El reconocido poeta hondureño Roberto Sosa murió en la mañana de este lunes en un hospital de Tegucigalpa (capital) a causa de un infarto cardíaco, informaron fuentes allegadas a la familia del también periodista.
De acuerdo con fuentes cercanas, el poeta comenzó a sentirse mal, por lo que su familia lo trasladó a un hospital privado de Tegucigalpa, donde falleció.
La muerte de Sosa, que el pasado 18 de abril cumplió 81 años de edad, ha conmovido a todo el país centroamericano. El pueblo hondureño lo consideraba como el poeta más importante de Honduras por la relación de su poesía con la problemática nacional.
Sosa, quien nación en Yoro, departamento del mismo nombre, en el norte de Honduras, figuró entre los intelectuales más sobresalientes de los últimos 60 años en su país.
La poesía de Sosa, quien además fue ensayista y antólogo, fue de corte crítico, aunque eso no le alejó de lo existencial, lo amoroso y lo político, dicho en sus propias palabras.
Hijo de padre salvadoreño (un músico de banda) y madre hondureña, Roberto Sosa era de la opinión que casi toda la poesía gira en torno a temas amorosos, el odio y la muerte, políticos y existenciales, pero "el asunto será siempre volver a la crítica".
El periodista hondureño definió la poesía como "un norte, una forma de encuentro de realización y es un combate contra la estupidez".
Entre la obra poética publicada por Roberto Sosa figuran Caligramas (1959), Muros (1966), Tegucigalpa (1966), Mar interior(1967), Los pobres (1968), Un mundo para todos dividido (1971), Secreto militar (1985) y Hasta el sol de hoy (1987).
Su obra, conocida en Centroamérica, Colombia, México, Estados Unidos, Alemania, España, Francia y Rusia, entre otros países, incluye ensayos como Breve estudio sobre la poesía y su creación (1969), Prosa armada (1981) y Diálogo de sombras (entrevistas a 31 escritores, 1993).
La obra de Roberto Sosa ha sido traducida al alemán, inglés, francés y ruso, entre otros idiomas.
Entre los premios, el poeta hondureño fue distinguido por el Juan Ramón Molina, Ramón Amaya Amador, Adonais (España), Casa de las Américas (Cuba), Itzama y el Nacional de Arte Ramón Rosa.
En 1990, Sosa también recibió de la mano del Ministerio de Cultura de Francia la Orden de las Artes y las Letras en el Grado de Caballero.
Sosa fue miembro fundador del Comité Hondureño de Solidaridad con Cuba que se fundó en Tegucigalpa en la década de 1980.
Fuente: TeleSur
LOS POBRES
Los pobres son muchos
y por eso
es imposible olvidarlos.
Seguramente
ven
en los amaneceres
múltiples edificios
donde ellos
quisieran habitar con sus hijos.
Pueden
llevar en hombros
el féretro de una estrella.
Pueden
destruir el aire como aves furiosas,
nublar el sol.
Pero desconociendo sus tesoros
entran y salen por espejos de sangre;
caminan y mueren despacio.
Por eso
es imposible olvidarlos.
MALDITOS BAILARINES SIN CABEZA
Aquellos de nosotros
que siendo hijos y nietos
de honestísimos hombres de campo,
cien veces
negaron sus orígenes
antes y después
del canto de los gallos.
Aquellos de nosotros
que aprendieron de los lobos
las vueltas
sombrías
del aullido y el acecho,
y que a las crueldades adquiridas
agregaron
los refinamientos de la perversidad
extraídos
de las cavidades de los lamentos.
Y aquellos de nosotros
que compartieron (y comparten)
la mesa
y el lecho
con heladas bestias velludas destructoras
de la imagen de la patria, y que mintieron o callaron
a la hora de la verdad, vosotros,
-solamente vosotros, malignos bailarines sin cabeza-
un día valdréis menos que una botella quebrada
arrojada
al fondo de un cráter de la Luna.
LAS SALES ENIGMÁTICAS
Los Generales compran, interpretan y reparten
la palabra y el silencio.
Son rígidos y firmes
como las negras alturas pavorosas. Sus mansiones
ocupan
dos terceras partes de sangre y una de soledad,
y desde allí, sin hacer movimientos, gobiernan
los hilos
anudados a sensibilísimos mastines
con dentaduras de oro y humana apariencia, y combinan,
nadie lo ignora, las sales enigmáticas
de la orden superior, mientras se hinchan
sus inaudibles anillos poderosos.
Los Generales son dueños y señores
de códigos, vidas y haciendas, y miembros respetados
de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
DE NIÑO A HOMBRE
Es fácil dejar a un niño
a merced de los pájaros.
Mirarle sin asombro
los ojos de luces indefensas.
Dejarle dando voces entre una multitud.
No entender el idioma
claro de su medialengua.
O decirle a alguien:
es suyo para siempre.
Es fácil,
facilísimo.
Lo difícil
es darle dimensión
de un hombre verdadero.
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