Errores técnicos y políticos del Movimiento Pictórico Mexicano
David Alfaro Siqueiros
9 de agosto de 1934
He venido afirmando desde hace dos años y medio que NUESTRO MOVIMIENTO PICTÓRICO MEXICANO comúnmente llamado RENACIMIENTO MEXICANO por la fraseología turística, es sólo un impulso utópico de arte revolucionario y una prueba objetiva de todo lo que no debe precisamente hacerse en la verdadera pintura mural.
¿Pero cuáles son en resumen sus errores fundamentales como intento de arte para las grandes masas y como intento de arte para las grandes masas y como intento de pintura ligada a la arquitectura?
Sus errores fundamentales son, en resumen, los siguientes:
- Ubicación interior recóndita, burocrática, pequeño burgués o burguesa, inaccesible para las masas a quienes pretende dirigirse, en vez de ubicación pública máxima, exterior, descubierta, en el barrio obrero, frente a la calle proletaria, en el local sindical, etc., etc., esto es: precisamente en los lugares de movilización y localización de esas grandes masas.
- Mutilación de los edificios en absurdo reparto anárquico, personal, de panneaux, en vez de abarcamiento global en un solo problema de la íntegra anatomía de la arquitectura y su topografía correspondiente, en su estructura total, volúmenes, espacios, superficies, etcétera.
- Producción individual, “libre”, anárquica; en vez de producción disciplinada, metódica, de “equipo técnico”; en vez de producción sujeta a la crítica-autocrítica del trabajo en proceso de desarrollo.
- Composición lírica, “mecánica” (en el sentido de objetividad inactiva, unifacetal y anticientífica); en vez de composición DIALÉCTICA, es decir, de composición desarrollada en proceso dinámico, polifacético, poliangular, cimentada sobre tesis y antitésis y en general sobre bases de carácter científico.
- Técnica arcaica, anacrónica, pobre en consecuencia, lenta por lo mismo, reaccionaria por regresiva y estacionaria; en vez de técnica moderna, dinámica, que marca el paso consonantemente con el grado y proceso correspondiente de desarrollo de la técnica en su conjunto.
- Impulsión, emotiva, sentimental, idealista; en vez de aprendizaje activo total (teórico y práctico a la vez) en el proceso de la producción y para la producción de plástica para las grandes masas.
- Arqueologismo, tradicionalismo en bloque, usando frecuentemente las más negativas influencias o antecedentes, para el fin revolucionario que se ha perseguido; en vez de captación preferente de antecedentes tradicionales que aporten material revolucionario, convenientemente localizados en los periódicos históricos prerrevolucionarios y revolucionarios de la humanidad.
- Fecundación imaginativa, puramente estética; en vez de producción documental (fotográfica y general) de la vida y actividades parciales y generales de la clase trabajadora en su íntegra lucha.
- Forma mística, religiosa, popular, estática, a veces metafísica, psicológicamente pasiva por lo mismo; en vez de máquina dinámica psicológicamente impulsadora de la potencialidad innata revolucionaria clasista de las masas trabajadoras..
- Elemento pictórico organizado para la contemplación reposada del espectador parásito y del espectador élite; en vez de arte sintético realizado para el espectador de masas, y como equivalencia y proyección de la naturaleza social de esas masas.
- Contenido confusionista, abstruso, frecuentemente simplista y abstracto, de diletanti; en vez de plastificación metodizada y racionalizada de las consignas generales y palabras de orden diarias, oportunas, concretas.
- Regionalismo nacionalista, etnografismo, folklorismo, esto es: equivalencia artística pequeño-burguesa; en vez de internacionalismo revolucionario producido en una realidad material y política determinada. La equivalencia de la ideología liberal de la pequeña-burguesía en vez de la equivalencia de las masas trabajadoras revolucionarias.
- Diletantismo pseudo revolucionario; en vez de militancia integral revolucionaria. Diletantismo o esnobismo pseudo revolucionario, en vez de conocimiento profundo de la gráfica funcional revolucionaria.
- Fetichismo de la pintura mural en una época en que la producción de ésta revolucionariamente es imposible en lo general. Incomprensión de que ese fetichismo es una de las causas fundamentales de la producción muralista oportunista y por ese camino contrarrevolucionaria. Incomprensión de que la pintura mural, como expresión trascendente de arte para las grandes masas, solamente podrá realizarse en el próximo futuro periodo revolucionario de la sociedad. Incomprensión de que la plástico-gráfica revolucionaria de hoy es principalmente multiejemplar o multirreproductible.
- Plástica limitada o circunscrita, unitécnica, “pintura pura”, en vez de arte POLIGRÁFICO, es decir: de arte que resume todos los recursos plásticos y gráficos modernos (palpables y oculares, estáticos y dinámicos originariamente) en una sola expresión infinitamente más elocuente para los fines de la producción revolucionaria y que inicia una forma de arte representativo de una potencialidad y riqueza sin precedentes.
- Arte de divulgación estética, para los sectores intelectuales solamente, mediante monografías extraelegantes, mediante artículos en las revistas bohemias, etc.; en vez de máximo carácter divulgable, de máxima repercusión entre las masas, de máxima bifurcación política, mediante el uso de vehículos populares; mediante el empleo de todos los medios mecánicos que propicien la máxima circulación.
- Esto es: el Movimiento Muralismo Mexicano no es un Movimiento de Arte Revolucionario para las grandes masas, ni por su ubicación, ni por su contenido ideológico, ni por su forma, ni por el vehículo humano que usó para su producción, ni por su repercusión. El Movimiento Muralista Mexicano al desarrollarse sobre los errores básicos antes mencionados tuvo fatalmente que convertirse en una expresión artística de proyección demográfica y desfavorable en última instancia para la Revolución verdadera. En cuanto a su valor como primer impulso de arte mural en la época moderna, el Movimiento Muralista Mexicano es una expresión absolutamente inicial que no supo libertarse del cuadro de caballete, quedándose, en consecuencia, en la arbitraria delimitación del panneaux en la composición escolástica y, por eso, académica, en la técnica anacrónica por arcaica, en la mezquindad física de la producción exclusivamente individual. El Movimiento Muralista Mexicano no vio lo más elemental, es decir: la importancia que tiene el espectador para las artes oculares. No supo que el espectador mural es radicalmente diferente del espectador correspondiente al cuadro transportable. Se olvidó de que aquél tiene un carácter activo y que es el itinerario que éste marca en la topografía correspondiente al lugar o lugares “decorables” lo que establece la base fundamental para la composición “monumental”, en íntima correlación con las circunstancias objetivas, activas, de la arquitectura escogida.
Cada una de las afirmaciones categóricas antes expuestas serán ampliadas por mí en artículos subsecuentes. Por ahora he querido simplemente dejar establecidos puntos concretos para el conveniente análisis de nuestro llamado Renacimiento mexicano.
Publicado en El Universal Ilustrado
Fuente: El Universal
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