Título original: Neruda.
Año: 2016.
Duración: 107 min.
País: Chile.
Director: Pablo Larraín.
Guión: Guillermo Calderón.
Música: Federico Jusid.
Fotografía: Sergio Armstrong.
Reparto: Luis Gnecco, Gael García Bernal, Mercedes Morán, Roberto Farías y Alfredo Castro.
En estos años de creciente protesta social y moral en Chile se nos aparece Pablo Larraín a exhibirnos su fábula, su fabulación sobre Pablo Neruda. Otro Larraín, Luis Valdés Larraín, vicepresidente del Partido Conservador, en 1952, amenazó con una querella criminal a Neruda si pisaba suelo chileno, durante la persecución de González Videla: “Luis Valdés Larraín explica causas de su querella contra Pablo Neruda si éste regresa al país: denigró a su patria en el extranjero y calumnió a los poderes constituidos” (Las Últimas Noticias, Santiago, 26 de marzo de 1952). La revista de humor político Topaze lo llamó “Valdés Agarrín” (Topaze, 6 de junio de 1952).
Con una versión chilensis del glamour hollywoodense, este nuevo Larraín viene a contarnos lo que él se imagina de Neruda. La propaganda de la película no es menor: ‘Olvida lo que sabes’. Más lúdico, sentenció un ex Presidente de la República. ¡Cuándo no fue lúdico Neruda! (“Ricardo Lagos celebró el Neruda de Larraín: ‘Nadie pretende que refleje la realidad’”, La Segunda, 8.8.2016).
Cómo aguardamos el día en que un artista y cineasta chileno, ‘chileno completo, por vientre y lomo’, como le gustaba decir a Gabriela Mistral, nos haga una película que refleje la realidad histórica sobre el Neruda de los sencillos, de los que, para increíble sorpresa de todos, al fin ganarán en la historia. “Ganaremos nosotros, / los más sencillos, / ganaremos, / aunque tú no le creas, / ganaremos” (Pablo Neruda, 'Oda al hombre sencillo'. Odas Elementales, 1954). Gabriela Mistral le dijo una vez al escritor de elite Benjamín Subercaseaux: “Vos eres chileno a medias. Lo que deseo es estar satisfecha de un chileno completo, por vientre y lomo” (Benjamín Subercaseaux, “Gabriela en Petrópolis”, en Retorno de USA, Santiago: Zig-Zag, 1943).
Se argumenta con toda legitimidad que cada quien tiene el derecho de inventar artísticamente lo que le viene en gana. Los derechos sagrados del arte. Con todo, la flagrante desigualdad en Chile hace que ver en pantalla a Pablo Neruda, el poeta de la repulsa antioligárquica, de la revolución con empanadas y vino tinto, el poeta de los sencillos, el poeta de Joaquín Murieta, recreado por la fábula de Larraín no sea algo especialmente simpático: es tedioso, fastidioso, poco creíble: “En la película de Larraín se advierte una intención de desmitificar la visión del poeta como prócer ciudadano. Esta intención se realiza a través de la exacerbación hasta la parodia de ciertos lugares comunes del antinerudismo, como los del comunista burgués […]. La imagen que da la película de Neruda como político frívolo nos parece una extrapolación anacrónica de la imagen actual de un cierto tipo de político light” (Raúl Bulnes, Presidente Fundación Pablo Neruda, 'El Neruda de Larraín', El Mercurio, Santiago, 10.8.2016).
La película carga las tintas a un poeta demasiado caído al trago, con fama de ganar mucha plata, con exceso de peso, sexista, prepotente, pegado en el ‘Poema 20’. Es decir, se recogen los temas trillados y vulgares relativos a su persona. Su caracterización se hace tan superficial e increíble que en ocasiones más aparece el actor que lo encarna que la propia personalidad del poeta. La fuerza y la altura del ‘Canto General’ se reducen a ciertas connotaciones furiosas y aguerridas. Como que se hubieran congregado los estereotipos del antinerudismo, recogiendo la expresión del presidente de la Fundación Pablo Neruda.
¿Cómo explicar tan poca complicidad o intimidad con el propio Pablo Neruda? ¿Cuál es la intención artística y política de Larraín? Da la impresión que la trama está más centrada en el policía perseguidor que en el poeta perseguido, en la cacería política que en la intimidad de Neruda. ¿Larraín está más cerca del policía que del poeta? Dicho de otro modo, ¿no estará presente, en el director del filme, el visceral antinerudismo de aquel vicepresidente del Partido Conservador Valdés Larraín en tiempos de González Videla?
Para cualquier mediano conocedor de la historia nacional, decir Larraín en Chile no es tema baladí. Los Larraín conformaron la nobleza colonial: el clan de los Ochocientos. El excesivo poder y prepotencia de los Larraín fue una preocupación política para José Miguel Carrera. En La pérgola de las flores la antagonista de la obra es Laura Larraín, prototipo de una elite a distancia infranqueable de la chilenísima pérgola de San Francisco (Isidora Aguirre, La pérgola de las flores, 1959). Incluso Pablo Neruda hizo un guiño festivo a los prolongados descendientes de esos representantes del tiempo colonial: “Se asomó el vizcaíno con un saco, / el Errázuriz con sus alpargatas, / el Fernández Larraín a vender velas” (Pablo Neruda, Canto General. Ver también Pablo Neruda, “El Sr. Fernández Larraín no cambiará la historia”, El Siglo, 12.10.1954).
Neruda es más alucinante que todas las narraciones posibles acerca de su vida. Las ilusiones del arte de elite, y con visibles trazos de antinerudismo, se tornan mezquinas. Más hablan del sujeto realizador que de la obra realizada. ¿Por qué Neruda tiene que terminar hablando en francés? Una cosa está clara. Neruda buscó siempre pertenecer a las mayorías. Su obra está destinada a encender la imaginación de esas mayorías, no la de las elites enriquecidas del tiempo colonial. O la del artista como ‘pequeño dios’.
En 1952 escribió Neruda: “Ya sabemos cómo se apoderan de la historia los falsificadores oficiales de la burguesía” (Pablo Neruda, Prólogo a Hijo del salitre, de Volodia Teitelboim, mayo 1952).
Quedamos a la linda espera de una nueva producción cinematográfica. Que dé esta vez expresión a las mayúsculas fantasías colectivas del pueblo, de los olvidados de la tierra, esas que llevaron a Neruda a ser el partidario fervoroso de la dignidad luminosa y mundial de Chile en 1970. Esos olvidados que, como dijo Neruda al agradecer el Premio Nobel en nombre de todos los laureados del año 1971, “en esta ocasión feliz de mi vida me parecen más verdaderos que mi expresión, más altos que mis cordilleras, más anchos que el océano. Yo pertenezco con orgullo a la multitud humana, no a unos pocos sino a unos muchos, y estoy aquí rodeado por su presencia invisible” (Pablo Neruda, La presencia invisible. Discurso para agradecer el Premio Nobel en nombre de todos los laureados del año 1971).
Maximiliano Salinos (Fuente: El mostrador)
AMIGO DE NERUDA DESMIENTE LA PELÍCULA
En carta de Víctor Pey a El Mercurio, el dueño del diario El Clarín aclara lo que sucedió con la clandestinidad de Pable Neruda y su salida del país.
“En días pasados fui a ver la película “Neruda” –cuyo estreno en Santiago está anunciado para las próximas semanas-, dirigida por el gran cineasta Pablo Larraín, sobre la persecución que el a la sazón Presidente de la República, Gabriel González Videla, descargó contra Pablo Neruda. Dado el papel protagónico que asumí en la protección del poeta, primero, y en la elaboración y ejecución del plan de fuga del mismo a la Argentina –tema central detalladamente desarrollado en el filme-, creo pertinente dejar constancia de algunas tergiversaciones, a mi juicio fundamentales, en las que habría caído el guionista del mismo. A saber:
– El Partido Comunista intentó sacar a Neruda de Chile durante las horas en que el Senado debatía su desafuero, lo que –como bien se expone en la película- fracasó, debiendo regresar a Santiago el poeta ya desaforado como senador y los dos militantes comunistas que lo acompañaban, y, por lo tanto, pudiendo “legalmente” ser detenido. Tal situación no fue prevista por quienes así actuaban, siendo el propio Neruda el que solicitó a sus acompañantes que lo llevaran a la casa del joven ingeniero civil, militante comunista, José Saitúa Pedemonte, que vivía en la avenida Los Leones. Saitúa, que era amigo cercano mío, me informó al día siguiente de la situación en la que se encontraba, pidiéndome ayuda.
En vista de lo dicho, llevé a Neruda y a su mujer, Delia del Carril, a mi departamento ubicado en la avenida Vicuña Mackenna, donde ambos permanecieron durante varias semanas. Informé de ello a Galo González, en ese tiempo secretario general del PC, quien me agradeció la determinación, ofreciéndome lo que de él creyese oportuno solicitar. Nadie más supo ni participó del hecho. Cabe señalar que, a partir de ese momento, la seguridad personal del poeta quedó bajo mi responsabilidad, la que asumí, debo señalar, por un sentimiento de agradecimiento por haber sido incluido en la lista de pasajeros del Winnipeg por decisión personal de Neruda, pese a que nunca fui militante del PC.
– Tampoco es efectivo que, como se insinúa reiteradamente a lo largo del filme, el Presidente González Videla no hubiera querido detener a Neruda por el descrédito nacional e internacional que tal hecho podría haber producido. El gran despliegue policial ordenado desde la Presidencia a la Policía de Investigaciones, que fue a allanar las casas de los que consideraba que podían ser amigos, conocidos o simpatizantes del poeta, así lo indica. En lo personal, Neruda, en esos días, me hablaba del temor que sentía de ser detenido y ser vejado y maltratado.
– El escape secreto de Neruda en Santiago hacia Valdivia lo organicé valiéndome del apoyo que me prestaron Jorge Bellet Bastías, administrador y jefe del aserradero de madera que don Pepe Rodríguez tenía en Hueinahue, el doctor Raúl Bulnes, médico de Carabineros, y un chofer experto en reparación de autos cuya colaboración solicité al PC.
Salimos hacia el sur en dos vehículos: en el del doctor Bulnes y en otro que me facilitó el PC, un Chevrolet pintado de color morado. Llegamos a la altura de Graneros, donde el gobierno había dispuesto un control de carabineros. La credencial del doctor Bulnes nos sirvió para pasar todos sin problema alguno, incluido Neruda, ya documentado como Antonio Ruiz Legarreta, ornitólogo. Algo más allá del control nos detuvimos para tomarnos todos un whisky, en celebración por el éxito de nuestra empresa. Me despedí de Neruda, regresando a Santiago con el doctor Bulnes y él siguió con Bellet y el chofer hacia el sur, llegando al día siguiente a casa de Bellet en Hueinahue, donde tuvieron que permanecer varios días, debido al mal tiempo. Durante esa permanencia llegaron súbitamente a la hacienda Víctor Bianchi, funcionario del Ministerio de Tierras y Colonización, y don Pepe Rodríguez. Nadie más estuvo allí, contrariamente a lo que se muestra en la película.
– Aparece en el filme, en Hueinahue, un policía sobre el que se extiende un relato de extraño simbolismo, personaje que, en realidad, no existió.
– Nada se dice en el filme de la constancia que Neruda dejó grabada por su propia mano en la corteza de un árbol durante la travesía hacia San Martín de los Andes, que, como bien se sabe, rezaba así:
Qué bien aquí se respira/En el paraíso de Lipela/Donde no llega la mierda/De Gabriel González Videla.
– Las personas que atravesaron la cordillera, yendo a parar a San Martín de los Andes, fueron Neruda, Bellet, Bianchi y los tres arrieros. Nadie más.
– La película muestra escenas de desnudos generales en orgías que nada tienen que ver con la realidad vivida. Si bien la libertad en el arte es y debe ser infinita, no lo es cuando hay datos que permiten vincular los hechos con personajes de carne y hueso.
Quizás cabría concluir, tras la visión de la película, que cualquier concurso de la misma con lo que fue la realidad se debe a una mera coincidencia”.
Víctor Pey Casado
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