jueves, 5 de mayo de 2011

CRÍTICAS A NUEVOS MONUMENTOS EN ALEMANIA


El nuevo monumento a la Reunificación de Alemania está suscitando en ese país una fuerte polémica incluso antes de que comience su construcción. El enorme balancín diseñado por el arquitecto Johannes Milla en colaboración con la coreógrafa Sasha Waltz podría suponer “graves riesgos de seguridad” si se desatara un ataque de pánico entre las más de 1.000 personas que podrán subir a él simultáneamente, según ponen de manifiesto las voces más críticas.

El “gigantesco frutero”, como lo ha descrito el diario Bild, consiste en una plataforma cóncava de 50 metros de longitud, que oscilará a izquierda y derecha en función del peso de los visitantes que se repartan sobre ella. Pero no son pocos los técnicos que consideran demasiado arriesgado el “sofisticado juguete” que aspira a convertirse en uno de los grandes atractivos de Berlín. “Debería tener condiciones de seguridad más estrictas”, explica Uwe Hameyer, director de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de Berlín.

Para evitar incidentes provocados por una crisis de pánico masivo, los autores del proyecto han propuesto añadir una valla de seguridad que impida la caída de los usuarios, mientras que un grupo de vigilantes impediría la subida simultánea de más de 1.500 personas. Eso ha provocado, a su vez, críticas igualmente mordaces, como la del Frankfurter Allgemeine Zeitung, que encuentra inconcebible que para conmemorar la caída del Muro de Berlín se vuelva a "encerrar a los ciudadanos tras una valla” y se dispongan guardias de seguridad para controlarlos. Además, "un Monumento a la Reunificación no debería confiarse a la seguridad privada, como si fuera el Ministerio de Finanzas", añade el editorialista con ironía más que evidente.

El proyecto ganador del concurso convocado por el Parlamento alemán para conmemorar el vigésimo aniversario de la caída del Muro se titula ‘Ciudadanos en movimiento’ y costará más de 10 millones de euros. Su ubicación está prevista en la Schlossplatz, plaza donde se levantará una nueva versión del Palacio de los Hohenzollern, muy dañado durante la Segunda Guerra Mundial y derruido posteriormente por el gobierno de la Alemania comunista.

La reconstrucción del palacio prusiano se llevará a cabo según el proyecto del italiano Franco Stella, tal como ha decidido el Parlamento alemán, que también aprobó la erección de un nuevo monumento en Leipzig, la ciudad donde se originaron las primeras movilizaciones populares contra el régimen germano-oriental. Está prevista, igualmente, la apertura de un centro de documentación sobre las deportaciones de millones de alemanes al Este de Europa tras la caída del Tercer Reich, que se alojará en un edificio cercano a la Potsdamer Platz de Berlín.

Este último proyecto causó también una enorme polémica en países vecinos como Polonia y la República Checa, muy críticos con la posibilidad de que se equiparara a los alemanes con las víctimas del régimen de Hitler y la Segunda Guerra Mundial. Finalmente se pudo aprobar, tras acordar con los gobiernos de esos estados los contenidos de la exposición, e incorporar también la documentación correspondiente a otras deportaciones masivas ocurridas en el mundo.

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