miércoles, 24 de mayo de 2017

ANTONIO GRAMSCI, JNR: "MI ABUELO"


ARTÍCULO DEL NIETO DE ANTONIO GRAMSCI EN NEW LEFT REVIEW

Mientras el comunismo soviético se desintegra a su alrededor, un joven ruso descubre el pensamiento y el ejemplo moral del gran revolucionario italiano que era su abuelo. El nieto de Antonio Gransci nos habla sobre su legado y sobre la excepcional familia de su abuela, Giulia Schucht.

Introducción

Que Gramsci tuvo una familia en Rusia es un hecho bien conocido. Sin embargo, durante muchas décadas después de su muerte, no se ha tenido conocimiento fehaciente y contrastado del destino de la misma, así como de la relación que Gramsci mantuvo con ella antes o durante su encarcelamiento. Con la caída de la urss, la apertura parcial de los archivos oficiales arrojó nueva luz sobre este lado de la vida de Gramsci. La fuente más rica de información ha sido en este sentido su nieto Antonio, nacido en 1965, que en la charla que publicamos a continuación describe cómo quedó fascinado por la figura de su abuelo durante una visita a Italia a principios de la década de 1990, y cómo, al regresar a su casa en Moscú, se dispuso a reunir toda la docu- mentación que pudo encontrar. Ésta consistía principalmente en la extensa correspondencia de la familia Schucht. Giulia (1896-1980), bolchevique y madre de los dos hijos de Gramsci, era una de las cinco hijas; su hermana Eugenia (1889-1972), también comunista, la precedió brevemente en los afectos de Gramsci en Rusia, y Tania (1887-1940), otra de las hermanas, se convirtió en el leal apoyo de Gramsci en Italia durante su encarcelamiento. En su libro La storia di una famiglia rivoluzionaria (2014), Antonio Gramsci júnior reconstruye la notable historia de la familia Schucht desde finales del periodo zarista –cuando Lenin, un amigo de la familia, fue padrino de otra de las hermanas– hasta los tiempos poststalinistas, cuando Giulia tuvo que acudir a Jrushchov para la readmisión de Eugenia, que había servido en una ocasión como secretaria de Krupskaya, en el partido. La familia logró eludir lo peor de los años más oscuros que transcurrieron entre medias. Giuliano (1926-2007), el hijo más joven, recordaba que «incluso en los años de la trágica persecución y sospecha generalizada» la familia vivió sin ser moles- tada por las autoridades, y eso era algo que él se inclinaba a agradecer al líder italiano del partido, Togliatti (el mismo Togliatti que, tal y como se quejaba Giulia, consideraba los cuadernos de notas de su marido propiedad del partido, y que albergaba alguna intención de llevarse a alguno de los hijos de vuelta a Italia –cualquiera de ellos– como muestra viviente de la continuidad entre su partido y el de su padre). El nieto alude al contraste entre las personalidades y trayectorias de su padre y de su tío, Giuliano y Delio (1924-1982); describe un encuentro, del que poco se sabía hasta ahora, entre Gramsci y Lenin; y desmiente algunas de las leyendas que han ido apareciendo sobre los últimos años de Gramsci. Lo hace, tal y como se ocupa de dejar claro, no simplemente por lealtad familiar, sino por el despertar de su conciencia política: la consternación de alguien, hasta entonces poco preocupado por la política, ante la corrupción de la intelligentsia rusa y la degradación de la vida pública durante los regímenes postsoviéticos de Yeltsin y Putin. Contra éstos, y todas sus consecuencias, la obra de su abuelo es una inspiración viva.

ACCESO AL ARTÍCULO EN NEW LEFT REVIEW Nº 102, DE ENERO/FEBRERO DE 2017newleftreview.es/article/download_pdf?id=3207&language=es

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