viernes, 2 de diciembre de 2016

"AUTOBIOGRAFÍA" DE ALEXANDER RODCHENKO, EN EL 60 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL FOTÓGRAFO SOVIÉTICO


NEGRO Y BLANCO (Autobiografía), de Alexander Rodchenko

Nació encima del escenario de un teatro.

Eran dos pequeñas habitaciones con ventanas cuadradas que daban a la Avenida Nevski.

El teatro era su vida cotidiana.

Todas las noches podía encontrarse con facilidad sobre las tablas, bastaba descender por la escalera.

Todas las noches escuchaba el teatro, con todos sus ruidos.

Lo conocía como otros niños conocen su pueblo, su bosque, su río.

Ahí están los camerinos; allí la escalera que lleva al foso de la orquesta; ése es el lugar del bombero con un casco que brilla con reflejos fascinantes; arriba están los talleres de los decorados, donde huele a cola y madera, el sitio en el que se divierte poniendo pintura seca en cajas de cerillas, tiene toda una colección en casa. Y allí está el almacén, con un montón de cosas de interés en los muros y estanterías: espadas, puñales de madera pintados de plata. Éste es el lugar en el que mi padre fabrica un pollo asado con pan, y con un lata de anchoas encolada y cubierta de bolitas negras hace caviar, no hay más que ponerlo en un plato.

Lo más raro ocurre por la noche, en la sala, tan familiar de día. Es extraño, está llena a reventar de gente, todos distintos y desconocidos, y cada día gente nueva. Sobre todo hay oscuridad, se nota calor y se huelen los perfumes.

El público es lo desconocido, el otro lado de la vida.

Casi siempre está de pie junto a los bastidores y mira con un poco de miedo ese abismo negro.

A veces le obligan a subir al escenario cuando hace falta algún niño; hace todo lo que se le pide, se mueve y habla con soltura, pero no le gusta ese abismo tan negro. Sin él, todo sería más fácil.

Y para este niño el teatro era vivienda, el mundo cotidiano. Y él soñaba con algo más irreal y fantástico que lo que le rodeaba.

Se sabe que a los niños les gusta imaginar cosas fantásticas; rara vez les está permitido a los adultos.

Ni siquiera los artistas pueden.

De día, cuando no había nadie en la sala ni sobre las tablas, se sentaba en el suelo en medio del escenario y a la luz de la única lámpara encendida imaginaba.

Con un traje resplandeciente -no se puede mirar, hace daño a los ojos- está solo en medio de decorados fantásticos, resplandecientes de luces y colores; hace cosas increíbles, crea mezclas de luces y colores que aparecen y desaparecen, vuela en el aire lleno de sonidos y seres extraños.

El abismo negro está en silencio, asombrado y miedoso; nadie se mueve, nadie tose.

Pero después del silencio, una salva de aplausos, ¡y qué aplausos!

Se levanta de un brinco y trata de hacer lo que ha imaginado... Trata de volar ...

Pero su sueño no se realiza.

Un verano llegó un ventrílocuo de gira. Dos coches trajeron al teatro diez cajas reforzadas con hierro y cerradas con candados. Las cajas estaban pintadas de negro y tenían palabras francesas escritas con plantilla: el nombre del ventrílocuo y el número de la caja.

¡Esto estusiasmó tanto al niño! Era tan misterioso, tan extraño.

Se parecía tan poco a la vida habitual del teatro.

Cuando salió todo el mundo del escenario y él, sentado en el foso, vio a aquel hombre solo en medio de marionetas que hablaban, quedó asombrado para siempre.

¡Qué tipo, qué arte!

Pero lo que más le impresionó es lo que había imaginado; en cuanto a las cajas negras con sus misteriosas letras blancas, quedaron para siempre grabadas en su memoria.

Ya adolesente conoció a un pintor; ahora es un director de cine, el camarada Svetozarov.

Svetozarov daba clases particulares y estudiaba en la Escuela de Artes de Kazán. Vivía en el pasillo, pues su padre había alquilado las habitaciones de la casa, y en aquel pasillo soñaban que eran artistas. iLo que hablaron de arte!

Svetozarov enciende su amor por todo lo que tiene color y brilla.

Luego, cuando él fue pintor, amó también el negro y el blanco, además de los colores vivos.

En 1917 llegó la Revolución.

Con su pasión por lo nuevo se entregó totalmente.

Además, sabía para quiénes y contra quiénes era la Revolución.

Una anécdota, entre otras, sobre este tema: de niño tiene una enfermedad en la garganta, está amenazado de tuberculosis, su padre consigue enviarle al campo, con una vieja conocida que alquilaba una casa y tenía una hija cantante de variedades.

Enfrente de la casa había una cerca y al otro lado vivía el dueño de una fábrica de cerveza.

Descubre dos chicos y una chica maravillosa, se acerca a la valla y los conoce... Arranca una tabla de la cerca y va a jugar con ellos

Tenían muchos juguetes, aprendían francés, paseaban en coche de caballos, comían cosas buenas.

Un día alguien tapa el agujero de la cerca y nadie aparece por allí. Se apena y sufre pensando en lo que puede haber hecho mal.

A la mañana siguiente, la chica llega y antes de alejarse le dice:

«Nos han prohibido jugar contigo ...

Y los chicos le tiran piedras desde lejos:

Entonces comienza una guerra de pedradas detrás de la casa. Construye un fortín y desde allí tira piedras.

Por la noche se desliza al fortín de los otros y lo destruye.

Así, con historias como éstas, fue como supo quién era él y quiénes eran ellos.

En el patio de su casa había chicos ricos y chicos pobres.

A los ricos se les llamaba «Kolia», pero los pobres eran «Chouka», el hijo del tramoyista, o «Vaska», el hijo del portero.

Así pues, había llegado la Revolución. Organiza la Unión de Artistas, pone en pie grupos de creadores, exposiciones. En 1919 trabaja en el Comisariado del Pueblo para la Instrucción (Narkompros), en la sección de Bellas Artes (IZO).

Organiza el Museo de la Cultura Pictórica.

Enseña composición en los Talleres Superiores de Arte y Técnica (Vkhutein), organiza la facultad de Obras Metálicas (enseres, equipos, accesorios).

Trabajaba hasta tarde por la noche y no sentía frío ni hambre.

Desbordaba de ideas y proyectos.

Era feliz con las posibilidades y perspectivas que se abrían ante él.

Literalmente, volaba.

Pero... los tiempos cambiaban...

Pasó a la producción: publicidad, teatro, cine, etc.

En sus decorados teatrales, además de un arco iris de colores, había también negro y blanco.

Montaba con gusto espectáculos en los que se trataba del futuro y también de lo fantástico. Y junto a un arco iris de colores había negro y blanco de aluminio. Son los espectáculos de La chinche en el teatro Meyerhold, Inga en el teatro de la Revolución, La sexta parte del mundo en el Music Hall y otros.

Los decorados cinematográficos le interesaban, ya que allí todo era blanco y negro.

Comenzó a hacer fotomontajes, fue el primero que los hizo en la URSS.

He aquí un trabajo en el que se puede hacer muchos experimentos con materiales reales.

En Moscú se construye un Planetario. Es un inmenso y fantástico aparato. La fantasía hecha realidad.

Está hecho de metal negro y cristal.

Con formas que no se parecen a ningún ser vivo.

Se le llama «El marciano».

Se entusiasma, como se entusiasmó con el ventrílocuo.

Esto le obligó todavía más a buscar una realidad fantástica.

O lo real en la fantasía.

Y mostrar al mundo que no ha aprendido aún a ver en nuevas perspectivas, bajo otros aspectos y formas.

...Llegó a la fotografía.

Entre sus manos la Leica negra de níquel y cristal se pone con amor al trabajo.

Mostrará este mundo.

Mostrará el mundo habitual y cotidiano bajo un nuevo ángulo.

Mostrará la gente y la construcción del socialismo con más fuerza y grandeza.

Hará propaganda con la fotografía. Propaganda de todo lo nuevo, joven y original.

Pero entonces... el vuelo se acaba.

En el escenario, una sola lámpara encendida.

La sala está desierta y vacía. Ni vuelos...

Ni aplausos...

La crítica cae encima con todo su peso. Se le reprocha su formalismo, sus perspectivas, sus ángulos de visión, etc.

Vuelve a ser un niño solitario.

Se ha convertido en alguien dañino y peligroso.

Se le imita, pero se le rechaza. Y decide irse.

Abandonar la escena fotográfica, desilusionado y cansado.

Pero, ¿no necesitará el país del socialismo ventrílocuos, ilusionistas, malabaristas?

¿Alfombras, fuegos artificiales, planetarios, flores, calidoscopios?

Cansado, prepara la Exposición de los Maestros de la Fotografía Soviética.

De hecho no sabía qué enviar a la exposición.

Volvieron a criticarle y censurarle.

Más de una vez se preguntó si valía la pena participar.

Después se decidió.

Y de repente, ¡el éxito!

Ha llegado. Una salva de aplausos. Se levanta y vuela...

De nuevo se abren increíbles posibilidades de creación.

La sala está repleta.

En el abismo negro todos son amigos y próximos.

¡Exigen vuelos!

Piden al niño experimentos y fantasía.

Todo lo que había soñado siempre.

Fuente: Rodchenko. 2001. Fundación Juan March

Young Gliders, 1933

Portrait of Mother, 1924
On the Pavement, 1930
Caricature Showing Osip Brik, 1924
Steps, 1930
Diver, 1934
Pioneer girl, 1930
Girl with a Leica, 1934
Morning exercises, Student Campus in Lefortovo, 1932

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