martes, 27 de noviembre de 2018

EL TEATRO DE LA MAESTRANZA DE SEVILLA REPRESENTA DOS ÓPERAS ANTIFASCISTAS: "EL DICTADOR", DE ERNST KRENEK, Y "EL EMPERADOR DE LA ATLÁNTIDA", DE VIKTOR ULLMAN


PROGRAMA DOBLE
EL DICTADOR de Ernst Krenek (1900-1991) (estreno en España)
EL EMPERADOR DE LA ATLÁNTIDA de Viktor Ullmann (1898-1944)
30 de noviembre, 2 y 4 de diciembre, 2018
20:00h

Tragedia y sátira para dos dictadores

El dictador ópera trágica en un acto de Ernst Krenek (Viena, 1900–Palm Springs, 1991) –estreno en España- y El emperador de la Atlántida de Viktor Ullmann (1898–1944), que fue alumno de Schönberg y Zemlinsky, compuesta en 1943 en el campo de concentración de Terezin, antes de partir en tren hacia Auschwitz, donde moriría en 1944, conforman un interesantísimo programa doble con el que el Teatro de la Maestranza profundiza en el rescate y difusión, en España, del gran repertorio tardorromántico vienés o, como en este caso, sometido a la influencia directa del ascenso de los fascismos en Europa y sus dramáticas consecuencias.

De un lado, El dictador, con libreto del propio Krenek, estrenada el 6 de mayo de 1928 en Wiesbaden, está inspirada libremente en la figura de Mussolini, aunque Krenek diría que su argumento es solo “una anécdota de la vida privada de un gran hombre”. Sin embargo, el libreto resalta, con cierto realismo y crudeza y no sin un gran carácter visionario, los peligros del fascismo y anticipa la tragedia del nacionalsocialismo en Alemania, de la que Krenek emigraría en 1938 -para instalarse en Estados Unidos, donde murió- huyendo de un régimen que consideraba degeneradas sus inclinaciones hacia la tonalidad libre, el jazz y el dodecafonismo y que había tachado de indecente y pornográfica su ópera “Jonny spielt auf”, de 1926, por estar protagonizada por un negro y tener influencias del jazz o cancelado el estreno de su ópera dodecafonista “Karl V” en 1933.

El Teatro de la Maestranza estrena en España El dictador de Krenek con una producción propia dirigida escénicamente por Rafael Rodríguez Villalobos (Sevilla, 1987), que ha estudiado música y arte dramático. En 2013 fue el Premio Europeo de Dirección Operística más joven hasta la fecha. Pedro Halffter Caro dirige a la ROSS y a Martin Gantner, Nicola Beller Carbone, Natalia Labourdette y Vicente Ombuena en el reparto.

Por su parte, El emperador de la Atlántida constituye un retrato grotesco de la figura de un tirano bajo el que se esconde la caricatura de Hitler. En la obra, el tirano fuerza a la humanidad a consentir una feroz masacre, mientras la Muerte impide que los heridos fallezcan, lo que la crítica valoró como “la abdicación de la muerte frente a los horrores universales de la vida”.

La obra fue compuesta por Ullmann -discípulo de Schönberg y asistente de Zemlinsky en Praga, en el campo de concentración de Terezin en 1943 antes de partir hacia Auschwitz, donde murió, como el libretista, Peter Kien. Ambos insuflaron la obra de una escalofriante corriente satírica y negra. Otro preso, H.G. Adler, rescató la pieza, que se estrenó en Ámsterdam en 1975.

Ahora, y en una coproducción del Teatro de la Maestranza, el Teatro Real de Madrid y el Palau de les Arts de Valencia, el director de orquesta y compositor Pedro Halffter Caro presentada una nueva versión para gran orquesta –inicialmente era una pieza de cámara- elaborada por él, quien además ha compuesto dos piezas –basadas en obras de Ullmann- para el tríptico que conforma el prólogo de la ópera. Para Halffter, “El emperador…” es una ópera “genial y bellísima” que representa el ejercicio de la libertad del arte desplegado “en el momento y lugar más extremos”. Para el director de escena Gustavo Tambascio, fallecido en febrero de 2018, El emperador de la Atlántida es una sátira macabra, como un “cabaret tétrico” que denuncia “la industrialización de la muerte”. Junto a la ROSS, repiten en el reparto Martin Gantner, Nicola Beller Carbone, Natalia Labourdette, y Vicente Ombuena.



ARGUMENTO EL DICTADOR
Primer Cuadro
En Montreux, en el lago de Ginebra; en el porche de un sanatorio, con el Grand Hotel enfrente.

María, la esposa de un mutilado de guerra ciego, contempla el paisaje desde el porche del sanatorio. El Dictador sale del hotel entregando a un correo la declaración firmada de una nueva guerra. Cuando despide al correo, se extasía observando a la hermosa mujer, que siente sus miradas y le resultan odiosas, y le oye hablar para sí mismo de sus planes para la nueva guerra. Sale ahora Charlotte, esposa del Dictador, que le pide que deje de derramar sangre porque teme por su vida, constantemente amenazada. El Dictador no escucha, brinda por la nueva guerra y por el poder que le hace sentir, y se permite beber también por María, en presencia de su propia esposa, y entra al hotel molesto con los celos de Charlotte.

Un enfermero saca la cama del Oficial al porche para que le dé la luz del sol. El Oficial se lamenta de su desgracia, rememorando el momento de la guerra en que perdió la vista y que ya no podrá recobrar. María, oyendo que no hay esperanza para su marido, le promete que, para vengarle, matará de un tiro al Dictador, causante de haberles destrozado la vida.

Segundo Cuadro
En el despacho del Dictador en el hotel.

Anuncian al Dictador la visita de una dama desconocida. Seguramente una pedigüeña, piensa el Dictador. Charlotte, pide que no la reciba, pues presiente algo malo. El Dictador, en cambio, presiente que podría ser la hermosa mujer que viera antes, así que ordena que la hagan entrar. Charlotte, en lugar de salir, se esconde detrás de un biombo. En efecto, es María, que saca un revólver decidida a matar al Dictador. Éste, comienza a seducirla con palabras. Charlotte supone que como treta para salvar la vida, pero hay en las palabras un tono de sinceridad que nunca le dirigió a ella. María, finalmente fascinada por la arrolladora personalidad del Dictador, deja el revólver y se entrega a él. Charlotte, loca de celos, empuña el revólver y dispara, pero quien recibe la bala es María, que se ha interpuesto entre ellos. El Dictador hace salir a Charlotte y llama a un detective explicándole que la mujer se ha suicidado. Ya a solas, nervioso, asustado, se escabulle cuando entra el Oficial a tientas, con su bastón de ciego, con expresión demente, que ha oído el disparo y pregunta a María, inútilmente, si ya lo ha hecho.



ARGUMENTO EL EMPERADOR DE LA ATLÁNTIDA
Prólogo
El Altavoz presenta la obra y a los personajes.

Primer Cuadro
En un banco están sentados Arlequín (anciano barbudo) y la Muerte, que conversan lamentándose de esta época desgraciada en la que ya no tienen sitio. Arlequín piensa en morir, porque ya no hace reír a nadie, y los días transcurren monótonos y sin sentido. La Muerte, por su parte, rememora los días de gloria en las batallas, pero ahora ya nadie le respeta.Se presenta un Tambor, que anuncia el último decreto del Emperador: queda declarada la guerra total entre todos sus súbditos. La Muerte siente que se burlan de ella, así que rompe su espada: los hombres ya no podrán morir.

Segundo Cuadro
En el palacio del Emperador, donde éste da órdenes, recibe informes y se entera, con asombro, de que los condenados políticos que ha ordenado ejecutar, a pesar de haber sido ahorcados, no mueren. El fusilamiento tampoco consigue nada. Volviendo rápidamente la situación en su favor, ordena anunciar a sus súbditos que le deben el haber encontrado el secreto de la vida eterna.

Tercer Cuadro
En el campo de batalla. Un soldado y Bubikopf luchan y se disparan en vano. El soldado advierte que Bubikopf en realidad es una muchacha, y dejan aflorar sus sentimientos de seres humanos, en la compasión y el amor y sueñan con otros lugares sin guerra.

Cuarto Cuadro
En el palacio del Emperador. El país se encuentra sumido en el caos: los hospitales están llenos de muertos-vivos, los médicos desertan. Aparece Arlequín, que hace brotar los recuerdos de infancia del Emperador, y éste, ante la anormal situación en que vive, acaba volviéndose loco. Destapa un espejo, donde se refleja la Muerte, que promete volver a hacer su trabajo, ofreciendo al pueblo un lugar tranquilo, sin sufrimiento, pero el Emperador debe ser el primero en sacrificarse. El Emperador acepta y el resto de personajes llaman a la Muerte, a quien ya no conjurarán en vano.

Fuente: Teatro de la Maestranza

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