jueves, 21 de mayo de 2015

EL FOTÓGRAFO AMOS CHAPPLE CAPTA CON SU CÁMARA LOS CONTRASTES ENTRE LA ARQUITECTURA ZARISTA Y LA COMUNISTA DE SAN PETERSBURGO


Una nueva perspectiva sobre lo nuevo y lo antiguo

El fotógrafo neozelandés, Amos Chapple, deseaba obtener una nueva perspectiva de la ciudad de San Petersburgo. Con escasos puntos de vista desde los que dominar la ciudad, decidió colocar su cámara en un drone para captar tanto los aspectos más antiguos como los más nuevos de la ciudad con resultados espectaculares.

Una ciudad de contrastes

«San Petersburgo es una ciudad de contrastes, donde puntos de vista claramente opuestos conviven en paralelo sin ningún tipo de problema, poniendo de manifiesto los últimos retazos de su convulsa historia», explica Amos.

«Cuando hice mi primera y esperada visita en 2012, fue un auténtico anticlímax. Esta gran ciudad del norte, con hermosas torres doradas y una increíble historia literaria, me había parecido un destino mucho más deseable que Moscú, donde ya había trabajado antes.

Pero en realidad, las calles que rodean los principales enclaves históricos de San Petersburgo parecían inacabadas y violentas, como si la Rusia zarista y comunista aún siguieran pugnando por imponerse.

Un ángulo diferente

El choque de dos eras enfrentadas de la historia rusa quedaba físicamente de manifiesto, a plena vista, y no siempre era agradable.

Cuando volví a la ciudad para llevar a cabo este proyecto, sabía lo que me esperaba. Además, esta vez, mi objetivo consistía en ilustrar el contraste de ambientes y hacer virtud de él».

La belleza de dos mundos enfrentados

«A pesar de que cada estilo arquitectónico representa un punto de vista totalmente opuesto, ambos coexisten sin problemas.

La combinación puede dejarnos perplejos, pero cada uno tiene su propia belleza y deseaba hacer justicia a ambos con mi cámara.

Un ángulo diferente

No resulta sencillo hacer que un bloque de apartamentos soviético se muestre hermoso en una fotografía, ni conseguir que una bonita iglesia parezca interesante, pero ese era el reto para mí.

A escasas manzanas de los populares palacios con aspecto de «nata montada» encontré uno de los suburbios más descarnados de la tierra.

En su momento considerado un lugar dejado de la mano de Dios, Pedro el Grande devolvió la dignidad a esta ciudad. Inspirándose en sus viajes por Europa, la ciudad se llenó de hermosas cúpulas y columnas griegas.

Más tarde, la era soviética hizo estragos y la revolución sembró de aburridos edificios de hormigón los alrededores de las iglesias y palacios de antaño.

Era esto precisamente lo que trataba de captar, pero para hacerlo necesitaba distancia».

El zar de los cielos

«San Petersburgo es plana como una tabla, por lo que fotografiarla es inmensamente difícil. No hay colinas a las que puedan subir los amantes ni miradores desde los que observar la ciudad.

La respuesta a mi proyecto fue la tecnología. Con icónicos monumentos rodeados de hermosas zonas de campo abierto, San Petersburgo es probablemente el mejor lugar del mundo para emplear un drone de fotografía aérea.

Así que ese fue mi enfoque a la hora de captar la ciudad y sus yuxtaposiciones en todo su esplendor. El proyecto comenzó de la mejor forma: con una mañana soleada volando sobre la hermosa Catedral de San Pedro y San Pablo, y un brillante atardecer con la cámara sobrevolando el Convento Smolny.

Un ángulo diferente

Al día siguiente, me esperaba otro poco habitual día luminoso en San Petersburgo. Yo quería un día gris que pusiera de manifiesto el ambiente de los edificios soviéticos, pero me apetecía visitar el Centro de Investigación de Robótica y Cibernética Técnica, por lo que me subí a un tranvía y comencé a mirar por la ventana.

Antes de poner en funcionamiento el drone, caminé alrededor de la singular estructura preguntándome que sucedería en el interior de este icono de la tecnología soviética. Preparé el drone en un parque ubicado frente al edificio y realicé un vuelo».

Fuera de control

«Puesto que no logré obtener el ángulo que deseaba, me desplacé un poco y lo intenté de nuevo. Pero a medida que el drone bajaba, parecía estar luchando conmigo; lo giraba hacia la izquierda pero tardaba en reaccionar y acababa dando bandazos hasta más lejos de lo que yo quería. Un drone fiable se volvía loco de repente.

Después, a unos veinte metros de altitud, perdí el control por completo. Como una copa que se cae de la bandeja de un camarero, el drone comenzó a alejarse de mí, acelerando cada vez más. Cuando llegó al suelo, ni siquiera logré escuchar el impacto.

Llegué jadeando al lugar del impacto y encontré el drone hecho añicos y una cámara destrozada.
 Al arrodillarme para contemplar la triste escena, miré a través de los árboles a las misteriosas antenas que sobresalían de la parte superior del centro de cibernética y pensé, ¿qué habrá ocurrido en el interior de ese edificio?
 
 
Y lo más importante, ¿cómo plasmar mi ambición de representar la ciudad de una forma totalmente nueva?


¿La respuesta? Subiendo a todos los ascensores que encontraba a mi paso y pidiendo que, por favor, me dejaran acceder a los puntos estratégicos.

Un ángulo diferente

Había perdido mi ventaja. Había sufrido una cura de humildad que quizás me hizo más honesto. De ser el zar de los cielos, dominando esta ciudad de contradicciones, me convertí en un simple fotógrafo del proletariado».

Echa un vistazo a las fotografías que realizó Amos de San Petersburgo a continuación.

















Fuente: Canon

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