De los muchos voluntarios cubanos que participaron en la Guerra Civil
Española, el pintor Wifredo Lam merece una atención singular. Nacido en
Sagua La Grande en 1902, llega a Madrid en 1923 para estudiar pintura y
permanece en España hasta principios de 1938 cuando decide marcharse a
París. Durante su estancia en España se casa con Eva Piriz con la que
tiene un hijo, pero la mujer y el niño mueren de tuberculosis antes del
estallido de la guerra. Es en ese momento cuando un viejo amigo, Pepe de
la Fuente, le habla de Marx y Lenin y no duda en afirmar que llegó "a
comprender y abrazar el marxismo, brújula ideológica que me ha guiado
desde entonces". En 1936 es sorprendido por el estallido de la guerra,
se inscribe en la FUHA, federación de estudiantes universitarios
latinoamericanos de izquierda, y no duda en alistarse en el 5º
Regimiento junto a otros cubanos como el músico Julio Cuevas o el
escultor Pablo Porras Gener. Así es como recordaba en una de sus
entrevistas a Antonio Núñez Jiménez el apoyo de los cubanos a la defensa
de la República española:
En la Guerra Civil Española miles de voluntarios combatieron al lado
nuestro. Muchos cubanos dieron su ejemplo internacionalista al formar
parte de la Brigada Lincoln. El más destacado de ellos, Pablo de la
Torriente Brau, murió en Majadahonda. Como Pablo, otros muchos quedaron
sepultados por la metralla en esa tierra tan querida.
Se conservan varias fotografías de 1936 en las que se ve a Lam junto a
otros militares o junto a la que fue su compañera en la vida y en la
lucha, Balbina Barrera. Durante esos años estuvo en contacto con
intelectuales antifascistas españoles y el Partido Comunista le envió a
trabajar a una fábrica de explosivos, lo que le provocó una grave
intoxicación por la que tuvo que ser trasladado al balneario de Caldas
de Montbuy. Realizó distintos anuncios para la película soviética Los
marinos de Cronstadt y una serie de carteles propagandísticos en defensa
de la República. Ya en Barcelona, trabajó en la Comisaría de Armamentos
y en el Sindicato de Pintores de la UGT, lo que le permitió preparar
una escenografía para una obra teatral ofrecida a los soldados
convalecientes. Un día antes de la caída en Barcelona partió junto a su
nueva compañera Helena Hozer rumbo a París.
Las obras que mejor representan esta etapa en la que la pintura se
convirtió para Lam en instrumento de combate son "La guerra civil"
(1937), "El desastre" y "Dolor de España" (1938), estas dos últimas
realizadas ya en Francia. Estos tres cuadros representan el sufrimiento
de un país que el pintor sintió como propio y cuyo recuerdo llevaría
consigo a lo largo de su vida.
En 1980 Wifredo Lam describió la dolorosa experiencia de la derrota de
España, que para él -como para Alejo Carpentier y otros cubanos- sería
compensada solo con el triunfo de la Revolución en 1959:
Tras la derrota, no he dejado de pensar un solo día de mi vida en los
acontecimientos que se sucedieron. Es algo que viví en carne propia y
no quiero olvidarlo, no voy a olvidarlo (...) Salir derrotado de España
fue y es para mí un dolor tan profundo que nunca he dejado de llevarlo
dentro. En la amada tierra española dejaba a Eva y a mi hijo, muertos.
Dejaba allí también a muchos hermanos de lucha. Aquella derrota fue como
si bajara el telón de una obra de teatro que solo volvería a levantarse
con el triunfo de la Revolución Cubana.
Escena de la Guerra Civil española representa el compromiso político de Lam con la República española, y pese a alejarse del estilo más reconocido del artista, asociado mayormente a tradiciones afrocaribeñas y al surrealismo representado en escenas y personajes caracterizados por su polimorfismo, sintetiza la energía de sus formas y narraciones independientemente de periodos o estilos.
Esta obra presenta tres planos, el de las mujeres de espaldas, aquel que muestra en el centro a un campesino maniatado y un tercer nivel donde se vislumbra un cruce de armas y rostros anónimos amenazantes. El movimiento delatado por brazos y armas entrecruzados revela la tensión de la situación. Son las figuras quienes adquieren todo el protagonismo, anulando paisajes en favor de transmitir un episodio de violencia en consonancia con el compromiso político del artista.
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