jueves, 12 de noviembre de 2009

SE CUMPLEN 20 AÑOS SIN PASIONARIA


"UN SERVICIO MILITANTE MÁS DE DOLORES IBÁRRURI"

Prólogo por Manuel Vázquez Montalbán a Memorias de Pasionaria 1939-1977, de Dolores Ibárruri.

Fue en el transcurso de una reunión clandestina en París cuando Santiago Carrillo me invitó a asistir a los actos de homenaje a Dolores Ibárruri con motivo de su ochenta aniversario. El homenaje se celebraba en la prenavidad romana de 1975 y fue un hito en lo que entonces se llamaba "conquista de la superficie". No pasemos ligeramente sobre el fondo de esta jaculatoria, sobre todo si tenemos en cuenta que la definición académica de la palabra jaculatoria dice: "Oración breve dirigida al cielo con vivo movimiento del corazón". Conquistar la superficie significaba abandonar la penumbra de las catacumbas y acercarse a plena luz de la legalidad y, por qué no decirlo, de la realidad. El Partido Comunista en España, llámese PCE o llámese PSUC, había protagonizado un largo e implacable combate contra la dictadura, no el único, pero sí el más constante y más sañudamente reprimido por el franquismo. Desde 1939 hasta la semana santa de 1977, transcurrieron treinta y ocho años de clandestinidad, durante los cuales el partido hizo cuanto pudo y supo por crear una esperanza de cambio democrático. En el capítulo de lo positivo, la acción del partido fue un ejemplo del papel del sacrificio como valor máximo de lo humano, un sacrificio proyectado hacia afuera, como una manifestación suprema de solidaridad con los otros. En el capítulo de lo negativo, forzosamente la clandestinidad afectaba a los mecanismos de aprehensión de la realidad y consiguientemente a la capacidad de analizarla. Si bien el Partido Comunista es una fuerza política capaz de hacer frente suficientemente al desafío de la clandestinidad, no la reconoce como su territorio más idóneo y mucho menos como un territorio deseado donde instalarse.

Estábamos, pues, en una Roma que acogía a miles de españoles llegados desde España y desde distintos puntos de Europa para homenajear al máximo símbolo del comunismo español, Dolores Ibárruri, y utilizar al mismo tiempo este vals de aniversario dentro de la danza más amplia y aún entonces problemática de conquistar la legalidad. El PCI se había preocupado de albergar a los centenares de cuadros del PCE y del PSUC llegados del interior, con el fin de que no se expusieran a indiscretas cámaras fotográficas o a otro tipo de incidentes y accidentes, antes de que llegara el día y hora del homenaje. Militantes, simpatizantes o simples curiosos de nombradía pública, gozábamos de una mayor libertad de movimientos y así pude recorrer una vez más Roma en alegre y complementaria compañía: Alfonso Comín, Jordi Solé Tura, Raimon, Analisa, Ana Sallés y en ocasiones el mismo Gregorio López Raimundo se sumó a nuestros paseos por el Trastevere. Roma proclamaba en sus paredes una doble vocación de libertad suscrita por el PCI: solidaridad con el homenaje a Dolores y respetuoso recuerdo del recientemente asesinado Pasolini. Hicimos, pues, una doble peregrinación sentimental: a un apartado caserón romano donde Dolores "se apareció" a los cuadros del partido allí albergados y a los descampados de Ostia donde Pasolini había sufrido martirio y muerte.

Hubo tres Dolores Ibárruri en aquellos días. La que me dio la mano con cierta timidez y me aseguró tener un pánico cerval a escritores y periodistas, la que se apoderó de tú a tú del ánimo de unos cientos de cuadros comunistas casi enclaustrados y la que dominó el mitin del Palacio de los Deportes de la municipalidad de Roma con la autoridad que le confería su vida y nuestra historia. Asistí a la rueda de prensa dada por Carrillo y Dolores y allí se produjo el primer milagro, y valga la cursiva como muestra de distancia crítica y racionalista hacia la posibilidad de que lo sobrenatural exista. En el transcurso de la rueda una periodista española sacó el tema de Paracuellos, lo que requirió que Carrillo se pusiera en pie y contestara con contundencia no exenta de amabilidad, sin duda por habilidad política, y, conociendo a Carrillo, porque la señora tenía su encanto. Cuando acabó la rueda, Dolores le dedicó a la muchacha una suficiente conversación, tan suficiente que no muchos meses después la periodista era colaboradora habitual de Mundo Obrero. No pretendo aportar esta anécdota como prueba para una beatificación marxista-leninista de Dolores Ibárruri, pero retenedla para el análisis ulterior.

La segunda situación de necesaria mención se produjo en el caserón aludido donde el PCI guardaba a nuestros cuadros del interior. Ignacio Gallego nos llevó hasta allí y dio entrada a Dolores entre entusiasmos que iban más allá de lo estrictamente ideológico. En el fervor de los aplausos y la emoción de los lagrimales se exteriorizaba una emotividad colectiva treinta y ocho años contenida, una necesidad de reconocer a Dolores y al reconocerla darnos a nosotros mismos identidad, recuperar lo que durante tanto tiempo habíamos ocultado o proclamado en la soledad de las células y las comisarías. Dolores consiguió un tú a tú inmediato con las gentes y aunque Ignacio trataba de dar brevedad al acto "... porque la camarada Dolores está cansada", faltó poco para que la supuestamente cansada camarada Dolores no se enfadara y finalmente optó por pasar por encima de la recomendación de Ignacio y se quedó para cantar canciones vascas con sus paisanos: "¿Hay algún paisano mío por ahí...?" Así empezó Dolores una intervención que otros habrían iniciado recapitulando todo lo sucedido entre Adán y Eva y la muerte de Franco.

Finalmente, el mitin en un palacio que habían ido llenando delegaciones del partido de la emigración y del partido del interior, entre aplausos que saludaban reencuentros o la sensación, más lúdica que política, de dar la cara, de por primera vez en muchos años proclamar una militancia o una simpatía o cualquier grado de afinidad por el simple hecho de estar allí. Interviene una muchacha de la juventud del PCI, Berlinguer, Alberti, Carrillo y finalmente Dolores, simplemente Dolores, una Dolores que ya no improvisa, que lee, pero que sigue leyendo con una voz hermosa, detergente incluso de las partículas de distancia irónica que uno pueda sentir hacia los mitos y los símbolos excesivos. La voz de la Ibárruri, que yo escuchaba por primera vez en olor de mitin, me dio una de las claves de su poder. Dijera lo que dijera aquella voz era en sí misma lenguaje de veracidad. A raíz del mitin redacté una nota para Triunfo que fue el primer escrito aparecido en la prensa española en el que se hacía una apología directa de un dirigente comunista y nada menos que de Dolores Ibárruri. Era empresarialmente arriesgado publicarlo porque sobre Triunfo ya habían caído graves suspensiones, y aún nos llegaría otra producto de un coletazo del transfranquismo. Conté, pues, con el respaldo del director José Ángel Ezcurra y del subdirector Haro Tecglen para que aquella breve semblanza de lo ocurrido en Roma fuera un paso más en la operación de lenta conquista de la superficie.

Recuerdo que al terminar la lectura de Autobiografía de Federico Sánchez de Jorge Semprún, me quedó la impresión de que en el reparto de palos a diestro y siniestro sólo se salvaba una estatua: la de Dolores Ibárruri. No es que Semprún la salve ideológica o conscientemente. La salva literariamente, porque le interesa esa imagen de vieja dama digna que no se mete en un razonamiento político y se sitúa a la suficiente altura por encima de la coyuntura como para poder saludarle años después efusivamente como si nada hubiera pasado. Sobre Semprún operó también la fascinación del personaje, lo que tiene mérito habida cuenta de la voluntad desmitificadora que alienta a lo largo y ancho del libro. Le comenté en cierta ocasión este tema en concreto y no sin ironía me dijo que siempre ha preferido las mujeres a los hombres. Tal vez Semprún, como yo mismo y tantos otros "intelectuales cabezas de chorlito", como nos ha llamado Dolores, sintamos ante la presencia histórica de esta mujer el respeto ante la excepción que no confirma ninguna regla.

Porque Dolores Ibárruri, que ha aportado sentido de coexistencia y reconciliación crítica al movimiento obrero, a la expansión del comunismo hacia los cuatro puntos cardinales del mundo, es ante todo lenguaje. La Dolores de sus comienzos combativos era una mujer del pueblo que convertía la realidad de su condición obrera en conciencia de clase y estaba dotada para decirlo con palabras y acciones que fueran entendidas por el pueblo. Así de simple y así de difícil. Dolores siempre ha estado dotada de algo que nos preocupa y fascina especialmente a los escritores y cineastas: la verosimilitud, palabra emparentada con veracidad. A Dolores te la crees por su simple estar y por eso es ante todo una creencia popular de los que presenciaron su arrojo en las luchas sociales de la preguerra, su papel de símbolo moral durante la guerra civil y su posterior gravitación sobre la dramática historia del Partido Comunista de España. Incluso ahora, en tiempos de división y crisis, Dolores Ibárruri sigue siendo un punto de referencia que no se atreve a atacar ninguna de las partes de lo que fue aquel partido comunista capaz de plantarle cara a la dictadura y de contribuir a la reorganización de la conciencia democrática española, de contribuir a la reconstrucción de la razón. Todavía Dolores podría ser sustancia de amalgama para una cada vez más necesaria reunificación de los comunistas de España.

En ocasiones he empleado palabras como mito o símbolo aplicadas a la persona histórica de Dolores y he encontrado en las filas comunistas cierta resistencia a aceptarlas, porque les parece que son palabras que implican irrealidad. Y no es eso. El mito es una suprarrealidad que siempre se basa en una apoyatura real y el símbolo es una cúpula lingüística que alberga múltiples significados. Sería inexplicable Dolores sin comprender que viene de una clase social condenada a priori a la mudez. El pueblo acepta a sus líderes naturales cuando tienen una visión de conjunto de lo que les pasa y de lo que hay que hacer para que la realidad se transforme, y éste es el caso de aquella hija de minero, esposa de minero, católica y carlista en sus orígenes y que de pronto un buen día descubrió que podía convertirse en la voz natural de esa clase muda y explotada. Le bastó sufrir la realidad para saber verla y poder explicarla en un ejercicio modélico de formación de una conciencia de clase. Éste es el misterio original del nacimiento de Dolores como símbolo, al que hay que añadir la magia de su voz, una presencia de mujer del pueblo fuerte y alta para su tiempo y una gran capacidad de sentir como los demás, por encima del en ocasiones inevitable grado de cinismo político.

Estas memorias que veréis ahora tienen el valor de la historia vivida necesario para que tengan interés científico hoy y mañana. Tal vez los historiadores le recriminen su voluntario tacto a la hora de abordar situaciones críticas del partido. Quien esperara ese tipo de libro, sin duda necesario, se equivoca de autor. Dolores plantea este libro como un espejo en el que pueden mirarse casi todos los comunistas desgajados o no de la historia del partido concebida como algo que viene de lejos y va más lejos. Hay en él, pues, una implícita llamada al partido comunión para que vuelva a serlo o, mejor dicho, se plantee serlo en tiempos objetivamente más propicios en los que la democracia nos permite el acceso a la plena realidad y a la consiguiente racionalidad. Aunque quizá para pasar de la penumbra a la plena luz sea necesario un lastimoso período de readaptación.

Monumento a la Pasionaria en Glasgow, inaugurado en 1977.

DISCURSOS DE PASIONARIA

MENSAJE DE DESPEDIDA A LOS VOLUNTARIOS DE LAS BRIGADAS INTERNACIONALES

Hasta pronto hermanos

Es muy difícil pronunciar unas palabras de despedida dirigidas a los héroes de las Brigadas Internacionales, por lo que son y por lo que representan.
Un sentimiento de angustia, de dolor infinito, sube a nuestras gargantas atenazándolas... Angustia por los que se van, soldados del más alto ideal de redención humana, desterrados de su patria, perseguidos por la tiranía de todos los pueblos...
Dolor por los que se quedan aquí para siempre, fundiéndose con nuestra tierra y viviendo en lo más hondo de nuestro corazón aureolados por el sentimiento de nuestra eterna gratitud.
De todos los pueblos y todas las razas, vinisteis a nosotros como hermanos nuestros, como hijos de la España inmortal, y en los días más duros de nuestra guerra, cuando la capital de la República española se hallaba amenazada, fuisteis vosotros, bravos camaradas de las Brigadas Internacionales, quienes contribuisteis a salvarla con vuestro entusiasmo combativo y vuestro heroísmo y espíritu de sacrificio.
Y Jarama y Guadalajara, y Brunete y Belchite, y Levante y el Ebro cantan con estrofas inmortales el valor, la abnegación, la bravura, la disciplina de los hombres de las Brigadas Internacionales.
Por primera vez en la historia de las luchas de los pueblos se ha dado el espectáculo, asombroso por su grandeza, de la formación de las Brigadas Internacionales para ayudar a salvar la libertad y la independencia de un país amenazado, de nuestra España.
Comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos, hombres de distinto color, de ideología diferente, de religiones antagónicas, pero amando todos ellos profundamente la libertad y la justicia, vinieron a ofrecerse a nosotros incondicionalmente.
Nos lo daban todo; su juventud o su madurez o su experiencia; su sangre y su vida, sus esperanzas y sus anhelos... Y nada nos pedían. Es decir, sí: querían un puesto en la lucha, anhelaban el honor de morir por nosotros.
¡Banderas de España!... ¡Saludad a tantos héroes, inclinaos ante tantos mártires!...
¡Madres!... ¡Mujeres! Cuando los años pasen y las heridas de la guerra se vayan restañando; cuando el recuerdo de los días dolorosos y sangrientos se esfume en un presente de libertad, de paz y de bienestar; cuando los rencores se vayan atenuando y el orgullo de la patria libre sea igualmente sentido por todos los españoles, hablad a vuestros hijos; habladles de estos hombres de las Brigadas Internacionales.
Contadles cómo, atravesando mares y montañas, salvando fronteras erizadas de bayonetas, vigiladas por perros rabiosos deseosos de clavar en ellos sus dientes, llegaron a nuestra patria como cruzados de la libertad, a luchar y a morir por la libertad y la independencia de España, amenazadas por el fascismo alemán e italiano. Lo abandonaron todo: cariños, patria, hogar, fortuna, madre, mujer, hermanos, hijos y vinieron a nosotros a decirnos: «¡Aquí estamos»!, vuestra causa, la causa de España es nuestra misma causa, es la causa de toda la humanidad avanzada y progresiva».
Hoy se van; muchos, millares, se quedan teniendo como sudario la tierra de España, el recuerdo saturado de honda emoción de todos los españoles.
¡Camaradas de las Brigadas Internacionales! Razones políticas, razones de Estado, la salud de esa misma causa por la cual vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin límites os hacen volver a vuestras patrias a unos, a la forzada emigración a otros. Podéis marcharos orgullosos. Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia, frente al espíritu vil y acomodaticios de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales o hacia las acciones industriales que quieren salvar de todo riesgo.
No os olvidaremos, y, cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!...
Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria los que no tenéis patria, amigos, los que tenéis que vivir privados de amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!

Dolores Ibárruri, Pasionaria

1-XI-1938


¡NO PASARÁN!

Llamamiento pronunciado por la Pasionaria en nombre del Partido Comunista ante los micrófonos del Ministerio de Gobernación, el 19 de julio de 1936.

¡Obreros! ¡Campesinos! ¡Antifascistas! ¡Españoles patriotas!... Frente a la sublevación militar fascista ¡todos en pie, a defender la República, a defender las libertades populares y las conquistas democráticas del pueblo!...
A través de las notas del gobierno y del Frente Popular, el pueblo conoce la gravedad del momento actual. En Marruecos y en Canarias luchan los trabajadores, unidos a las fuerzas leales a la República, contra los militares y fascistas sublevados.
Al grito de ¡el fascismo no pasará, no pasarán los verdugos de octubre!... los obreros y campesinos de distintas provincias de España se incorporan a la lucha contra los enemigos de la República alzados en armas. Los comunistas, los socialistas y anarquistas, los republicanos demócratas, los soldados y las fuerzas fieles a la República han infligido las primeras derrotas a los facciosos, que arrastran por el fango de la traición el honor militar de que tantas veces han alardeado.
Todo el país vibra de indignación ante esos desalmados que quieren hundir la España democrática y popular en un infierno de terror y de muerte.
Pero ¡NO PASARÁN!
España entera se dispone al combate. En Madrid el pueblo está en la calle, apoyando al gobierno y estimulándole con su decisión y espíritu de lucha para que llegue hasta el fin en el aplastamiento de los militares y fascistas sublevados.
¡Jóvenes, preparaos para la pelea!
¡Mujeres, heroicas mujeres del pueblo! ¡Acordaos del heroísmo de las mujeres asturianas en 1934; luchad también vosotras al lado de los hombres para defender la vida y la libertad de vuestros hijos, que el fascismo amenaza!
¡Soldados, hijos del pueblo! ¡Manteneos fieles al gobierno de la República, luchad al lado de los trabajadores, al lado de las fuerzas del Frente Popular, junto a vuestros padres, vuestros hermanos y compañeros! ¡Luchad por la España del 16 de febrero, luchad por la República, ayudadlos a triunfar!
¡Trabajadores de todas las tendencias! El gobierno pone en nuestras manos las armas para que salvemos a España y al pueblo del horror y de la vergüenza que significaría el triunfo de los sangrientos verdugos de octubre.
¡Que nadie vacile! Todos dispuestos para la acción. Cada obrero, cada antifascista debe considerarse un soldado en armas.
¡Pueblos de Cataluña, Vasconia y Galicia! ¡Españoles todos! A defender la República democrática, a consolidar la victoria lograda por el pueblo el 16 de febrero.
El Partido Comunista os llama a la lucha. Os llama especialmente a vosotros, obreros, campesinos, intelectuales, a ocupar un puesto en el combate para aplastar definitivamente a los enemigos de la República y de las libertades populares. ¡Viva el Frente Popular! ¡Viva la unión de todos los antifascistas! ¡Viva la República del pueblo! ¡Los fascistas no pasarán! ¡No pasarán!


¡EL PUEBLO ESPAÑOL PREFIERE MORIR DE PIE A VIVIR DE RODILLAS!

Discurso pronunciado por la Pasionaria en un gran mitin de solidaridad con el pueblo español, celebrado en París, en el velódromo de Invierno, el 8 de septiembre de 1936

[En misión oficial, una delegación del Frente Popular --integrada por Dolores Ibarruri, vicepresidente de las Cortes; Marcelino Domingo, dirigente de Izquierda Republicana; Salmerón, del Partido Federal; Luis Jiménez de Asúa, vicepresidente de las Cortes y miembro de la Comisión Ejecutiva del PSOE y por el ex ministro Antonio Lara-- llegó a París a gestionar del gobierno francés y de los partidos políticos y organizaciones de aquel país ayuda para la República Española.]

¡Trabajadores de París! ¡Demócratas franceses!
Desde la España que lucha por su libertad y por la libertad de todos los pueblos, frente a la pérfida agresión de la reacción española y del fascismo internacional, venimos aquí, al París de la Comuna y de la Gran Revolución, a deciros en qué condiciones luchan nuestros combatientes, lucha y muere nuestro pueblo.
Venimos aquí en demanda de solidaridad para con la República Española, seguros de que nos ayudaréis; confiados en que vosotros, que tantas páginas de gloriosas luchas tenéis en vuestra historia, sabréis comprendernos, sabréis ayudarnos.
La sublevación del ejército ha dejado al gobierno republicano sin los más elementales medios de defensa. Pero al levantarnos a cerrar el paso al devastador torrente fascista, que arrasa nuestras villas, que destruye nuestras ciudades, no nos detuvimos a contar cuántos eran nuestros enemigos, ni pensamos tampoco en el desvalimiento en que la sublevación militar dejaba a la República, al privar a ésta de las armas fundamentales necesarias para su defensa.
Pensamos solamente, impulsados por un movimiento nacional, espontáneo, de dignidad, que ceder sin resistencia a la agresión sería innoble cobardía, que ni el pueblo ni la Historia podrían jamás perdonarnos.
Y sin ninguna vacilación, unidos en el mismo sentimiento y con la misma decisión de cerrar el paso al fascismo y defender la República y la democracia, comunistas, socialistas, republicanos, anarcosindicalistas y nacionalistas vascos, nos lanzamos a la lucha dispuestos a toda clase de sacrificios, porque no ignorábamos lo que el fascismo representa y de lo que es capaz la reacción española. La represión de Asturias es un ejemplo próximo y elocuente. Y no podíamos, sin abdicar de nuestra dignidad humana y española, ni someternos al degradante yugo fascista, ni poner mansamente la cabeza bajo el hacha del verdugo. Consciente de lo que nuestra lucha significa, el pueblo español prefiere morir de pie a vivir de rodillas.
Al lado de los rebeldes, apoyándolos en su agresión contra la República y contra el pueblo, participan fuerzas fascistas extranjeras, cuyos aviones bombardean las abiertas ciudades españolas.
Y mujeres y niños, víctimas inocentes del odio salvaje de la reacción española, caen para siempre, abatidos por la metralla enemiga, y pagan con su sangre y con su vida el delito de vivir en la España republicana, en la España que no acepta ser convertida en una cárcel fascista, en una base de agresión de la reacción internacional.
Hemos venido a Francia en representación del gobierno republicano y de los combatientes que en todos los frentes proclaman su voluntad de lucha, en defensa de la libertad de España, en defensa de la libertad de todos los pueblos, cuya suerte se decide en nuestra patria. Hemos venido a deciros a vosotros, heroicos descendientes de los combatientes de la Comuna, de los vencedores de la Bastilla, a deciros la profunda inquietud que ha producido en nuestro pueblo, en nuestros combatientes, en nuestro gobierno, la negativa del gobierno francés a vender armas al gobierno español, violando los acuerdos establecidos entre ambos y por los cuales el gobierno francés se comprometía a vender al español las armas que necesitaba para su defensa.
Se han cerrado las fronteras con España. Con ello se priva a los combatientes españoles de la posibilidad de resistir. Con ello se coloca al pueblo español ante el terrible dilema de entregarse cobardemente a los agresores o de aceptar sin posibilidad de resistencia, el exterminio por las bandas fascistas y reaccionarias de lo más joven, de lo más progresivo, de lo más combativo de nuestro pueblo. Y nosotros nos negamos a aceptar esta disyuntiva, que entrañaría el horror de la victoria del fascismo en España. Que entrañaría para el pueblo francés la amenaza de agresión de guerra del otro lado de los Pirineos.
¡Camaradas y amigos franceses! ¡Hombres y mujeres de la Francia de la Gran Revolución, de los Derechos del Hombre y de la Comuna! ¡Ayudadnos! ¡Ayudad a nuestro pueblo a defenderse! Exigid de vuestro gobierno que no nos coloque un dogal al cuello del pueblo español, que lucha por su libertad y por la vuestra.
¡Madres y mujeres de Francia! ¡No os pedimos que sacrifiquéis a vuestros hijos ni a vuestros hombres! Os pedimos solamente que nos ayudéis a hacer cambiar la decisión del gobierno francés que nos ata los pies y las manos frente a la agresión fascista.
Sobra a nuestro pueblo heroísmo, pero el heroísmo no basta. A las armas de los rebeldes hay que poder oponer fusiles, aviones, cañones. Defendemos la causa de la libertad y de la paz. Necesitamos aviones y cañones para nuestra lucha, para defender nuestra vida, nuestra libertad, para impedir que los sublevados ataquen nuestras ciudades abiertas, asesinen a nuestras mujeres y a nuestros niños. ¡Necesitamos armas para defender la libertad y la paz!
Y no olvidéis, y que nadie olvide, que si hoy nos toca a nosotros resistir a la agresión fascista, la lucha no termina en España. Hoy somos nosotros; pero si se deja que el pueblo español sea aplastado, seréis vosotros, será toda Europa la que se verá obligada a hacer frente a la agresión y a la guerra.
Ayudadnos a impedir la derrota de la democracia, porque la consecuencia de esta derrota sería una nueva guerra mundial, que todos estamos interesados en impedir y cuyos primeros combates se libran ya en nuestro país. ¡Por nuestros hijos y por los vuestros! ¡Por la paz y contra la guerra, exigid que se abran las fronteras! ¡Exigid que el gobierno francés cumpla sus compromisos con el gobierno republicano español! ¡Ayudadnos a tener las armas que necesitamos para defendernos! ¡El fascismo no pasará, no pasará, no pasará!


DESDE EL MADRID INCONQUISTABLE

Discurso pronunciado en el Monumental Cinema de Madrid, el 8 de noviembre de 1936

Trabajadores, camaradas de Madrid:
Cuando los obuses del enemigo comienzan a batir las casas de nuestra ciudad; cuando sobre el cielo de la capital de la República vuelan los aviones facciosos, vertiendo metralla mortífera sobre mujeres y niños indefensos, parece increíble venir a celebrar un acto de esta naturaleza. Y esto no es necesario para levantar vuestro espíritu, que bien templado lo tenéis a través de días de lucha inenarrables, sino para deciros que estamos aquí y que nos hemos ido. Que estamos aquí junto a vosotros, como hemos estado siempre, y dispuestos también a cumplir con el deber de agradecer desde aquí, desde el Madrid inconquistable, a la Unión Soviética, al entrañable País Soviético, su solidaridad para con nuestro pueblo y su defensa de la República en Ginebra.
Desde aquel país nos dice el heroico pueblo soviético --que supo vencer no sólo al enemigo interior, sino también al enemigo exterior-- y nos gritan mujeres: ¡Hermanos españoles, estamos con vosotros!
Gracias a esta solidaridad nos sentimos más seguros; no nos sentimos solos y podemos decirle al enemigo que ¡no pasará!
Es preciso que el mundo conozca el alto nivel moral de nuestro pueblo, que no se deja abatir por la superioridad enemiga.
Hemos dicho muchas veces que Madrid no se defiende sólo desde dentro, sino también desde fuera. Y no hace muchos días que el Partido Comunista publicó un llamamiento a todos los trabajadores, y principalmente a los comunistas, en este sentido. «Es necesario que el comunista --decía ese manifiesto-- sea un soldado que organice, un comisario político que eduque y prepare a los combatientes; que sea el primero en la lucha y en el sacrificio.» Cumpliendo las decisiones de nuestro Comité Central, nos hemos desplazado a provincias, y no más tarde que ayer hemos recorrido las regiones de Levante, para demandar a los campesinos y trabajadores levantinos ayuda para Madrid, y ellos nos la han prometido, y han comenzado ya la organización del envío de víveres.
El hecho de que haya tantas mujeres en este mitin nos permite, sin temor a equivocarnos, proclamar con orgullo que no se ha extinguido la tradición heroica de las mujeres españolas, que en todos los momentos en que estuvo amenazada la integridad de la patria estuvieron junto a sus hombres y con ellos supieron luchar y morir. Y por ello nos sentimos profundamente orgullosos y seguros de la victoria. Porque una causa que defienden las mujeres y las madres, a pesar de los avatares de la lucha, será siempre una lucha victoriosa.
Desde esta misma tribuna dije que teníamos lo necesario para comenzar la ofensiva. Después, un día, os dije: Camaradas, hay que resistir los embates del enemigo, dos, tres, cuatro, ocho días, los que sean preciso. Habéis resistido, resistís y Madrid se ha hecho inconquistable.

Fuente: España Roja

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