sábado, 21 de diciembre de 2019

DOCUMENTAL "LA CHICA DEL SUR", DE JOSÉ LUIS GARCÍA

Título original: La chica del sur
Año: 2012
Duración: 94 min.
País: Argentina
Dirección: José Luis García
Guión: José Luis García, Jorge Goldenberg
Música: Axel Krygier
Fotografía: José Luis García
Sinopsis: En 1989, José Luis García participó del XIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que se realizó en Pyongyang (Corea del Norte). Con una cámara prestada rodó la clandestina llegada a la ciudad de Lim Sukyung, una joven activista que representaba a los estudiantes de Corea del Sur y que reivindicaba la reunificación pacífica del pueblo coreano. Veinte años más tarde, García se reencuentra con ella. Acosada por una sociedad todavía en guerra, Lim termina por revelar el profundo e inesperado vínculo que la une a un completo extraño llegado desde el otro lado del mundo.

Un viaje hacia la verdad


El estreno de La chica del Sur, el nuevo documental del cineasta argentino José Luis García, generó una grata expectativa en la programación del 14° Bafici, debido al éxito de su film anterior Cándido López, los campos de batalla (2005), premiada años anteriores en el Bafici. En esta oportunidad, como lo expresa su título, La chica del Sur narra la historia de vida de la militante pacifista surcoreana Im Su-kyong, que anhelaba unir las dos Coreas.

En el inicio, las primeras imágenes que vemos formarán parte del material y del motivo que finalmente dio forma a este documental. La filmación del primer viaje del cineasta a Corea del Norte, durante el mes de julio de 1989, con motivo de participar en el Festival Internacional de Jóvenes y Estudiantes, dio lugar a la congregación de distintas agrupaciones militantes socialistas de todo el mundo. El registro de aquellos acontecimientos con una cámara súper VHS proporcionaron las primeras tomas de un recorrido que se volverá maravilloso. Mientras García registra las distintas actividades del Festival y nos ofrece un leve pantallazo de la forma de vida en la Corea comunista, aparece, ante los ojos de todos, de forma sorpresiva, una joven que decidió dar la vuelta al mundo desde Corea del Sur hasta Corea del Norte con un objetivo pacifista: unir ambas regiones. Recordemos que las dos Coreas estaban en conflicto y las dividía una frontera altamente militarizada que no se podía atravesar. Ese hecho puntual significó un antes y después en la vida del realizador, y el origen de esta película.

Fotograma de La chica del surJosé Luis García va relatando en off, con tono cálido y una expresión sincera, una travesía que va del albor y compromiso político al deslumbramiento casi obsesivo que le provocó aquella joven, quien se atrevió, no sólo a manifestar su ideología frente a la gente convocada, sino que, al querer regresar a su país, atravesando a pie ese límite infranqueable, arriesgó su vida ante las cámaras. Im Su-kyong fue inmediatamente detenida. Se la acusó de revolucionaria, comunista, traidora y, por ende, fue condenada a diez años de prisión. Luego, nada más se supo de ella, algunos diarios la dieron por muerta.

Sin embargo, para García, hay historias que no pueden concluir caprichosamente. Que necesitan ser reveladas, expuestas. Y él no se detuvo y siguió investigando, como buen documentalista que es. Tras una pausa de veinte años, la historia de Im Su-kyong volvió a renacer. García comprobó su existencia y decidió ir a su encuentro, viajar a Corea para conseguir una entrevista exclusiva. De esta forma, el documental va cobrando una nueva forma de búsqueda, en relación a su estética y a la dirección que tomará. Ese paso del tiempo queda atestiguado en los registros actuales de su cámara digital, mezclados con aquellas filmaciones viejas; mientras tanto, el espectador sigue como testigo el trabajoso y, hasta por momentos, frustrante proceso de búsqueda del cineasta. Un largo y sinuoso recorrido, un viaje hacia la verdad, un desafío que ratificará, no en vano, aquella admiración.

La chica del surDe alguna manera, el relato pone al descubierto la subjetividad del realizador, casi de manera confesional. ¿Hasta dónde es capaz de llegar con su obsesión? La fascinante historia de la joven, porque sin duda lo fue y vale la pena escucharla, se mezcla constantemente con los procesos de creación que sufre el documentalista en primera persona. Un trabajo de montaje bien elaborado donde las historias crecen, se resisten y se construyen mutuamente.

La chica de Sur merecería ser escuchada. José Luis García supo cómo hacerlo, nuevamente.

Marcela Barbaro

Fuente: El espectador imaginario



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