lunes, 11 de octubre de 2021

EDITORIAL CRÍTICA PUBLICA "SOBRE EL NACIONALISMO", DEL HISTORIADOR MARXISTA ERIC HOBSBAWM

Sobre el nacionalismo
Eric Hobsbawm
Editorial Crítica
Traductor: Carme Castells
Número de páginas: 432
Año: 2021 

«Sigo estando en la curiosa posición de rechazar, desconfiar, desaprobar y temer al nacionalismo allá donde exista…si bien reconozco su enorme fuerza, que se debe aprovechar para progresar, si ellos es posible»

Nombrar al historiador británico Eric Hobsbwam (Alejandría, 1917-Londres, 2012) es referirse a uno de los historiadores más potentes del siglo pasado; hasta quienes discrepaban con él por su militancia política marxista, durante muchos años fue militante del partido comunista británico, y por sus posicionamientos con respecto a los países dichos comunistas (decía tener, a pesar de los pesares y de los desmanes, un lugar en su mente para la Revolución de Octubre) valoraban la importancia del trabajo realizado por él. Así, Orlando Figes, celebrado historiador de la revolución rusa, le consideraba como el historiador vivo más conocido del mundo, a pesar de las discrepancias, reitero.

Entre los centros de interés plasmados en sus numerosas obras escritas que abarcaban diferentes aspectos en especial del largo siglo XIX, que él ampliaba desde la revolución francesa hasta principios del siglo XX y el inicio de la primera guerra mundial, destaca su preocupación por las cuestiones relacionadas con el nacionalismo. Ya hace una treintena de años se publicó su Naciones y nacionalismo desde 1870, y ya en la primera línea de aquella obra podía leerse que «la característica básica de la nación moderna y de todo lo relacionado con ella es su modernidad», con lo que estaba poniendo fecha al fenómeno. Ahora en su «Sobre el nacionalismo», publicado por la misma editorial que había publicada la anterior, reafirma su postura, que lejos de desentenderse del asunto como si careciera de interés o recurriendo como hacen muchos desde la izquierda a la condena del nacionalismo como asunto de derechas y burgués par excellence, le dedica una seria y rigurosa atención, lo que no quita para que denuncie la tendencia, por parte de los nacionalistas en general, a considerar la cuestión de los orígenes como el único factor a tener en cuenta a la hora de definirse a uno mismo.

La obra recoge diferentes materiales que ya habían sido publicados con anterioridad, y alguno inédito, para cuya publicación conjunta había dejado las indicaciones pertinentes, tarea llevada a cabo, en este caso, por Donald Sassoon. Su visión queda expuesta con neta claridad, por una parte, al admitir la importancia de las naciones y del nacionalismo en la medida en que lejos de ser una postura exclusiva de la derecha, le ha de ser disputada a ésta desde la izquierda en la medida en que hay luchas que llevan a cabo los nacionalistas que juzga que es de interés y justicia apoyarlas en la medida que hacen avanzar hacia la emancipación, a pesar de dejar claro que él no es nacionalista, como no podría serlo -según afirma-ningún marxista-. Hobsbawm mantiene frente a las posturas nacionalistas que defienden que las naciones, al menos la propia, es una entidad que hunde sus raíces en la lejanía de los tiempos, como si se diera una identidad, generalmente ética o cultural-lingüística, a mantener o a recuperar, que las naciones son construcciones modernas que se han ido poniendo en pie, o se ponen en la actualidad, por el nacionalismo y/o por el Estado; es decir, que una condición necesaria para la creación de las naciones es la elaboración de un relato, generalmente ficticio, que justifique la creación de tal nación o la lucha por conseguir su realización. Otro paso esencial, será la puesta en pie de un Estado que, apoyándose en el sistema educativo, extenderá la conciencia dicha nacional, delimitará un territorio que será representado por banderas, himnos y enseñas propias.

En la obra de la que hablo, se exponen con detalle diferentes casos de las naciones-Estado, consagradas, al igual que se da cabida al análisis de algunas luchas llevadas a cabo en nombre de la patria, muchas de ellas luchas de emancipación en la que se unían las reivindicaciones nacionales con las luchas por el socialismo. Sostiene que en estos casos es frente a un enemigo, real o imaginado, donde surgen las posturas nacionalistas, lo que da por pensar que, en cierta medida, es el enfrentamiento contra un enemigo el que origina una unión en torno a una conciencia nacional; similar resulta, y que se me permita la asociación aquella aseveración de Jean-Paul Sartre, quien hablando de la cuestión judía venía a decir que era el antisemita el que creaba, con sus ataques, al judío, o dicho en palabras de Hannah Arendt: respondo como judía cuando soy atacada como tal.

Tal visión va confirmándose en la mirada que él arroja sobre numerosos casos que van desde las naciones ya consolidadas (con su Estado y sus instituciones) o aquellas que se mueven en lucha y en estado de potencia al no llegar a serlo en acto. Y en la aplicación puede observarse por activa y por pasiva como los relatos supuestamente fundacionales funcionan como eje vertebrador con sus mitos, sus leyendas y sus personajes elevados al grado de representación de la identidad; al tiempo que se ve que en el terreno de la identidad hay muchos crujidos ya que no pocos gobernantes, reyes y demás han nacido en otros lugares y en mezcolanza con otras casas reales del extranjero. Además de los casos francés, con vertiente política como eje dominante, e Inglaterra, con vertiente económica dominante; estos dos países fueron los desencadenantes, con la revolución francesa, y la revolución industrial de la invención de los nacionalismos, si bien algunos retrotraen, en el caso alemán, a algunos pensadores ilustrados como Kant o Fitche, o románticos, como Herder, aunque de hecho fue en tiempos de Bismarck y como consecuencia de la guerra contra los daneses, los austríacos y los franceses, contiendas bélicas que dieron origen el Reich alemán, lo que forjó la unión cultural y lingüística; algo similar ocurrió en el caso de Norteamérica en donde las identidades dispares y plurales, en sus orígenes, finalizaron en una unión en medio de la lucha contra el Imperio británico. Se da repaso a otras situaciones como la de Irlanda o un capítulo ejemplar sobre las Malvinas, que convirtió en acérrimos nacionalistas a gente que no sabía ni dónde estaba la isla, posa la mirada igualmente sobre Irlanda, o el estado de Israel y las reclamaciones territoriales sionistas, tras más de veinte siglos, basadas en supuestos derechos históricos tomados de textos religiosos. Subrayando que en ese nacimiento moderno, y reciente, en el siglo XIX, de las naciones, tal ola no se daba en América latina, y tanto en este como en otros continentes, fuera de Europa, cuando surgió lo hizo como consecuencia del poder colonial europeo, que eran el desencadenante de la lucha.

Tomando como guías a Renan, Smith y Gellner, de manera especial, y mostrando la escasa presencia en el seno de las corrientes marxistas, por no decir nula, de la cuestión nacional en los textos de Marx y Engels, con excepciones como las de Rosa Luxemburgo, Karl Kautsky, y el catecismo sobre el tema de Stalin… recorre casos y circunstancias que supusieron las uniones de diferentes pueblos bajo el dominio de uno de ellos, el de más peso cultural y político, para poner a todos bajo una lengua y cultura únicas y la misma bandera…dándose posteriormente tras la segunda guerra mundial un reflujo que en vez de la unión con otros, buscaba la separación reivindicando sus particularidades…lejos de la uniformización de los Estados-nación (subrayado queda que la ONU, por ejemplo y a pesar de su nombre, no une naciones sino Estados)…

El recorrido es detallado y por medio de la travesía se ven los casos particularidades, extrayendo el autor, los denominadores comunes en la construcción de las naciones, y alertando contra los posibles peligros que el fanatismo nacionalista, cuando se basa en supuestos criterios raciales o de superioridad, puede acarrear; subrayando como en cantidad de ocasiones la llama que ha propagado la conciencia nacionalista ha venido inspirada desde arriba: o bien por algunos poderes o bien por algunas posturas intelectuales. No cabe duda, no obstante, de que hay nacionalismos y nacionalismos, además de haberlos de derechas y de izquierdas, los hay de liberación o de imposición, o todavía de pequeñas naciones oprimidas que buscan su liberación o los de gran nación que tratan de imponer sus criterios, sus lenguas, sus banderas y sus supuestas unidades patrias. Anotaciones sagaces sobre las naciones y la clase obrera, sobre el internacionalismo (del capital y de la izquierda), y otros asuntos como la influencia de las creencias religiosas, las lenguas como eje de unión en algunos casos, con atención especial- no se ha de obviar que entre sus orígenes se contaban los judíos- a la diáspora judía, al sionismo, etc., etc., etc..

Imposible dar cuenta de todas las lecciones que va impartiendo Hobsbawm en su ensayo y de todas las vicisitudes visitadas y entrelazadas, por el historiador que no conforme con ello va salpicando algunas lecciones sobre el oficio de historiador: así, subraya como «los historiadores tienen una responsabilidad para con los hechos históricos en general, y a la hora de criticar el abuso político-ideológico de la historia en particular», siendo su labor, la de desenmascarar los errores históricos, que las más de las veces suponen una parte esencial de las naciones, desmantelando las mitologías, leyendas y falsas verdades…Sin dejar de tener en cuenta, más allá de rasgos étnicos o supuestos derechos históricos, la voluntad popular – en deuda con Pierre Bourdieu- como un aspecto esencial para crear naciones en ruptura con algunas uniones forzadas e impuestas, con cuyas decisiones, por otra parte, no se está de acuerdo.

Concluiré diciendo que no le falta razón al editor Donald Sassoon cuando en la Introducción a los textos incide en que «tal vez [Eric Hobsbawm] fue optimista cuando concluyó Naciones y nacionalismos dando por supuesto que el apogeo del fenómeno del nacionalismo había quedado atrás…». 

Fuente: Kaos en la red

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