martes, 2 de febrero de 2016

RESEÑA DEL LIBRO "LOUIS ARAGON Y ESPAÑA", DE PERE SOLÀ SOLÉ

Louis Aragon y España
Pere Solà Solé.
Prólogo de Àngels Santa
Editions de la Universitat de Lleida

Un editorial de l’Humanité de diciembre de 2012 recordaba la trayectoria del escritor y militante Louis Aragón, actor y testigo de una época, en la que dejó constancia de sus acentos épicos e íntimos inscritos en su escritura que supo y pudo desarrollarla por encima de sus propias contradicciones sociales, personales y políticas. Vivió en un tiempo en el que el compromiso de los intelectuales no encontró, a veces, caminos de entendimiento, pero sí de polémicas y debates con rasgos trágicos de ruptura y de incomprensiones, pero también de comportamientos personales, aunque la mayoría de los escritores supieron estar a la altura de las circunstancias históricas cuando éstas demandaron estar unidos frente a la barbarie fascista o nazi.

Sobre su relación con España, Pere Sòla, autor de este libro, profesor en la Universidad de Lleida, ha investigado sobre la vinculación de Louis Aragón con España en los años veinte y treinta del pasado siglo. Una aventura de grandes dificultades por la prometeica obra y vida de Aragon de las que Pere Solà su autor las solventa alejándose del academicismo, a pesar de la exhaustiva investigación que sostiene su estudio y la cortesía de ofrecernos siempre los textos en francés, traducidos al español, cuando son pertinentes para la compresión del relato.

La exposición se articula en varios apartados en torno a criterios cronológicos: 1º. Los años 20. Una década prodigiosa. 2º. Los años 30 y época de compromiso y de lucha de 1940 a 1982. 3º Años de guerra y de solidaridad en la que se incluyen los de la Segunda Guerra mundial, y cuarto apartado en la que se explican las relaciones que Louis Aragon tuvo con Rafael Alberti y María Teresa León, y los recuerdos y homenajes a Antonio Machado, Federico García Lorca y a su “sueño de Granada.”

Sobre un fondo histórico el autor teje su evolución poética desde su paso por el movimiento Dadá y su compromiso político que se inicia en 1919 cuando fue testigo de una huelga de mineros alemanes. Este hecho se concretó en lo literario, primero, con adscripción a la corriente iconoclasta de Dadá, para inscribirse más tarde en el Movimiento Surrealista que en un periodo de gran interacción y complejidad política y artística se va distanciando hasta llegar a la ruptura total. Es en esta época, concretamente en 1925, cuando viene por vez primera a España con una obra ya reconocida de la que habían dado cuenta las revistas de literatura de las vanguardias españolas. Pere Solà señala que Aragon en su manifiesto Declaración del 27 de enero de 1925, por primera vez une las Palabras Surrealismo con Revolución para mejor comprender así el significado de la conferencia que pronunció en la Residencia de estudiantes: Acabaremos con todo. Y en primer lugar destruiremos esta civilización que os es tan querida en la que sois modelados como fósiles en el mineral, fragmento cuyo tono explica el malestar del surrealista ante la sociedad burguesa y ante la guerra colonialista que estaba a punto de empezar Francia en el Rif y que fue contestada por el grupo de poetas surrealistas y en la que también intervino España.

En 1926 Louis Aragon vuelve a Madrid en compañía de Nancy Cunard con la que viviría una turbulenta historia de amor y en donde percibe el ambiente clerical español, negativa impresión que supera con el viaje a Granada donde permanecerán durante tres días. Ya en Madrid, tras una disputa amorosa, decide quemar el manuscrito de 1500 páginas de Defense de l’infini. Un recuerdo de este viaje, que rememora en el poema “Chant de la Puerta del Sol”, es cuando escuchó a un chico cantar quedándose sobrecogido ante el quejido del canto del niño: “Es el grito del pueblo mártir / que os hunde en la espada / el puñal del jondo”.

En 1928 se produce el encuentro con Elsa Triolet, un encuentro decisivo por el cambio que experimenta en su trayectoria política y poética y que se irá consolidando con las sucesivas visitas que ambos hicieron a la URSS. En su primer viaje asisten al II congreso Internacional de Escritores Proletarios y Revolucionarios (Járkov, 6 al 15 de noviembre de 1930) en el que pronuncia dos discursos polémicos que fueron rechazados por los poetas del grupo surrealista por sus evidentes contradicciones que resolvió con su artículo “El surrealismo al servicio de la Revolución” y que significó la ruptura con el grupo, acción antisurrealista que subrayaba con el libro Pérsecuté Persecuteur (1931). Años más tarde, en 1974, realiza una autocrítica de este viaje a la URSS: “He pagado muy caro el vértigo soviético en poder, en tener, que decirlo”, aunque años antes había confesado a P. Eluard: “No, Paul, no tuve razón contra ti ni contra André (Breton)”.

Después de la vuelta de la pareja, Louis y Elsa, de Moscú en 1933 donde habían permanecido un año y donde habían descubierto el poema “Granada” del poeta Svetlov, posteriormente traducido por Alberti, en agosto de 1934 vuelve para asistir al I Congreso de Unión de Escritores, junto a una delegación de escritores franceses en un momento en el que el estalinismo imponía su ley, y donde se establecieron los principios del realismo socialista. Louis Aragon fue uno de sus principales impulsores de esta tendencia o doctrina. En 1935 escribió Le realisme socialiste, aunque al cabo de los años, como señala Pere Sòla muy bien documentado, se produce un cambio sustancial. Una etapa en que no solo hace apología del mismo, sino que además construye con varias novelas el ciclo Le Monde reél.

Louis Aragon y Elsa aún estaban en la URSS cuando se produjo el Golpe de Estado contra la República española del que tomará conciencia de su trascendencia cuando llegan a Francia para inmediatamente comenzar a organizar las primeras medidas desde la Asociación Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura: representaciones teatrales, artículos, la llegada de la Cobla de Barcelona, orquesta a la que acompaña en su gira por toda Francia, actos que pretendían dar a conocer la cultura española. Al margen de estas actividades, una comisión formada por Aragon, Elsa, Gustav Regler, Kurt Stern y Maurica Theullir y el chófer deciden viajar a España donde estuvieron diez días, que fueron descritos más tarde en el artículo Dix jours en Espagne de Elsa Triolet. Barcelona, Valencia, Madrid… fueron un capítulo pleno de conocimiento y compromiso: “Yo me comprometo en tanto que haya sobre la tierra d’Espagne un fascista armado, un enemigo del pueblo español, a dar nuestros días y nuestras noches, todos nuestros pensamientos, todos nuestros sueños, toda nuestra fuerza, toda nuestra acción, para sostener vuestra lucha… Nos convertiremos en portavoz de vuestra gloria…” palabras dirigidas por Aragon en un mitin organizado por la Alianza de Intelectuales (25/10/1936).

Cuando regresa a París, su actividad no cesa desde diversas plataformas como la revista Commune en la que se publicaron poemas de poetas españoles y en la que ratificó la convocatoria del II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas en defensa de la cultura y la “Déclaration des intélectuels republicans au sujet des évenements d’Espagne”. Nunca le faltaron críticas a Aragón por su defensa del estalinismo, pero también la publicación en estos momentos de su artículo “Vérités élementaire” contra los trotskistas españoles, como otras actitudes y escritos, aunque de algunos escribió años más tarde las autocríticas correspondientes, fenómeno que pone al descubierto la complejidad de una época en la que nadie pudo decir que estaba au dessus de la melée.

Aragon y España, además de lo escrito, no se puede olvidar que a lo largo de su vida España está presente en sus libros de poemas, fundamental Les yeux d’Elsa, donde encontramos su sueño de la capital andaluza y también en sus homenajes a poetas y pintores como Joan Miro y Picasso. No falta en este libro un capítulo dedicado a la Resistencia en Francia durante la ocupación nazi, donde sus poetas, como aquí durante la Guerra civil lucharon contra el invasor con poemas que han quedado en la memorabilidad de la historia.

Este estudio de Pere Sòla Solé se merece la atención historiográfica por su rigor, profundización en las fuentes, narración de los acontecimientos y porque se aleja de la hagiografía al no esconder ni silenciar aquellos errores que Louis Aragon incurrió en su vida.

Antonio José Domínguez

Fuente: Mundo Obrero

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