jueves, 11 de febrero de 2010

EL PC DE CHILE HOMENAJEA AL ESCRITOR VOLODIA TEITELBOIM A 2 AÑOS DE SU MUERTE


A 2 años de su muerte, el Partido Comunista junto a su presidente, Guillermo Teillier, homenajearon al escritor y ex dirigente, Volodia Teitelboim, en el Cementerio General.

Además, se anunció el próximo homenaje que rendirán a la histórica dirigenta comunista, Gladys Marín.

El escritor, abogado, periodista, y ex dirigente del Partido Comunista, Volodia Teitelboim, fue homenajeado ante un centenar de adherentes en el Cementerio General.

El presidente del Parido Comunista, Guillermo Teillier, recordó la obra del escritor a 2 años de su muerte y resaltó “su gran capacidad para vislumbrar el futuro del país, su gran capacidad intelectual, pero principalmente su gran sencillez”, señaló el timonel del PC.

En tanto, la poeta y miembra de la Sociedad de Escritores de Chile, Isabel Gómez, recordó su experiencias literarias junto al ex escritor y destacó el legado que dejó en nuestro país.

Al final de la ceremonia los asistentes entonaron el himno de la Internacional Comunista y depositaron los restos de Teitelboim en un mausoleo definitivo.

En tanto, anunciaron que para el 11 de marzo en el Parque Italia de Valparaíso, se realizará un acto en homenaje a la ex dirigenta comunista, Gladys Marín, tras 5 años de su muerte.

Teitelboim cumplió importantes roles dentro del Partido Comunista, desempeñándose como diputado y posteriormente como senador de la República, entre 1966 y 1973.

Sus libros más destacados son “Hijo del Salitre, “La semilla en la Arena” y sus biografías de Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Gabriela Mistral.

Además, recibió el Premio Nacional de Literatura 2002, el Premio de Ensayo otorgado por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura en 1993, y en 1996. También el Gobierno de Chile le otorgó la Orden Gabriela Mistral en el grado de Gran Oficial.

"PABLO NERUDA: RUPTURA Y COMPROMISO"

Palabras del intelectual chileno Volodia Teitelboim en la Sala Che Guevara de la Casa de las Américas.

“Quiero hablar precisamente de Pablo Neruda, un poeta de la libertad. De alguna manera él se ha hecho presente, de antemano, en Casa de las Américas, porque su centenario fue conmemorado de distintas maneras. Ahora tapiza los muros de esta Casa. Esta exposición solo estuvo antes en el mundo en una ocasión. Nació en París, dentro de la Maison de Amerique Latine. Ahora por primera vez en el continente americano. Y esta vez es, justamente, la Casa de las Américas que lo prodiga, que ha impreso un tríptico hermoso, donde se explica su sentido por las palabras de Alejandro Canseco-Jerez y de Fernández Retamar. Hay muchos analistas de Neruda, posiblemente sean miles, y en este año número cien del poeta en muchos países de la tierra se le dio un homenaje, que no era un homenaje simplemente ceremonial para festejar un cumpleaños de un siglo. Mereció ahondar en la vida de este muchacho como se verá en las fotos. Nació pobrísimo y nació de una ruptura dolorosa. Quiero ordenar un poco lo que se diga aquí en el sentido del Neruda: puntos de ruptura o puntos de quiebra en su vida y en su obra. Esto no siempre se hace, mas bien se oculta. Enfrentémonos al primer dogma equivocado. Neruda fue un poeta que llegó tarde a la política. Y algunos se solazan con ello, porque esta política perversa habría afectado la calidad de su poesía. Son mitos. Yo quiero aquí hablar de un muchachito que ya tiene sus dramas. El doce de julio de 1904 ha nacido este pequeño en una aldea lejana, lluviosa de Chile, donde parecía destinado a que nadie supiera nada de él en su vida. Se hizo famoso por su poesía, pero su nacimiento le costó la vida a la madre. Él nació ese doce de julio de 1904 y en el mes de septiembre su madre falleció. De tal manera que fue un huérfano temprano que buscó a la madre. Y la buscó siempre hasta la edad madura. Se sentía incompleto, sentía que su vida lo había dejado un poco en el aire. Simplemente era una ruptura demasiado dolorosa. Y él buscó a la madre, incluso siendo un hombre maduro, él busca su amor con mujeres, generalmente, maduras. Como fue La Hormiga, Delia del Carril que lo sobrepasaba en más de veinte años. Pero así como hay mujeres que pueden ser madres no solo de criaturas sino también de gente madura, hay otras que sienten el llamado de su propia generación. Así sucedió con una novelista chilena, María Luisa Bombay, a la cual el poeta pretendió en cierto momento y lo rechazó, porque no había nacido para ser mamá de hombres grandes. Forma parte de la realidad de la vida. Pero Neruda siente también una segunda ruptura. Es el cambio de espacio. Es el cambio de su lugar en el mundo. Había nacido en Parral, un pueblo relativamente pequeño de la zona central, donde había sol y lluvia; había cuatro primaveras muy detalladas y precisas. Su padre, un hombre con dificultades económicas, desolado también por su viudez, decide por consejo de un amigo, viajar más al sur. Ese más al sur es el fin de la civilización de todo el mundo, no solo de Chile, se le llama La frontera. Por qué se le llama La Frontera porque hasta allí llegó la conquista, que fue detenida por los araucanos. La etnia aborigen posiblemente más belicosa y con más sentido de la independencia. Vivían todavía el comunismo primitivo, donde todo era común. Se contaban numerosísimas tribus que solo se unían para rechazar a un enemigo común, aquel que sencillamente amenazara su independencia y su libertad. Esto de alguna manera lo marca. Cuando tiene cuatro o seis años es trasladado a Temuco, la ciudad más joven de Chile. Fue el fruto, el desquite o la fortificación de la llamada civilización blanca. Es una zona que hasta ese momento había sido dominada por los aborígenes, que no permitían el acceso más al sur. Neruda pequeño llegó allí y conoció a la “mamadre”, o sea a la segunda esposa de su padre. Es curioso, en ese pueblo naciente –tenía veinte años cuando Neruda llega-, entre las primeras visiones de su infancia, está acostado en alguna manta indígena para mirar los incendios de un pueblo que nacía y tal vez moría con los incendios que devoraban rápidamente las construcciones que eran todas de madera. Allí también vio el comienzo y el fin. Encuentra que ese poblado se parece a la democracia. Pero al rato de su primer enamoramiento, que fueron varios, él descubre que esta democracia popular se va diluyendo para ser reemplazada por la sociedad de clases. Se distingue a los que están en la sociedad y a los que están fuera: ricos y pobres. Neruda está fuera de la sociedad. Es hijo de un conductor de tren rastrero, es pobre, está mirando el mundo. Pasamos entonces a una segunda ruptura en su vida: el descontento con el poblado pretencioso. Incluso eso lo castiga sentimentalmente, porque él ha conocido a una muchacha, Marisol, que pertenece a los ricos. Le habla del amor, él le dedica poemas. Porque toda su poesía es autobiográfica, utilitaria y deliberada, tiene un fin. Por eso hay que decir que si se quiere conocer a fondo quién fue Neruda, hay que recurrir a su poesía. Su poesía es como una autobiografía disfrazada. En todos los poemas, él esta estampando alguna experiencia vital que la recubre o la eleva, le da carácter literario. Naturalmente no es una poesía biográfica, sino que es una recreación poética. Segundo mito, el del Neruda apolítico que solo después de la guerra de España viene a conocer la política. En verdad no fue así, y esto es materia de investigación. Porque aunque haya un mundo de referencias, análisis a propósito de Neruda, todavía quedan muchos huecos. Esa familia cambia de la mamadre que fue bondadosa con él, por eso nunca quiso llamarla madrastra e inventó la palabra mamadre, a un inductor político sobre el cual se ha hablado poco y es digno de reconstituirse en lo posible. Se llama Orlando Mason. Es un norteamericano que ha decidido huir de la justicia, y llega hasta el fin del mundo. Llega a Temuco. Conoce a una de las hermanas de Micaela y se casa con ella. ¿Quién es este personaje? Es una página curiosa que hay que investigar más a fondo. Este norteamericano viene escapando de algo, porque es un anarquista, en los tiempos, principios del siglo XX, en que ser anarquista era como hoy ser terrorista. El se siente en peligro y perseguido. No sé que problemas tuvo en Chicago, por qué lo abandonó y decidió ir donde nadie lo buscara, en Temuco. Pero pronto Mason da lugar a lo que le interesa. Funda un diario, La Mañana, el primero fundado en esa zona, y además, escribe el primer libro de versos que se publica en esos finales del mundo, que él llama Flores de Arauco. En el diario, naturalmente, él dice lo que piensa y tiene un corresponsal, jovencísimo, que es su sobrino, que es Neftalí Reyes. Y comienza, no a escribir poesía, sino a ser como un cronista que está criticando la ciudad en la que vive. Y lo hace con el vocabulario crudo de los anarquistas, incluso, en época muy temprana él habla contra el capitalismo explotador, y también tiene mucho ripio que caracteriza este lenguaje de lucha y combate, antes de ser poeta. Pero también el anarquismo sostenía un tema que era profundamente literario. El anarquismo quería al hombre libre, algo venía de Francia, donde un gran poeta había escrito “Hombre libre tú siempre amarás el mar”. Y Neruda lee, vorazmente, poesía francesa, a la cual privilegia sobre la poesía española de ese tiempo en Chile. Y también él tiene el ideal humano del hombre libre. Es decir, rechazará la sociedad impuesta y lo hará con entera libertad. Incluso con entera libertad en cuanto a vínculos personales. Y esto lo lleva a la poesía. Neruda reconoce una primera fama local, y yo en ese momento era un muchachito que conversaba con los adultos. Su ideal de hombre libre era el marinero, el que siempre estaba de viaje, el que no contraía ningún vínculo que pesara sobre su derecho a la libertad total, también libertad en el amor. Y esto influye en su poesía. Porque es la vida la que determina el giro de su poesía. En ese tiempo, siendo ya un muchacho, a los diecinueve años va a publicar su primer libro Crepusculario. Asombra por la madurez de la expresión y el control de la poesía. Ya había aprendido mucho de la poesía europea. Esto fue lo primero que escuché yo en el pueblo. Un amigo, empleado de tienda de ese tiempo, me dice “anoche estuve en un prostíbulo y allí oí unos versos que me gustaron. ¿Qué versos fueron los que te gustaron?” Eran los versos del personaje símbolo de la libertad, del viajero, el marinero. “Amo el amor de los marineros que besan y se van, en cada puerto una mujer espera, los marineros besan y se van. Y una noche se duermen con la muerte en el lecho del mar”. Este poema fue, como se dice en la prensa con palabras norteamericanas, un hit parade. Desbordó el público, y aquella gente que nunca había leído un poema, estaba entusiasmado con esto. Y pregunté “quién escribió esto. No sé”, me dijo. Es decir, que su primera poesía nació como una poesía anónima, casi folclórica, sin serlo, pero con la divisa del hombre libre. En este libro él seguramente responde a actitudes de su vida. Este poema habla y dice de un problema respecto de una paternidad de un muchacho que no quiere ser padre, asumir esa responsabilidad. “Amada, yo no lo quiero para que nada nos amarre, ni la palabra que (…) aromó tu boca, ni tus sollozos junto a la ventana.” Es decir con décadas de anticipación, él propone la institución del aborto, para hablar prosaicamente. Esto lo explica su primer libro, Crespusculario. Tiene diecinueve años. Luego al año siguiente, publica un gran libro, que fue el más popular de toda su obra, Los veinte poemas de amor y una canción desesperada. Subjetivamente, el poema número uno que abre este libro es un mentís a aquel poema, porque este es un poema sensual, “cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, te pareces al mundo en tu actitud de estrella, mi cuerpo del abrigo salvaje te socava y haces saltar un hijo del fondo de la tierra.” O sea se convierte en partidario de la paternidad que le resultó dramática y que él persiguió toda su vida. Este Neruda hace de la poesía siempre su confidente, transfigurada desde luego en su esencia poética, la cual descubrió como un don desde muy temprano. Y luego viene la ruptura con la familia, de alguna manera. Su viaje a Santiago, a la capital, donde lo posee la virtud radiante, la imagen esplendorosa es para él el descubrimiento de la mujer. Es el amor estudiantil, es la pasión retribuida, versos armoniosos, incluso, dulces. Pero él no obstante ser un poeta manifiestamente popular quema sus naves, no quiere repetir esta hora tan bien recibida, permanece siempre partidario del cambio, de la libertad. En ese mismo tiempo escribe otros libros, como El hondero entusiasta. Aquí hay una especie de amor por la naturaleza y todo ese amor era de una audacia muy peligrosa para ese tiempo conservador. Este libro es el producto, él mismo lo dice, de la juventud excesiva y ardiente. Y mucha gente le advierte que no debe publicar porque se va a perder ese amor gozoso, profundamente sentimental, con algunos tributos todavía pendientes al modernismo rubendariano y que debe dejarlo estar. Es así, lo publica solo diez años después. Pero él siente que esa poesía que se escribe en el año 24 es contemporánea de la revolución estética que desde París, sobre todo, comienza a comunicar sus rayos a todo el mundo. Él siente que no puede quedarse atrás, siempre investigar, siempre explorar, avanzar hacia espacios desconocidos. Entonces este libro El hondero entusiasta es un paso más adelante y dará un paso más audaz sobre un libro que él mismo llama ‘el patito feo de mi poesía’, que es Tentativa del hombre infinito, que es un libro posmodernista, es un libro del cambio, de la ruptura de la rima, es un libro sin puntos ni comas. Es decir que es lo que desde París están pidiendo los renovadores con el caso de un chileno que se fue para allá para también intentar comandar ese lote avanzado en el campo de la poesía que era Vicente Huidobro. Neruda no tenía dinero para eso, pero vivía la alegría de la juventud, incluso la bohemia desenfrenada. Esa bohemia desenfrenada era una consecuencia de esa concepción del hombre libre. Este hombre libre podía dejar de comer por dos días, pero no podía dejar de beber cada noche. Y eran borrachos, creadores, y estimaban la vida desornada, la vida que rechazaba el orden dentro de sí misma, la responsabilidad. Era como un defecto burgués, y esta doctrina venía desde Paris, donde los grandes maestros –Verlaine y tantos otros– rompían con ellos. Neruda siente, y es un atractivo muy fuerte pero también muy peligroso porque no comer sino cada dos días y emborracharse todas las noches, parece que desde el punto de vista médico no fue recomendable. Eran todos muchachos de veinte años y esos muchachos de veinte años en una época en que, así como el sida es hoy un fantasma, la tuberculosis lo era. La tuberculosis había asesinado a su madre, pero sobre todo, la tuberculosis hacía presa de los jóvenes, era temible. Pero su compañero de recitales en las escuelas universitarias, así se usaba entonces, ir de escuela a escuela recitando poemas, cuando tenía veinte años se murió, y se murió, digamos así, por esa vida caótica, terrible. El entonces quiere salir. Quiere irse a esas tierras donde el tsunami acaba de hacer el mayor desastre. El llegó allí, no sabía donde iba, y se encontró con la soledad más espantosa. Entonces, estaba en un dilema existencial, para ampliar en palabras grandes, ser o no ser. Ser consumido por el paisaje abrumador, por el hecho de ser el mismo un intruso que no sabe el lenguaje, en un continente donde nadie habla español, donde pasan años sin que llegue nadie de esas tierras, hablando esas lenguas, porque no era todavía la época del turismo. El latinoamericano estaba en Latinoamérica, no iba al Asia de ninguna manera. Pero él estaba en el Asia, con un cargo de remuneración esporádica, porque tenía que patentar en esas islas las partidas de té para Chile o de velas, y cuando había un barco que las trasladaba entonces él tenía que intervenir con la voz de autoridad, pero si no había barco para esto, él no percibía sueldo. Allí, esto es muy interesante para mí, él hace su propia defensa de ser humano en tierras inhóspitas y extrañas sobre la base de que va a cambiar su poesía. Y si muchos hacen su operación de vanguardia en Europa y algunos en América Latina, él la hará en el Oriente, repudiando la realidad que están viviendo porque la miseria es horrible. Él no festeja ni aplaude esa sociedad donde la inercia, el nirvana son los grandes objetivos en que el hombre se consume y desaparece. Porque él es un hombre del extremo occidente y siente que el hombre debe cambiar esas realidades espantosas. Para eso él no tiene ninguna aliado, salvo algún nativo con dinero que ha sido a Londres y cada ciertos meses le manda un saco de libros publicados en inglés. Y él penetra profundamente en la literatura inglesa, en la poesía de Shakespeare, de John Donne, y también novelistas modernos. Él hará entonces no su vanguardia al estilo y lenguaje parisiense, sino a un estilo propio, en solitario, socorrido por algunos textos que vienen desde lejos. incluso lee varias veces a Proust, hecho que casi no se cita en los libros sobre él. Si alguien tuviera la paciencia y al audacia de mirar ambas obras sobre todo, reconocer en algunos textos de Residencia en la tierra, que es un libro expresivo del cambio profundo, algunos dicen del surrealismo suramericano, y eso es perfectamente posible. El cambia su poesía y la hace profundamente interior. De un hombre que llega a conclusiones bastantes duras. Como decía un verso, “sucede que me canso de ser hombre”. El tiene un estremecimiento cuando recibe desde Chile la noticia que un muchacho se ha suicidado y que dejó abierto sobre su lecho de muerte el verso “sucede que me canso de ser hombre”. Entonces él llega a una conclusión absolutista y también errónea, él solo escribirá obras con una sonrisa, con una risa, cambiando lo que había dicho, porque en un prólogo a un libro Afán del corazón, de su amigo Ángel Cruchaga Santa María que viene a casarse en Chile con la mujer que Pablo ha querido, él le manda esta grandeza, un prólogo en que le dice que aquel que solloza entra a la casa de la musa poesía, pero el que no entrara nunca es aquel que ríe, o sea que tiene la carcajada de Aristófanes. Recomendaba la tristeza como elemento poético. Esta noticia lo hace sentirse culpable y declara que escribirá cosas optimistas. Incluso le da a un editor húngaro la orden de que no publique nada de su obra anterior. Lo cual es una muestra de sectarismo fenomenal. Yo tuve la fortuna, años después, de que acompañándolo a un recital en un Liceo, las alumnas le pidieron que leyera Veinte poemas de amor… y él sacó del bolsillo ese tomito delgado y empezó “Me gustas cuando callas…..” El revisó eso, porque la gente impidió la pena de muerte para toda la poesía anterior. El, desde la India, ha llegado a ciertas conclusiones. La poesía está cambiando en el mundo, y yo voy a contribuir a ella. Todavía no habla de política. Es el antiguo muchacho anarquista que nunca militó como tal, parece que los anarquistas no tienen militancia. Simplemente la poesía es lo más importante. En esa poesía él va pronunciar una voz independiente y convocará a otros a seguirlo. Este cambio completamente profundo lo va a producir España. Cuando él llega por fin a España, encuentra a sus coterráneos, a García Lorca, que ya lo había conocido en Argentina y le había dicho que tenía que ir a España. Hay una generación nueva, la de los poetas del 27 que lo reciben clamorosamente. El siente que en España lo tratan mejor en Chile, donde había mucha polémica, muchos ataques, en los cuales yo, un mozo imberbe, tuve algo que ver en aquel tiempo. Pero España es muy importante en el punto de quiebra y de ruptura. Allí reina en gloria y majestad la generación madura, y el gran representante es Juan Ramón Jiménez, un poeta que Neruda admira. Pero cuando los jóvenes poetas españoles le proponen que sea director de una revista llamada El caballo verde, él acepta. Y allí publica un texto que es un manifiesto sacrílego, casi indecoroso, llamado “Por una poesía sin pureza”. Allí plantea que todo lo existente puede ser materia poética, por muy prosaico que sea, si lo toca un poeta lo convierte en un poeta, en poesía legítima. Propone una revolución en la poesía, una revolución democratizadora. Así como el rey Midas, según la leyenda, convierte en oro todo lo que toca, un verdadero poeta puede escribir sobre el tema aparentemente más vulgar y transformarlo en poesía. Esto indigna a Juan Ramón Jiménez quien escribe en el periódico y dice que Neruda es un gran gran mal poeta, porque al fin y al cabo es la lucha de dos tendencias. En el fondo es un llamado también a la insurrección. Después de la victoria del franquismo y la instauración de la República, el propio Juan Ramón viene a América. Dice que al llegar a América en introducirse en la división de las aguas del Atlántico, se dio cuenta de que Neruda correspondía a ese mundo en el tercer día de la creación, caótico, porque su poesía era también caótica, y le devolvió la condición de poeta legítimo. Cosa que Neruda agradeció. Esta idea el la llevó muy lejos. Tuvo discusiones a fondo en México, país que adoraba por su colorido, su fuerza, México es un país hacia abajo, donde están múltiples civilizaciones sepultadas, y él las quería conocer. Allí algunos poetas, incluso Paz, están preparando una antología y le consultan a él. El dice aquí faltan dos poetas, no está Nicolás Guillén, ni León Felipe. Suscita la polémica, el va también tras la transgresión de los modelos marmóreos de la gran poesía sublime, de ese gran templo sagrado, donde nadie puede penetrar sino es poesía, digamos decorosa, profunda. Nada de que lleguen forasteros, intrusos, gente grotesca, insultante que también penetre en la casa de la poesía. Neruda sostiene esto, de alguna manera, al anti poesía que siempre sea poesía, mirada del otro lado, de la otra cara de la luna. El lleva siempre esta polémica y la practica. Residencia en la tierra permite la entrada a la libertad, esta libertad él le va a descubrir como necesidad en España, sobre todo a raíz de la guerra. Cuando Neruda acepta dirigir la revista de los poetas jóvenes, y la llama El caballo verde, el padre de Aitana, Rafael Alberti, le dice, qué significa el caballo verde, y el también dirige una revista distinta que se llama El mono azul, entonces le explica, bueno, yo soy apolítico, lo cual no era mucha verdad, pero tenía la política un poco dormida, España me cambió los ojos, me cambió la visión de la vida. El lo dice magistralmente en uno de los poemas de su libro que Alberti considera la expresión poética máxima producida por la guerra de España y es España en el corazón. Allí en un poema casi didáctico pero hermosísimo literariamente, cuando le preguntan por qué no sigue escribiendo sobre los volcanes de su país natal, él dice voy a explicar todo lo que me pasa, lo que pasa es que yo tenía una casa llamada la casa de las flores, el cuadro feliz de la España anterior a la sublevación franquista, y de repente, viene la sangre, ver la sangre correr por las calles, simplemente como sangre de niños, esto cambia todo. Y él a través de ese libro España en el corazón llegará más tarde al Canto General. El poeta entrará de lleno en la historia y en la historia grande, algunos dicen pretenciosa, ambiciosa. Por qué el inicialmente piensa en un libro sobre el canto de Chile, luego fue el canto de América Latina, finalmente solo el Canto General. Pero allí es el mundo el que interviene, son sus luchas, sus pasiones, aversiones, sus entusiasmos, son sus castigos a los felones, especialmente representado por el presidente traidor de Chile. Lo hace asumir como un prehistoriador que empieza con la descripción de la América que el hombre nunca ha pisado. Es un gran continente vacío donde su majestad es la naturaleza involuntaria. Luego la llegada de los cantos del norte, desde Alaska hasta ocupar toda América, hasta llegar a los hielos antárticos. Pero junto con la grandeza de la descripción poética, histórica, también solventa pasiones que algunos estiman pequeñas respecto de traidores, pero siempre a quienes castiga son seres que merecen el castigo, desde el punto de vista de la traición a los grandes ideales y de la persecución a los pueblos. El tiene una conducta clara frente al imperio, pero reconoce en un poeta, que es su precursor, uno de sus maestros, Walt Whitman la grandeza de las hojas de hierba, que son muy influyentes en su poesía ciudadana, porque ha dado carta de ciudadanía al tema humano, al histórico, a las luchas, a los hombres. Eso no significará para Neruda el olvidar en su poesía ulterior que siempre viene el cambio. Vienen textos como Estravagario, del dominio del humor, porque hay que reírse, reclamar el derecho a la alegría. No hacer de la vida una pura tragedia y solazarse con la desgracia. El es un optimista, un optimista histórico. Vienen muchos libros, libros que son una continuidad distinta porque se refieren al mundo que ha cambiado el sistema, pero retorna a todos los sentimientos y a todas las pequeñeces de las cosas, porque él, según se dice, fue también un poeta cosista. Y todo lo que existe en la tierra y el mundo merece ser cantado. El es un gran admirador no solo de la madre naturaleza que conoce en profundidad, sino también es un continuador y admirador del mundo paralelo que ha creado el hombre desde que apareció en la tierra. Sus libros de odas a ratos parecen una especie de gran índice de lo existente, porque él siempre miró más lejos y tuvo la idea de la grandeza y de la diversidad de su poesía. Neruda fue un político que cantó a la política y la defendió. Fue un militante comunista, llegó al Partido cuando tenía 41 años. Los comunistas chilenos se enorgullecen de eso. Hay poetas fundadores, que son padres de su país. Sin duda que en Cuba Martí es un padre de Cuba, y yo creo que también Fidel es un padre de Cuba. Es decir hacen la nación de nuevo y la piensan en grandeza más allá de su individualidad. Neruda fue un padre de la patria porque soñó un Chile libre y soberano. Es el antiguo hombre libre, el muchacho libre de la juventud que quiso ser. Hay una consistencia profunda que lleva desde la niñez hasta la hora de su muerte. Porque cuando se producen grandes desastres, él muere en 1973, y un autor francés Eluard, dijo entonces, “murió de muerte nacional”. Otros más ambiciosos dicen, “murió de muerte mundial”, porque también la libertad está en peligro. Cuando acudieron presurosos para ofrecerle la corona de la traición, él la rechazó airado, y dijo “jamás yo aceptaré recibir la corona del renegado”, y esto tiene un sentido en el mundo contemporáneo donde no faltan renegados, bien provistos y bien recompensados. Pero están también los hombres libres, las mujeres libres, los soñadores. Neruda, enfermo de cáncer, un mal que los médicos descubrían y pronosticaban que seguía un desarrollo lento, a menos que interviniera algún desastre fisiológico o desde fuera viniera también un golpe demoledor, ese golpe demoledor vino para Chile donde el estaba el 11 de septiembre de 1973. Estaba en el lecho muy inquieto y hablaba de esto con su mujer y le decía, en un estado un tanto febril, “los están matando, los están matando, los están matando”. Y Matilde decía “Pablito, cálmese, cálmese, usted es un gran poeta, no le harán nada”. “Yo estuve en España y también mataron a García Lorca, no respetan nada”, así fue como murió. Debía tener unos funerales como los de Víctor Hugo en Paris, con millones de personas, pero su muerte fue de tragedia griega a lo latinoamericano con sus golpes de estado y sus desastres. La casa fue arruinada, no había donde velarlo y lo velaron en una casa con los vidrios rotos. Habían soltado un canal para anegarla, pero se veló allí. Eran las horas en que la muerte andaba libre entre los cadáveres. El toque de queda empezaba temprano, pero algunos amigos acompañaron a la viuda a velarlo y al día siguiente aparecieron unos muchachos jóvenes a montar guardia de honor. Cuando salieron al cementerio vieron que estaban rodeados por las tropas y que los miraban las metralletas que en ese día tenían licencia para matar. La gente salió con Neruda al campo santo en silencio. El silencio duró un rato. Alguien detrás de las ventanas podía hacer un saludo, pero ellos sabían que eran suicidas, que estaban desafiando la muerte para acompañar a su poeta. Pero el poeta los había acompañado a ellos. Ellos no le faltarían al poeta. Así en el camino fueron juntándose más gente hasta hacerse una multitud silenciosa. Rompió el silencio una voz en tono de mujer que dijo “Pablo Neruda, presente”, y la gente gritó “Presente, ahora y siempre”. Más allá de nuevo “Neruda”, más allá “Salvador Allende”. Pasaron frente al Instituto Médico Legal, cerca del cementerio, y alguien gritó “Por Neruda, por Allende y también por Víctor Jara”, que había sido asesinado en un estadio que ahora lleva su nombre por presión de la población. Entraron muchos diplomáticos que querían tener de escudo aquellos que se estaban jugando la vida con su presencia. O sea la muerte del poeta fue la primera manifestación política contra la dictadura. Murió como nació y como vivió. Yo no soy partidario ─no creo que ninguno de nosotros─ de endiosar a nadie, pero hay que respetar y reconocer lo que fue. Hay miles de poetas en el mundo, dignos, grandes, y creo que los poetas tienen un sentido, porque muchos de ellos dejaron también estampada en la poesía su visión del país y del mundo que tenían, Cuba los tiene en abundancia, en primer término, Martí; entonces consideremos que la poesía es nuestra amiga y anda por todas partes. Hoy ha estado, ayer lo estuvo a través del Premio Casa de las Américas en esta Casa. Pero seguirá estando. Neruda entra a su segundo centenario porque él vivirá mientas viva su poesía.”

Fuente: La Ventana

ACCESO AL LIBRO DE VOLODIA TEITELBOIM "AMANECER DEL CAPITALISMO. LA CONQUISTA DE AMÉRICA": http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/1943/teitelboim_v/html/index-frames.html



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