Sin necesidad de grandes detalles, en solo 5 escenas, esta obra de Juan Genovés es capaz de radiografiar el pánico. En un primer momento vemos a una mujer con su hijo en brazos; a su derecha asoma el arma de una figura indeterminada pero amenazadora. En la segunda escena, la silueta del policía con su casco y su uniforme holgado se dibuja ya con más precisión. En la tercera, la distancia entre la madre y el hijo es escasa por lo que la tensión alcanza su punto culminante. Justo después, tras el paso de la gente, contemplamos a la madre sin el hijo en las manos. El menor se ha volatilizado, lo que provoca una sensación de incertidumbre y desesperación aún mayor en el espectador. En la última imagen la madre lleva sus brazos a la cabeza en un gesto de dolor. Su soledad queda subrayada por ese fondo claro que parecen volverla completamente
Esta obra es una de las más importantes y con mayor poder comunicativo de Juan Genovés. El artista valenciano centró gran parte de su trabajo en la denuncia de los excesos policiales y de la represión franquista durante las décadas de los 60 y los 70. Con esta intención recurría a una estética que bebía de la de los medios de comunicación de masas. En esos años, la proliferación de la televisión y la irrupción del consumismo, como publicitados síntomas de la modernidad, coincidían en España con la pervivencia de la violencia y al autoritarismo institucional. Para oponerse a ellos, Juan Genovés y movimientos artísticos, como crónica de la realidad, optaron por una vuelta a la figuración y al compromiso social Se trata, en gran parte, de una reacción frente al informalismo que había terminado identificado con el régimen. Ante él, estas nuevas generaciones reinventa la representación de la realidad, crean su propio lenguaje con un ojo crítico. En el caso de La madre, la estructura narrativa secuencial casi cinematográfica aporta gran impacto emocional. Lo mismo sucede con la estética seriada del agresor, de una sencillez gráfica total y sin variación. Esta repetición idéntica de la figura del policía en las distintas escenas parece simbolizar el funcionamiento indiscriminado de un sistema autoritario que avanza sin reflexión alguna.
Fuente: Fundación María Cristina Masaveu Peterson
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