miércoles, 23 de octubre de 2019

"LA FÁBRICA ILUMINADA", DEL COMPOSITOR COMUNISTA LUIGI NONO



La fabbrica illuminata, para voz y banda magnética sobre textos de Giuliano Scabia y Cesare Pavese (1964)

“No veo la razón para que la música no pueda ser parte del descubrimiento y la formulación de nuevas dimensiones –humanas, técnicas, virtuales y reales– que exhiban y expresen el movimiento histórico fundamental de nuestro tiempo: la lucha de la clase trabajadora por su liberación socialista”, decía el compositor Luigi Nono en una conferencia, en 1967. El lugar era la Academia Alemana de las Artes y el título de la ponencia resultaba explícito: “Los músicos en la fábrica”. Nono polemizaba a la vez con el mercado burgués del arte, reclamando otras maneras de circulación que no fueran las del concierto tradicional, y con el Realismo Socialista. El optimismo y la simpleza obligatorios del oficialismo soviético se contradecían de plano con una idea para él irrenunciable: un mensaje revolucionario no podía articularse con una estética reaccionaria. Y La fabbrica illuminata, una obra compuesta por él en 1964, es una composición ejemplar.

El proyecto de Nono, uno de los compositores más geniales del siglo XX, tenía que ver no sólo con componer músicas nuevas sino con proponer nuevas maneras de pensar el sonido (para los compositores y para el público) y, también, de oponerse al circuito oficial –salas de conciertos, festivales, grupos especializados en la interpretación de música contemporánea, compañías discográficas– con que, según él, la cultura capitalista domesticaba a las vanguardias. En obras como Il canto sopeso, Intolleranza 1960 o Y entonces comprendió –cuyo texto es una carta del Che Guevara a Fidel Castro– este autor trabajó explícitamente con textos de fuerte significación política. La fabbrica illuminata, para soprano y cinta, estaba compuesta a partir de las voces de los operarios de una fábrica y los ruidos de las maquinarias y el uso de la cinta y de esos materiales sonoros tenía, en todo caso, un doble sentido. Por un lado acercaba la obra a la propia experiencia de los obreros –ajenos al ritual del concierto burgués– y, por el otro, ponía al compositor, trabajando más con sus manos que con su mente, procesando sonidos de la realidad y no de su imaginación, en la situación, casi, de otro trabajador fabril.

Fuente: Página 12

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