EL PRIMER CONGRESO DE ESCRITORES SOVIÉTICOS, CELEBRADO EN AGOSTO DE 1934, ESTUVO PRESIDIDO POR MÁXIMO GORKI, Y EN ÉL ANDREI ZHDANOV IMPUSO LA DOCTRINA OFICIAL DEL REALISMO SOCIALISTA.
La mayor herencia dejada por el Primer Congreso de Escritores Soviéticos fue la doctrina del Realismo Socialista. Esa doctrina provenía de Stalin en persona. Para él, el escritor soviético era el "Ingeniero de las almas humanas"; era él, quien debía dar un contenido humano nuevo al hombre de la nueva realidad socialista. Un crítico del régimen (Nussinov) definió más tarde, y con ciertas precisiones técnicas, el Realismo Socialista como método de presentación psicológica esencialmente opuesta a los métodos psicológicos de un Dostoievski o un Tolstoi. Estos reducen los actos de los hombres a la lucha de fuerzas eternas, el Bien o el Mal, que combaten dentro de él; la solución y explicación a que llegan es de naturaleza religiosa. El escritor soviético, en cambio, debe sustituir esa actitud aclasista y ahistórica, religiosamente pesimista y abstractamente ética., por una interpretación social e histórica. De aquí que los clásicos propuestos al nuevo escritor soviético sean precisamente los del realismo burgués: Balzac y Stendhal. El artículo de Nussimov (que puede considerarse típico del pensamiento soviético de entonces) en su conclusión señala que "la tarea principal del realismo socialista es luchar por la destrucción del mundo de la propiedad y por el triunfo del socialismo". Lo que coincide exactamente con la opinión emitida por la gran mayoría de los escritores que intervino en el Congreso: los escritores deben inspirarse en el programa del partido comunista; la literatura esta en la línea de frente de la lucha socialista.
Es cierto que no faltaron en el Primer Congreso algunas voces contrarias. La más importante tal vez fue la de Yuri Olecha (autor de La envidia, 1927) quien proclamó, sin ambages, que "un escritor sólo puede escribir lo que puede escribir" y que era imposible, para él, ponerse en el pellejo de un obrero típico o de un héroe revolucionario para trazar su epopeya, tal como se lo recomendaba el régimen. Pero el caso de Olecha fue bastante aislado y su intervención no promovió la rara unanimidad con que todos los escritores presentes aceptaron la doctrina que descendía de lo alto. Unas palabras de Gladkov definen mejor la posición común: "No pide una verdad general, sino una verdad específica, nuestra verdad comunista. El escritor de hoy no es un observador frío, es un ser lleno de fuego y de pasión. Es un pintor austero y absolutamente verídico, pero también un fiero tribuno".
En realidad, lo que se pedía al escritor soviético con esta doctrina no era un realismo (a secas) sino un nuevo humanismo: la creación literaria de mitos y la necesaria idealización para que ingresara al arte el nuevo hombre soviético que el Estado quería forjar.
El encargado de velar por el cumplimiento de esta doctrina fue Andrei Zhdanov, de quien un no simpatizante ha trazado el siguiente retrato: "Contrariamente a lo que de él se ha dicho algunas veces en Occidente, no era una simple nulidad burocrática. La desgracia de la cultura soviética fue que él tenía ciertos conocimientos, un determinado gusto y unas ambiciones culturales precisas que quiso imponer, con resultados desastrosos para todos los escritores, pintores y músicos." Fue él y no Máximo Gorki (muerto en 1936) quien debió velar por el cumplimiento de las doctrinas del Realismo Socialista; fue él quien impulsó a los dóciles y a los arribistas, quien combatió a los audaces y a los críticas, quien hizo reescribir páginas hermosas pero pocos fieles a la doctrina y condenó a la muerte civil a quienes no aceptaron su línea.
El sentido profundo de su censura (proseguida hasta su muerte en 1947) puede verse en un folleto publicado en Moscú por las Ediciones en Lenguas Extranjeras (1951). Se recogen allí cuatro resoluciones del C. C. del P. C. (B) de la U.R.S.S. que se refieren a dos revistas literarias acusadas de formalismo y occidentalismo, al repertorio de los teatros dramáticos, a una película titulada La Gran Vida (y cuya circulación se prohíbe) y una ópera, La Gran Amistad, de V. Muradelli. Este panfleto no está escrito y difundido por los sicarios de Wall Street para engañar al lector sobre el alcance de la censura soviética: es un ejemplo auténtico de cómo se ejercía esa censura entre los años 1946-1948 y cómo abarcaba todos los campos. Allí se declara que "nuestras revistas, lo mismo científicas que literarias, no pueden ser apolíticas", que "son un instrumento poderoso del Estado soviético para la educación de los ciudadanos soviéticos y, particularmente, de la juventud y, en consecuencia, han de regirse por lo que constituye la base vital del régimen soviético: su política. El régimen soviético no puede tolerar la educación de la juventud en un espíritu de indiferencia por la política soviética, en un espíritu de frivolidad y de falta de orientación".
En esos decretos se denuncia repetidamente la amistad como fundamento para la publicación o representación de obras y se exige u obliga (tales son los términos) que se corrijan de inmediato los defectos y los autores hagan penitencia pública de sus errores. Los afectados por estas medidas no son oscuros principiantes: son el narrador satírico Sóschenko, o el director cinematográfico Sergei M. Eisenstein, o los músicos Prokófiev y Shostakóvich. Esos decretos dan la tónica de la actitud oficial frente al arte soviético. La peor acusación de que puede ser objeto un autor es "formalismo" o entrega a las doctrinas estéticas del corrompido arte de la burguesía capitalista. El mayor elogio, el reconocimiento de que su obra contribuye a fortalecer en el hombre soviético (principalmente el joven) la confianza ilimitada en el Estado y la fe en el gran porvenir de la U.R.S.S.
Fuente: Rodríguez Monegal
Stalin ante el féretro de Andrei Zhdanov (Alexander Gerasimov, 1948)
LA LITERATURA SOVIÉTICA ES LA MÁS IDEOLÓGICA, LA MÁS VANGUARDISTA DEL MUNDO. DISCURSO DE ANDREI ZHDANOV ANTE EL PRIMER CONGRESO DE LA UNIÓN DE ESCRITORES SOVIÉTICOS (1934).
Camaradas, en nombre del Comité Central del Partido Comunista de los Bolcheviques de la Unión Soviética y del Congreso de Comisarios Populares de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, permitidme dar al Primer Congreso de Escritores Soviéticos y, a través de él, a todos los escritores de nuestra Unión Soviética, con el gran escritor proletario Alexej Maximovich Gorkij al frente, un fervoroso saludo bolchevique.
Camaradas, vuestro congreso se reúne en un momento en el que las principales dificultades que obstaculizaban nuestro camino hacia la construcción del socialismo han sido superadas, cuando nuestro país ha asentado ya los cimientos de la economía socialista, gracias a la victoria de la política de industrialización y de creación de granjas estatales y colectivas.
Vuestro congreso se reúne en un periodo en el que, bajo la dirección del Partido Comunista, bajo la conducción genial de nuestro gran jefe y maestro, el camarada Stalin, definitiva e irrevocablemente el régimen socialista ha triunfado en nuestro país. Sucesivamente, de etapa en etapa, de victoria en victoria, del fuego de la Guerra Civil al periodo de reconstrucción y de éste al de reestructuración socialista de toda la economía nacional, nuestro partido ha conducido al país al triunfo sobre los elementos capitalistas, desplazándolos de todas las esferas económicas.
La URSS se ha convertido en un país industrial de vanguardia, en un país con la más importante agricultura socialista del mundo. La URSS se ha convertido en un país de avanzada cultura socialista, un país en el que se desarrolla y crece como una flor exuberante nuestra cultura soviética.
Como resultado del triunfo del régimen socialista, se han llevado a cabo en nuestro país la liquidación de las clases parásitas, la eliminación del desempleo, la erradicación de la miseria en las aldeas, la desaparición de los tugurios urbanos. Ha cambiado la fisonomía entera del país de los soviets. Ha cambiado de forma radical la conciencia de la gente. Para nosotros, los "personajes ilustres" son ahora los constructores del socialismo, los obreros y los campesinos de las granjas colectivas.
En íntima relación con los triunfos del socialismo en nuestro país está la consolidación de la posición externa e interna de la Unión Soviética: crecen su peso y autoridad internacionales, se fortalece su identidad como brigada de choque del proletariado mundial, como poderoso baluarte de la futura revolución proletaria mundial.
El camarada Stalin en el XVII Congreso del partido ha hecho un análisis genial, insuperable, de nuestros triunfos y de las condiciones en que éstos se han producido, así como de nuestra situación en el momento actual, y ha expuesto el programa de trabajo ulterior que pondrá fin a la construcción de la sociedad socialista sin clases. El camarada Stalin ha hecho un análisis concluyente de los aspectos más retrasados de nuestro trabajo y de las dificultades para cuya superación, incansablemente, día tras día, lucha nuestro partido y, bajo su dirección, la masa compuesta por millones de obreros y campesinos de las granjas colectivas.
Necesitamos superar, cueste lo que cueste, el atraso de capítulos tan importantes de la economía nacional como el transporte ferroviario, fluvial y marítimo, la circulación de mercancías, la metalurgia. Necesitamos fomentar el desarrollo de la ganadería, uno de los más importantes sectores de la economía rural socialista.
El camarada Stalin ha revelado hasta el fondo la raíz de nuestras dificultades y carencias. Éstas derivan del atraso en las tareas de organización práctica, que a su vez se debe a las exigencias de la línea política del partido y a las demandas planteadas por la ejecución del segundo plan quinquenal. Es por esto que en el XVII Congreso del partido se ha reconocido en toda su dimensión la importancia de elevar nuestro trabajo organizativo hasta el mismo nivel que las grandes tareas políticas que aún tenemos por delante. El partido, bajo la dirección del camarada Stalin, organizará a las masas en la lucha por la definitiva liquidación de los elementos capitalistas, por la superación de las reminiscencias del capitalismo en la economía y la conciencia de la gente, por la conclusión de la reconstrucción técnica de la economía nacional. Superar las reminiscencias del capitalismo en la conciencia de la gente significa luchar contra todo resto de influencia burguesa en el proletariado, contra la indisciplina, contra la negligencia, contra la holgazanería, contra el desenfreno pequeño-burgués y el individualismo, contra las actitudes rapaces e inconscientes frente a la propiedad común.
Tenemos en nuestras manos un arma fiel para la superación de todas las dificultades que obstaculizan nuestro camino. Este arma no es otra que la gran e invencible doctrina de Marx, Engels, Lenin y Stalin, encarnada en la vida de nuestro partido y a través de los soviets.
La gran bandera de Marx, Engels, Lenin y Stalin ha triunfado. Precisamente a esta victoria debemos el que aquí se haya reunido hoy el Primer Congreso de Escritores Soviéticos. Sin esa victoria no hubiera existido vuestro congreso. Un congreso como éste no lo convoca nadie más que nosotros, los bolcheviques.
Los éxitos de la literatura soviética están determinados por los éxitos de la construcción socialista. Su progreso es la expresión de los éxitos y los logros de nuestro sistema socialista. Nuestra literatura es la más joven de todas las literaturas de todos los pueblos y países. Al mismo tiempo, es la literatura más rica en ideas, más vanguardista y revolucionaria. No existe ni ha existido nunca una literatura, salvo la soviética, que organizara a los trabajadores y a los oprimidos en la lucha por la abolición definitiva de todo tipo de explotación y del yugo de la esclavitud asalariada. No existe ni ha existido nunca una literatura que pusiera como base de la temática de sus obras la vida de la clase obrera y del campesinado y su lucha por el socialismo. No hay en ningún lugar, en ningún país del mundo, una literatura que defienda y salvaguarde la igualdad de derechos de los trabajadores de todas las naciones, que ampare la igualdad de derechos de las mujeres. No hay y no puede haber en un país burgués una literatura que sucesivamente destruya toda manifestación de oscurantismo, misticismo, clericalismo y superstición, como lo hace la nuestra.
Sólo la literatura soviética, sangre de la sangre y carne de la carne de nuestra construcción socialista, podía convertirse y en verdad se ha convertido en una literatura tan vanguardista, tan ideológica, tan revolucionaria.
Los literatos soviéticos han creado hasta ahora no pocas obras llenas de talento, que ilustran con precisión y honestidad la vida de nuestro país soviético. Existe ya una lista de nombres de los que podemos enorgullecernos con motivo. Bajo la dirección del partido, a través de la atenta y cotidiana administración del Comité Central y del apoyo y la ayuda infatigables del camarada Stalin, ha cerrado filas en torno al poder soviético y al propio partido toda la masa de autores soviéticos. Y así, a la luz de los éxitos de nuestra literatura soviética, cada vez más y más ostensiblemente se manifiesta el contraste entre nuestro sistema, el sistema del socialismo triunfante, y el sistema del capitalismo, corrupto y moribundo.
¿Sobre qué puede escribir, con qué puede soñar, con qué entusiasmo puede crear el escritor burgués, de dónde puede tomar prestado ese entusiasmo, si el obrero en los países capitalistas tiene un mañana incierto, si no sabe si trabajará mañana, si el campesino ignora si mañana aún trabajará en su pedazo de tierra o si se arruinará con la siguiente crisis capitalista, si el trabajador intelectual no tiene empleo hoy y no sabe si lo conseguirá mañana?
¿Sobre qué puede escribir el escritor burgués, de qué entusiasmo puede tratarse, si el mundo, si no hoy, mañana, se sumirá de nuevo en la vorágine de una nueva guerra imperialista?
El estado actual de la literatura burguesa es tal que ya no puede crear grandes obras. La decadencia y descomposición de la literatura burguesa, derivadas de la decadencia y corrupción del sistema capitalista, representan el rasgo característico, la particularidad propia de la situación en que se encuentran la cultura y la literatura burguesas en el momento presente. Atrás quedaron irremediablemente los tiempos en los que la literatura burguesa, al expresar el triunfo del sistema burgués sobre el feudalismo, podría crear grandes obras en torno al florecimiento del capitalismo. Ahora asistimos a un empequeñecimiento general, a una creciente mezquindad – también de los talentos, los autores, los héroes.
Con su pánico mortal a la revolución proletaria, el fascismo castiga a la civilización devolviendo al pueblo al periodo más siniestro y salvaje de la historia de la humanidad, reduciendo a cenizas y aniquilando bárbaramente la obra de los mejores seres humanos.
Es característico de la decadencia y la descomposición de la cultura burguesa el desenfreno de misticismo y oscurantismo clerical, la pasión por la pornografía. Los "personajes ilustres" de la literatura burguesa, esa literatura burguesa que vendió su pluma al capital, son ladrones, detectives, prostitutas, golfos.
Todo esto es propio de ese ámbito de la literatura que intenta disimular la descomposición del sistema burgués, que en vano trata de demostrar que nada ha ocurrido, que todo va bien en Dinamarca y que nada se pudre aún en el sistema capitalista. Aquellos representantes de la literatura burguesa que más agudamente perciben el estado de cosas están absorbidos por el pesimismo, la desconfianza en el día de mañana, el elogio de la noche negra, la celebración del pesimismo como teoría y práctica del arte. Y sólo una parte pequeña, los escritores más honestos y clarividentes, intenta encontrar una salida por otros caminos, en otras direcciones, habiendo unido su destino al del proletariado y su lucha revolucionaria.
El proletariado de los países capitalistas ya está forjando un ejército de literatos, de artistas – escritores revolucionarios a cuyos representantes nos complace dar hoy la bienvenida al Primer Congreso de Escritores Soviéticos. El destacamento de escritores revolucionarios en los países capitalistas aún no es numeroso, pero se está ampliando y continuará ampliándose con cada día de intensa lucha de clases, con el incremento de las fuerzas de la revolución proletaria mundial.
Nosotros creemos firmemente que estas pocas decenas de camaradas extranjeros presentes aquí representan el núcleo y el embrión de un poderoso ejército de escritores proletarios que organizará la revolución proletaria mundial más allá de nuestras fronteras.
Así están las cosas en los países capitalistas. No en el nuestro. Nuestro escritor soviético extrae el material para sus obras artísticas, los temas, las imágenes, el lenguaje artístico y el discurso de la vida y la experiencia de la gente de Dneprostroj y Magnetostroj. Nuestro escritor extrae su material de la epopeya heroica de la tripulación del Chelyuskin, de la experiencia de nuestras granjas colectivas, de la febril actividad creadora en todos los rincones de nuestro país.
En nuestro país, los héroes principales de las obras literarias son los activos constructores de una vida nueva: los obreros y las obreras, los hombres y las mujeres de las granjas colectivas, los miembros del partido, los administradores, los ingenieros, los miembros de la Liga de Jóvenes Comunistas, los pioneros. Éstos son los caracteres básicos y los héroes básicos de nuestra literatura soviética. Nuestra literatura destila entusiasmo y heroicidad. Es optimista y no debido a algún instinto interno de origen biológico. Es optimista en esencia puesto que es la literatura de la clase emergente del proletariado, la única clase avanzada y progresista. Nuestra literatura soviética es fuerte porque sirve a una nueva causa, la causa de la construcción socialista.
El camarada Stalin ha llamado a nuestros escritores ingenieros del alma humana. ¿Qué significa esto? ¿Qué deberes os impone esta denominación?
Esto significa, en primer lugar, conocer la vida, para saber representarla fielmente en las obras artísticas, y representarla no de modo escolástico, exánime, no simplemente como "realidad objetiva", sino como realidad en su desarrollo revolucionario.
Así, la veracidad y la concreción histórica de la representación artística deben combinarse con el deber ideológico de reformar y educar a los trabajadores en el espíritu del socialismo. Este método aplicado a la literatura y la crítica literaria es lo que nosotros llamamos método del realismo socialista.
Nuestra literatura soviética no teme a las acusaciones de tendenciosidad. Sí, la literatura soviética es tendenciosa, ya que no hay ni puede haber en una época de lucha de clases una literatura que no sea literatura de clase, tendenciosa o falsamente apolítica.
Y yo creo que cada uno de nuestros escritores soviéticos puede decir a cualquier burgués necio, a cualquier fariseo, a cualquier escritor burgués que hable de la tendenciosidad de nuestra literatura: "Sí, nuestra literatura soviética es tendenciosa y estamos orgullosos de ello, porque el objeto de nuestra tendencia es liberar a los trabajadores, a toda la humanidad, del yugo de la esclavitud capitalista."
Ser ingeniero del alma humana significa tener ambos pies bien plantados sobre el suelo de la vida real. Y esto a su vez significa la ruptura con el romanticismo a la vieja usanza, con el romanticismo que reflejaba una vida inexistente y unos héroes inexistentes, alejando al lector de las contradicciones y la opresión de la vida real hacia un mundo imposible, un mundo de utopías. A nuestra literatura, que está plantada con ambos pies sobre una firme base material, el romanticismo no puede resultarle ajeno, siempre que sea romanticismo de un tipo nuevo, romanticismo revolucionario. Nosotros decimos que el realismo socialista es el método fundamental de la literatura soviética y de la crítica literaria y esto supone que el romanticismo revolucionario debe ser un componente de la creación literaria, ya que la vida entera de nuestro partido, la vida al completo de la clase obrera y su lucha consisten en la combinación del más riguroso y sobrio trabajo práctico con un gran espíritu heroico y unas grandiosas perspectivas de futuro. Nuestro partido siempre ha sido fuerte por el hecho de haber unido y continuar uniendo una particular eficiencia y practicidad con las más amplias perspectivas, con una constante impulso hacia delante, con la lucha por la construcción de la sociedad comunista. La literatura soviética debe saber mostrar a nuestros héroes, debe saber mirar hacia nuestro mañana. Y esto no es una utopía dado que nuestro mañana se prepara ya hoy mediante el trabajo consciente y planificado.
No se puede ser ingeniero del alma humana sin conocer la técnica del trabajo literario y debe señalarse que la técnica de la escritura posee toda una serie de peculiaridades específicas.
Poseéis muchos tipos de armas. La literatura soviética tiene todas las oportunidades para emplear estas armas (géneros, estilos, formas y procedimientos de creación literaria) en toda su diversidad y su alcance, seleccionando lo mejor que se ha creado en este ámbito en épocas precedentes. Desde este punto de vista, el dominio de los aspectos técnicos, la asimilación crítica de la herencia literaria de todas las épocas representan en sí mismos una tarea sin cuyo cumplimiento no llegaréis nunca a ser ingenieros del alma humana.
Camaradas, el proletariado, como en otros ámbitos de la cultura material y espiritual, es el único heredero de lo mejor del acervo literario mundial. La burguesía dilapidó su herencia literaria, nosotros estamos obligados a recogerla con cuidado, estudiarla y, una vez la hayamos asimilado críticamente, avanzar más allá.
Ser ingeniero del alma humana significa luchar activamente por la cultura del lenguaje, por la calidad de las obras. Nuestra literatura todavía no responde a las exigencias de nuestra época. La debilidad de nuestra literatura refleja el desfase de la conciencia con respecto a la economía, el cual, sin duda, afecta también a nuestros literatos. Por ello, la ejercitación constante de uno mismo y del propio bagaje ideológico en el espíritu del socialismo representa esa condición indispensable sin la cual los literatos soviéticos no pueden remodelar la conciencia de sus lectores ni convertirse ellos mismos en ingenieros del alma humana.
Necesitamos alcanzar una elevada maestría en el campo de la creación artística y, en este sentido, resulta inestimable la ayuda que Alexej Maximovich Gorkij presta al partido y al proletariado en la lucha por la calidad literaria, por un lenguaje culto.
Así, los escritores soviéticos cuentan con todas las condiciones necesarias para crear obras, como se dice, consonantes con la época, obras de las que podrán aprender los contemporáneos y que serán el orgullo de futuras generaciones.
Se han creado todas las condiciones necesarias a fin de que la literatura soviética pueda producir obras que respondan a las exigencias culturales de las masas en aumento. Y es que sólo nuestra literatura tiene la posibilidad de estar tan estrechamente ligada a sus lectores, a la vida de los trabajadores, como sucede en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El presente Congreso es, en este aspecto, especialmente significativo. El Congreso no lo han preparado sólo los literatos, sino, junto a ellos, todo el país. A lo largo de esta preparación se han puesto de manifiesto el amor y la atención con los que el partido, los obreros, los campesinos de las granjas colectivas rodean a los escritores soviéticos, la delicadeza y también el grado de exigencia que demuestran la clase obrera y los campesinos de las granjas colectivas ante los literatos soviéticos. Sólo en nuestro país la literatura y los escritores son alzados hasta esas alturas.
Organizad el trabajo de vuestro Congreso y la labor de la Unión de Escritores Soviéticos para que en el futuro la obra de los escritores responda al esplendor de la victoria socialista.
Lograd creaciones de elevada maestría y elevado contenido ideológico y artístico.
Sed los responsables activos de la remodelación de la conciencia popular en el espíritu del socialismo.
Manteneos en posiciones de vanguardia en la lucha por una sociedad socialista sin clases.
Fuente: Crítica, Tendencia y Propaganda. Textos sobre Arte y Comunismo, 1917-1954. Juan José Gómez (ed.). Ediciones ISTPART. Sevilla, 2004
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