífico. Esta obra maravillosa sería imposible de realizar en un país capitalista, pues resultaría antieconómica para la empresa y podría producir una verdadera ruina. El Estado tampoco la podría emprender.
Las nacionalidades
Y ahora vamos a hablar del problema de las nacionalidades. Este problema está resuelto completamente: ya no es un problema. Se ha hecho una Federación de las once nacionalidades que integran la URSS, porque conviene saber que no hay más que once nacionalidades, once grupos en los que concurren los cuatro atributos que señala Stalin y que se tienen que dar los cuatro a la vez: lengua, territorio, problemas culturales y problemas económicos. Luego viene una infinidad de pueblos de la URSS: unos que tienen lengua, otros territorio, otros problemas económicos o culturales, pero que no tienen los cuatro atributos a la vez y entonces son Repúblicas autónomas, regiones autónomas o territorios autónomos.
En la URSS se ha estructurado el Estado con arreglo a las realidades vivas y permanentes, como se debió haber hecho en España si no se hubiese persistido en la manía de cerrar los ojos a las realidades. En la URSS toda República tiene autonomía integral y libertad completa, lo cual no impide que exista una unidad en la URSS. La unidad la da el Partido Comunista. En la Unión Soviética no hay ninguna nacionalidad oprimida.
Además, en la URSS la solución a este problema garantiza todos los éxitos de los planes. Todo se estructura con arreglo a las realidades vivas, y sobre esta base se pueden realizar todos los planes económicos y sociales. Este es un asunto verdaderamente importante que en España no se ha podido o querido considerar como es debido, porque unos creen que no existe, otros que no tiene importancia, otros que puede aplazarse y otros que puede y debe ahogarse. El poner obstáculos a una nacionalidad es poner obstáculos a la dinamita.
Lenin
Yo creo que en aquel vagón precintado que condujo a Lenin de Ginebra al a URSS no sólo iba un genio, un hombre extraordinario, un padre de la Humanidad, iba también un plan concebido en el destierro por un trabajador con una enorme capacidad que había consultado todas las «biblias» místicas y económicas.
Las industrias pesadas
Desde el primer momento el haber resuelto el problema de las nacionalidades facilitó la construcción socialista.
La visión justa del futuro que tenía Stalin hace comprender el caso extraordinario de haber dado preferencia a la creación de las industrias pesadas, antes de darles mantequilla y trajes al pueblo, pues sólo creando las industrias pesadas se podrá dar después mantequilla y trajes.
Todo me hace creer que ese culto, esa veneración que el pueblo tiene por sus grandes hombres no es un culto supersticioso y banal, creado, dirigido y mantenido para el interés del partido único. No; es el agradecimiento, la admiración que un pueblo redimido siente por sus padres de la patria, por los hombres que sin ser dioses consiguieron la felicidad del pueblo, que ha dejado de creer que este mundo es «un valle de lágrimas». Este sí que es un verdadero milagro: el de haber logrado la felicidad de un pueblo, porque el pueblo soviético es un pueblo feliz y si aún no lo es del todo, él sabe cuándo lo ha de ser, está seguro de que ha de tener una felicidad completa.
El molde del mundo
Ahora conviene que haga una pequeña aclaración. Yo no soy comunista. No sé si tengo condiciones para serlo. No sé si pesan sobre mi prejuicios adquiridos en la infancia y en la lectura de libros venenosos. Pero llamándome modestamente republicano puedo afirmar que tengo un espíritu abierto, dispuesto a todo sin pedir nada, y que en mi viaje a la URSS he adquirido la convicción de que allí se está engendrando una nueva vida que ha de ser el molde de los demás pueblos del mundo. Y de esto no tengo absolutamente ninguna duda. Si la experiencia soviética hubiera fracasado, siempre deberíamos quedar agradecidos a un pueblo que hace experimentos en su propia carne, no en la carne de los demás. Si la experiencia hubiera fracasado sería siempre motivo de admiración y de agradecimiento de todos los hombres hacia el pueblo soviético que con tanta generosidad se prestó a hacer esta experiencia. Pero si la experiencia triunfa como ha triunfado, entonces al agradecimiento hay que añadir la admiración y sumisión a unos principios que son los únicos que pueden salvar el mundo.
Al volver de la URSS y al pasar por Londres y París he notado que viviría mucho más a gusto en la Rusia Soviética.
Fuente: Amistad Hispano-Soviética
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