domingo, 20 de octubre de 2013

"LA REVOLUCIÓN", DE MARC CHAGALL


La Revolución
Marc Chagall
Oleo sobre tela
50 x 100 cm
1937
Centre Georges Pompidou, Paris

Los ataques fascistas contra el mundo civilizado habían tenido una comprometida respuesta en el que se puede calificar de cuadro histórico del siglo xx, por autonomasía el Guernica (Madrid, Museo Nacional de Arte Reina Sofia) de Picasso, que expresó la vehemencia de la protesta de que era capaz la cultura confrontada con el cinismo político. El cuadro fue en 1937 la triste atracción de la exposición universal de Paris.

En el mismo año formuló Chagall su propia declaración, contrapuso a la inmediatez de la acusación picassiana una elegía La revolución, una pintura que no es una respuesta a un hecho concreto, sino un intento de expresar en su costernación su irresistible desazón para con la política. Antitéticamente, se confrontan dos posibilidades de interpretación del mundo. A la izquierda unos revolucionarios asaltan las barricadas , sus banderas rojas , anuncian con orgullo la victoria del comunismo. La mitad derecha contrapone a la demanda política de igualdad la libertad de la fantasía humana. Músicos, payasos y animales dan rienda suelta a su exaltada algarabia, la obligatoria pareja de amantes se extiende sobre el techo de una choza de madera, la fuerza gravitatoria ha sido anulada en vista del impulso generalizado a la acción, como es típico en Chagall.

La unión entre ambas mitades la constituye la figura de Lenin, balanceándose acrobáticamente sobre una mano, indica a los revolucionarios el camino correcto hacía el mundo de las individualidades concretas: "Pienso que la revolución podría ser una gran cosa si mantuviera el respeto por lo que es diferente " así había resumido Chagall sus experiencias como artista en Rusia. La fuerza creativa individual es el motor en la lucha por la libertad política

En la vehemente declaración pragmática del cuadro, en su carga excesiva de significados se pierde todo el contenido expresivo. Es más, recuerda a su obra temprana tanto en su aspiración por alcanzar una vigencia general, supraindividual, como en su insatisfactoria resolución formal. La confrontación arquetípica de apócopes cargados de simbolismos no puede comprender la complejidad del suceso sobre el que aspira a reflexionar. Al mismo Chagall nunca le satisfizo esta respuesta a la obra monumental de Picasso. En 1943 cortó la versión en gran tamaño de La revolución en tres partes, mezclo los simbolismos políticos y religiosos en forma de tríptico. La versión reproducida, la más pequeña, quedará como documento de inmediata participación en los sucesos del mundo, más alláde todo deseo de crear arte atemporal.

Fuente: Pinturas Famosas

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