sábado, 4 de enero de 2025

"EL ARTISTA Y SU TIEMPO", DISCURSO DE ALBERT CAMUS, EN EL 65 ANIVERSARIO DE SU MUERTE

"El artista y su tiempo" conferencia pronunciada en el gran anfiteatro de la Universidad de Upsala el 14 de diciembre de 1957

“Hoy, todo artista está embarcado en la galera de su tiempo. Y debe resignarse a ello, aun cuando le parezca que esta galera huele a arenque, que los cómitres son verdaderamente demasiados y que, por añadidura, se está doblando mal el cabo. Nos hallamos en alta mar. El artista, como los otros, tiene que remar a su vez sin morir; es decir, debe continuar viviendo y creando. A decir verdad, no es cosa fácil y comprendo que los artistas añoren su antiguo bienestar. El cambio es un tanto brutal. Cierto es que siempre hubo en el circo de la historia mártires y leones. Los primeros se sustentaban con consuelos eternos; los segundos, de alimento histórico bien sangrante. Pero hasta ahora el artista ocupaba un lugar en las gradas. Cantaba por cantar, para sí mismo o, en el mejor de los casos, para alentar al mártir y distraer un poco al león de su apetito. Ahora, en cambio, el artista se encuentra en la propia arena; su voz, su fuerza, ya no es la misma. Es mucho menos segura…

El hecho de que el artista ponga en tela de juicio el arte tiene muchas razones, de las que sólo bastará señalar las más importantes. En el mejor de los casos, ese enjuiciamiento se explica por la impresión que puede tener el artista contemporáneo de mentir o de hablar por hablar… En efecto, lo que caracteriza  a esta época es la irrupción de las masas y de su condición miserable,  frente a la sensibilidad contemporánea. Ahora sabemos que existe…  siendo así que se tenía tendencia a olvidarlas. Y si lo sabemos, no es porque las élites, artísticas o de otra índole, se hayan hecho mejores; no, tranquilicémonos. Es que las masas se hicieron más fuertes e impiden que se las ignore… Hay aún otras razones, y algunas menos nobles, de esta misión del artista. Pero cualesquiera sean estas razones, todas ellas concurren en el mismo fin: desalentar la creación libre, atacando su principio esencial, que es la fe del creador en sí mismo. “La obediencia de un hombre a su propio genio -dijo magníficamente Emerson- es la fe por la excelencia”. Y otro escritor norteamericano del siglo XIX agregaba: “Mientras un hombre permanece fiel a sí mismo, todo abunda en su sentido, gobierno, sociedad, el mismo sol, la luna y las estrellas”.

En la mayor parte de los casos, el artista se avergüenza de sí mismo y de sus privilegios, si los tiene. Debe responder ante todo a la pregunta que él mismo se formula: ¿Es el arte un lujo mentiroso?.

La primera respuesta honesta que pueda darse es ésta: ocurre, en efecto, que el arte es un lujo mentiroso. En la toldilla de las galeras siempre y en todas partes se puede, lo sabemos, cantar a las estrellas mientras los forzados reman y se agotan en la cala; siempre puede registrarse la conversación mundana que se mantiene en las gradas del circo, mientras la víctima queda destrozada entre los dientes del león. Y es muy difícil objetar algo a ese arte que conoció grandes éxitos en el pasado. Sólo que las cosas cambiaron un poco; sobre todo, el número de galeotes y de mártires aumentó prodigiosamente en la superficie del globo. Frente a tanta miseria, ese arte, si pretende continuar siendo un lujo, debe aceptar hoy ser también una mentira. La mentira del arte por el arte fingía ignorar el mal y asumía sí la responsabilidad de él; pero al mentira realista, si asume con coraje la responsabilidad de reconocer la desdicha presente de los hombres, traiciona asimismo gravemente esa desdicha presente de los hombres, al utilizarla para exaltar una felicidad futura de la que nadie sabe nada y que, por lo tanto, autoriza todos los engaños.

¿Hay que llegar pues, a la conclusión de que esta mentira es la esencia misma del arte?. Yo diría, en cambio, que las actitudes de las que hablé no son mentira, sino en la medida en que no tienen gran cosa que ver con el arte. ¿Qué es, pues, el arte?. Cosa nada sencilla, eso es seguro. Y resulta aún más difícil comprenderlo en medio de los gritos de tanta gente desdichada con encarnizamiento a simplificarlo todo.

Por una parte se quiere que el genio sea espléndido y solitario; por otra, se le impone que sea semejante a todos. ¡Ay la realidad es más compleja!. Y Balzac lo hizo sentir en una frase: “El genio se parece a todo el mundo y nada se parece a él”. Y esto cabe afirmar del arte, que no es nada sin la realidad, y sin el cual la realidad es poca cosa. El arte, en cierto sentido, es una rebelión contra el mundo en lo que éste tiene de fugitivo y de inacabado: no se propone, pues, sino dar otra forma a una realidad que sin embargo él está obligado a conservar, porque ella es la fuente de su emoción. En este sentido, todos somos realistas y nadie lo es. El arte no es ni el repudio total de lo que existe, ni la aceptación total de lo que existe. Es al mismo tiempo repudio y aceptación. Y por eso no puede ser sino un desgarramiento perpetuamente renovado. El artista se encuentra siempre en esta ambigüedad, incapaz de negar lo real y sin embargo eternamente desdichado a discutirlo en que lo real tiene de eternamente inacabado. Para hacer una naturaleza muerta es menester que se enfrenten y se corrijan recíprocamente un pintor y una manzana. Y si las formas no son nada sin la luz del mundo, ellas  a su vez agregan algo a esa luz. El universo real que por su esplendor, suscita los cuerpos y las estatuas recibe de ellos al mismo tiempo una segunda luz, que fija la del cielo… No se trata, pues, de saber si el arte debe huir de lo real o someterse a lo real, sino tan sólo de saber qué dosis exacta de lo real debe conservar la obra para no desaparecer en las nubes o, por otra parte, arrastrase con plantillas de plomo. La obra más elevada será siempre la que equilibre lo real y el repudio que el hombre oponer a la realidad…

Evidentemente el valor más calumniado hoy día es el valor de libertad…  Se trata de saber que sin la libertad no realizaremos nada. Y que a la vez perderemos la justicia futura y la belleza antigua. Únicamente la libertad saca a los hombres del aislamiento. La servidumbre se cierne sólo sobre una multitud de soledades. (…) Mi conclusión será sencilla. Consistirá en decir, aun en medio del estrépito y del furor de nuestra historia: ‘Alegrémonos’. Alegrémonos, en efecto, por haber visto morir una Europa mentirosa y cómoda. Y por encontrarnos frente a crueles verdades. Alegrémonos en nuestra condición de hombres, puesto que un prolongado engaño se ha desmoronado y ahora vemos claro lo que nos amenaza. Y alegrémonos en nuestra condición de artistas arrancados al sueño y a la sordera, mantenidos por fuerza frente a la miseria, las prisiones, la sangre…

“Todo muro es una puerta”, dijo con razón Emerson. No busquemos la puerta y la salida sino en  el muro contra el cual vivimos. Busquemos el paso donde éste se encuentra, quiero decir, en el centro mismo de la batalla… Se ha dicho que las grandes ideas vienen al mundo en patas de paloma. Si aguzamos el oído, acaso oigamos entonces, en medio del estrépito de los imperios y de las naciones, como un débil aleteo, el suave bullicio de la vida y de la esperanza. Unos dirán que esta esperanza está alimentada por un pueblo; otros, por un hombre. Yo creo, en cambio, que está suscitada, reanimada y alimentada por millones de solitarios, cuyas acciones y obras niegan cada día las fronteras y las más groseras apariencias de la historia para hacer resplandecer fugazmente la verdad, siempre amenazada, que cada cual, con sus sufrimientos  y sus goces, eleva para todos.

La meta del arte no es legislar ni reinar, sino que es, ante todo, comprender. Por eso el artista, al término de su camino, absuelve en lugar de condenar. No es juez, sino justificador, es el abogado permanente de la criatura viva, porque ella está viva. Aboga en verdad por amor al prójimo, no por ese amor de lo remoto que degrada al humanismo contemporáneo en catecismo de tribunal. En cambio, la gran obra termina por confundir a todos los jueces. Mediante ella, el artista rinde homenaje a la más elevada figura del hombre y al mismo tiempo se inclina ante el último de los criminales. “No hay uno solo -escribe Wilde en la prisión- de los desdichados encerrados conmigo en este miserable lugar, que no se encuentre en relación simbólica con el secreto de la vida”. Sí, y ese secreto de la vida coincide con el arte…

Hay unas palabras de Gide que yo siempre aprobé: “El arte vive de coacción y muere de libertad”. Eso es cierto, pero no hay que concluir por ello que el arte deba ser dirigido. El arte no vive sino de las coacciones que él mismo se impone: muere por obra de los demás.

El arte más libre y el más sublevado será, pues, el más clásico. Coronará el mayor esfuerzo. Mientras una sociedad y sus artistas no consientan en realizar este prolongado y libre esfuerzo, mientras no se abandonen a la comodidad de los enfrentamientos o a la del conformismo, a los juegos del arte por el arte o a las prédicas del arte realista, permanecerán en el nihilismo y en la esterilidad. Decir esto equivale a decir que hoy el renacimiento depende de nuestro coraje y de nuestra voluntad de clarividencia”.

Fuente | Camus, Albert. “El Revés y el Derecho”. Buenos Aires. Losada. 2004.

viernes, 3 de enero de 2025

102 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL ESCRITOR COMUNISTA JAROSLAV HASEK, AUTOR DE LA NOVELA "EL BUEN SOLDADO SVEJK"

 Jaroslav Hasek como comisario del Ejército Rojo

Apuntes biográficos sobre Jaroslav Hašek

Jaroslav Hašek, probablemente el escritor más famoso de las letras checas, gracias, esencialmente, a su novela Osudy dobrého vojáka Švejka za světové války (1921-1923, Las maravillosas aventuras del buen soldado Švejk durante la Guerra Mundial), fue un autor tremendamente prolífico a pesar de su pronta muerte a la edad de 39 años. Así lo atestiguan las cerca de 1500 historias, bocetos y artículos que escribió. Su excepcional capacidad fabuladora estaba estrechamente ligada a su estilo de vida. Bohemio (en el doble sentido de la palabra1) empedernido, era un habitual de las tabernas de la capital checa. Borracho y alborotador, epítetos que se ganó a pulso, son sólo dos de los rasgos más referidos a la hora de trazar su semblanza. 

Jaroslav Hašek nació en Praga en 1883, hijo del profesor de enseñanzas medias Josef Hašek. En 1896, tras la prematura muerte del padre a causa de su alcoholismo, Jaroslav se vio obligado a abandonar el instituto e inició una formación profesional en la droguería Kokoška de Praga, un episodio, como tantos otros de la biografía del autor, que quedó reflejado no sólo en su obra maestra, sino también en una colección de historias sobre una antigua droguería. Apenas un año duró en su puesto de aprendiz hasta que lo despidió su jefe. Después ingreso en la Academia Comercial, que concluyó con éxito a los tres años. A los 17 comenzó a publicar sus primeros escritos, en su mayoría en el periódico Národní listy, uno de los diarios más influyentes y de mayor tirada durante el periodo del Imperio austro-húngaro y de la Primera República checoslovaca. Obtuvo un puesto de trabajo en el banco Slavia, pero al año fue despedido por haber encadenado una serie de ausencias injustificadas. A partir de ese momento se dedicó a escribir, si bien apenas podía mantenerse con los textos que conseguía publicar.
Otro rasgo destacado fue su militancia política. Años antes de unirse al movimiento anarquista (1906), Hašek ya había mostrado desde joven su rechazo al statu quo de la pertenencia de su patria al Imperio austrohúngaro:

As a schoolboy he had taken part in the anti-German riots in Prague in 1897, tearing down proclamations of martial law, damaging emblems of the Austro-Hungarian monarchy, breaking windows of government offices and joyfully helping to set fire to the yard of a Prague German

Las peculiaridades del carácter y comportamiento de Hašek se vieron, asimismo, reflejadas en un curioso viaje «de formación» por Centroeuropa en el que se embarcó en lo sucesivo:

A menudo, lo detenían por alborotador y borracho, de manera que decidió irse de viaje por Europa Central y los Balcanes, básicamente a pie porque no tenía dinero. Mientras vagabundeaba aprendió alemán, francés, húngaro y, más tarde, también ruso.

En 1907 se convirtió en editor de la revista anarquista Komuna. Sin embargo, su deseo de unirse sentimentalmente a Jarmila Mayerová, una joven praguense que había conocido en 1906, le obligaron a llevar una vida más ordenada y abandonar el anarquismo. Aumentó considerablemente su producción literaria, publicando 64 cuentos en 1909 y llegando a 75 en 1910 para demostrar a sus futuros suegros que podía mantener a la familia. La mayoría de estos cuentos vieron la luz en Karikatury, una revista humorística editada por su amigo Josef Lada, el futuro ilustrador de su famosa novela, a quien había conocido dos años antes. Consiguió el puesto de editor de la revista El mundo de los animales y se casó con su amada. Pero pronto se cansó del aburguesamiento que suponía el matrimonio y volvió a las andadas. Al poco tiempo de iniciar su labor como editor de la revista dedicada a la fauna, comenzó a inventarse animales, asignaba cualidades absurdas a animales existentes y mantenía disputas científicas con reconocidos expertos sobre este tema. Tuvo que abandonar su puesto tras haber dañado seriamente la reputación de la revista. Nuevamente se trata de un capítulo de su vida que elaborará literariamente en la novela: en concreto, le asigna esa faceta de su biografía al personaje de Marek, el voluntario de un año y alter ego de Hašek en la ficción, junto con el personaje de Švejk.

En 1911 publicó en Karikatury las primeras historias sobre la figura literaria que le daría fama mundial. Al año siguiente vio la luz la colección de cuentos El buen soldado Švejk y otras historias extrañas. Aún en estado embrionario, presenta ya rasgos que caracterizarían la futura figura novelada. Su vuelta a los comportamientos anteriores a su relación con Jarmila, llevaron a Hašek a proseguir con sus embustes y bromas, a menudo, pesadas. Así un buen día fingió su propio suicidio al tirarse del puente de Carlos en el punto en el que San Juan Nepomuceno fue arrojado al Moldava en 1393. Como consecuencia, la policía lo llevó a un sanatorio para enfermos mentales, otro episodio que reelaboraría en la ficción. En esta misma línea se sitúa la creación de su propio ‘Instituto Cynológico’ (Kynologický ústav), nombre pomposo que asignó a su negocio dedicado a la venta de perros, supuestamente de pura raza, pero que resultaban ser chuchos callejeros; o la fundación del ‘Partido Progresista Moderado dentro del Marco de la Ley’, una farsa destinada a criticar el sistema político del Impero austrohúngaro en un momento de gran tensión debido a la pujanza de los movimientos nacionalistas. La fuerte impronta autobiográfica que lleva la novela se percibe ya desde los primeros compases, cuando el narrador nos presenta al protagonista, Josef Švejk, como vendedor farsante de perros: «-Así que nos han matado a Fernando –dijo el ama al señor Švejk que, una vez declarado idiota por la comisión médica militar, había abandonado el servicio y vivía de la venta de perros, unos horribles monstruos híbridos para los cuales inventaba falsas genealogías».

En 1912 nace su hijo Richard y se produce la ruptura definitiva del matrimonio con Jarmila. Después no se le conoce residencia habitual y suele vivir en casa de amigos (durante un tiempo con Lada). En 1915, con la guerra ya en curso, se adelantó al más que probable llamamiento a filas y se hizo voluntario de un año (otro de los rasgos autobiográficos conferidos, en este caso, a Marek). Fue incorporado al regimiento 91, estacionado en Česke Budějovice (el mismo al que pertenecería Švejk). El recorrido que realizó el autor con su regimiento hasta el frente en Galitzia se reproduce de forma exacta en la novela. El 23 de septiembre de 1915, Hašek se dejó capturar por los rusos y pasó por dos campos de prisioneros de guerra. Cuando en 1916 se le brindó la ocasión de formar parte de la Legión Checoslovaca, una unidad militar de reciente creación, la aprovechó. Sus capacidades escritoras sirvieron para que fuese empleado en labores periodísticas y propagandísticas. En su tiempo libre trabajaba en la edición de la revista Cechoslovan y comenzó a escribir una segunda colección de historias sobre su personaje más famoso, titulada El buen soldado Švejk en captividad, publicada en 1917 en Kiev en formato libro. En 1918 se incorporó al Ejército Rojo y se convirtió en miembro del partido bolchevique. Con el triunfo final de los bolcheviques, Hašek logró hacer carrera y convertirse en Comisario comunista. Por presiones de sus superiores, dejó de beber y comenzó a llevar una vida ordenada. En 1920 aprovechó la invitación por parte del Partido Socialdemócrata de Checoslovaquia para regresar a Praga, junto con su esposa rusa (se había vuelto a casar a pesar de no estar oficialmente divorciado de su primera esposa). Los problemas con los que se encontró fueron múltiples: se le consideraba un traidor (por su deserción del ejército autro-húngaro), bígamo y, además, un bolchevique. El oscuro panorama laboral le llevó a emprender a principios de 1921 por primera vez la escritura de una novela. Se retiró al campo, a la localidad de Lipnice, para poder centrarse en su labor escritora. Tuvo que publicar en autoedición el primer volumen por la ausencia de interés de las editoriales. Él mismo vendía su texto por fascículos. Gracias al éxito de venta de esa primera parte, consiguió un contrato para el resto del libro. Sin embargo, no pudo concluir su plan inicial de escribir 6 volúmenes porque murió prematuramente a causa de los problemas de salud provocados por sus excesos con la bebida y los efectos negativos de la prisión en Rusia.

Fuente: Juan Antonio Albaladejo-Martínez

                                                                Jaroslav Hasek en 1920

jueves, 2 de enero de 2025

"PRONTO (DENTRO DE 48 AÑOS)", CUENTO NAVIDEÑO DE ALEXANDRA KOLLONTAI

                                                    Portada de la edición soviética de 1922

Un cuento navideño futurista, escrito por la revolucionaria rusa Alexandra Kollontai (1872 - 1952) en 1922.

07 de enero de 1970. Está cálido y luminoso, y hay un ambiente animado y festivo en la Casa de Descanso, donde los veteranos de los "Grandes Años" de la revolución mundial pasan sus días.

Los veteranos decidieron que el día que una vez había sido el día de Navidad recordarían su infancia y juventud mediante la decoración de un árbol. Un abeto real al igual que en los años anteriores a la agitación del mundo. Los niños y los chicos y chicas mayores estaban entusiasmados con la idea. Especialmente cuando se enteraron de que "la abuela roja" iba a contar historias sobre los grandes años de 1917. No hubo ningún problema en conseguir el árbol. Llegaron a un acuerdo con el hombre a cargo de la conservación forestal, persuadiendo a este guardián vigilante del reino vegetal que el bosque no se arruinaría por la pérdida de un árbol robado para un festival tan extraño e inusual. Lo de las velas fue más difícil. El nuevo método de iluminación, utilizando rayos de luz reflejados, no sólo había acabado con las lámparas de queroseno de mecha de una vez por todas, sino que había desterrado la electricidad a las provincias muy distantes, donde las últimas innovaciones aún no se había introducido. La generación más joven nunca había visto velas, y los veteranos de los "grandes años" tuvieron que explicarles con la ayuda de diagramas. Se llamó a una conferencia especial de las personas que habían sido miembros del consejo económico de la población durante el período revolucionario para discutir las formas de producción de las velas. Los jóvenes, con sus cabezas inteligentes y hábiles manos, estaban allí para ayudar.

Después de varios fracasos, malentendidos y dificultades inesperadas, se las arreglaron para decorar el árbol con adornos de papel de varios colores, con dulces, nueces, naranjas dulces jugosas, manzanas color de rosa y velas hechas en casa en candelabros hechos en casa. Los veteranos y los niños opinaron por unanimidad que la Comuna Diez no había visto un festival tan original e interesante desde hace mucho tiempo. Los jóvenes se divirtieron como los jóvenes siempre han hecho. Se rieron y bromearon. Hubo canciones, juegos y bailes.

Pero había que echar un vistazo a las chicas y chicos para ver qué diferentes eran de los jóvenes que habían luchado en las barricadas durante los "grandes años" y de aquellos que habían vivido bajo el yugo del capitalismo. Los jóvenes de la Comuna Diez eran sanos, sus cuerpos estaban hermosos y flexibles y fuertes. Las niñas tenían lujosas y largas trenzas que arreglaban cuidadosamente. La comuna seguía estrictamente la regla de que cada miembro debe tener tiempo para la relajación y el cuidado de su persona. Los comuneros amaba la belleza y sencillez, y no forzaban ni falseaban la naturaleza. Los hombres jóvenes vestían ropas atractivas que permitían el libre movimiento. Sus manos eran, obviamente, fuertes y capaces. No había una cara enferma, pálida, o agotada entre toda la gente que se había reunido para el festival del “abeto”. Sus ojos brillaban y sus cuerpos eran fuertes y firmes. Su risa feliz llenaba la sala brillante y festiva, y ese era el cambio más alegre de todos. Los jóvenes de la Comuna Diez amaban la vida y les encantaba reír. Sólo fruncían el ceño cuando se trataba de luchar contra el único enemigo, la naturaleza. Sin embargo, no fruncían el ceño porque la lucha no fuera de su gusto, sino para poder concentrarse mejor y elegir la mejor manera de ganar.

La lucha de los hombres y las mujeres por controlar su medio ambiente aún estaba en curso. Mientras más victorias ganaban, más misterios más había para resolver. Pero los jóvenes no tenían miedo de la batalla. ¿Qué sería la vida sin lucha, sin la necesidad de expandir la mente y tratar de avanzar hacia lo desconocido e inalcanzable? La vida en la comuna sería aburrida sin eso.

La vida de la comuna se organiza de la manera más racional. Todo el mundo tiene una profesión y todo el mundo tiene algún pasatiempo favorito. Todo el mundo trabaja en su propia vocación por dos horas al día, contribuyendo de esta manera al funcionamiento de la comuna. El resto del tiempo el individuo es libre para dedicar sus energías al tipo de trabajo que él o ella disfruta, la ciencia, la tecnología, el arte, la agricultura o la enseñanza. Los hombres y mujeres jóvenes trabajan juntos en las mismas profesiones. La vida está organizada de tal modo que las personas no viven en familias, sino en grupos, de acuerdo a sus edades. Los niños tienen sus “palacios”, los jóvenes sus hogares más pequeños; los adultos viven comunalmente en las distintas formas que se adapten a ellos, y los ancianos viven juntos en sus “casas”. En las comunas no hay ricos ni pobres; las palabras “rico” y “pobre” no tienen sentido y se han olvidado. Los miembros de la comuna no tiene que preocuparse por sus necesidades materiales, ya que se les proporciona todo: comida, ropa, libros y entretenimiento. A cambio de ésto el individuo da dos horas diarias de trabajo para la comuna, y el resto del tiempo los descubrimientos de una mente creativa y curiosa. La comuna no tiene enemigos, ya que todos los pueblos vecinos y las naciones hace mucho tiempo que se organizaron de una manera similar y el mundo es una federación de comunas. La generación más joven no sabe qué es la guerra.

Los jóvenes insistieron en que los veteranos de los “grandes años” les hablaran de las batallas entre los rojos y los blancos. Pero los veteranos no estaban ansiosos por hablar de la guerra en el “día del abeto. “ Pensaban que era más apropiado hablar de los líderes de las revoluciones. Prometieron comenzar las historias cuando las velas se hubieran consumido y a todo el mundo se le hubieran dado sus dulces. La gente joven se apresuró a traer mesitas de vidrio a la sala. Los caramelos que tanto les gustaban estaban dispuestos en cuencos de alegres colores, artísticamente decorados. Cuanto antes tengamos nuestros dulces y las velas del abeto hayan terminado de consumirse, mejor, pensaban los niños. Pero los veteranos vieron consumirse las luces con una sensación de tristeza. Las velas les recordaban, es cierto, al antiguo y olvidado sistema del capitalismo que tanto habían odiado en su juventud, pero el pasado había sido ennoblecido por su gran esfuerzo para el progreso. Sus sueños se habían cumplido, pero la vida era ahora se les pasaba y sus viejos miembros no podían competir con los vuelos audaces de los jóvenes. Gran parte de la vida y muchas de las aspiraciones de los jóvenes eran incomprensibles para ellos.

- Abuelo, yo sé lo que significa la palabra “capitalista”, se jactó muchacho alegre que se estaba comiendo el pastel especial de fiesta.- Y sé lo que es un rublo y qué es el dinero.

- Vimos el dinero en un museo. ¿Tenía usted dinero, abuelo? ¿Lo llevaba en una pequeña bolsa en el bolsillo? Y luego había gente... ¿cómo se llamaban?... Ladrones... es cierto, ¿no? Y se llevaban el dinero de los bolsillos de sus compañeros. Qué extraño debe haber sid

Y todos se rieron del extraño pasado.

Los veteranos de la revolución de alguna manera sentían incómodos y avergonzados por el pasado, cuando había capitalistas y ladrones y dinero y damas. La última de las velas se apagó, y los mesas fueron apartadas. Los jóvenes se reunieron con impaciencia alrededor de los contadores de historias.

- Abuela, abuela roja, háblanos de Lenin. Usted lo vio, ¿no? ¿Vivía como todo el mundo? ¿Comía y bebía y reía? ¿Lenin alguna vez miraba a las estrellas, abuela

Estos jóvenes tenían su propia manera de ver todo. ¿Qué tenían que ver las estrellas con todo esto? Cuando Lenin estaba vivo había habido muchas cosas que hacer en la Tierra misma. Había hambre y agotamiento. Guerra y hambre... hambre y guerra.

Un tiempo de sufrimiento y derramamiento de sangre, pero también de valentía, abnegación y heroísmo, y de una tremenda fe en la victoria de la revolución y la justicia de la lucha. La “Abuela Roja” quería que la gente joven comprendiera la grandeza de la lucha social. Sin embargo, los jóvenes escuchaban como los veteranos habían escuchado alguna vez la historia de la Navidad: “capital”, “lucro”, “propiedad privada”, “frente”, “Cheka”, “especulación”, “soldados”, todo esto era tan mucho “vocabulario histórico” que los niños escuchaban en la escuela cuando estaban aprendiendo acerca de los “Grandes Años de la Revolución.”

Los jóvenes de la comuna mundial han dirigido su atención al cosmos, el cielo les hace señas. Ellos no entienden la grandeza de las viejas luchas. Ellos no pueden apreciar la emoción ni los temores y las angustias del pasado.

- ¿Realmente le disparaban a la gente, le disparaban a personas vivas?

Los ojos de los jóvenes mostraban sorpresa y destellaban con reproches y desconcierto. La vida era sagrada.

- Estábamos luchando por nuestras vidas, sin embargo. Hemos sacrificado todo por la revolución, dijo la abuela roja en justificación.

- Así como nos dedicamos nosotros a la comuna, fue la respuesta orgullosa de los jóvenes

La abuela roja se quedó en silencio. La vida había seguido adelante. Los “grandes años” eran sólo historia. La generación más joven no podía responder como ellos lo habían hecho a las historias de las barricadas en todo el mundo y “la última pelea”.

La cuestión social estaba resuelta. Las ideas del comunismo se habían justificado por sí mismas. La humanidad era libre de la esclavitud del trabajo agotador para los demás, de la dependencia material y de la lucha por el pan de cada día. Nuevos y más grandes problemas que enfrentaban a la humanidad, desafiando a la búsqueda y el espíritu intrépido de los hombres y mujeres. En comparación con estos horizontes, la lucha contra las fuerzas sociales anteriores parecían a los jóvenes de 1970 una cuestión fácil

- Hambre? Pasaban hambre? Debían ser muy desorganizados e ignorantes,

“Ignorantes”, “desorganizados” - los jóvenes no podían pronunciar una sentencia más severa a los contemporáneos de la abuela roja.

-  Pero sin nosotros y nuestra firme fe en el triunfo del comunismo, sin nuestra lucha feroz y decidida contra el capitalismo y los enemigos de los trabajadores, ustedes nunca habrían conocido los beneficios de la organización universal y el gozo del trabajo creativo libre. 

-  Entendemos. Pero nuestras tareas están en una escala aún mayor.

Los jóvenes mantenían la cabeza alta, mirando hacia el futuro con valentía. Volvieron los ojos hacia las estrellas y el oscuro telón del cielo, visible a través de los amplios ventanales de la sala de fiestas.

-  Lograron sus objetivos, y nosotros lograremos los nuestros. Ustedes sometieron a las fuerzas sociales, nosotros vamos a someter a la naturaleza. Canta con nosotros, abuela roja, el nuevo himno de la lucha con los elementos. Usted sabe la melodía. Es su propia Internacional, pero las palabras son nuevas. Nos llaman a la lucha, para lograr las cosas, para seguir adelante. Deje que el abeto se queme. Nuestro festival se encuentra frente a nosotros. Nuestro festival es una vida de esfuerzo y descubrimiento. 

Fuente: Izquierda Diario

miércoles, 1 de enero de 2025

DOCUMENTAL "DE LA TIRANÍA A LA LIBERTAD", EN EL 66 ANIVERSARIO DEL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN CUBANA

Título: De la tiranía a la libertad

Director: Eduardo Hernández (Guayo)

País: Cuba

Año: 1959

Duración: 92 minutos

El documental De la Tiranía a la Libertad se realizó basado en un original que se filmó clandestinamente durante la dictadura de Batista y que se refiere a la lucha en la Sierra Maestra, y contó con imágenes compiladas de Castro antes de su triunfo revolucionario,

Era la historia viva, mostrada con toda objetividad sobre la pantalla, con el impacto que las más documentadas páginas de un libro nunca podrán lograr.

En cuanto al cartel, los primeros días de enero de 1959, Eladio Rivadulla recibió una solicitud de una distribuidora de películas para diseñar e imprimir un cartel para promocionar un largometraje sobre Fidel Castro titulado "De la Tiranía a la Libertad". Adaptó su diseño realizado el 1 de enero para crear el primer cartel de una película con la imagen de Fidel Castro.

VER DOCUMENTAL: