jueves, 9 de julio de 2015

LA OVEJA ROJA PUBLICA "PANFLETO PARA SEGUIR VIVIENDO", DE FERNANDO DÍAZ

Panfleto para seguir viviendo
Fernando Díaz
La Oveja Roja

Sobre el libro: 'Panfleto para seguir viviendo', de Fernando Díaz

Literatura, ¿para qué?

Seguimos dándole vueltas a la misma pregunta de siempre: ¿Puede la literatura transformar el mundo o su origen burgués y su forma cerrada desactivan de inmediato su potencialidad emancipadora? ¿Debemos disputarle a la clase dominante ese discurso que hemos convenido en denominar «literatura» o debemos renunciar a él, abandonarlo a su suerte, para empezar a construir un tipo de discurso otro, bien diferenciado de la forma que adquiere el discurso dominante? ¿Tenemos que seguir escribiendo novelas y sonetos o ha llegado la hora de dejar de emular a la burguesía y empezar a escribir otra cosa, por ejemplo, panfletos? ¿Necesitamos la literatura? ¿Nos sirve la literatura para hacer la Revolución? En definitiva, literatura, ¿para qué?

Esta pregunta –y su correspondiente respuesta: a veces la literatura también se atreve a responder las preguntas que formula– acaso funcione como el eje sobre el que gira Panfleto para seguir viviendo de Fernando Díaz. Porque quizá la literatura no nos sirve si lo que pretendemos es hacer la Revolución, y tenemos que imaginar nuevas prácticas que nos conduzcan a la emancipación. Por ejemplo, militar en una organización política revolucionaria, como propone Panfleto para seguir viviendo. Porque la literatura –insiste esta novela que se autodenomina panfleto– no sirve para cambiar el mundo, sino para todo lo contrario: para dejarlo tal y como está.

Por eso Panfleto para seguir viviendo no quiere ser literatura: «a mí la literatura me la suda, os lo juro, a mí me importa producir un efecto [...]. A la mayoría de escritores y a quienes difunden a los escritores les importa que nada salga fuera. Quieren que se agiten las ondas dentro de la piscina sin que desborde». Para el autor no le sirve, porque la literatura mantiene el agua –nuestra rabia, nuestra indignación– estancada.

Pero, ¿quién es el autor de Panfleto para seguir viviendo? «No sabemos nada concreto de Fernando Díaz», se anuncia en la solapa del libro, y lo que poco que sabemos queda envuelto en un enorme halo de misterio. Sabemos su nombre, aunque la editorial afirma que es un pseudónimo –si bien personas que se dicen próximas al autor lo han desmentido y afirman que se trata de su nombre real–; creemos que su biografía se corresponde con la del protagonista de su novela/panfleto. Sabemos, o creemos saber, que tenía 13 años cuando cayó la URSS, que pertenece a la clase trabajadora y que vivió en un barrio de la periferia madrileña. Suponemos que, como el protagonista, se dedicó en su juventud al tráfico de drogas, que fue un lector compulsivo de Jack London, que en la actualidad trabaja como bedel en un instituto y que milita en un grupo político revolucionario. Eso es todo lo que podemos extraer de la lectura del libro.

Pero, ¿por qué el autor –o la autora, o los autores– se oculta detrás de un pseudónimo? O si en verdad Fernando Díaz es su nombre real, ¿por qué decide no mostrarse en público? Ciertamente, a juzgar por el contenido del libro, no parece que sea necesario ocultarse, pues no hay nada delictivo en él ni sus afirmaciones podrían poner en riesgo su integridad física ni simbólica. Salvo la reflexión sobre el estalinismo –o mejor dicho: la lectura que hace de Stalin, insertándolo en su contexto histórico para explicarlo, no para reivindicarlo–, que sí podría ocasionarle algún tipo de perjuicio al autor, el resto de la novela no es más subversivo que una novela de, por ejemplo, Belén Gopegui (por citar un caso conocido), esto es, una novela que se enfrenta al discurso dominante, una novela crítica y disidente, contrahegemónica, que cuestiona el capitalismo, pero que se distribuye, sin demasiados problemas, por los canales de difusión capitalistas. Fernando Díaz podría sobrevivir –o seguir viviendo– en el mundo literario sin correr el riesgo de ser arrestado, como viven o sobreviven otros escritores contrahegemónicos en el capitalismo.

Por lo tanto la explicación hay que buscarla en otro sitio, no en el contenido del libro, sino en la noción de literatura misma a la que se enfrenta el autor. En Panfleto para seguir viviendo se decide prescindir del autor precisamente para que este panfleto no se convierta en novela, en literatura. Quiere romper con la noción «autor» porque el mercado literario la ha convertido en una marca, porque leemos textos por sus autores y no por las ideas que los textos ponen sobre la mesa. Para evitar que su nombre de autor se convierta en marca, para evitar que la mercantilización de su nombre desactive la capacidad que tienen sus palabras para desbordar el agua de la piscina, Fernando Díaz se refugia en una suerte de anonimato. Nuestro autor sabe que si este panfleto se hace literatura, si se convierte en novela, quedará desactivada su potencia revolucionaria. Si la literatura no sirve para hacer la Revolución, entonces, parafraseando a Lenin, no podemos sino preguntarnos: literatura, ¿para qué?
David Becerra Mayor

Publicado en el Nº 285 de la edición impresa de Mundo Obrero junio 2015

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