Esta obra, del año 2019, se tarta de una de las últimas creaciones del artista. Genovés decía que “en un cuadro, como en un iceberg, lo que se ve en la superficie siempre es menos que lo queda oculto bajo el agua de nuestra imaginación e inteligencia”, por eso siempre sugería que en las exposiciones se pusieran sillas donde os espectadores pudieran sentarse y admirar las obras con detenimiento. Pues bien, esta merece que le dediquemos ese tiempo que menciona, pues según sus propias palabras “un cuadro te llega rápido, directamente como un impacto, y otros te va contando su historia lentamente. (Esto último se lo pierden los espectadores inquietos)”. Este cuadro tiene una historia de gran actualidad que contamos, y podemos encontrar en ella muchas más interpretaciones. Lo curioso es que en esta época pictórica vemos unas obras llenas de multitudes de personas, pero en esta, casi como si de una premonición se tratara, los grupos no se juntan, los colectivos mantienen su individualidad. Tal vez esa individualidad sea lo que pretender resaltar el artista, llamando nuestra atención sobre las soledades colectivas, sobre es desconcierto que invade a la sociedad de nuestro tiempo.
Fuente: Fundación Bancaja
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