lunes, 2 de noviembre de 2020

"MI VOTO AL PCI", DE PIER PAOLO PASOLINI, EN EL 45 ANIVERSARIO DE SU MUERTE


"MI VOTO AL PCI", DE PIER PAOLO PASOLINI

(Discurso durante la asamblea de jóvenes e intelectuales, en Roma, del 8-6-1975).

Voto comunista porque recuerdo la primavera de 1945, y después también la de 1946 y 1947. Voto comunista porque recuerdo la primavera de 1965, y también la de 1966 y 1967, Voto comunista porque en el momento del voto, como en el de la lucha, no quiero recordar otra cosa.

La naturaleza nos ha dado la facultad de recordar (o saber) y de olvidar (o no saber), voluntariamente o involuntariamente, lo que queremos: algunas veces la naturaleza es justa. En otras ocasiones, os diré -diré a los jóvenes, sobre todo a los de 18 años- que es lo que, en el momento del voto, como en el de la lucha, no quiero recordar o saber. Hoy estoy aquí para deciros qué es lo que quiero recordar y saber.

Recuerdo y sé que en el ’45, ’46, ’47, podía vivirse la Resistencia.

Recuerdo y sé que en el ’65, ’66, ’67, cuando estaba bien claro que habíamos vivido la Resistencia pero no la liberación, podía vivirse una lucha real por la paz, por el progreso, por la tolerancia: una Nueva Izquierda en la que confluía lo mejor de todo.

Recuerdo y sé que, cuando esta ilusión necesaria se perdió, permanecísteis solo vosotros los jóvenes comunistas.

Recuerdo y sé que tanto yo, joven comunista de la generación precedente, como vosotros, jóvenes comunistas de hoy, si no conociésemos a Marx, a Lenin y Gramsci, viviríamos una vida sin forma. Recuerdo y sé que la única posibilidad de actuar, además de pensar, es dada no solo por la alternativa revolucionaria ofrecida por el marxismo, sino también y sobre todo por su alteridad.

Pero recuerdo y sé también otras cosas que no hemos vivido en la lucha y en el proyecto de una alternativa y de una alteridad, pero que en cambio hemos vivido existencialmente, casi como sujetos pasivos, como ciudadanos, esto es, de una país que no hemos elegido y cuyo poder -mientras nos rebelamos contra él en la conciencia- nos hemos visto obligados a aceptar en la realiadd de cada día.

Recuerdo y sé que el poder clerical en el ’45, ’46 y ’47, y después en el ’65, ’66 y ’67, ha sido la perfecta continuación del poder fascista.

La magistratura era la misma, la policía era la misma, los patrones eran los mismos. Los hombres en el poder eran los mismos: a la manifiesta violencia fascista se añadía ahora únicamente la hipocresía católica. La ignorancia de la Iglesia era la misma. Los curas eran los mismos.

Recuerdo y sé que después, sin que ni siquiera los hombres en el poder lo notaran -tanta era su avidez, tanto su estupidez, tanto su servilismo- el poder cambia casi de golpe: ya no ha sido ni fascista ni clerical. Se ha convertido en algo bien peor que fascista y clerical.

Recuerdo y sé que de golpe se ha verificado completamente en torno a nosotros y sobre nosotros, el genocidio que Marx había profetizado en el Manifiesto: un genocidio ya no colonislista y parcial: un genocido como un suicidio de un país al completo.

Recuerdo y sé que el cuadro humano ha cambiado, que las conciencias han sido violentadas en lo profundo.

Recuerdo y sé que, para compensar esta masacre humana no hay ni hospitales ni escuelas, ni asilos y guarderías para ancianos y niños, ni cultura ni dignidad posible alguna.

Recuerdo y sé, mejor dicho, sé, simplemente porque es algo actual, de este momento, que los hombres en el poder están vinculados a la misma esperanza de supervivencia a la que están vinculados los criminales, consistente en la necesidad de llevar a cabo otros crímenes.

En todo caso, sé que los hombres en el poder continuarán organizando otros asesinatos y otras masacres, y por tanto creando a los asesinos fascistas: creando así una tensión antifascista para rehacer una virginidad antifascista y para obtener de los ladrones sus votos; pero, al mismo tiempo, manteniendo la impunidad de las bandas fascistas que ellos, si quisieran, liquidarían en un día.

Sé, además, que la acumulación de crímenes de los hombres en el poder, unidos al envilecimiento de la ideología hedonista del nuevo poder, tiende a convertir al país en inerte, incapaz de reacciones y de reflejos, como un cuerpo muerto.

Sé que todo esto es el resultado del Desarrollo: insostenible escándalo para quien, durante tantos años, y no retóricamente, ha creído el el Progreso ….

Pero, finalmente, sé que en este país no negro, sino solo horriblemente sucio, hay otro pais: el país rojo de los comunistas. En él es desconocida la corrupción, la voluntad de ignorancia, el servilismo. Es una isla en la que las conciencias se defienden desesperadamente y en la que, por tanto, el comportamiento humano ha sido capaz de conservar todavía su antigua dignidad. La lucha de clases ya no parece contraponer revolucionarios y reaccionarios, sino actualmente casi hombres pertenecientes a razas diferentes.

Voto comunista para que estos hombres diferentes que son los comunistas continúen luchando por la dignidad del trabajador más allá de su calidad de vida: esto es, que sean capaces de transformar, como quiere su tradición racional y científica, el Desarrollo en Progreso.

Fuente: exodo21

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