Título original: Sexto aniversario
Director: Julio García Espinosa
Guion: Julio García Espinosa
Asistente de dirección: Guillermo Cabrera Infante, Fausto Canel, Saúl Yelín.
Producción: Juan Carlos Osorio
Fotografía: Jorge Herrera, Arturo Agramonte
Música: Juan Blanco
Edición: Julio García Espinosa
Sonido: Eugenio Vesa.
País de producción: Cuba
Productora: ICAIC
Año: 1959
Duración: 18 min.
García Espinosa conmemora los seis años transcurridos desde el asalto al Cuartel Moncada, pistoletazo de salida de la Revolución Cubana.
SEXTO ANIVERSARIO (1959), de Julio García-Espinosa.
Dentro de la historiografía relacionada con el cine cubano, el documental “Sexto aniversario” figura como el primero realizado íntegramente por el ICAIC. Ya antes se habían estrenado “Esta tierra nuestra”, de Tomás Gutiérrez Alea, y “La vivienda”, de García-Espinosa, pero aunque ambos filmes fueron concluidos por el ICAIC, los créditos de producción pertenecen a la Dirección de Cultura del Ejército Rebelde, que fue donde comenzaron a filmarse.
“Sexto aniversario” registra ese momento histórico en que medio millón de campesinos de diversos lugares de la isla, acuden a La Habana el 26 de julio de 1959 con el fin de festejar lo que fue, seis años atrás, el asalto al Cuartel Moncada. García Espinosa ha evocado la experiencia del siguiente modo:
“En marzo se hizo la ley mediante la cual se creaba el ICAIC. Fue la primera ley que se hizo sobre la cultura. En julio yo dirigí “Sexto aniversario”, primer documental realizado por el ICAIC. Todo me parecía maravilloso. Éramos contemporáneos de una Revolución y no precisamente como espectadores pasivos. Yo llegué a ser jefe del Departamento de Arte de la Dirección de Cultura del Ejército Rebelde. Ese mismo año nuestro recién estrenado Instituto del Cine empezó a dar sus primeros pasos. El núcleo que lo dirigiría inicialmente sería prácticamente el mismo que había realizado “El Mégano”, más Guillermo Cabrera Infante que se sumaría a él. Y más tarde Saúl, Saúl Yelín, uno de los grandes cimientos del ICAIC, uno de esos ángeles que entran en tu vida para siempre. No se concibe esa primera etapa del ICAIC, sus películas, su promoción, el alcance internacional del cine cubano, sin la personalidad de Saúl”.
La presencia de Guillermo Cabrera Infante y Fausto Canel dentro del equipo de realización (dos personas que a finales de esa misma década romperán con la Revolución), nos hace pensar que, en efecto, todo en aquel instante inicial era “maravilloso”. Las diferencias ideológicas existentes entre esos hombres todavía no alcanzaban a fracturar la ansiedad que, en sentido general, compartían ante la posibilidad de por fin concederle al país una industria cinematográfica nacional.
“Sexto aniversario” es deudor de ese espíritu idealista y aglutinante. La estructura es bastante convencional, y puede segmentarse en tres grandes partes: una primera donde se describe la llegada a la capital (“por aire, por tierra, y por mar”) de esos “500 000 guajiros”; una segunda en la que se les muestra visitando lugares como la Universidad o el malecón, así como los encuentros que sostienen con diversos líderes de la Revolución; y una tercera que se concentra en lo sucedido ese día en la Plaza Cívica.
En lo discursivo, el filme no disimula el deseo de ser sobre todo un vehículo exaltador del proceso que comenzaba a vivirse en el país. La narración está llena de frases grandielocuentes que una y otra vez remarcan “la excepcionalidad” de la Revolución y sus dirigentes, mientras que las imágenes van creando una sensación casi bucólica de aquella experiencia colectiva. Los últimos minutos son aún más sensacionalistas, pues recoge ese momento en que el presidente de la República Osvaldo Dorticós anuncia el regreso de Fidel a su cargo de Primer Ministro, ante la euforia colectiva de las masas, que manifiestan su entusiasmo “lanzando sus sombreros al aire”.
“Sexto Aniversario” es fiel a un momento histórico puntual. Desde luego que aquí encontramos la visión exclusiva de quienes estaban impulsando la Revolución, pero más allá de su parcialidad política, es posible detectar lo que en otros contextos se ha nombrado “espíritu de época”. Sabemos que si bien un conjunto de imágenes resultan insuficientes para aprehender ese todo dinámico y complejo que llamamos “realidad”, el examen de las mismas sí nos permite acceder a ese mundo simbólico a través del cual los seres humanos del momento construyen y comparten el imaginario social.
Esto quiere decir que, dejando a un lado las simpatías o fobias que en la actualidad puede provocar la Revolución, en “Sexto aniversario” todavía es posible encontrar buena parte de las aspiraciones mayoritarias que movilizaban a los revolucionarios de 1959, pero también a quienes, sin ser revolucionarios, parecían refugiarse en aquello que gustaba repetir Lezama: “No espero a nadie, pero insisto en que alguien tiene que llegar”.
Juan Antonio García Borrero
Fuente: Naranjas de Hiroshima
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