Alexander Kluge.
Brumaria.
2015.
120 páginas.
8 euros
Este librito, que acompañaba a la instalación videográfica que Kluge presentó en la recientemente clausurada 56 edición de la Biennale de
Venecia, añade un puñado de fragmentos más a esa apasionante
constelación de ideas que conforma su proyecto en torno a Marx,
Eisenstein y El Capital. La videoinstalación, que multiplica en
varias pantallas su documental (una auténtica “intervención” televisiva)
de nueve horas, se presenta como una resurrección del abortado proyecto
eisensteiniano de adaptación de El Capital, una aventura que el cineasta soviético se propuso en 1927, mientras encaraba el montaje de Octubre,
y al que tuvo que renunciar dos años más tarde, tras haber involucrado
en el mismo a James Joyce, ante la falta de interés y de voluntad
económica del Politburó de Moscú, la Gaumont francesa y Hollywood, y en
el contexto de crisis financiera que impondría el crack bursátil.
Con su estilo inimitable, la pasión
intacta por la mezcla de crónica histórica con pequeños y frágiles
relatos de aliento parabólico, y la vocación, afilada por sus otros
grandes maestros, Brecht y Adorno, por revertir el signo de los medios
de comunicación masivos y la tendencia del poder a absorber y normalizar
todo lo que se enuncia a través de sus cauces, el alemán recopila aquí
textos e imágenes a modo de declaración de intenciones. Así, lo que
sobresale en esta gavilla de pensamientos es la voluntad arqueológica de
Kluge, un empuje no exento de ironía (el filtro folclórico de Till
Eulenspiegel) que circunscribe la riqueza analítica de Marx y la
experimentación artística de Eisenstein a una legendaria Antigüedad; una
manera de preservarlos del fango económico y cultural de nuestros días
(una forma de olvidarlos); una manera de convocarlos, de reanudar sus
utopías políticas, sociales, económicas y estéticas, en tanto que mitos
fértiles -una “mina imaginaria” en palabras de Kluge- con los que leer
el presente (una forma de recordarlos). Nadie ha quedado más cerca de
realizar esas “películas como esferas” de las que hablara Eisenstein que
Kluge y Godard.
Reseña de Alfonso Crespo
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