lunes, 24 de agosto de 2009

"EL DERECHO A LA PEREZA", DE PAUL LAFARGUE


EL AUTOR FUNDÓ JUNTO A JULES GUESDE EL PARTIDO OBRERO FRANCÉS HACE 130 AÑOS

El Derecho a la pereza es un ensayo utópico del autor francés Paul Lafargue, su primer trabajo teórico, redactado en Inglaterra en 1880 para su primera publicación en el diario L’Egalité y posteriormente, como folleto en 1883.

En la obra, Lafargue realiza una critica marxista del sistema económico nacido del capitalismo, cuyo desarrollo, concluye, desembocaría en una crisis de superproducción, causa de paro y miseria entre la clase trabajadora. Lafargue propone alcanzar, mediante la generalización del uso de las máquinas y la reducción de la jornada laboral, el estadio de los derechos del bienestar con el que culminaría la revolución social y cuya sociedad puede consagrar su tiempo a las ciencias, el arte y la satisfacción de las necesidades humanas.

El Derecho a la Pereza por su estilo irónico y contenido polémico, alcanzó una gran popularidad a finales del siglo XIX entre los partidarios y críticos con el movimiento obrero europeo para más tarde significarse como una de las obras literarias de mayor relevancia de Francia.

Tras la Revolución rusa y con el auge del pensamiento partidario de las políticas soviéticas del productivismo, que es criticado en la obra de Lafargue, el texto fue relegado hasta que tras la Segunda Guerra Mundial fue redescubierto para su reedición y reivindicación por sectores muy dispares, abandonando su condición de obra ideológica para convertirse en patrimonio universal.

En El Derecho a la Pereza, el autor hace una defensa del sueño de la abundancia y el goce, de la liberación de la esclavitud del trabajo, empleando la paradoja como figura retórica para mejor explicar la doctrina marxista entre la clase obrera de su tiempo. Retomando un escrito propio de 1848 Refutación del Derecho al Trabajo, Lafargue defiende que el trabajo es el resultado de una imposición del capitalismo, contrariamente a la idea tradicional de reivindicación obrera y lo contrapone a los derechos de la pereza, más acordes con los instintos de la naturaleza humana, con los que se alcanzarían los derechos al bienestar y la culminación de la revolución social.
Lafargue analiza las consecuencias de la crisis de superproducción que consideraba inevitable en el sistema económico burgués, y que se manifestarían por la ruina de los capitalistas, el paro y la miseria de los trabajadores. En un estadio previo, Lafargue considera y critica conceptos como el del sobreconsumo, la existencia de una clase doméstica de consumidores improductivos o la creación de necesidades y mercados ficticios con los que el sistema capitalista facilitaría la salida y reducción de vida útil de los productos. Lafargue concluye que es necesario la reducción de las jornadas laborales a 3 horas como máximo y la mejora de la capacidad adquisitiva de la clase trabajadora como soluciones a las crisis de superproducción periódicas pero oponiéndose al interés capitalista por el beneficio económico y apuntaba como ejemplo las políticas realizadas entonces en Inglaterra y Estados Unidos en favor del maquinismo.

Sin embargo, para Lafargue, el maquinismo o la introdución de las máquinas en un sistema capitalista podría generalizar el paro y la miseria, mientras que en el triunfo revolucionario, representarían el instrumento básico para trabajar lo menos posible y disfrutar intelectualmente y físicamente lo más posible.

Influencia: El Derecho a la Pereza permitió precisar los argumentos del pensamiento de Lafargue en contra de las tesis de economistas teóricos del capitalismo por lo que tuvo una gran aceptación entre los marxistas y también el anarquismo. Más tarde, tras las reediciones de los años 1970 la obra ha sido estudiada por los teóricos de la sociedad del ocio, siendo una obra considerada como precursora de sus doctrinas en favor de reducir la jornada laboral y consagrar mayor tiempo a las ciencias, artes y necesidades imprescindibles.

Crítica: Para Pérez Ledesma, Lafargue pese a su rigor central, cae con frecuencia en el uso de tópicos y apologías en sus análisis de las formas de vida preindustriales que se ajustan poco a la realidad recurre a caracterizaciones étnicas con las que distingue a los diferentes pueblos para los que el trabajo es una necesidad, a los que él considera libres a la vez que demuestra una desconsideración hacia los trabajos manuales en la misma línea que los filósofos de la época clásica asentados entonces en un sistema económico basado en el esclavismo.

BIOGRAFÍA

Paul Lafargue (Santiago de Cuba, 15 de enero de 1842 - Draveil, 26 de noviembre de 1911) fue un periodista, médico, teórico político y revolucionario francés. Aunque en un principio su actividad política se orientó a partir de la obra de Proudhon, el contacto con Karl Marx (del que llegó a ser yerno al casarse con su segunda hija, Laura) acabó siendo determinante. Su obra más conocida es El Derecho a la Pereza. Nacido en Santiago de Cuba en una familia franco-caribeña, Lafargue pasó la mayor parte de su vida en Francia, aunque también pasó periodos ocasionales en Inglaterra y España. A la edad de 69 años, Laura y Lafargue se suicidaron juntos, llevando a cabo lo que desde hacía tiempo tenían planeado.

El padre de Lafargue era un acomodado propietario de plantaciones de café en Cuba y, por ello, Paul pudo comenzar sus estudios en Santiago de Cuba y proseguirlos en Francia. En 1851 la familia Lafargue se mudó a Burdeos y Paul estudió en el Liceo de Toulouse. Posteriormente estudió Medicina en París.

Es en París donde Lafargue comenzó su carrera política e intelectual, adhiriéndose a la filosofía positivista y entrando en contacto con los grupos republicanos que se oponían a Napoleón III. Parece que la obra de Proudhon le influyó particularmente en esta fase de su vida y fue como anarquista proudhoniano como Lafargue ingresó en la sección francesa de la "Asociación Internacional de Trabajadores" (la AIT, más conocida como Primera Internacional). Sin embargo, pronto entró en contacto con dos de las personalidades más prominentes del pensamiento revolucionario, Karl Marx y Luis Augusto Blanqui, cuya influencia eclipsó completamente las tendencias anarquistas que hasta entonces había mostrado Lafargue.

Laura, hija de Karl Marx y esposa de Paul Lafargue. En 1865, tras participar en el Congreso Internacional de Estudiantes en Lieja, las universidades francesas prohibieron que Lafargue pudiera tener ninguna relación con las mismas, por lo que tuvo que marcharse a Londres para empezar allí de nuevo su carrera. En Londres se convirtió en un asiduo de la casa de Marx, donde conocería a su hija Laura con la que acabaría contrayendo matrimonio en 1868. Su activida política tomó un nuevo rumbo en Inglaterra, fue elegido miembro del "Consejo General" de la Primera Internacional, y acabó siendo nombrado secretario corresponsal para todo lo concerniente a España (cargo que desempeñó entre 1866 y 1868). Sin embargo, parece que no consiguió establecer ningún tipo de contacto serio con las organizaciones de trabajadores españolas. Organizaciones españolas sólo entrarían a formar parte de la Internacional a partir de la Revolución de 1868, mientras que la llegada a España del anarquista italiano Giuseppe Fanelli convirtió al país en un bastión del movimiento anarquista (y no de la corriente marxista que representaba Lafargue).

La oposición al anarquismo de Lafargue se volvió notoria cuando, a su regreso de España, escribió una serie de artículos en los que criticaba la influencia de Proudhon en algunas organizaciones obreras francesas. Esta serie de artículos supuso el punto de partida de una larga carrera como articulista político.

Período Español: Tras el episodio revolucionario de la Comuna de París de 1871, la represión política obligó a Lafargue a emigrar a España. Allí se estableció en Madrid, donde contactó con algunos miembros locales de la Internacional, sobre los que su influencia acabaría siendo muy importante.

A diferencia de lo que ocurría en otros países europeos, la influencia del anarquismo fue enorme, aun tratándose de un país tan abrumadoramente agrario como era España entonces. La mayoría de los revolucionarios españoles formaban parte de la facción anarquista de la Internacional (y su peso seguiría siendo enorme en España hasta la Guerra Civil). Lafargue se dedicó a intentar redirigir esta tendencia hacia el marxismo, tarea en la que estuvo cercanamente asesorado por Friedrich Engels. Esta labor tenía también importantes implicaciones a nivel internacional, ya que la federación española de la Internacional era uno de los pilares principales de la facción anarquista.

La tarea encomendada a Lafargue consistía principalmente en reunir en Madrid un grupo marxista que fuese capaz de liderar la actividad revolucionaria. Al mismo tiempo que llevaba esto a cabo, Lafargue comenzó a escribir una serie de artículos anónimos para el periódico La Emancipación en los que defendía la necesidad de crear un partido político de la clase obrera (uno de los principales puntos de desacuerdo con los anarquistas). En algunos de estos artículos Lafargue expresaba sus propias ideas acerca de la necesidad de reducir la jornada laboral (una concepción que no era ajena al pensamiento del propio Marx).

En 1872, tras un ataque de La Emancipación contra el nuevo y anarquista Consejo Federal, la Federación de Madrid expulsó a los que habían firmado ese artículo. Al poco estos crearon la Nueva Federación de Madrid, un grupo que nunca llegó a tener una gran influencia. La última actividad de Lafargue como activista político en España consistió en representar a la minoritaria sección marxista en el Congreso de La Haya de 1872, congreso que significó el final de la Primera Internacional como asociación unitaria de todos los socialistas.

Segundo Período Francés: Entre 1873 y 1872, Paul Lafargue vivió en Londres. Para entonces ya había dejado de ejercer la Medicina, pues ya no tenía fe en ella. Abrió un taller de litografía pero la escasez de los ingresos que consiguió con él le obligó en varias ocasiones a pedir dinero a Engels (que era propietario de industrias). Gracias a la ayuda de Engels consiguió entrar nuevamente en contacto desde Londres con el movimiento obrero francés (el cual estaba empezando a ganar de nuevo base social, después de la tremenda represión reaccionaria que había llevado a cabo Adolphe Thiers durante los primeros años de la III República francesa).

A partir de 1880 trabajó de nuevo como editor del diario L`Egalité. En ese mismo año y en las páginas de ese diario, Lafargue comenzó a publicar los primeros borradores de El Derecho a la Pereza.

Fue un activo militante en la Comuna de París, y fue miembro-fundador de sus secciones francesas, españolas y portuguesas. Lafargue fue también dirigente de la II Internacional. Fue uno de los fundadores del Partido Obrero francés en 1879. Uno de sus libros más célebres es "El derecho a la pereza", escrito hacia 1880. Fue uno de los textos más difundidos de la literatura socialista mundial, probablemente sólo superado por el "Manifiesto del Partido Comunista" de Karl Marx y Friedrich Engels.

Fuente: CGT

ACCESO AL TEXTO COMPLETO DE "EL DERECHO A LA PEREZA": http://elgranerocomun.net/IMG/pdf/Lafargue_Refutacion_del_trabajo.pdf

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