sábado, 22 de agosto de 2020

DOCUMENTAL "EL JUEGO DE LA PROPAGANDA", DE ÁLVARO LONGORIA

The Propaganda Game
Alvaro Longoria
España
2015
90 minutos


Con su hermetismo, su culto al líder y las extravagancias del régimen de Kim Jong-un, Corea del Norte suscita en Occidente una mezcla de terror y fascinación. Álvaro Longoria trata de averiguar qué hay más allá en "The Propaganda Game".

"El documental pretende profundizar y superar la imagen grotesca que a menudo trasladan los medios de comunicación", dice a Efe el director de "Hijos de las nubes", su película sobre el Sahara narrada por Javier Bardem, que se llevó un Goya en 2012.

"Esto no es una película de James Bond, hay muchos intereses en juego. Kim Jong-un no es el malo malísimo, un Doctor No aislado del mundo, jugando con el botón de la bomba atómica. Es todo mucho más complicado", señala el productor y realizador .

El origen de la película se remonta a su etapa de productor de una serie de documentales de Oliver Stone en torno a líderes mundiales como Fidel Castro, Yaser Arafat o Hugo Chávez. Querían entrevistar al líder supremo norcoreano, pero nunca consiguieron acceder a él.

De aquel intento, Longoria (Santander, 1968) se quedó con el contacto de Alejandro Cao de Benós, un catalán que trabaja como delegado de relaciones culturales para el gobierno norcoreano, y lo persiguió hasta conseguir una invitación para entrar en el país.

"El concepto era imaginar que aterrizas en un planeta desconocido y sus habitantes te llevan a conocerlo, sin ideas preconcebidas. Luego enfoqué el tema hacia la propaganda, porque he visto cómo la información es manipulada por todas las partes implicadas; los norcoreanos, sí, pero también otros", señala.

Narrador de la historia cámara en mano, Longoria permaneció diez días en Pyongyang. En la práctica, ni un segundo estuvo solo. "Estás constantemente observado, eres un pez fuera del agua. No puedes salir del hotel sin vigilancia", explica. Y mucho menos grabar a escondidas.

"Yo no soy Jon Sistiaga. No quería encontrar un niño famélico ni rodar un campo de concentración. Lo que quería era entablar una relación de confianza para que me contasen todo lo posible", dice.

El contrapunto crítico lo ponen los testimonios de corresponsales extranjeros, portavoces de organizaciones de defensa de derechos humanos y ciudadanos norcoreanos que han huido del país. Es el espectador quien debe sacar sus propias conclusiones. Eso sí, la sensación de asfixia y sospecha es constante.

Por eso, era extraño ver hoy al propio Cao de Benós, anfitrión de Longoria en el viaje, paseando por los salones del Hotel María Cristina y dando entrevistas para defender la película.

"Es una película fantástica, porque por primera vez se le da voz a Corea, y el mensaje que llega el público es que no se quede con lo superficial, con un titular sensacionalista; si quieres conocer, escucha a los norcoreanos", sostiene.

"Debe existir una imparcialidad, queremos que sea sí, pregunta a quien quieras y deja que la gente saque sus propias conclusiones. El simple hecho de que la gente piense ya es positivo para nosotros y hace que se acerquen a ti con cara de duda y no como si fueras el demonio", ha añadido en una entrevista con Efe.

Nacido en Tarragona hace 41 años y apasionado de la cultura oriental desde la adolescencia, Cao de Benós creó hace años la Asociación de Amigos de Corea y desde 2002 trabaja para el gobierno de este país, primero con Kim Jong-il y ahora con su sucesor, Kim Jong-un.

Tiene respuestas para todo. Preguntado por el miedo que parecen transmitir algunos ciudadanos en el documental cuando Longoria les plantea cuáles son sus sueños -la respuesta invariable es "servir al líder supremo"-, lo rechaza con contundencia y apela a diferencias culturales.

"Una sociedad con miedo, totalmente oprimida, tarde o temprano explota. No es miedo, nadie puede vivir con miedo toda la vida", subraya.

"Provenimos de una sociedad individualista, frente a la asiática, que es más comunal y parte de la familia. En Corea no puedes enorgullecerte de tus logros, la arrogancia está mal vista, es totalmente opuesto a los valores americanos", señala.

En cuanto a la vigilancia a la que se somete a los extranjeros, subraya que Corea del Norte "es un país en guerra", y ninguna prevención es suficiente para evitar infiltraciones enemigas.

"Al principio cuesta romper el muro, porque Corea ha recibido mucho daño y hay que ganársela, pero no es ninguna amenaza. Lo único que quiere Corea es que la dejen en paz y que no se repita en ella un Libia, un Irak, Afganistán, Siria o Irán, que es el siguiente".

Por Magdalena Tsanis

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